Cada miércoles un cuento en El Estafador

sábado, 28 de febrero de 2009

Bestiario del hombre ama de casa: El avestruz




Según el hombre ama de casa, un animal capaz de incubar sus huevos con la mirada, descendiente directo del Tiranosaurio Rex, no puede estar equivocado. Así que, cada vez que tiene un problema busca un agujero en el que esconder la cabeza.

Cuando la hormiga reina le vio cavando un hoyo en un rincón del estudio quiso hacerse la loca y no preguntar nada, pero no pudo contenerse. ¿Qué haces, por dios? Estoy cavando un agujero. Eso ya lo veo, pero ¿para qué? De alguna manera tendré que solucionar todos los problemas que me atosigan últimamente, no te creas que es tan fácil encontrar por ahí un agujero en el que esconder la cabeza con un mínimo de dignidad y decencia.

Al principio, la hormiga reina intentó hablar con él y hacerle comprender que ese método no era muy inteligente por su parte. Pero, harta de oír una y otra vez la historia de los poderes incubadores de la vista del avestruz, dio el caso por perdido. Ahora, cuando ve al hombre ama de casa solucionando problemas en el fondo de un agujero, se limita a pensar en voz alta: Qué tío más tonto, por favor.

Próxima entrega: El mono de Fournival

jueves, 26 de febrero de 2009

De compras

Mi profesor de Filosofía de 3º de BUP y COU insistía mucho en lo que, según él, era un principio inamovible de la lógica clásica: la consecuencia no puede ser mayor que la causa. Eso es que no ha visto vomitar a Juan.





El otro día íbamos los dos tan tranquilos a comprar un libro sobre el universo (este año la semana cultural de su cole es sobre la Astronomía) cuando mi sentido arácnido se puso a vibrar como un loco. Voy a vomitar, dijo Juan. Dicho y hecho. Tuve tiempo de echar mano a la bolsa que tenemos para estas ocasiones y poco más. Os ahorraré los detalles, de escalofrío.

Creo que no quedó un rincón del coche sin salpicadura de vómito. Fregué y fregué con varios productos, a cual más fuerte, pero el olor no desaparecía empujándonos a un bucle de lo más asqueroso: coche vomitado-peste-nauseas-más vomito-más peste-etcétera.

Había llegado el momento de comprar un ambientador para coches. Y como estábamos a fin de mes y me he controlado mucho, todavía me quedaban unos eurillos para gastar en caprichos. Se imponía una visita a algún centro comercial y allí que nos fuimos Darío y yo.

Fuimos de cabeza a la FNAC, una tienda que se atreve a sugerir que tiene toda la cultura (sí, tal cual lo preguntaban en una encuesta que hicieron hace unos meses) y que presume de los dependientes más preparados. Busqué en el montón de los tomos de Bone el número 9 y no lo encontré. Le pregunté a uno de esos dependientes superpreparados. Si no está allí es que no está. Gran respuesta muy propia de un dependiente superpreparado que ni siquiera hace el paripé de buscar en la base de datos. Si yo trabajara en una tienda de cómic sabes que no iba a conocerme al dedillo las existencias. No me di por vencido y eché otro vistazo. Entonces vi en una caja así como 20 ejemplares del número 9 de Bone. Vaya, vaya, así que si no está allí es que no está. No diré nada de lo que pensé hacer con la pila de tebeos y el dependiente superpreparado.

Luego me fui a la sección de vinilos a por el último de Christina Rosenvinge. ¡Casi 30 euracos! Por favor, costaba lo mismo que el de Paul Weller At The BBC, que era triple. Me parece una exageración. Pasé de todo y me compré, en CD, el de Las escarlatinas, producido por el sinpar Guille Milkyway.


Después le compré a Darío un animalito de Schleich (una marca difícil de escribir e imposible de pronunciar). Mi madre, que trabaja en un multiprecio en el que por 60 céntimos te compras una bolsa llena de bichos, pone el grito en el cielo cada vez que ve uno de esos animales pintados a mano, tan chulos, a 3 euros el más pequeño. Una foto de mi colección... digo de la colección de Juan y Darío:



Por último compramos el ambientador del coche, uno con dos aromas: anulador del olor y níspero chispeante. ¿O era mango chispeante? Bueno, no sé, una fruta que chispeaba.

miércoles, 25 de febrero de 2009

ADVERTENCIA SUPER IMPORTANTE

Estoy de los nervios, no sé si acabo de meter la pata hasta el fondo. La dirección de este blog era absurda, ¿qué es eso de "diaria"? y me he hecho con un dominio personalizado. Blogger jura y perjura que redireccionará a los lectores de diariadeunamadecasa.blogspot.com a la nueva dirección. Pero ¿y si no es así? ¿Será este el fin?

Apuntad la nueva dirección:

www.elhombreamadecasa.com

lunes, 23 de febrero de 2009

Servicio público: cuidar la ropa


Somos muchos los que acabamos por arrancar las etiquetas que lleva la ropa por dentro. No entendemos nada de lo que ponen y pican una barbaridad. Pero hay que dejar de hacerlo o memorizar lo que pone antes de descoserlas con sumo cuidado. Esos simbolitos incomprensibles son más importantes de lo que pensábamos y pueden evitar que ese jersey cuello de cisne que nos queda tan bien acabe hecho una pasa por haberlo lavado en la lavadora en vez de a mano.

