Cada miércoles un cuento en El Estafador

martes, 10 de marzo de 2009

Cuentos, zumos de naranjas y el cosmos



Estamos en plena celebración de la semana cultural en el cole de Juan, dedicada este año a la Astronomía. Entre que estoy en el AMPA (sin hache), que tengo una atracción fatal por el trabajo no remunerado y que no sé decir que no (tengo que repasar los apuntes de asertividad de la carrera) llevo un par de días liado a más no poder.

El lunes fui a hacer un cuentacuentos en infantil (3, 4 y 5 años). Como el tema era el cosmos, me inventé una historia galáctica. La forma del cuento era clásica: familia con tres hijos, uno decide conocer mundo, ayuda a una viejecita que resulta ser una hada que le da algo mágico a cambio, llega a un reino, se enamora de la princesa, pide su mano al rey que le impone una serie de pruebas que a de superar antes de poder casarse.

A mí los cuentos populares me gustan como son. El lobo se come a Caperucita y el cazador lo destripa para salvarla. No hace falta contarlo de otro manera. Aunque algunas veces la cosa se excede. Recuerdo un cuento griego en el que la madre, asustada de que el marido se enfade al volver y vea que no hay nada para cenar, mata a uno de los hijos y hace un potaje con él para chuparse los dedos. Menos mal que Juan tenía -3 meses cuando se lo conté y aunque el oído ya le funcionaba no pudo entender lo que le estaba diciendo.


En todo caso, ya va siendo hora de cambiar algunas cosas así que me permití introducir una serie de modificaciones: los hijos eran hijas, la que se va a conocer mundo no es la pequeña sino la de enmedio, la viejecita resulta ser una extraterrestre de vacaciones en la Tierra, la chica se enamora del príncipe, las pruebas son por los distintos planetas del Sistema Solar y al final el príncipe se revela contra su condición de hombre florero, le hace un corte de mangas al padre y a la monarquía (mensaje republicano subliminal) y se va con la chica, de nombre Valentina, a vivir la vida. También metí flores mágicas, manzanas de lava, el terrible Ordenador preguntón, robots tipo Wall-E, salamandras venusianas, animales quiméricos y un montón de cosas más.

Al acabar, las masas infantiles me aclamaron. Quisieron sacarme a hombros por la puerta del colegio pero no me fiaba mucho y les dije que mejor no, que ya me iba por mi propio pie. La verdad es que me lo pasé bomba.

El martes tocó almuerzo saludable. A las diez en punto, una legión de madres (y yo) nos plantamos en la puerta del colegio exprimidor en mano dispuestas a hacer litros de zumo de naranjas para nuestra prole. Tambien hicimos tostadas con aceite. El pan era de ese de Mercadona que ya viene cortado y que le echan un puñado de productos artificiales para que aguante tierno muchos días pero, bah, tampoco era cuestión de pararse en esos detalles. (Para ser justos, diré que fueron dos padres más.)

El viernes es el partido de fútbol entre padres y ex-alumnos. Menos mal que los viernes por la mañana trabajo y pude excusarme. Debe hacer como cuarenta o cincuenta años que no juego al fútbol.

No hay comentarios: