Cada miércoles un cuento en El Estafador

martes, 30 de diciembre de 2008

Tontitendencia


El domingo pasado, El País publicó un especial tendencias 2009 coordinado por un jovenzuelo siempre en la ola llamado Vicente Verdú. Una de las primeras tendencias de las que hablaban era la de ir por la calle en pijama, bata y zapatillas de andar por casa. Que digo yo que si se llaman zapatillas de andar por casa serán para eso y no para andar por fuera de casa. En la foto, a toda página y a color, se veía a dos pavos con una sonrisa de oreja a oreja vestidos como para irse a dormir pero en mitad de la vía pública. Una muestra más de que la línea que separa modernidad de ridículo es más bien delgada, y hasta resbaladiza.

Por lo que se ve, los cool-hunter se pasean muy a menudo por el pueblo en el que vivo y el barrio en el que trabajo. En ambos sitios salir a la calle en pijama y con la bata no es tendencia, es tradición. Lo que, dicho sea de paso, convierte a los modernos de la foto es dos folkies del montón.

Hace algunos post conté una salida que hicimos con las chicas del barrio en el que trabajo al centro de Murcia para celebrar el Día de los derechos de la niña y el niño. Con una de las niñas que bailaron se fueron dos de sus primas, primorosamente vestidas con pijamas rosas y batas a juego. Yo pensaba que era broma que se vinieran a Murcia y les vacilé: ¿No os pensaréis ir así al centro de Murcia? Pues claro, hijo, me respondieron, ni que fuera una discoteca. Y allí se plantaron y se pasaron toda la mañana en mitad de la plaza en pleno domingo por la mañana, más modernas que el más moderno.

Anda, dejaos de tonterías y procurad salir a la calle bien vestidos, que tampoco cuesta tanto, maldita sea.

lunes, 29 de diciembre de 2008

El mundo al revés

Hasta ayer, Darío sabía que cuando lanzaba algo o se le caía de las manos, iba a parar al suelo haciendo ruido. Pero ayer, el globo de helio con el que estaba jugando se le soltó y, en vez de caer hacia abajo con estrépito, cayó hacia arriba y, en silencio, se alejó hasta perderse de vista. Aquel inesperado prodigio lo dejó completamente pasmado y no paraba de contarle a quien quisiera oírle, con sus ojos como platos, su manita abierta hacia el cielo y su lenguaje balbuceante, que el globo, incomprensiblemente, se había caído hacia arriba.

No paró de decirlo hasta que su tita le compró otro globo de helio.

(El segundo globo tenía la forma de Papá Noel y el hilo iba sujeto a una pequeña prolongación situada en la entrepierna. Juan se dio cuenta de que Papá Noel tenía pene y así lo fue gritando durante todo el camino de vuelta a casa.)

domingo, 28 de diciembre de 2008

Murcia is diferent (por decirlo suavemente)


Al parecer (yo no estaba, me lo han contado) la cabalgata de los Reyes Magos de hace varios años en Murcia contó con un Rey Mago negro blanco. La cabalgata ya es de por sí bastante cutre (esto lo confirmo de primera mano) pero los puestos de reyes se rifan al mejor postor. Por supuesto, Baltasar le toca siempre a un blanco prohombre de la ciudad. El de ese año en cuestión se negó a que lo maquillaran y salió bien blanco. Como he dicho, me lo han contado, pero le doy toda la credibilidad: algo así es muy de Murcia y sus prohombres.

Esta tarde nos hemos dado un paseo por la ciudad con los hijos. Hemos hecho el recorrido de belenes y demás tonterías navideñas. En el belén de unos grandes almacenes (que es como se dice El corte inglés sin decir El corte inglés) estaban los tres preceptivos Reyes Magos. Blancos los tres. Esta ciudad no tiene remedio.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Si no lo cuento reviento

Ahora mismo está jugando Juan con la nieta de una vecina. Es una niña de apariencia frágil pero espíritu (y comportamiento) punk. A Juan le pasa algo parecido, por eso se llevan tan bien. Antes de que camparan a sus anchas por la casa, les he dicho que podían hacer lo que quisieran pero sin ponerse locos ni romper cosas.

Al rato, Juan se ha puesto a saltar y tirar cosas en medio del salón. Y escucho que su amiga le dice: Juan, no hagas eso que ha dicho tu madre que no hagamos tonterías.

Papá Noel, bien, gracias

Hasta el año pasado yo era acérrimo defensor de los Reyes Magos y duro detractor del barbudo rojiblanco. Pero el año pasado, quizás por influjo del cole, Juan empezó a hablar de Papá Noel a todas horas y a esperar que le trajera regalos. No nos quedó más remedio que escribirle y esperar que olvidara tantos años de críticas. Por suerte, Papá Noel es un tipo sin rencor y se portó muy bien. Este año también. Ahora soy acérrimo defensor del 25 de diciembre y del 6 de enero. Es lo mejor, jugar a las dos cartas: Beatles y Rolling, papá y mamá, Burger y McDonald´s, Reyes y Noel.

Juan se levantó confiado en encontrar entre los regalos el castillo de Playmobil. De entre los paquetes que rodeaban el árbol, se lanzó a por uno que, por tamaño y forma, parecía el castillo. Pero al quitarle el papel descubrió que no era. Menuda cara puso. Su madre y yo tuvimos que advertirle de que había más regalos antes de que empezara a llorar. El siguiente que abrió ya era el castillo. Es perfecto para mí, dijo al rato de haberlo montado. Y luego, para que lo escuchara desde Laponia, gritó bien fuerte: ¡Gracias, Papá Noel! Mi chiquillo es muy agradecido.



A mí me trajo un disco de Paul Weller (¡en vinilo!) y un libro sobre el revival mod. Sí, cuando me da por algo, me da. También me trajo un desodorante de farmacia. Resulta que los de spray normales acaban acartonando las axilas de las camisas. Papá Noel pensó que este me irá mejor. Sinceramente espero que no sea así. Me he informado y el tubito de roll on vale casi diez euros.



A Mercedes, entre otras cosas, le trajo el número 2 de Aya de Yopougon, un tebeo. Con Persépolis se aficionó a los tebeos hechos por mujeres y que están ambientados en lugares lejanos: Irán, México, Sudáfrica y Senegal. Cuando se compró el primero de Aya, le dije: Cuidado, hay un 1 en la portada y en el lomo pone "Nómadas 2". ¿Y?, me preguntó. ¿Cómo que y? ¿No lo ves? El uno de la portada quiere decir que habrá más tebeos con esos personajes y lo de "Nómadas 2" del lomo quiere decir que forma parte de una colección con otras historias. Antes de que te des cuenta necesitarás comprártelos todos. Pero qué dices, me compro este y ya está. Pues bien, ya le pidió a Papá Noel el número 2 y dentro de poco la sorprenderé guardándose el cambio del pan para tener con qué comprarse el resto de la colección Nómadas.


A Darío le trajo un camión de bomberos chulísimo con un montón de botones que hacen ruido. Pero a él le interesan más los papeles de regalo.

Y hablando de los papeles de regalo, sobre esto tengo nuevas dudas. ¿Por qué los regalos de Papá Noel vienen envueltos en papel de regalo de la Fnac, Toys´r Us o Imaginarium? Es más ¿por qué en algunos de ellos se ve el precio mal quitado o tapado por una pegatina? ¿No era que los fabricaban los elfos? A ver si aquí también hay gato encerrado y al final resulta que los elfos se dedican a comprar los regalos aquí y allá. En ese caso, una nueva duda: ¿se llevarán comisión? Espero que no, porque como se entere Papá Noel los va a apañar.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Apuntes navideños

Ayer, Juan, que ya no tenía colegio, se despertó tempranísimo. Ojos pegados. Pelos alborotados. Y se fue tambaleando hasta el árbol de Navidad. Se agachó y rebuscó por debajo. Pero, Juan, si todavía no ha venido Papá Noel, le dijo su madre que también se había despertado tempranísimo. Papá Noel viene el 24 por la noche, el jueves cuando te levantes estarán los regalos. ¿Y hoy qué día es? Martes. ¿Y manaña? Miércoles? ¿Y mañana de mañana? Jueves. ¡¡¡¡BIEN!!!!! Varias veces al día tenemos que repasar con Juan los días de la semana. Una amiga nos ha dicho que hagamos un calendario y vayamos tachando con él los días para que vea cuánto falta. Parece que ha funcionado.

Y hablando de Papá Noel, quisiera exponer unas dudas que me surgen cada año. Si uno se despista y pide su regalo demasiado tarde es posible que no se lo traigan. Tanto Papá Noel como los Reyes Magos fallan en este punto. Muy magos muy magos pero no trabajan bien bajo presión. Y esto no me cuadra. Vamos a ver, puedo entender que el sistema de producción fordista de Papá Noel no se lleve bien con los avisos de última hora. Tal vez los elfos lapones estén alienados por el trabajo en cadena y no les queden ya muchos reflejos. Vale, aceptaremos que la magia de Papá Noel está en el reparto y no en la fabricación. Pero los Reyes Magos llevan la magia hasta en el nombre. Debería darles vergüenza ir por ahí excusándose con eso de que la carta les llegó demasiado tarde y no pudieron traer lo que se les pedía. Muy mal. Vaya una magia de chichinabo.

El año pasado, mi madre mandó su carta el 4 de enero. Quería una Nintendo DS con el Brain Training. Si, por ejemplo, me hubiera tocado a mí el encargo, las habría pasado canutas para conseguirlo y hubiera estado un día entero corriendo histérico de tienda en tienda. Pero a los Reyes de la Magia no debería costarles conseguir una DS más que un chasquido de dedos, incluso aunque se pidiera el mismo 6 de enero de madrugada.

Claro que, por otra parte, las leyes de la magia son muy caprichosas. Quizás haya una serie de normas que no han sido clarificadoas del todo en esto de los regalos navideños. Será eso.

No he encontrado ningún villancico que me convenciera, así que os pongo "esto". Me lo recomendó mi hermana mayor porque dice que es petardo y bizarro y que a mí esas cosas me gustan. Cómo me conoce. Viéndolo me preguntó ¿cuántas horas lectivas habrán dedicado estas criaturas a ensayar? ¿Quién se ha encargado de la coreografía? ¿Lo ha visto ya Rouco Varela? Si os decidías a verlo, aguantad hasta el final, merece la pena.



martes, 23 de diciembre de 2008

Tenía que pasar


Era cuestión de tiempo que algo así acabara por suceder. La modernidad jubiló a las peras sacamocos que tantos disgustos nos dieron en nuestra infancia. Ahora se usa una goma con un extremo en la nariz del niño y otro en la boca del padre. Se aspira fuerte y los mocos salen de la cavidad nasal sin llegar a la boca del que succiona porque un filtro estratégicamente colocado lo impide. Pero, claro, antes o después tenía que fallar el invento, en concreto el filtro. Ha sido esta noche. Solo añadiré una cosa más: Darío está muy acatarrado.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Certeza


No va a tocarme el gordo de la lotería. Es más, ni siquiera va a tocarme la pedrea o el reintegro. No llevo ni una mala participación. Los agujeros seguirán destapados.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Cena de navidad

El sábado me voy de cena de Navidad y espero no acabar como Sam Cooke.

Más o menos por estas fechas y hace ya un puñado de años (cuando me pongo a dar datos apabullo), Sam Cooke se fue de cena de Navidad por Los Ángeles con unos amigotes. Triunfó y acabó la velada con una mujer, Elisa Boyer, en el motel Hacienda. Después del momento otoñal de la caída de la ropa, ella decidió que hasta ahí habían llegado y se largó. Cooke salió detrás de ella. Al parecer semidesnudo y gritando. En plena década de los sesenta en Estados Unidos, la recepcionista Bertha Franklin pensó que aquel negro no podía ser otra cosa que un violador. Así que le metió tres balas del 22 en el cuerpo. Las últimas palabras de Sam Cooke parece que fueron: Lady, you shot me. Elegante hasta el final.

De esa manera innecesaria murió Sam Cooke a los 33 años. Es imposible no pensar con amargura en todas las canciones que no pudo grabar. También era un negro rico en época de discriminaciones raciales y un negro defensor de los derechos de los negros. Todo eso hace que sobre su muerte se siga especulando en muchas direcciones. La historia se la escuché al ínclito Juan de Pablos en su Flor de pasión (Radio3) y si se busca por Internet se pueden encontrar distintas versiones.

Bertha Franklin fue absuelta. Se consideró un homicidio justificado ya que se dio por sentado que Sam Cooke intentó violar a Elisa Boyer.

En todo caso, este era el Sam Cooke vivo (¡cantando con Mohamed Alí!):


jueves, 18 de diciembre de 2008

El reno Rodolfo es el mejor

Esta mañana mi casa parecía el escenario de un telefilm navideño. Juan, encantador con su disfraz de Rodolfo el reno, susurraba por los rincones: Quiero que mi mamá venga a verme. Y su mamá, profesional abnegada donde las haya, hacía cábalas para ver cómo escaparse de dos ineludibles reuniones para ver a su hijo en la actuación de Navidad.

Hace unas semanas, la seño de Juan me llamó después de clase y me pidió permiso para que Juan fuera el reno Rodolfo en el baile. Al principio no entendí por qué me lo preguntaba, cuando era evidente que me parecía algo fantástico. Pero luego me di cuenta de que la madre media no quiere que le compliquen mucho la vida con cosas de niños y colegio. El resto de compañeros iban a salir de papá Noel, como el año pasado, reusando el disfraz, y la seño temía que pusiéramos pegas por tener que hacer un nuevo disfraz. Todo lo contrario, hemos estado flipando todo este tiempo porque Juan sea el reno y el protagonista de la actuación.

El traje ha costado lo suyo, las cosas como son. El fieltro no es muy caro pero la fieltrina, que tuve que comprarla sin más remedio porque no había fieltro negro, vale a veintitantos euros el metro. Un dineral. Mi hermana Laura se encargó de hacer el traje. Es una portento en esas cuestiones y le hizo un disfraz super chulo.

Mercedes le dedicó como unas cuatro horas a los cuernos del reno. Los forró con fieltro marrón (dos horas) y le puso un forro a la diadema a la que iban enganchados los cuernos para que se sujetara mejor a la cabeza de Juan (una hora). Después, en un descuido, Juan se dedicó a hacerle cortes al forro (¿por qué? nadie lo sabe, quizás él aunque no lo hago seguro). Así que tuvo que remendar los cortes (una hora). El resultado no ha sido el deseado y Juan se ha pasado toda la actuación poniéndose los cuernos en su sitio porque se le caían.

Menos lo de los cuernos, todo ha salido perfecto. Su madre ha podido ir a verlo y él ha estado fantástico. Qué sentimiento, qué interpretación, qué porte. O mucho me equivoco o estamos ante el Marlon Brando español.

Después han venido los Reyes Magos al cole. La cara de las criaturas de infantil al ver a sus Majestados de Oriente son indescriptibles. Algunas estaban entre la emoción y el miedo. ¿Y quién ha sido uno de los pajes? ¡Yo! Lo que habrá pensado Juan al ver que su padre ha sido ni más ni menos que paje mago. ¡Y por segundo año consecutivo! Darío me ha ayudado en mis labores de auxiliar real como un campeón.

Por cierto que, como la ocasión lo merecía, he estrenado mi corbatín con motivos space inavers. Iba hecho un figurín
. Después de Juan y Darío, el más guapo del cole era yo. Montalbán rules.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

NO estoy en crisis

Casi al mismo tiempo que Bush, con la voz quebrada y los lacrimales inundados, anunciaba que la reserva del tesoro (o como se llame) va a regalar el dinero, me pongo a escribir un post para decir que yo no estoy en crisis.

No quiero vacilar a quien sí lo esté. Mi intención es la contraria. Me parece una falta de respeto hacia la gente que lo esté pasando mal el plural mayestático con el que todo el mundo habla de la crisis. Me repatea cuando escucho hablar a algún director de programa de radio hablar de lo chungo que lo "tenemos" para pagar la hipoteca, lo mal que lo "estamos" pasando con la crisis o como "nos" azota el desempleo. Tengo una idea aproximada de lo que cobra esa gente y no debería incluirse en el saco de los afectados. Es vergonzoso. Una cosa es sentir solidaridad con los afectados y otra muy distintas arrobarse un protagonismo que no se merece. Si quieren estar en crisis que se despidan, algunos lo agradeceremos.

Hay muchas personas que lo están pasando mal y las cosas se pueden complicar. Por respeto
a ellas no me parece bien incluirme en la crisis dichosa. Yo conservo mi trabajo y por extensión mi sueldo. Mis dificultades económicas son las que eran (salvo la inesperada masacre económica del implante molar), ni más ni menos. De todas formas, y por lo que pudiera pasar, cruzo los dedos.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Hooligan


Esta mañana le ha tocado la revisión del año a Darío. Rutina. Auscultación. Altura. Peso. Y una serie de preguntas. ¿Cómo duerme? He respondido con otra pregunta. ¿Debo responder a eso? Estaría bien, ha insistido la pediatra. He repasado mentalmente la noche que nos ha dado, lo que nos cuesta que se duerma por las noches, su empeño en tirarnos del pelo cuando está en nuestra cama... Pero después he recordado mi teoría de que un padre debe estar con su hijo de manera irracional y obcecada. Bien, duerme bien, como un bendito, he respondido.

domingo, 14 de diciembre de 2008

El cumple de Darío


El viernes fue el cumpleaños de Darío. Ya no es un bebé, es un niño. Las estapas humanas van de menos a más. Somos cigoto apenas unas horas. Algo más nos dura la fase de blástula. Mórula lo somos durante unos días. De embrión aguantamos unas semanas. De feto ya unos pocos meses. De bebé todo un año. Y así hasta la vejez que puede durar varias décadas. Acaban de leer una reflexión vacua donde las haya por cortesía de su bloguero favorito (o no).

Le regalamos un correpasillos estupendo con una de esas musiquillas desquiciantes que suena cada vez que el niño lo mueve. Supuestamente para estimularle a andar. Eso no sé si lo consigue pero enfurecerme me enfurece un rato. Por desgracia, nada más ponerlo en el correpasillos, se soltó, se cayó para atrás y se dio un buen cabezazo contra el suelo. Desde entonces, mira al juguete con recelo y no se acerca a él si no es a la fuerza.

Celebramos el cumple en familia, como los famosos. Una merienda con café y tarta. Lo de la tarta es un suplicio para los golosos empeñados en guardar la línea. Entre la gente que falla a última hora y el empeño en encargar una tarta más grande de lo necesario para no quedarse corto, suele sobrar un montón. Abrir el frigorífico es aterrador. Cientos de deliciosas calorías susurran al oído: cómenos, cómenos.