Tomo prestada una ilustración de la magnífica "Miscelánea original de Schott" para que entendamos por fin lo que nos quieren decir nuestras amigas las etiquetas y cuidemos la ropa como se merece.

Autorretrato, más o menos

Como la de la ilustración era yo hasta hace no mucho:


Pero mi médico de cabecera, en una decisión de todo punto incomprensible y que nos pesará, vaya que si nos pesará, ha decidido suspenderme la medicación. Lloré, supliqué, le arranqué el fonendo de un tirón, rompí uno a uno todos los depresores linguales, me salieron espumarajos por la boca, le insulté en idiomas que nunca antes había hablado, giré la cabeza 360º, correteé por el techo de su consulta pero todo fue en balde. Te tomas media pastilla al día durante dos semanas, luego media pastilla en días alternos otras dos semanas, después media pastilla un día sí y dos no dos semanas más y acabas. ¿Lo has entendido? Sí, señor, lo he entendido, lo que usted diga, consentí mientras la seguridad privada del centro de salud público me chafaba la cara contra la pared y me inmovilizaba con una llave dolorosísima.
Y así fue como empecé a dejar de ser como la de la ilustración.


PD: Gracias a la amiga y lectora que me trajo esta postal tan estupenda de Londres.

PDII: No me había parado a ver la página que he linkeado en la postdata anterior. Ahora lo he hecho y es divertidísima. Echadle un ojo si podéis.

Coronas para todos


Pobrecitos los del PP. Ellos, hijos y nietos de los que gobernaron España con el anterior Jefe del Estado sin rendir cuentas ante nadie. Ellos, dueños de grandes empresas. Ellos, poderosos o amiguísimos de los poderosos. Ellos, en tan buena sintonía con la jerarquía eclesiástica. Ellos, que sacrificaron su bienestar y aceptaron tener dificultades para llegar a fin de mes para servir al bien común. Ellos, de apellidos dobles o triples. Ellos, descendientes de rancio abolengo. Ellos, tan centrados y populares. Ellos, que han tenido que sufrir en silencio como mujeres socialistas se vestían con ropas de diseñadores famosos en vez de vestir de Tex, Vistobueno o Primark. Ellos, que ahora tienen que criticar la caza mayor porque cualquiera puede matar ya a un ciervo. Ellos, que huyen de la memoria histórica. Ellos, que fueron capaces de declarar guerras en las que han muerto cientos de miles de personas sin que les temblara el pulso. Ellos, acostumbrados a que las dentelladas y puñaladas traperas llegaran de los propios y no de los extraños. Ellos, que tanto han hecho por este país. Ellos, que han tenido que tragar saliva y citar al mismísimo Bertolt Bretcht. Ellos deben sufrir ahora que jueces, fiscales y periodistas sin escrúpulos pongan en duda su honor y les acusen de supuestamente estar vinculados con supuestas tramas de supuesta corrupción. Si es que no hay derecho. Se trata de una canallada sin igual y de un intento injustificado de alterar el orden natural de las cosas. La corrupción es cosa de la izquiera no de la derecha, esto se sabe bien. La derecha hace lo que le corresponde por derecho propio: hacer negocio. ¿Qué hay de malo en ello? Mucha envidia por ahí suelta.

Mi propuesta para acabar con este sinsentido es que nombremos reyes y reinas a todos los dirigentes del PP. Así serán irresponsables ante la ley y podrán hacer todo lo que les plazca cada uno con su corona de diamantes y rubíes en lo alto de su cabeza. Sí, sí, esta minidemocratización de la monarquía la desluce un poco, pero todo sea por el bien de esta pobre gente, tan maltratada últimamente. Acabemos de una vez con esa proclama dañina de que la ley tiene que ser igual para todos. De eso nada.

domingo, 22 de febrero de 2009

Bestiario del hombre ama de casa: La mantis religiosa



De todos es conocido que los primeros movimientos feministas del siglo XVI, movimientos clandestinos y ultraviolentos, adoptaron la imagen de la mantis como símbolo de su lucha contra el macho opresor. Veamos por qué.

La mantis recibe el calificativo de religiosa por la postura en la que suele llevar los brazos, como si estuviera rezando. Es dudoso que las mantis recen y es más probable que la postura se deba a cuestiones anatómicas pero en el caso de que, efectivamente, rezaran, ellas lo harían a un dios cruel y despiadado, quizás una diosa, y ellos al dios de los panolis y los calzonazos. ¿Que por qué me atrevo con esta conjetura? ¿Es que acaso desconoce quien esto lee que la hembra mata al macho después de copular? Este es, junto con la postura piadosa de los brazos, el hecho más destacado de las mantis y la razón por la que fue elegida por las antiguas feministas.

Después de sus cortejos, en los que paradojicamente es el macho el que debe invertir buenas dosis de esfuerzo e imaginación, y actos amatorios, una vez finalizado el ayuntamiento, la hembra asesina al macho a sangre fría, figuradamente hablando. Algunas se limitan a cumplir con la orden genética que las impulsa a deshacerse del macho pero otras acaban el coito con una nueva orgía de muerte y descuartizamiento. Incluso se han descrito casos de hembras que invitan a otras hembras y acaban con un festival caníbal de lo más desagradable.


