Cada miércoles un cuento en El Estafador

miércoles, 11 de marzo de 2009

RAM

Mi portátil tiene siete u ocho años. Si un año en la vida de un perro equivalen a siete en la vida de un humano, un año de un cacharro informátivo serán algo así como un millón, por lo que mi ordenador debe pertenecer al pleistoceno, por lo menos.

Esta tarde, le he dicho al monitor del taller de vídeo de mi curro los problemas que me estaba dando un programa de diseño que estoy intentando aprender. Me ha preguntado la versión con la que trabajaba. La 5 creo que es, le he dicho. Pero si la 5 es con la que trabajaba mi abuelo, me ha respondido. Luego me ha explicado que él usa versiones portables de todos esos programas para no tener que instalarlas. Se ha ofrecido a pasarme la última del programa de diseño de marras (para que la probara en casa y luego la comprara, naturalmente). Se ha sacado el lápiz de memoria del bolsillo y cuando alargaba la mano para dármelo, le he dicho las megas de RAM que tiene mi portátil. Me ha mirado ofendidísimo, se ha vuelto a guardar el lápiz de memoria en el bolsillo y ha salido del despacho dando un portazo. Mi ordenador es una castaña, vale, pero tampoco hacía falta ponerse así.

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