Darío se lo pasó muy bien a pesar del marcaje al hombre al que lo sometió Juan, empeñado en abrir todos los regalos y ser más payaso que el protagonista de la fiesta. Sopló la vela como en los ensayos pero le faltó un poco de fuerza así que Juan aprovechó y la apagó con su hipogrito huracanado. Cuando le cantamos cumpleaños feliz nos miró desconcertado. No sabía si echarse a llorar o a reír. Al final optó por bailar moviendo sus bracitos compulsivamente.

Por cierto que cuando compré el correpasillos, aproveché y me hice con un montón de regalos más. Con los años me estoy haciendo previsor. Quién lo iba a decir. Después de pagarlos, me puse a envolverlos en la misma tienda y me acordé de algo que no tiene nada que ver con el tema del post. Mi madre tiene un multiprecio, antes llamado todo100. Como era el negocio familiar, tenía que echar una mano, me apeteciera más o menos. En Navidad sobre todo. Las clientas eran seres impertinentes hasta lo inimaginable. Les daba igual ver que estabas atendiendo a tres a la vez, se plantaban delante tuya y decían sin ningún sonrojo: Nene, dame un paquete de papel higiénico. Mi madre me tenía aleccionado y me impedía responder a mi antojo: Señora, ¿no vé que el papel higiéncio lo tiene ahí mismo?, haga el puto favor de cogerlo usted misma y déjeme atender a estar tres histéricas que no dejan de gritar a la vez. La tienda de mi madre da más servicios que El corte inglés. Los regalos se envuelven, por supuesto. Cómo me gustaba escuchar: Nene, envuélvemelo. De nuevo me tenía que comer mis palabras: Pero ¿qué se ha creído? esa mierda que ha comprado vale dos duros y ¿tiene la desfachatez de pedirme que se lo envuelva? En vez de eso, sonreía y envolvía el regalo. Si el paquete era cuadrado o rectangular la cosa me salía más o menos bien. Pero a veces me tenía que enfrentar a formas inesperadas: esferas, pirámides... Cuando le entregaba a la señora de turno el churro de papel de regalo solían decirme: Nene, esto lo has envuelto fatal. Y yo pensaba para mí: ---------------censurado, ya está bien de palabrotas---------------. Creo que en esa época se consolidó mi misantropía.

Pero, bueno, ese no es el tema. Darío ya tiene un año y está que se sale. Ya se lanza a dar pasos solo. Sabe hacer el tigre, la moto, la vaca y el perro. Sabe decir no con el dedo, morder y dar guantazos. Ya juega a esconderse y llama a su hermano por su nombre (más o menos). También dice papá sabiendo que dice papá.

Al palo

Mercedes piensa que las mañanas de sábado son entre entrañables y desquiciantes. Le recuerdan a cuando era pequeña y veía La bola de cristal. Tú no veías La bola de cristal, le he dicho para chinchar, porque estabas en esos scouts católicos que te lavaron el cerebro hasta que yo te liberé. Me ha dicho que me equivocaba porque a los scouts iba por la tarde y lo que no podía ver era "V". Pues aprovecha ahora, le he sugerido, y pídesela a los reyes. Buen intento, ha respondido, pero no cuela; si la quieres, pídela tú.


Recuerdo al margen número uno: Ya he escrito que cuando soy fan de algo soy muy fan. No sé cuántas cartas escribí a la revista Teleindiscreta solicitándoles encarecidamente las direcciones de los actores de la serie para cartearme con ellos y pedirles un autógrafo. Eran cartas manuscritas muy sentidas. Y los muy &%*$#! nunca me respondieron.

Recuerdo al margen número dos: Cuando jugábamos a "V" yo siempre me pedía ser Mike Donovan.

Mi jefa es una heroína


Que yo llame jefa a la Directora del Centro etcétera etcétera etcétera es algo presuntuoso. Al fin y al cabo no dejo de ser un trabajador de una asociación subcontratada por el Ayuntamiento. Pero, bueno, la llamamos así para entendernos y porque es corto.

Pues mi jefa es una heroína. No lo digo por hacerle la pelota. No creo que ella lea esto y, además, ya se lo he dicho a la cara. Y cuando sepáis por qué lo digo estoy seguro de que estaréis conformes conmigo. Resulta que tuvo ¡TRILLIZOS! y no se comió a uno (o dos) para hacer la cosa más llevadera.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Los Rosales, de nuevo


Esta noche, mi barrio vuelve a irse a dormir con el corazón en un puño. Ya conté cómo estaba la situación en otro post. Desde entonces pocas cosas han cambiado. Si acaso hay más policía, de paisano y de uniforme. Algunos no quieren aprender que ciertas situaciones no se solucionan a base de policía. Eso en una verdad como un puño, el mismo que atenaza a Los Rosales, lo quieran aceptar o no los responsables políticos.

No sé cuántos antidisturbios lo estarán patrullando ni cuántas mentes alteradas estarás haciendo planes violentos, pero seguro que son un montón. El domingo, después de ver de refilón por la tele los altercados de Almería dije por esta boquita proverbial mía: Esto no puede ser, Almería nos toma la delantera, tendremos que montar una nueva pelea en Los Rosales para volver a estar en el candelabro. Evidentemente no lo dije en serio pero desgracia que invoco desgracia que sucede.

El lunes, unos chavalillos marroquíes le robaron el monedero con tres euros a un viejete español. Al día siguiente, el nieto del viejete se dedicó a tirar petardos a la casa de una familia marroquí, aparentemente relacionado con los ladronzuelos. Uno de los petardos cayó en la cama en la que estaba un bebé de cinco meses y le hizo una pequeña herida cerca del ojo. La familia salió a la calle enfadada y en un visto y no visto ya estaban españoles y marroquíes liados a palos, literalmente.

Hoy, al hijo del viejecete y padre del niño que tiró el petardo, cuatro encapuchados le han dado una paliza y lo han mandado al hospital. Esta tarde la tensión se podía mascar. De hoy no pasa, feder, me ha dicho un vecino del barrio, esta noche bajan los cabezas rapadas. Mientras, la policía subía y bajaba por la calle sin saber qué hacer.

Yo me he ido a la reunión quincenal de entidades que estamos trabajando en el barrio. En ello estábamos cuando ha llegado el cura. Atención a lo que sigue que es la bomba: lo mandaba el jefe de los antidisturbios para que bajáramos a la calle Plátanos a calmar y disolver a la gente. Tal como suena. Una vez lo hubiéramos hecho, ellos se dedicarían a parar gente y pedirle los papeles. Con un par. Sí señor, eso son antidisturbios y lo demás son tonterías. Evidentemente les hemos dicho que se encargaran ellos de disolver a la gente, que para eso cobran.

En fin, suma y sigue. Tengo la terrible sensación de que todo el barrio está deseando estallar y hasta que eso no pase la cosa no parará. Espero equivocarme. De verdad que lo espero.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Una interpretación inédita de mi nombre

Esta tarde me he acercado a uno de los coles del barrio en el que trabajo para hablar con una de las seños. Estaba reunida y le he dejado el recado al conserje. Tu nombre suena a (inaudible), me ha dicho. ¿A polo?, he pregunatdo. No, a (inaudible). ¿A Volvo? Que no, a polvo, a follar. Ojos como platos. ¿Me estaba diciendo el tipo que tengo nombre de actor porno? Lo que me faltaba por oír. No escribo lo que le he respondido que desvelo lo pobre, paupérrimo, de mi vida sexual.

martes, 9 de diciembre de 2008

Darío ya anda


Ni de Darío ni de Juan hemos tenido esos libritos en los que vas poniendo fotos de los niños, apuntas su primera palabra, sus primeros pasos... Las cosas como son: no los hemos tenido más que nada por gandulería... aunque tampoco nos gustan mucho esas tonterías. Además, son algo forzadas. ¿Cuándo empieza a andar un niño? ¿Cuando se pone de pie? ¿Cuando ya camina de la mano? ¿Cuando se suelta? ¿Cuando es capaz de correr cuesta abajo sin caerse?

Supongamos que se puede decir que un niño anda cuando se suelta y se arriesga a ir solo. Pues entonces Darío dio sus primeros pasos el sábado 7 de diciembre de 2008. Ya había andado antes solo pero de forma esporádica y sin ninguna convicción. El sábado lo fui animando y acabó por soltarse. Tendríais que haberle visto la cara, parecía volar. Ahora ya lo va haciendo él solo, sin necesidad de espolearlo.

Me hacía a mí ilusión que andara para su cumpleaños, mira tú por dónde.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Por los ojos

Tenía pensado salir a correr esta mañana por el parque Abelardo Sánchez que está precioso con sus hojas otoñales cubriendo todo el suelo. Pero llueve en Albacete y no está la cosa como para hacerse el duro. Juan está con sus abuelos, Darío duerme y antes de ponerme a ver vídeos por Youtube me he dicho, ¡qué diantres! voy a escribir algo en el blog. Y como he visto alguna que otra peli este puente, voy a comentarlas... o algo.

300

A veces afronto las creaciones de otros con una actitud poco conveniente. Estoy harto de machotes, qué queréis que os diga. Harto de machotes que conducen como Mel Gibson en Mad Max, de machotes que van en manga corta aunque haga un frío polar, de machotes que amenazan a su mujer con matarla a palos porque se han levantado de la siesta y quieren comer algo, de machotes que les da miedo cambiar un pañal. Hasta estoy harto del machote que se esconde en mi interior. Así y con esas, no estaba la cosa para ver una peli de espartanos. El tebeo me encantó, la peli también pero no paraba de removerme en el sillón ante tanta hombría.

La peli era no original. Me la encontré así, señores de la SGAE, yo no tuve nada que ver. Además, el poder recaudador de Ramoncín me castigó: al final se escacharró la grabación y no pude verla terminar.