El hombre ama de casa dejó de leer, cerró con cuidado las tapas desgastadas del "Compendio de casos animales singulares y otras fechorías dela Naturaleza" de un escritor anónimo de principios del XIX, le dio la vuelta al disco para que sonara "Ooh, baby, baby" cantada a dúo por Marianne Faithfull y Antony, se puso una boquilla entre los labios, echó un poco de tabaco en el papel de liar, lió, se echó la manta por encima, subió un poco más el volumen de la música, abrió la puerta del patio, salió al exterior, se estremeció de frío, buscó el cenicero, pensó en qué silla sentarse, se sentó, insitió una y otra vez hasta que el mechero funcionó, encendió el cigarrillo, le dio una calada, miró al cielo probablemente estrellado y pensó aliviado: "No hay mal que por bien no llegue".


Y la próxima semana: El avestruz.

jueves, 19 de febrero de 2009

Juan pregunta. ¡Atrévete a responder!







La época de las pelusas

Mercedes descubrió las pelusas al poco de cambiar el colegio mayor en el que pasó su primer año de carrera por un piso de estudiantes. Sorprendida por el hallazgo de unos seres desconocidos hasta el momento, se convenció de que formaban parte de la fauna autóctona de Murcia. Después, averiguó que no es que en Albacete no existieran, sino que su madre, escoba en mano, las combatía ferozmente, no dejando que ninguna de ellas pululara a sus anchas por la casa.

Las pelusas fueron olvidadas por Lineo cuando clasificó las especies por lo que durante muchos años fueron tomadas como seres inertes, pertenecientes al limbo de las cosas que no son ni animales ni vegetales ni minerales. Pero las pelusas son animales y con mucha mala leche, dicho sea de paso.
Su aspecto inofensivo es un ejemplo de brillante adaptación al medio. Permanecen quietas, como si la cosa no fuera con ellas y en cuanto alguien se acerca, ¡zas!, le arrean un bocado. Está demostrado que las pelusas se alimentan de la sangre de sus víctimas. De hecho, la escoba fue inventada por una mujer harta de recibir mordiscos de las pelusas que recogía del suelo, su hábitat predilecto aunque no exclusivo. Este dato ha sido ocultado durante siglos porque, ya se sabe, la historia está hecha por historiadores varones que, envidiosos y resentidos, han silenciado todos los logros conseguidos por las mujeres.

Quizás haya alguien que piense que todo esto es literatura barata disfrazada de falsa ciencia. Pero no es así. Lo ilustraré con una historia terrible. Hace unos años, mi hermana Marina se compró dos ranitas que guardó en uno de esos recipientes para tortugas, con su islita y su palmerita. Todo muy pequeño y coqueto. Las ranitas no podían escapar de su destino y saltaban si cesar. En uno de esos saltos, una de ellas cayó al suelo y quedó a merced de las crueles pelusas. Cuando mi hermana vio que faltaba una ranita empezó a buscarla por toda la casa. Pasaron varios días hasta que la encontramos debajo de su cama, rodeada de pelusas y a medio devorar. A todos nos tiembla la voz y se nos humedecen los ojos cuando recordamos el destino fatal de la dulce ranita.

Recreación del momento en que las pelusas atacaron al batracio (las imágenes son especialmente duras y pueden herir la sensibilidad de quien las vea):




Un último dato acerca de la etiología de las pelusas. Prefieren los climas fríos e invernales. Estos son los meses en los que más activas se muestran. Así que, advertidos quedáis. ¡Llevad cuidado con las pelusas y usad la escoba!

martes, 17 de febrero de 2009

Cuestión de acentos


El jueves de la semana pasada me llamó mi hermana pequeña para que le ayudara con unas dudas de Lengua que tenía. Que nadie se confunda porque pequeña y Lengua suenen a colegio o instituto porque mi hermana pequeña es ya una universitaria hecha y derecha. Ella sigue pensando que su hermano mayor lo sabe todo y podrá ayudarle con sus dudas por los tiempos de los tiempos... y yo no sé cómo decirle que no soy tan útil. De momento capeo el temporal y voy saliendo del paso como puedo. Esta última vez me lo hizo pasar fatal. Las dudas eran verdaderamente peliagudas. Por ejemplo, resulta que no se puede escribir "iba y venía de la cantina sin cesar" porque son verbos que rigen preposiciones distintas. Hay que escribir "iba a la cantina y venía de la cantina sin cesar". A veces las normas de la RAE se las traen.

A mí me gusta que la ortografía sea así, enrevesada, absurda, caprichosa. Me gusta precisamente por eso, por la belleza fatal que encierran los adjetivos anteriores. Pero la sesión de dudas de mi hermana me dejó acobardado e incapaz de escribir nada con seguridad. ¿Cuántas faltas habré cometido en este par de párrafos? Precisamente a eso voy.

Mi hermana me hizo recurrir a toda clase de libros de consulta: que si el diccionario de la RAE, que si el María Moliner, que si la Ortografía también de la Rae, que si el Panhispánico de dudas, que si el Manual de estilo de Arturo Ramoneda... Repasé hasta aquel artículo de Rockdelux que ya mencioné en el que el director avisaba en su columna mensual (¿de?) que la revista aceptaba por fin las nuevas normas de acentuación de la Academia. Esas nuevas normas suprimían la tilde diacrítica de los pronombres demostrativos y de la palabra "solo". Bien. Yo expliqué lo anterior en un post y seguí escribiendo creyéndome en la ola de la modernidad. Pero me pasé de listo y me cargué de un plumazo todas las tildes diacríticas que pillé. Habréis visto que me he olvidado de acentuar cómo, cuándo, quiénes... Me he hinchado a cometer errores ortográficos sin darme cuenta, a mis años. Me siento avergonzado y una fuerza interior me anima a pedir disculpas. No volverá a repetirse. Y si así fuese, que caiga sobre mí toda la fuerza justiciera del espíritu inflexible de Lázaro Carreter.



Servicio público: Guardar radiografías



El mejor sitio para guardar las radiografías es debajo de los asientos de los sillones, tal y como puede apreciarse en la siguiente foto:





PD: Un lector anónimo, escandalizado por un consejo tan burdo, escribe: Yo creo que lo mejor es guardar las radiografías el tiempo necesario (lo mínimo imprescindible) y luego reciclarlas en un 


punto limpio! Pero vamos para gustos colores!

lunes, 16 de febrero de 2009

El rosa de mi rebeca

Creo que ya escribí que hace poco en plena fiebre consumista me compré una rebeca rosa. Debería buscar el post en el que lo contaba y vincularlo a esta entrada pero me da perecza, lo reconozco. Hoy me la he puesto para ir a trabajar y eso que sé que hay cierta ropa que es mejor no llevar a Los Rosales. Por ejemplo, cuando me pongo mi camiseta con la diana mod me llevo varios puñetazos en el pecho al cabo de una tarde. Sí, sí, lo sé, voy pidiendo que me peguen, soy un imprudente. Y si me llevo mi rebeca rosa no van a parar de llamarme maricón.

La primera en hacerlo ha sido I., nada más bajar del coche.

- Maestro, ¿es que eres maricón?

Y yo que pensaba que ese tema estaba resuelto. Durante años todos creyeron que lo era. Hasta que Mercedes se quedó embarazada y todos dijeron: Joder, maestro, nosotros pensando que eras maricón y eres un tío de verdad. Por suerte, dieron por hecho que era mío, podrían haberlo puesto en duda.

Ante estos casos yo tengo mi respuesta preparada: 1º Ser maricón no es ni bueno ni malo, es solo ser maricón y 2º Por llevar una rebeca rosa si se es ni se deja de ser maricón.

Después ha sido A. quien ha insistido en la cuestión cuando me ha visto salir del local. Como iba acompañado me he hecho el loco pero después lo he buscado. Iban varios liándose un porro en el que la marihuana se salía por todas partes. Espero que lo compartieran porque si alguno de ellos se fuma eso él solo le da algo, fijo.

- A. me acaban de decir que si no cumpes las medidas te mandan a un centro (eufemismo de cárcel de menores).

- Sí, sí, mañana voy a ir a hablar con ellos.

- Y que sepas que llevar una rebeca rosa no es de ser maricón, es de ser elegante.

Y antes de que pudiera responder me he ido.

domingo, 15 de febrero de 2009

Bestiario del hombre ama de casa: La vaca




La vaca es un animal que apenas entiende de modales, no hablemos ya de su idea del protocolo, y por eso descome a la vez que come. Así se explicaría el sorprendente hecho de que sea tan difícil encontrarse con una vaca en las cenas o cócteles de la alta sociedad.

La vaca, cuando se le habla de este tema, suele defenderse con excusas fisiológicas del tipo: es que el sistema digestivo funciona como un todo y una vez que se activa se activa desde arriba hasta abajo, qué queréis que haga. Lo cierto de la afirmación anterior no exime a las vacas de ser unas guarras.

Algo parecido ocurre con los sistemas digestivos del hombre ama de casa y sus crías. En este caso, cuando él come, se activan los intestinos de sus cachorros y se empeñan en descomer en ese preciso instante. No falla.

Próxima entrega: La mantis religiosa

sábado, 14 de febrero de 2009

El tren y el amor / El santo y el güisqui

Para que luego no me digan que soy un nihilista aburrido que no celebro las fechas significativas, ahí van dos cosillas con motivo del día de los enamorados.

La primera es una noticia aparecida en El Mundo el 29 de agosto de 2003 y que, en mi opinión, solo puede ser explicada como gesto de ese amor romántico catastrófico y fatal.

La segunda es una canción divertida y absurda de McNamara, el que fuera dúo musical de Almodóvar. Allá cada cual dándole al play.




(Por si acaso no se escucha la canción, haced clic aquí.)

viernes, 13 de febrero de 2009

Mi "cigar" de los viernes

Los viernes son un día muy especial. Debe ser por eso de que la felicidad se siente más esperando los buenos momentos que cuando llegan. El viernes es el día antes del fin de semana y un horizonte de descanso y diversión se extiende ante nosotros. Un horizonte que luego resulta ser un espejismo pero no queremos que nada nos chafe la alegría de los viernes.