Por cierto, una pena que la tecnología de retoque digital de cuerpazos no pueda aplicarse al mundo real. Así no me dolería el cuello y la cuscusilla de tanto hacer abdominales.



Juno

Mi plan para el sábado era salir de cena y luego a bailar. Quería lucir mi corbatín negro de calaveras que apenas he podido estrenar. Pero la fórmula Hijosx2+suegrosx2+cuñadosx0 solo nos dejó ir al cine. Fuimos a ver Juno a la filmoteca. Una peli muy agradable de ver pero con truco. Todos los personajes eran super buenos y super guays. La vida real, una pena, no es así. Si fuera uno de esos escritores que viven de lo que escriben, me pondría manos a la obra ya mismo con una novela en la que todos los personajes fueran malos malísimos.



The Clone Wars

Como el sábado estuvimos en casa antes de las once, pude ver el estreno de la serie de TV sobre las guerras clon. No voy a entrar en la clásica polémica sobre la precuela de Star Wars. Yo estas cosas las veo y ya. Me divirtió aunque la idea de atacar el arma letal de los malos con un puñado de cazas ya salió en el episodio IV.

Bueno, me contradigo, sí voy a entrar en la polémica. Está claro que los efectos especiales son mejor que hace años y que el púbico (dicen) quiere escenas más trepidantes. Pero ¿cómo se explica que los jedis de las precuelas sean más poderosos que los de los espisodios originales? Increíble ese Yoda destrozando tanques y drones separatistas pero ¿qué fueron de sus increíbles habilidades? ¿Cómo puede ser Anakin más poderoso que Darth Vader? Ay, que no cuidamos la coherencia.



Madagascar 2

Lo malo de los hijos es que dejas de ir al cine. Lo bueno de los hijos es que vas al cine a ver pelis divertidísimas como Madagascar 2. Las últimas visitas al cine han sido para ver Horton, Kung Fu Panda, Wall-e y la susodicha. A Mercedes no le hace mucha gracia pero yo voy encantado.

Los del cine con la cosa esta de la crisis han debido despedir a todas las taquilleras menos a una. Ellos querían despedir a todas pero se ve que no fue posible. Así que cuando llegamos había una cola que flipas. Por suerte nos dio tiempo a entrar.

Juan en el cine es increíble. Antes de ir pasa horas entusiasmado y luego, ante la pantalla, vive la historia con una pasión desmedida. En el típico momento en el que a los protagonistas se les tuerce la cosa, él se hincha a llorar.

¿Os habéis dado cuenta de que estas pelis tienen siempre varias escenas que solo se justifican para poder meterlas después en el videojuego? Algunas quedan muy forzadas como la pelea entre Alex y la abueleta scout karateka.

Soy super fan de los pingüinos.





viernes, 5 de diciembre de 2008

De puente



A la vuelta del colegio, hay una incorporación un poco difícil. Los coches, plaga moderna, aparcan en cualquier sitio, al montón, y no dejan ver. Hay que encomendarse a la buena suerte y salir cuando parece que no viene nadie. Este mediodía estaba con el morro sacado a ver si salía o no cuando un hombre me ha cedido el paso. Conducía una C15 color crema y que me aspen si no era el vivo retrato de Pórtico, el aborigen australiano con el poder mutante de crear puertas de teletransportación y aliado, en tiempos, de la Patrulla X. A todo esto, de lo que no me acuerdo es de si la revisión que me toca ahora es la de los ojos o la de la cabeza.






En fin, a lo que iba. Lo del calendario no tiene nombre. Mira que hacer que el día 6 caiga en sábado, hay que fastidiarse. En todo caso me voy de puente. A Albacete, uau! He subido unos cuentos pop y algunos artefactos literarios, por si os queréis entretener (hacer clic en los links de la derecha). También os dejo una canción de The Small Faces que me tiene loco, se llama "Afterglow (Of Your Love)". No he encontrado ninguna actuación, así que pongo un video de esos caseros que es también todo un desfile de ropa mod.

jueves, 4 de diciembre de 2008

El adulto gana al bebé


Después de un post de derrotas, busco el equilibrio cósmico con un post de victoria. Aunque, quizás quede algo miserable presumiendo de haber ganado a Darío. Qué más da, una victoria es una victoria.

A Darío le quedan ocho días de bebé. El día 12 cumplirá un añito. De pequeños somos incansables y tenemos una constancia que si la mantuviéramos el resto de nuestra vida seríamos capaces de cualquier cosa. La constancia de los bebés no se basa en la voluntad ni en la razón sino en el entusiasmo. Todo les maravilla y se vuelven locos de alegría ante cualquier logro o juego.

Anoche acosté a Darío y me puse a jugar con él. El juego era sencillo. Darío tiraba una pelotita verde fuera de la cuna y me decía muy asombrado que no estaba (tá, en su idioma) mientras decía que no con el dedo índice. Yo le preguntaba sobreactuando que dónde estaba.Él miraba al suelo, yo me asombraba en exceso de verla, se la daba y él emitía una gorgojeo de alegría. Y vuelta a empezar.

A los diez minutos, pensé que ya estaba bien y que lo iba a acostar. Pero luego me di cuenta de que nunca había cansado a Darío con un juego (con Juan creo que lo conseguí en un par de ocasiones) y me dije: ¿Qué somos hombres o ratones?. Decidí ser un hombre y jugué a ganar. Cuarenta minutos después (que se dice pronto) Darío optó por olvidarse de la pelota y buscó la almohada. Dolorido y agotado pero satisfecho, apagué la luz y acuné a mi pequeñín hasta que se durmió.

Las elecciones y el amor


El miércoles de la semana pasada se celebraron elecciones a Consejo Escolar en los coles de Murcia. En el de Juan se elegían dos plazas y nos presentamos tres personas. Era fácil salir elegido, ¿verdad? Pues perdí. Ah, con lo que me gusta a mí ganar y lo acostumbrado que estoy a perder. Bueno, no pasa nada porque en junio sale uno de los padres y yo ocuparé su lugar en septiembre. Me conformaré con entrar aunque sea de rebote.

Perder me recordó la vez que me presenté a delegado de clase en algún curso de EGB, no me acuerdo bien. Nos presentábamos Ana P. y yo. La cosa estaba muy reñida y yo lo confié todo a mis amigos. Hice recuento antes de la votación y la cosa parecía estar hecha. Pero al escrutar las papeletas perdí ¡por un voto! Bueno, no pasó nada porque estaba locamente enamorado de Ana P. y no me importó que me ganará. Aun así, investigué quién me había traicionado. Después de muchas preguntas, Riki reconoció que había votado a Ana P. Riki, mi mejor amigo. Bueno, no pasó nada, en aquellos años el rencor no existía y los enfados duraban poco tiempo. Dichosos años.

Luego me enteré de que Riki amaba a Ana P. y Ana P. amaba a Riki. Tampoco pasaba nada porque yo ya había olvidado a Ana P. Lo último que supe de ellos es que estaban casados y felices. Espero que sigan así.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Se roban títulos al peso


La semana pasada titulé un un post como la película de Denys Arcand "Las invasiones bárbaras". No lo dije porque ya tenía pensado escribir este otro. La película canadiense es entrañable y muestra cómo la muerte puede ser profundamente tierna y amistosa.

Algunos reconocemos lo que copiamos, otros, sin vergüenza, no. Este verano escuché en la radio una entrevista con el insufrible Carlos Goni o Goñi, no sé ni quiero saber. El tipo tituló su último disco "21 gramos", igual que la película de Iñárritu y Arriaga. Cuando le preguntaron por el título, se puso a soltar un rollazo sobre el siglo XIX, que si los médicos habían descubierto que el cuerpo al morir perdía 21 gramos, que si el alma pesaría eso, que si tal y que si cual. Ni una palabras acerca de la peli de los mexicanos. Vaya morro. Pero qué otra cosa se puede esperar de un cantante que compuso una canción y desde entonces se dedica a repetirla una y otra vez. Un cantante blando que lo único bueno que tiene es el nombre artístico, también copiado (de un álbum de The Beatles). Uf, qué a gusto me he quedado.


martes, 2 de diciembre de 2008

El día de mi liberación personal

En un arranque de optimismo injustificado, y sin saber lo que se me vendría encima, bauticé, hace unos años, el 1 de diciembre como El día de mi liberación personal.
Todo empezó ese mismo día de 1999. Por entonces ya vivíamos Mercedes y yo juntos, en un oscuro y antipático piso de alquiler. Yo trabajaba en una clínica veterinaria de Alhama y Mercedes en alguna otra, tal vez en la de Guardamar. Una clínica de nombre infame: Amigüitos. La diéresis está bien puesta. Éramos como dos vacas sin cencerro. No porque nos dedicáramos a vivir la vida loca, siempre hemos sido muy formales, sino porque nos encontrábamos muy a disgusto con lo que hacíamos, estábamos muy desorientados y no encontrábamos nuestro lugar en el establo, digo, en la sociedad.

Yo estaba en la casa de mi tía Maruja felicitando a mi primo Emilio por su cumpleaños. Entonces llegó Mercedes de una reunión en Casa Cuzco. Una ONG más infame si cabe que la clínica. Tenían problemas con la contraparte, la gente que estaba trabajando en Cuzco, y querían enviar a Mercedes allí a ver qué pasaba. Ella dudaba, parecía un plan loco. Yo me voy contigo, dije sin pensarlo dos veces mientras la cara de mi madre empalidecía por milisegundos.