Hace años, los viernes por la tarde era cuando visitaba Historietas y hacía mi compra semanal de tebeos. Recuerdo cuando La colla de la pessigolla empezó a editar las tiras de Calvin&Hobbes. Cada viernes por la tarde me compraba un volumen y tenía las risas aseguradas para todo el fin de semana.

Otra costumbre que tuve durante algún tiempo era que los viernes por la tarde me alquilaba una peli, me preparaba un cuenca gigante king-size de palomitas y una Fanta naranja de dos litros y me apoltronaba en el sofá.

Ahora, los viernes cambio el turno. Acabo la semana trabajando por la mañana. Cuando salgo me voy a recoger a Juan con tiempo de sobra para echarme un cigar. Fumar, como todo, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Una de las buenas es que durante el rato que estoy fumando me quedo quieto, sin hacer nada, apartado por un momento del ritmo endemoniado al que suele circular el día a día. Por eso fumo de liar, el cigar dura más y puede estar más tiempo quieto. En cada calada del cigar de los viernes pienso que el sábado me levantaré algo más tarde de lo habitual, que echaré algunas partidas con Juan a la PS2 y que terminaremos de una vez por todas el nido de pájaros en el que llevamos varias semanas, que quizás salga el plan para ir de concierto con Mercedes, que le daré a Darío un buen paseo subido en su triciclo (subido él, se sobreentiende), que me leeré algún tebeo... Que luego estas cosas salgan o no, ya lo he dicho, no me va aestropear la ilusión.

Celebremos que es viernes con The Easybeats y su "Friday On My Mind":



PD: Tengo que deciros que os he notado muy acobardados con la pregunta de Juan. No puede ser. Hay que enfrentarse a esos grandes dilemas y plantearles solución. Pero no pasa nada, "Juan pregunta" pasa a ser una sección del blog por lo que tendréis nuevas oportunidades de demostrar vuestra valentía.

martes, 10 de febrero de 2009

En la biblioteca


Esta mañana hemos estado Darío y yo en la Bilioteca Regional. A Mercedes se le había olvidado devolver un CD de canciones infantiles y me ha pedido que lo hiciera yo. Es que de joven... a ver, no quiero decir que ahora no sea joven, que sí que lo es y además está muy fresca y moderna, me refería a que hace un montón de años... bueno, tampoco un montón, solo unos pocos... mejor empiezo la frase. Es que en su más tierna infancia vio mucho "El orgullo del tercer mundo" y temía que la metieran en el calabozo de la biblioteca y como en casa no leemos a Kirkegard no tendría forma de librarse (yo hojeé una vez un libro pensando que era suyo pero resultó ser de Schopenhauer.)



Lo primero que pienso cada vez que entro a la Biblioteca y la veo llena de estudiantes desocupados es que para una sala de estudio no hacía falta molestarse tanto. Estos seres llegan media hora antes de que se abran las puertas, luego entran corriendo para coger los mejores sitios. Pero no se sientan, dejan sus bártulos de estudios, esos con los que han salido ostensiblemente de casa para que mamá se crea que de verdad van a estudiar, y se bajan corriendo a sacarse un café de la maquina y charlar con los amigotes. Para eso bien podrían irse a un bar.

Aprovechando la visita, hemos pasado un buen rato en la sala infantil. Darío está en esa edad en que los libros interesan más como objetos comestibles que de lectura. Mientras yo me empeñaba en leerle algo, él se empeñaba en comérselo. Hemos jugado un rato con un libro de pop-up y en un descuido lo ha roto. Lo primero que se me ha ocurrido era hacer como que no pasaba nada y dejar el libro donde estaba. Pero al final, carcomido por la culpa, he tenido que ir a la bibliotecaria a darle las explicaciones. Maldita educación judeo-cristiana.

Debo reconocer que los libros infantiles tienen mucho vicio. Me los compraría todos.

Al salir, hemos intentado cruzar la Avenida Juan Carlos I con el semáforo en verde y no ha sido tan fácil. El dichoso semáforo solo se pone en verde cada cinco minutos y eso es mucho tiempo. ¿Que no? Intentad estar alguna vez cinco minutos de reloj delante de un semáforo en rojo mientras todo el mundo cruza y tú pones cara de póker y miras de reojo por si se trata de alguna broma y hay cámaras ocultas.

Y así, entre unas cosas y otras, se nos ha pasado la mañana tan ricamente.

lunes, 9 de febrero de 2009

Rayos y centellas


Iba por la 65ª abdominal ... ¿a que sé se lo que estáis pensando? Pensáis que he usado el superíndice del ordinal porque no sé escribirlo con palabras. Pues ahora veréis: Iba por la sexagésima quinta abdominal cuando escuché ese sonido por el pasillo. Antes de que pudiera reaccionar, irrumpió en el estudio Darío, también llamado Estampida-de-un-solo-niño, blandiendo un pañal usado y haciendo ruidos de pedorretas, su grito de guerra. En un visto y no visto, me estampó el pañal en la cara. Perdí el equilibrio y caí sobre la colchoneta. Aprovechando mi momento de debilidad, saltó sobre mi barriga y me abofeteó repetidas veces de forma inmisericorde. Que soy tu padre, conseguí decir, respétame.

Si el dios de la grasa fuese justo y misericordioso, en vez de vengativo y seboso, debería contarme cada abdominal hecha de esa manera por dos.

¡NUEVA SECCIÓN: SERVICIO PÚBLICO!


En los estantes de los lácteos, los yogures con fecha de caducidad más tardía están al fondo, detrás de los que están a punto de cadudar.

Bestiario del hombre ama de casa: El cerdo




Un profesor de Genética que tuvo el hombre ama de casa decía que dios nos había castigado con el pecado original pero que, a cambio, nos había regalado el cerdo. Así es dios, cruel pero con remordimientos (esto lo dice el hombre ama de casa no el profesor de Genética). El cerdo será un animal estupendo del que se aprovecha todo pero huele muy mal. Si uno visita una granja de cerdos, la peste se le quedará impregnada en la pituitaria y no se irá en un montón de días, por mucho que se lave y frote y frote y frote. Hay quien dice que la culpa es de las condiciones de explotación a las que son sometidos, que el cerdo de suyo es muy limpio y aseado. Habría que verlo.
El cerdo huele mal vivo y huele mal cuando se le quema en el matadero. Después de acabar con su vida por medios incruentos, preferiblemente con una pistola de bala cautiva (con las que los chicos y chicas de CSI no tendrían nada que hacer) se le pasa por un soplete para depilarlo bien depilado. Este olor también merecería un lugar destacado en la galería de olores inaguantables.

Cuando el hombre ama de casa, la hormiga reina y el cachorro humano se cambiaron de casa, tuvieron que decidir cómo querían la cocina. Después de tres años en un apartamento de lo más coqueto en el centro de la ciudad con una cocina eléctrica, tenían claro que querían una cocina de fuego. Nada de vitrocerámica, inducción o tonterías por el estilo. Fuego, fuego. Que se pudiera ver la llama, oler el gas, sentir el calor.

Con lo que no contaba el hombre ama de casa era con su manía de guardar mecheros casi agotados en el cajón de los cubiertos con los que encender el fuego. Como la piedra ya está gastada hay que darle varias veces y en ese tiempo ha salido el gas suficiente como para provocar una pequeña bola de fuego al contacto con la llama del mechero. Y, hala, otra vez todos los pelos de la mano chamuscado. Huele a cerdo quemado, dirá la hormiga reina al volver a casa. Vas a tener que hacer algo con tus mecheros gastados antes de que haya una desgracia. Luego no me digas que no te lo advertí.

sábado, 7 de febrero de 2009

Drogadictos



Cuando pienso en que este verano estuvimos viendo los Juegos Olímpicos en familia. Los ojos tiernos e inocentes de mis hijos miraban la tele y yo me reconfortaba creyendo que estaban viendo hombres y mujeres ejemplares. Si hasta declaré públicamente que quería que Juan fuera nadador olímpico. Y ahora esto.

Michael Phelps, el deportista que gana las medallas de oro a puñados, ha sido fotografiado fumando marihuana, esa droga terrible que todo el mundo sabe que incrementa la potencia y la velocidad al nadar. Ya sabemos cómo consiguió tantas victorias, ¡drogándose! Ya no quedan héroes. Nunca más dejaré que mis hijos vean una retransmisión deportiva. Mejor les pongo Trainspotting.

Al mal ejemplo para nuestra infancia y juventud le han sancionado tres meses. Poco me parece. Tendrían que dejárselo a Berlusconi, que él sabría como hacer en un visto y no visto una ley para cortarle las manos y que no pueda volver a fumar en su vida o algo por el estilo.

jueves, 5 de febrero de 2009

¿Paternidad responsable?


Todavía no eran las ocho y media de la mañana cuando vi a Juan refugiarse en lo alto de la mesa de la cocina después de huir de los mordiscos de Darío por toda la casa. También vi a Darío agarrarse al borde de la mesa y lanzar dentelladas al aire, furioso porque ninguna de ellas alcanzara a su hermano. Yo, por mi parte, tuve que preguntarme si no estaría haciendo algo mal en mi labor como padre.

Campaña Jode a los bancos

El blog "A dos cms. del suelo" propone una campaña para joder a los bancos a la que este blog se suma. Se trata de acordar una fecha para sacar nuestro dinero. Así les recordaremos algo obvio que olvidamos siempre: que el verdadero poder lo tenemos nosotros, la ciudadanía corriente y moliente. Si no votamos a un partido político nunca ganará unas elecciones, si no compramos los productos de un empresario nunca será rico. Es bien sencillo. Más información aquí.



miércoles, 4 de febrero de 2009

De luto


Ayer supe leyendo je ne sais pop, mi web de cabecera, que había muerto Hans Beck, el creador de los clics. Es triste y paradójico enterarte que alguien existe porque ha muerto.

Por la noche, Juan y yo le rendimos homenaje recitando los números de serie de varios modelos, en concreto los del circo, trenes, guerreros medievales y casas victorianas. Les propusimos a los clics de Juan que se pusieran la mano en el pecho mientras leíamos pero se negaron en redondo. Se ve que en la cultura Playmobil este es un gesto de mal gusto.