No le dimos más vueltas y nos marchamos. La cosa no salió muy bien. Al parecer contaban con que les dijéramos que todo estaba en orden. Cuando les dijimos lo contrario hicieron oídos sordos y nos dejaron tirados en mitad de la capital del imperio incaico. Por suerte somos gente de recursos (y ahorros) y pudimos seguir dando tumbos de país en país durante unos meses. En ese ir y venir despreocupado fue cuando decidimos cambiar de vida, dejar las vacunas y el papel de regalo para perritos y dedicarnos a algo más útil. Por eso le puse un nombre tan rimbombante al 1 de diciembre.

Como el primer libro que me leí en Cuzco fue Moby Dick, celebro la fecha comprando una nueva edición de la novela. Lo hacía cada dos años (tampoco hay tantas ediciones) pero el año pasado fallé. Iba a hacerme con la edición de Akal pero treinta y tantos euros me hicieron desistir. Además, pensó mi parte nihilista, para qué están las tradiciones sino para romperlas.

Y ya que estoy voy a contaros una cosita del viaje a Cuzco. Cuando nos cansamos de hacer el paripé y comer pan dulce en una confitería regentada por huerfanitas, nos fuimos a hacer el Camino Inca. Tres noches y casi cuatro días de andar por alta montaña (más de 3000 metros de altura) hasta llegar a Machu Pichu. La mayoría de gente iba con porteadores pero nosotros nos negamos. Un poco de orgullo y un poco de complejo de clase. Mis cosas me las llevo yo. Un pensamiento loable pero no del todo positivo porque, al fin y al cabo, la gente de allí trabaja porteando y si todos fueran como nosotros las llevaban claras.

En el reparto de peso me tocó salir perdiendo: tuve que llevar la tienda de campaña y la mitad de la comida. Mercedes dice que esto es mentira, que ella llevaba casi toda la comida pero hacedme caso a mí, llevaba mucho más peso que ella.

Durante el camino conocimos mucho gente y vimos paisajes espectaculares. También aprendí que los incas mucho calendario solar, mucha piedra de doce ángulos pero para hacer caminos eran un poco brutos. Tíos, haced las cuestas en zig zag, que se hacen más llevaderas. Pero no, ellos todo recto. Os lo ilustro:


Al llegar a Machu Pichu, medio muerto, la magia del lugar me inundó y una mística cósmica se adueñó de mí. Vamonos ya, dijo Mercedes. ¡¿QUÉ?! Que nos vayamos ya, yo esto lo tengo muy visto. Era su tercera visita a Machu Pichu. Pero, Mercedes, como nos vamos a ir ya, con lo que nos ha costado llegar, y mira esa piedra, cuando le da el sol en el solsticio de... Sí, sí, lo que tú quieras, pero vamonos ya.

Seguí renegando y suplicando hasta que se hizo evidente que Machu Pichu se había acabado casi antes de empezar. De haberlo sabido hubiera dejado que llevara ella la tienda de campaña.

Por suerte, Aguascalientes, el pueblo en las faldas del monumento, era una maravilla. Era pequeño y solo se podía llegar por tren o por helicóptero. No había coches y el ambiente era muy relajado. Nos pasamos dos días en el balneario, de ahí el nombre, a la sombra de los Andes, escuchando a Manu Chao y bebiendo cerveza Cusqueña. Un buen final para una buena caminata.





domingo, 30 de noviembre de 2008

Qué ratico más bueno hemos pasado


(Sigue del post anterior)

Sí, el viernes estuve de cena. Es algo que sucede de higos a brevas pero que todavía sucede. Sigo siendo un ser social, a pesar de los pesares. La razón fue un poco peculiar. Una cosa en la que milito (forma verbal que en la actualidad quiere decir que me limito a pagar una cuota mensual birriosa) ha vuelto a mutar. De partido político pasó a asociación cultural y ahora a asociación inscrita en no sé qué registro de ONGs. Y para celebrarlo nos fuimos de cena.

Cenamos en un restaurante que todavía no tiene licencia y se esconde en una casa de huerta pintada de azul. Para llegar hay que perderse por los carriles de huerta de Murcia. Indescriptibles. Pensé en preguntar a unos hombretones que se calentaban alrededor de unos bidones en los que habían hecho hogueras. Pero estrenaba una rebeca de punto superajustada y temí que me apaleran. Así que seguí perdiéndome hasta que llegué al sitio. Como no había cartel alguno en la casa pensé que habíamos recuperado los tiempos clandestinos, esos tan románticos que yo nunca conocí.

Cenamos muy bien y pasamos un rato muy agradable.

Llegué a casa a las dos, una hora que para mí es de ultranoche. ¿Y qué hice nada más llegar? Pues sí: un biberón. En cuanto pude me metí en la cama. Darío estaba medio espabilado después del bibe y renegaba en la cuna. Mercedes, entre el sueño y la vigilia, hacía soniditos extraños para intentar calmarlo. Después de un buen rato de escuchar esas extrañas onomatopeyas, le dije medio en serio medio en broma: Deja de hacer ruidos. Y, entonces, nos dio un ataque de risa formidable. Estuvimos riéndonos como locos sin importarnos despertar a los hijos. Las veces que nos pasa algo así, cuando conseguimos recuperar la calma, nos enjugamos las lágrimas y decimos: Qué ratico más bueno hemos pasado.

El misterioso código 1000


El viernes por la tarde fuimos a Ikea a comprar el árbol de navidad y sus correspondientes adornos. Es lo que tiene la convivencia basada en el consenso y la democracia: tus ideas se ven arrinconadas y las de los seres pequeños que viven contigo se imponen. Juan quería árbol y ya tiene árbol. Cuando vamos a Ikea aprovechamos para merendar y quedar con unos amigos, también muy de Ikea, y con hijos de edades parecidas a las de los nuestros. Metemos a Juan y a su amigo al parque de bolas y disfrutamos de una hora de semitranquilidad. En este caso semi es un prefijo completamente exacto: la tranquilidad es la mitad porque un hijo se queda dentro y el otro fuera con nosotros.

Pero todo esto es irrelevante, lo que importa es lo que sigue. Estábamos merendando, yo daba buena y culpable cuenta de una tarta de almendra, cuando por los altavoces se escuchó la siguiente advertencia: Atención a todos los trabajadores y trabajadoras de Ikea, se les advierte de que ha sido activado el código 1000. La cosa sonó seria. Al poco tiempo, un pequeño ejército de jóvenes posmodernos vestidos en azul y amarillo empezó a moverse rápidamente de un sitio a otro. Hicimos algún chiste sobre el tema y, a duras penas, mantuvimos la calma. Yo no dejaba de pensar en la voz fría y femenina de la Nostrosmo que, después de que la teniente Ripley activara la secuencia de autodestucción, llevaba la terrible cuenta atrás: Quedan sesenta segundos para la explosión.




Antes de que mis nervios se desmadraran, volvió a sonar el altavoz: Atención a todos los trabajadores y trabajadoras de Ikea, se les advierte de que ha sido anulado el código 1000. Uf, respiré aliviado, no sé de qué pero nos libramos por los pelos.

Mis visitas a Ikea darían para una serie más larga que "En el dentista" pero, no sé por qué, no suelo sacarle mucho provecho. Será algún resto de remordimiento revolucionario por ir tanto a una transnacional tan malísima como la susodicha. Y hablando del dentista, la otra noche estuve de cena y hablamos de implantes. Un amigo superfumador me dijo que la cosa es no fumar mientras se está con el implante. Yo me fumaba los porros por la nariz, me dijo. Brrrr. Me hizo sentir como un ser débil y enfermizo incapaz de imponerse a una miniadicción como la mía. Me he propuesto no volver a fumar hasta que acabe el rollo este del implante. A ver qué pasa.


Rankin de películas más vistas en mi vida: Peter Pan, El libro de la selva, Esta casa es una ruina, La tentación vive arriba, Aliens y Matrix.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Objetos animados


Hace un frío polar. Llueve en la ciudad. Nieva en Sierra Espuña. Un buen día.

Hay objetos que tienen la capacidad de desplazarse en el espacio. Tal virtud les hace especialmente propensos a cambiar de sitio y a ir de mano en mano. En el Top 3 se encuentran los bolis, los mecheros y los paraguas. En los últimos meses he usado varios paraguas, que he ido perdiendo, y ninguno era mío. Esta noche, cuando he ido a salir del trabajo, llovía bastante. No llevaba paraguas pero me he acordado que en la sala de dentro había uno colgado desde hacía días sin que nadie lo reclamara. No es la primera vez que algo así me ha librado de mojarme.

Centena


Acabo de hacer cien abdominales seguidos. Récord personal. ¡Aznar, tiembla!

Las invasiones bárbaras


Cuando nos quedamos embarazados (me encanta este plural) de Juan se hizo necesario cambiar de casa. Vivíamos en un coquetísimo apartamento del centro de Murcia de un solo dormitorio. El piso era un encanto pero para tres se quedaba pequeño. Así que empezamos a buscar. Nos daba igual comprar que alquilar (llevábamos seis años de alquiler). Eran otros tiempos y descubrimos que salía igual, o más barata, una letra de hipoteca que un alquiler. Coincidió que unos primos de mi madre vendían la casa de su madre en Espinardo. No os vayáis a Espinardo, nos previno mi hermana Marina. No le hicimos caso. ¿Queréis comprar esa casa? preguntó mi suegra. Sí, le respondimos. La casa era vieja y necesitaba obras. Bueno, más bien necesitaba ser derrumbada y construida de nuevo pero el presupuesto no daba tanto de sí. Me he quejado mucho de Espinardo pero la casa me encanta. Tiene un patio estupendo y un estudio que es una pasada. El estudio sí lo hicimos nuevo reformando lo que en tiempos fue una cuadra.