La clic de mi llavero, como es muy sentida, se ha puesto un brazalete negro.





Imprudencia


Ser imprudente no va con mi carácter. Más bien tiendo a ser sosegado y reflexivo. Valoro hasta el más mínimo detalle las consecuencias de mis actos (de mis palabras y mis pensamientos no). Pero a veces pierdo el control.

Apenas dos días después de rebelar al mundo mi superpoder de marearme en cualquier momento y situación, llegó el momento de ir a cortarme el pelo. Como Darío se portó muy bien en la peluquería decidí montarlo en una de esas atracciones de un euro que salen como setas en todos los rincones del centro comercial. De todas las que había, elegí un pequeño carrusel de tres caballitos. Como no se sostenía solo en el caballito, tuve que dar vueltas al ritmo del carrusel sujetándolo. A la tercera vuelta caí al suelo fulminado por el mareo.

Mientras las asistencias sanitarias del centro comercial me atendían, Darío me miró como diciendo: Qué habré hecho yo para merecer un padre así.

El talibán de la puerta cerrada


En la mente entrópica de Darío empiezan a aparecer borrones de orden. Todavía no alinea a todos sus juguetes una y otra vez pero le ha dado por cerrar las puertas. Según él, todas deben estar cerradas y bien cerradas. Esto que, en principio no debería causar muchos problemas, sí los causa.

Hay que tener en cuenta que a esa edad todo se hace usando el máximo de fuerza posible, que en un niño de unos 12 kilos no es nada desdeñable. Si te pilla una puerta cerrada por Darío a fuerza total ves las estrellas. Así, algo tan coloquial y aparentemente sencillo como cambiar la bolsa de la basura se convierte en una aventura de alto riesgo.

Te acercas silencioso al fregadero, compruebas que Darío está jugando distraído en la otra punta de la casa, abres la puerta con sigilo, quitas la bolsa llena y cuando te das la vuelta para coger la bolsa nueva, zas, allí está Darío salido de la nada cerrando la puerta contra tu mano distraída. Hace un daño...

martes, 3 de febrero de 2009

Pesadillas



Mala suerte, que diría él mismo. Juan tiene muchas y terribles pesadillas por las noches. Se despierta llamándonos a gritos y es capaz de relatarlas con bastante detalle. Lo está pasando muy mal. Nunca se quiere dormir y lo entiendo tan bien. De pequeño y durante años me pasó los mismo. En otro momento tendré que volver sobre el tema. Ahora subo un cuento pop que escribí sobre los miedos y las pesadillas. Por si alguien se lo pregunta, la primera parte es rigurosamente autobiográfica, la segunda no (una versión de este texto fue leída en el mítico programa de Radio3 "Especia melange"). Pinchad aquí.

Nota: El dibujo es de Juan. Si alguien quiere usarlo, debe pagarme, como padre suyo que soy, un millón de euros que es lo mismo que yo pago por cada imagen que tomo de internet para este blog.


(En el nombre del grupo y de la canción están los links habituales pero esta vez, misterios de Blogger, no se han marcado de otro color.)

Nepotismo

En un comentario al post "Biblioteca, la solución final", Federico, a.k.a. Papá, me recomendaba un blog con fotos. Aprovecho y extiendo la recomendación:


http://stico1949.iespana.es/



(He intentado poner una de las fotos en este post pero el tipo sabe lo que se hace, no se pueden copiar.)

lunes, 2 de febrero de 2009

Pediculosis... piojos,vamos.


Maestro, dice mi padre que ya no voy a venir más porque no le gusta nada que espíen a su hija (nota mental: investigar la relación entre el alumnado de artes marciales y las criaturas de los barrios lumpen). Pequeña saltamontes, dile a tu padre que yo no espío a nadie y que hasta sin gafas los vería saltar, y tengo diez dioptrías.

Seguimos hablando del tema un rato más y al final me tranquilizó: Pero tú no vas a pillar piojos, maestro, si estás casi calvo. Mira, qué graciosa, la niña.

Este episodio me sugiere tres preguntas:

Una: El proyecto se termina en julio y tienen que volver a sacarlo a concurso público ¿incluirán por fin una cláusula de peligrosidad pedicular en las bases?

Dos: ¿Qué necesidad había de que la gente que lee este blog sepa que no me sobra pelo en la cabeza? ¿Qué oscura fuerza me obliga a contar estas cosas? ¿Por qué ese empeño en tirar piedras sobre mi propio tejado?

Tres: ¿Por qué cuando alguien habla de piojos me entran unos picores irrefrenables?

(Han salido más de tres preguntas pero no nos paremos en los detalles.) Dejaré las respuestas para más tarde que ahora tengo que sumergir la cabeza en vinagre.

¡Amazing!