El estudio es la habitación más grande de la casa y lo llené de estanterías blancas metálicas, las mismas que hay en la biblioteca del Campus de la Merced, y coloqué dos mesas bien grandes para poder llenarlas de papeles y enredos. Por fin pude poner en orden todos mis libros y mis tebeos, hartos de estar guardados en bolsas y cajas. Desde entonces mido mis posesiones literarias en metros lineales. Tengo tantos metros de tebeos, tantos de novela, tantos de ensayo... A veces me quedo embelesado mirando las estanterías y siento cierta felicidad.

El estudio también iba a ser mi refugio. El lugar en el que encerrarme a leer, escribir y escuchar música. Lo llené de todas las cosas que me representan: mi póster del Che Guevara, el cuadro de la Condesa de Vilches, corchos con fotos y entradas de conciertos... hasta pinté una pared con pintura de pizarra para apuntar las ideas que se me fueran ocurriendo.

Pero no caí en ponerle una puerta blindada con siete candados, ni un foso con cocodrilos y pirañas. Es más, ni siquiera caí en poner una puerta. Encima soy de los que piensan que los niños deben estar por donde quieran, tocarlo todo y disfrutar de los libros y los tebeos. Con lo que no contaba es con la capacidad metastásica de los hijos de uno. El resultado final de lo anterior es que mi estudio es ahora su estudio. Aquí va la prueba:



lunes, 24 de noviembre de 2008

Mi bufanda


El viernes, aprovechando que mis suegros estaban en casa y que Darío y Mercedes se echaban la siesta, me escapé a un centro comercial a comprarme una bufanda.

Correteé de tienda en tienda, tenía una hora, buscando alguna que me gustara. Las prisas son malas consejeras y a mí me ofuscan especialmente. Me decidí por una negra. El negro es muy socorrido. Pero me apetecía arriesgarme y seguí buscando. Al final me hice también con una de cuadros blancos y ocres muy bonita. El ocre era de un tono especial que no reconocí, pero al parecer mi subconsciente sí. El subconsiente me lo imagino siempre como una especie de Rey Sombra, uno de los malos de La Patrulla X, esperando en algún rincón de la cabeza para hacerte una trastada.

El domingo, el Ayuntamiento de Murcia celebró el Día de los derechos del niño y la niña con una fiesta en el Parque de la seda. En otra época hubiera clamado contra mí mismo por participar en un acto así. Ahora no me complico la vida y me llevo a un puñado de las niñas con las que trabajamos en Los Rosales para que disfruten. Fueron las del Taller de baile a bailar y a triunfar y las del Grupo Joven II a pasearse. 23 en total.

También vino mi compañera y amiga, a pesar de lo que va a suceder a continuación, Ana. Me puse mi bufanda bicolor para ir bien guapo. Cuando Ana me vio con ella preguntó: ¿Esa bufanda la regalan en la Fnac? Entonces me miré y me vi convertido en un hombre anuncio de la tienda más cool del mundo. Joder, la bufanda tenía los colores corporativos de la Fnac. Solo me faltaba el chaleco lleno de chapitas. Maldito Rey Sombra.

Ana me regaló otro momentazo. Han cambiado a la jefa del Centro de Servicios Sociales Murcia Sur, del que dependemos nosotros. Se llama E. Ana estaba hablando con una mujer y al acercarme, me dijo: Mira, Fede, nuestra nueva jefa. La saludé muy amablemente y ella me preguntó cómo iban las cosas por el barrio. Me puse a contárselo todo con pelos y señales. Al cabo de un buen rato nos preguntó que qué tal con E. y que si nos habíamos reunido ya con ella. Desconcierto. Ana y yo nos miramos sin entender lo que estaba pasando y no pude evitar preguntarle a la mujer con la que estaba hablando: ¿Que si nos hemos reunido con E.? ¿Entonces tú quién eres? Resultó ser la jefa del Centro de Servicios Sociales Murcia Norte. Por suerte era una tía simpática y nos pudimos reír de la confusión.

Y ahora para acabar, voy a poner un vídeo musical que hace mucho que no pongo uno. En mi más o menos habitual sesión de planchado dominical, estuve viendo mi DVD de Pulp. ¿Os he dicho ya que de mayor quiero ser como Jarvis Cocker? Creo que sí. Aquí va la canción "Party Hard", de Pulp:


jueves, 20 de noviembre de 2008

Problemas (y situaciones) inesperados (y /as)


Ayer me acordé de un empeño peculiar que mi madre exhibió durante años. ¿Te has puesto calzoncillos limpios? Mira que luego tienes un accidente y te tienen que llevar al hospital y no quiero que te vean con los calzoncillos sucios. El que suciera o no un accidente lo dejaba en manos del azar, el orgullo familiar era cosa suya. Yo la tomaba por loca y pensaba que era cosa de madres. Y de hecho es cosa de madres y de esa conciencia colectiva que todas ellas tienen. Una mujer normal y corriente da a luz y en su interior se produce una tremenda transformación: deja de saber programar el vídeo, empieza a decir a todo que no, te limpia la comisura de los labios con sus dedos mojados en saliva y no desaprovecha la ocasión de decir fases célebres del tipo: ¿Te has creído que esto es un hotel al que se viene solo a comer y dormir?.

Ayer no sufrí un accidente ni tuve que ir al hospital pero viví una de esas situaciones inesperadas en las que haces un poco el ridículo por no haber contado con una visita al centro de salud.

Ya conté que desde que corro tengo toda una serie de problemas físicos. Al principio me dolía la cabeza y me picaba toda la piel. Luego me fui acostumbrando al esfuerzo y las molestias se redujeron a los tobillos. Ahora el que me duele siempre es el derecho. Se puede deber a varios esguinces mal curados. Al común de los mortales, tal es mi caso, los esguinces nunca se les curan bien. Hay que ser un deportista de elite para que eso suceda. Consulté el asunto con un primo fisioterapeuta que tengo y me dio una serie de recomendaciones. Tengo que hacer un calentamiento especial, que incluye unos estiramientos que parecen un elegante paso de ballet, y aplicarme frío en el tobillo después de correr. Aplicarse frío en el tobillo no es tan fácil como se creen los fisioterapeutas. Mercedes me dio la solución: Ponte una bolsa de guisantes congelados. Como no tenía guisantes, probé con una bolsa de habas finas Hacendado. Pero muy finas no eran. Así que lo intenté con una bolsa de habas baby y la cosa resultó.

Cuando ya tenía medio controlado lo del tobillo, surgió un nuevo problema. Los pezones se me irritaban entre el sudor y el roce con la camiseta de running. Se me ponían fatal y tuve que buscar una solución casera. Ahora, antes de correr, me pongo en cada pezón un trozo de un esparadrapo especial que no duele mucho al quitarlo. Con ellos puestos tengo un aspecto ridículo pero me evitan el escozor. Ande yo caliente...

El domingo, el último día que corrí, se me olvidó quitármelos. Bah, ¿quién me va a ver? Mercedes, pero ella ya está curada de espanto, aunque se ríe de mí cada vez que me ve de esa guisa. Con lo que no contaba era con la recomendación de la pediatra de los chiquillos de que deberíamos vacunarnos todos de la gripe.

Ayer fuimos los tres hombres de la casa a vacunarnos. El primero fue Darío. Lloró todo lo que se esperaba de él. Luego me tocó a mí que debía demostrar ser el mayor y no verter ni una sola lágrima. Como me tenían que pinchar en el brazo me quité la camiseta de manga larga a medias. Y allí estaba yo, ofreciendo mi brazo a la enfermera, con mis dos hijos llorando como descosidos y con los pezones tapados con dos trozos de esparadrapo. Todo un papelón. Si ya lo decía mi madre.

lunes, 17 de noviembre de 2008

El cumpleaños de Juan (y II)


Mi tía Maruja tiene una frase para estos casos: La última vez. Esta frase quiere decir: ya no me acordaba del lío que supone hacer algo así, no vuelvo a repetirlo en la vida hasta que llegue la siguiente ocasión en la que volveré a caer, seguro.

Salió todo a pedir de boca y Juan se lo pasó en grande. El sábado nos despertó clamando por sus regalos. Me lo encontré por la casa, vagando con los ojos semiabiertos y pidiendo lo suyo. El resto del día hasta las cinco de la tarde, cuando empezaba la fiesta, no dejó de preguntar que cuándo llegaban los invitados. Hijo mío, le decía, pareces un pequeño Lord.

Las tareas de limpieza se eternizaron y eso que limpiar la casa antes de una fiesta parece algo absurdo: después se queda tan sucia que debes volver a limpiarla, más a fondo si cabe. Pero ¿cómo recibes a los invitados con la casa sucia? Lo dejamos todo impecable, hasta compramos flores nuevas para las ventanas de la fachada y para el patio.

Mercedes se encargó de la comida y yo del resto de labores. Hicimos tanta comida que vamos a estar toda la semana comiendo sobras. Los hijos no comen nada y los padres, con eso de que ni era merienda ni era cena, tampoco comieron mucho. El menú infantil fue todo un clásico: sandwiches de Nocilla, gusanitos naranjas, Fanta y tarta de galletas. (La mayoría de los sandwiches están ahora bien guardaditos en el congelador.) La tarta, impresionante, la hizo mi madre. Por la noche, cuando todo había acabado, me permití un capricho y la probé. Me la puse delante entera y usé el truco idiota de ir cortando trozos pequeños para hacerme creer que comía poco. Al final engullí más dulce que en los últimos tres meses, pero el día se lo merecía.