De haber sido salpicado por un engrudo radiactivo después de salvar a un viejete de ser atropellado por una camión, de haber vivido mi más tierna infancia en un refugio secreto con una gravedad mucho mayor que la habitual, de haber sido conejillo de indias con el suero del supersoldado, de conocer una palabra como Shazam! o Kimota que me transformara, de proceder de un planeta lejano destruido hace años poseería, con toda probabilidad, alguno de los dos siguiente superpoderes (o los dos).

a) Ser capaz de marearme en cualquier momento y situación.

b) Ser capaz de calcular de forma inconsciente y ajustada el precio de la compra en Mercadona.

El primer superpoder lo poseo sin lugar a dudas. Soy capaz de marearme hasta cuando conduzco yo. Recuerdo uno de esos viajes de juventud con mochilas, dinero justo, jabón escaso y mapas poco de fiar. Un amigo se puso malísimo la tarde en la que se juega la final del Mundial entre Brasil e Italia. Después de mil llamadas conseguimos que una ambulancia viniera por nosotros. A mitad de camino tuvo que parar porque yo estaba con los mareos de la muerte. Justo a tiempo, un segundo más tarde y hubiera vomitado dentro de la ambulancia. Lamentable. Este superpoder parece que es de naturaleza mutante porque Juan lo ha heredado.


El segundo superpoder parece confirmarse. Otras veces he atinado bastante al calcular de cabeza y sin querer lo que me iba a costar la compra. Esto es: sé que tengo cincuenta o sesenta euros en el bolsillo, voy comprando sin hacer cuentas y al final me ajusto bastante bien a lo que tengo. Pero lo de hoy ha sido fantástico. Llevaba 72 euros justos en el bolsillo y ¿sabéis cuánto me ha costado la compra? ¡¡¡72 EUROS JUSTOS!!! Alucinante.

Postdata: Lo anterior me recuerda a mi abuelo Antonio. Durante un tiempo le dio por hacernos una compra al mes, más o menos. Me llamaba para que lo acompañara y me encargaba que fuera sumando lo que echábamos al carro. Por supuesto sumaba con papel y lápiz, nada de calculadoras, que atrofian la mente. A mí eso de que nos hiciera la compra me incomodaba. Un día me hizo echar al carro una lata de atún de esas grandotas. Al llegar a casa, mi madre me vio con cara de perro y me preguntó qué me pasaba. Le dije que estaba muy enfadado por lo de la lata de atún. ¿Es que acaso somos pobres? (pensaba que esas latas, no sé por qué, las compraban los pobres) ¿Pero qué dices? me dijo mi madre, si esas latas son muy caras y solo las compran los que tienen mucho dinero. Ah, respondí sorprendido.

domingo, 1 de febrero de 2009

Bestiario del hombre ama de casa: La cigarra y la hormiga



La fábula de la cigarra y la hormiga es bastante conocida. En el calor del verano, la hormiga no deja de trabajar acumulando comida para el invierno mientras que la cigarra canta feliz de árbol en árbol. La ociosa cigarra se burla de la sudorosa hormiga. Deja de trabajar y diviértete, tontuciaca, que la vida son dos días. La hormiga le intenta explicar lo importante que es ser previsora pero como la cigarra no le hace caso, desiste. Al final, llega el invierno. La cigarra descubre horrorizada que todo se cubre de nieve y no hay nada que comer (¿qué comerán las cigarras?) mientras que la hormiga se refugia en las cálidas galerías del hormiguero y se pone como el quico de semillas y otras exquisitas viandas. La simpática y alocada cigarra no tenía razón. La antipática y seria hormiga sí tenía razón. No hay que divertirse, hay que trabajar, ahorrar, acumular, ser previsores. ¿Hay alguien que no odie las moralejas?

El hombre ama de casa odia casi todo. Odia las moralejas, odia las cigarras y odia las hormigas. El odio a las cigarras es más antiguo, de cuando veraneaba en el campo y el estruendo de los bichos le llegaba desde todos los almendros de la finca. El odio a las hormigas es más actual porque hasta en pleno invierno, contraviniendo la fábula, las hormigas invaden su cocina si se despista y deja una simple miga sin recoger (lo que ha pasado con el jamón de jabugo que le regalaron en Navidad, prefiere olvidarlo). El odio a las moralejas es atemporal.

El hombre ama de casa quisiera ser cigarra y es hormiga. Le gustaría ir de fiesta en fiesta, dejándose llevar por la música, cuando ni tiene edad ni fuerzas para ello. Da un poco de pena el hombre ama de casa, la verdad.

Los lunes por la mañana acude puntual al supermercado de su barrio. Tan puntual que tiene que esperar algunos minutos para que abran. Recorre sus pasillos como una hacendosa hormiguita. Yogures, que las hormiguitas baby se los comen que da gusto. Refrescos sin cafeína ni calorías. Arroz, que recuerda que se ha acabado. El champú que le ha encargado la hormiga reina. Como la fuerza del hombre ama de casa no es la de una hormiga, se ayuda de un carro de la compra para arrastrar todo lo que acumula.

Quizás es a la altura de los congelados o tal vez entre las botellas de agua destilada y perfumada para la plancha, cuando el hombre ama de casa se acuerda de la guitarra que venden a buen precio en la tienda de instrumentos que hay enfrente del supermercado. Se lamenta de no saber tocar la guitarra. Y se lamenta de otro montón de cosas más hasta que una lágrima impar e invisible brota de su ojo izquierdo.