Juntar a doce niños y niñas de cuatro y cinco años en una casa es algo que todos deberíamos probar en algún momento de nuestras vidas. Son un ciclón en perpetuo movimiento que arrasan todo a su paso. Conseguimos ir guardando los juguetes nuevos, pero los viejos fueron desmontados pieza a pieza y esparcidos a lo largo de toda la casa, especialmente debajo de camas y sofás. En algún momento, un padre sugirió ponerles una peli para tenerlos calmados un rato. Aguantaron sentados el tiempo de los títulos de crédito, después la peli siguió sin ellos, que tenían juguetes que desmontar y juegos hiperveloces que llevar a cabo. No hubo ningún daño irreparable, eso sí.

Los juguetes ponen a prueba a un padre delante de su hijo. No solo hay que montarlos, además debes hacer que funcionen. Nosotros le regalamos una especie de Scalectrix con coches de la peli Cars y en qué me vi para que aquello funcionara. De no haberlo hecho, el mito del padre habría caído ante Juan. Un amigo de una de mis hermanas, le regaló el Jolly Roger, el barco del capitán Garfio, en versión Disney, y me pasé tres horas del domingo montándolo. Tres horas. También le regalaron un coche teledirigido y la antena del mando se perdió en la vorágine de cajas y papeles de regalo. Tuve que buscar una antena de otro coche, desmontar el mando, y ponerle la antena nueva. Para que quedara bien tuve que improvisar en casa un pequeño taller de tornero fresador. De momento, Juan sigue pensando que su padre lo arregla todo. A ver lo que dura.

Lo que pasó con la piñata me lo reservo para un post que quiero escribir titulado como la novela de Golding "El seño de las moscas", en el que hablaré sobre la bondad o maldad innata del ser humano.

Fue un gran día. Nos lo pasamos todos muy bien. Por cierto, a Darío lo que más le gustó fue el momento de inflar los globos.

Hoy lunes, al llegar al cole, me ha preguntado ¿Todavía tengo cuatro años? ¿Qué pasará por sus pequeñas cabezas?

jueves, 13 de noviembre de 2008

Cumpleaños de Juan (I)

La polémica de las chuches

Me siento algo recalcitrante empezando así el párrafo pero debo decir que de toda la vida se han repartido chuches en el cole para celebrar el cumpleaños. Antes llevabas una bolsa y le dabas un caramelo a cada criatura que habitaba la clase contigo. Después eso quedaba muy roñoso y se llevaba una bolsita arreglada con nubes, piruletas, gusanitos y otras golosinas. Pero, ahora no. Ahora hay que llevar un almuerzo saludable. A mí me suena a integrismo nutricional, qué queréis que os diga, pero es lo que se estila. En el colmo de lo raro, el curso pasado, uno de los niños fue con regalos para el resto de la clase. Yo me he negado a llevar un bizcocho casero y zumos de fruta sobrevitaminados. Es una celebración y hay que llevar caprichos, sean sanos o insanos.

En un golpe de originalidad sin precedentes y después de darle muchas vueltas al asunto con Juan nos hemos decidido por llevar huevos Kinder para todo el mundo. Alguna madre habrá que se tome a mal que se le dé chocolate a su crío pero qué le vamos a hacer.

La lista interminable

Este es el primer cumpleaños de Juan verdaderamente suyo. El primero lo celebramos en familia, el segundo dos veces: primero en familia y luego con nuestros amigos (los de Mercedes y míos), el tercero con nuestros amigos (algunos con hijos que ya son amigos de Juan) y este cuarto lo celebra Juan con quien él ha querido. La lista de invitados la ha hecho él con mi inestimable labor de censor.

Mi labor de censura no ha sido cualitativa sino cuantitativa. Juan quería invitar a toda su clase, que sumada a los amigos y amigas de fuera y a las madres acompañantes daba un número de gente incapaz de meterse en casa (no lo he dicho pero lo celebramos en casa, nada de chiquipark). Así que he estado desde que empezó el curso negociando duramente con él quién venía y quién no.

Anoche, escribiendo las invitaciones, fue el momento de la decisión final. Ya tenía la situación controlada y estabilizado el número de invitaciones en catorce, cuando Mercedes, vaya usted a saber por qué, no se le ocurrió otra cosa que decir que cada invitación supondría un regalo más. Lo más llamativo es que ella ya estaba escandalizada porque fuéramos por catorce invitaciones. No me ayudes, le dije, que ya puedo yo solo. Ni que decir tiene que Juan echó mano a la pila de invitaciones y empezó a preguntar: fede, ¿cómo se pone tal nombre? ¿y tal otro? Tuve que volver a negociar y nos dieron las tantas hasta que cerramos la lista de invitados. La cosa se apañó porque llegamos al acuerdo de que los no invitados a este cumpleaños lo serían al siguiente, de hecho ya está redactando las tarjetas de invitación para su quinto aniversario.

Eso sí, esta mañana estaba de lo más feliz repartiendo las invitaciones en la fila del cole.

PD: Como nuestra casa está en el culo del mundo de ese culo del mundo que es Espinardo, he tenido que incluir en la invitación un mapa para saber cómo llegar. Lo he hecho con Google Earth y me ha quedado de lo más chulo.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Absurdo

Han convocado un concurso oposición para una bolsa de trabajo. Dentro de poco sacarán concursos oposiciones para apuntarse en el paro. Tengo cierta manía a todo lo que suene a oposición y funcionariado. Me parece que es una forma vaga y poco creativa de buscarse la vida. Me saco unas oposiciones y ahí me las den todas. Mejorando lo presente, que es una expresión que se usa en mi pueblo y viene a decir algo así como que los funcionarios y las funcionarias que lean este blog no deben sentirse aludidas porque ellas son bellísimas personas a las que aprecio un montón. Pero no era ese el tema del que quería hablar, así que lo dejaré para otro momento.

Para presentarte al concurso oposición, cosa que yo no quería hacer pero que he terminado haciendo por culpa de la presión social, debías entregar los méritos. Papeleo. Los pelos se me ponen como escarpias, un escalofrío me recorre la espina dorsal y ni doblando la medicación puede contener los ataques de ira que me hacen odiar a todo el mundo. Fui recogiendo papeles de aquí y de allí y cuando consideré que tenía bastantes, paré. Soy tan desastre que uno muy importante, y que no voy a decir por falsa modestia, estaba entre los panfletos y pósteres que tengo guardados de cualquier manera en el estudio. Por suerte el título de premio fin de carrera no estaba muy estropeado y lo pude presentar.

Entre el puñado de contratos, títulos y certificados encontré el siguiente (atención a lo que soy experto, no tiene desperdicio):


No tiene nada que ver con el motivo del consurso oposición pero decidí presentarlo, más que nada para regalarles a las personas que tengan que valorar los méritos un momento absurdo del que disfrutar. Supongo que se pasarán un buen rato decidiendo si me lo valoran o no.

El curso de identificación electrónica animal estuvo bien. Bellaterra es un campus muy bonico y disfrutar, gratis, de un bufé libre para desayunar es algo de lo más aconsejable. También me sirvió para un cuento pop que subo ya mismo al blog correspondiente.

Durmiendo con nuestro enemigo


Creo que la idea que sigue ya la he expuesto en algún otro post. (El hecho de repetirme creo que indica que el blog empieza a tener cierta enjundia.) Como venganza al proceso de domesticación al que los sometemos, los niños llevan a cabo una guerra biológica contra los adultos consistente en aprovechar cada virus que pasa por su lado para ponerse malos y luego contagiarnos. No consigo recordar ni una sola vez en que yo me haya puesto enfermo y los haya contagiado. Pero cada vez que son ellos los afectados, yo caigo. A veces, la naturaleza es sabia.

Los detractores del colecho usan un argumento que es a todas luces falso. Dicen que al estar los niños pegados a los padres en la cama, reciben su aliento y eso es malísimo porque, entre otras cosas, pueden pillar las enfermedades que ellos tengan. Me río yo. Pero si es al revés, insensatos. El jueves, Darío estaba enfermo, un catarrillo de nada. Cuando se despierta por las noches, varias veces, nos lo echamos a la cama. ¿Y qué pasó? Pues que el sábado Mercedes estaba mala y al día siguiente yo.

Por si fuera poco, el domingo tuvimos uno de esos momentos familiares entrañables. Mientras yo, envuelto en mi manta de rayas, sufría los temblores de la muerte con la subida de fiebre, Mercedes gritó. Mercedes es muy de gritar pero aquello fue más bien un alarido. Salté del sillón y fui corriendo a ver qué pasaba. Llegué justo a tiempo de ver cómo caía sobre la alfombra de la habitación de Juan, Darío con ella. Tenía las manos en la cabeza y sangraba a chorro. Se había dado un golpe tremendo en la cabeza contra una estantería. La sangre es muy escandalosa y más si sale de la cabeza. Pero Juan y yo nos portamos como unos valientes y solucionamos el problema. Se había hecho mucho daño pero la herida era pequeña.

Cuando pasó todo y Juan y Mercedes estaban en la cama, este le preguntó con esa voz que pone de recreo de escuela pública y una mueca a lo Stallone: Mamá, ¿puedo contarle a mis amigos que te has dado un golpe en tó la cabeza y que te salía un montonazo de sangre?

viernes, 7 de noviembre de 2008

Yo antes no era así


Hasta hace no mucho tiempo podía decir que tenía una buena memoria y una manía por la seguridad. Por ejemplo, en la universidad leía las convocatorias de exámenes. No olvidaba el día ni la hora pero lo comprobaba varias veces antes de la prueba. Tengo un recuerdo difuso que no sé si es cierto o es una simple mini-leyenda que ha fabricado mi imaginación. Una vez, de forma completamente irregular, adelantaron la fecha de un examen y yo fui de los pocos que se entero gracias a mi manía de comprobarlo todo una y mil veces.

Pero las cosas ya no son así. Me olvido de casi todo, sea muy o poco importante, y mi manía se ha relajado hasta tal punto que raramente compruebo algo. Sin ir más lejos, esta noche íbamos a ir al concierto de Clovis. Ya lo tenía todo apañado y anoche me metí en la página web donde anunciaban el concierto para ver si había novedad. Para mi disgusto descubrí que el concierto fue ayer. No habían cambiado la fecha, es que yo recordaba mal el día. Eso antes no me hubiera pasado.

La única forma que me va quedando de no olvidar las cosas es apuntarme el asunto en la mano. Lo que pasa es que me pongo un par de letras a modo de mensaje cifrado y no siempre recuerdo lo que querían decir. Sé que debo acordarme de algo pero no de qué. Esta semana había quedado en llevarle a uno de los chiquillos de mi trabajo el Need For Speed de la PS2. Para que no se me olvidara me escribí en la mano NFS. Y luego me las vi y me las deseé para recordar qué diantres querían significar aquellas tres letras.

Envejezco.

Las ventajas de mi lado femenino



De vez en cuando alguien me dice que tengo un acusado lado femenino. Lo he escuchado tantas veces que, sin llegar a entender lo que quiere decir y sin comprobar que realmente sea cierto, lo he asumido. Igual que asumo el increíble color miel de mis ojos o la carnosidad de mis labios voluptuosos (un amigo solía decir que el mejor beso que le habían dado nunca se lo había dado yo). Y tras estos momentos de autopublicidad sigue la narración.

Leo en varios periódicos (qué bien queda esto, quien no lea a menudo este blog dirá: Vaya una birria de ama de casa que se pasa las mañanas leyendo la prensa) que el tabaco daña más a los hombres que a las mujeres. Resulta que estas últimas fuman más "por recompensa positiva; es decir, por el placer de disfrutar el cigarrillo". Me alegra saberlo, ahora sé que, gracias a mi lado femenino, un cigar me perjudica la mitad que a un hombre vulgar.

(La de la foto es Patricia Highsmith)

jueves, 6 de noviembre de 2008

Mi momento Calvin & Hobbes


La hora más estresante del día, y mira que hay de esas, es de ocho a nueve de la mañana. Ponernos en marcha es difícil. Intento tomármelo con tiempo pero siempre acabo corriendo de un lado para otro como un loco. Juan nos ha salido dormilón (tiene varias herencias genéticas por parte de madre y padre que así se lo ordenan) y sacarlo de la cama es complicado. Hay que arrancarlo de las sábanas a empujones. Y a la que me descuido se lanza al sofá del salón y se vuelve a dormir. Al mismo tiempo que tengo que vestirlo, hacer que se tome el desayuno, lavarse los dientes, etcétera tengo que encargarme de Darío. Un follón, para qué dar más detalles.

La semana pasada tuve un momento que me recordó a una tira de Calvin & Hobbes. Iba a escanearla y ponerla aquí pero me da miedo que al forzar el tebeo en el escáner se me descuajeringue (hermosa palabra, pero me ha costado consultar varios diccionarios escribirla bien). Así que voy a describirla.

Primera viñeta: Calvin, brazos en jarra, grita: ¿DÓNDE ESTÁ MI CAZADORA?

Segunda viñeta: Calvin mira debajo de la cama con cara de pocos amigos y dice: ¡He mirado por todas partes! Debajo de la cama, en la silla...

Tercera viñeta: Calvin pierde los nervios, levanta los brazos y sigue: ...En las escaleras, en la cocina, en el salón... ¡No está en ningún lado!

Cuarta y última viñeta: Se ve el armario abierto y Calvin mira hacia atrás, como dirigiéndose a su madre, y con expresión de enfado grita: ¡Vaya, AQUÍ está! ¡¿¡Quién la puso en este estúpido armario!?!

Pues algo así pero con los zapatos de Juan. Los busqué por todas partes, tratándose de Juan podrían estar en el lugar más insospechado. Busqué debajo de todas las camas y sofás, detrás del váter, dentro de la bañera, en las macetas del patio, en las cajas de vinilo del estudio, encima de los armarios de la cocina, debajo del montón de juguetes desordenados de la habitación de Juan... y nada. Cuando empezaba a perder los nervios, se me ocurrió, en un momento de lucidez, buscar en el cajón de los zapatos y ahí estaban. Creo que la cita me vino a la cabeza de forma espontánea y grité: ¡¿¡Quién los puso en este estúpido cajón!?!

martes, 4 de noviembre de 2008

Familia política


Cada vez que nuestros hijos hacen algo que no nos gusta encontramos la manera de echarle la culpa a la familia política. Si Darío grita máh, máh como un poseso a la par que los ojos se le salen de sus órbitas haciendo chiribitas cuando ve una piruleta o una bolsa de gusanitos, Mercedes dice: Eso es que tus hermanas ya le han dado gusanitos. Si Juan dice que se ha enfadado y que piensa abandonar la casa, yo digo: Eso es que tus padres le han puesto a ver Gran Hermano.

Son acusaciones sin mayor fundamento y nos sirven más que nada para cachondearnos. Claro que, a veces, nos sirven también para pelearnos. Pero es en esas ocasiones en las que uno se pelearía por cualquier cosa. Esa nube tiene forma de cafetera, dice ella. ¿De cafetera?, estás loca, respondo yo, está claro que esa nube tiene forma de tetera. ¿Ah, sí? pues tú has sido siempre tal y cual. Pues tú no cambias, no pones de tu parte y estoy harto de etcétera.

Sea por casualidad o por influencia catódica, Juan lleva varios días amenazando con abandonar la casa cada vez que se enfada. El domingo se peleó con Mercedes, hizo la maleta y dijo que abandonaba la casa. En la mochila echó varias cosas, incluidos un vaso y un plato. Cogió también su bebé (una muñeca pintarrajeada), su almohada y su tienda de campaña de juguete. No hubo forma de convencerle para que se quedara. Salió a la acera (nuestra casa es una planta baja que da a la calle), montó la tienda y allí se metió con todas sus cosas. Al principio me quedé con él, como invitado, eso sí. Después, con la excusa de cenar, me metí en la casa y le espié desde la ventana. Pensé que se rajaría y pediría volver. Pero no. Se quedó allí, solito. Al poco tiempo le escuché llorar. No pude soportarlo más y salí a la calle. Juan, le dije, vuelve a casa, te queremos y queremos que estés con nosotros. Vale, fede, me dijo, pero luego me voy de casa otra vez. Está bien, hijo, lo que tú quieras, pero ahora pasa dentro que es de noche y hace frío.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Provincianismo


Somos unos provincianos. Vosotras también, no creáis que os libráis porque por una vez me haya dado por usar el masculino genérico. Sois unas provincianas. Yo, que soy de Murcia, suelo hacer gala de mi provincianismo. Una vez, en el metro de Madrid nos encontramos con Javier Cansado y nos acercamos a él como dos colegialas desquiciadas. Superada la emoción inicial estuvimos haciendo gracia sobre lo de ser murcianos (Mercedes de Albacete, pero provincia al fin y al cabo) y le dijimos que habíamos ido a Madrid solo a hacernos una foto con los leones del Congreso y a comernos un buen bocadillo de calamares. Debo reconocer que al verme rodeado por las luces de neón de una gran cuidad me siento como obnubilado y preso de una admiración envidiosa. Algo así parece pasarle al mundo entero con los USA.

Sí, de acuerdo, nadie va a venir ahora a cuestionar la importancia de las elecciones del martes que viene. El mundo se juega mucho entre el viejuno que lee los discursos de los mítines en pantallas gigantes y el hombretón guapo, apuesto e intelectual, aunque algo distante con el pueblo llano por lo que dicen. Muchas cosas pueden cambiar... o ninguna (apuesto por lo segundo).

Pero de ahí al alud mediático que nos arrolla estos días va un buen trecho. Joder, portadas y portadas de periódicos. Minutos y minutos en los informativos. Y ya lo de la SER clama al cielo, han mandado allí a media plantilla y a la hora que la pongas hablan de lo mismo. Dan ganas de pedir auxilio.

Esto está siendo irritante a más no poder. Nos estamos comportando como verdaderos paletos (y paletas, aunque esto suena a jamón). Lo más chungo de este imperio es que consigue más lacayos a cada hora que pasa. Claro que quizás tengan los años contados y en unas décadas los periodistas de más relumbrón del país se trasladen para cubrir en directo las elecciones en China
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PD: La foto del principio es del sin par Marcial Ruiz Escribano, personaje de Muchachada Nui.

domingo, 2 de noviembre de 2008

24 Hour Party People

He comprado casi todas las películas que se venden los viernes con Público al módico precio de 0,50 euros. Y no había visto ninguna hasta este fin de semana. Es difícil ver películas en casa. Juan ha monopolizado la tele, así que hay que verlas cuando ya duerme y para entonces no quedan fuerzas para aguantas hora y pico despierto delante de la tele. Pero la peli de esta semana era de lo más atractiva. En "24 Hour Party People" se cuenta la historia de Tony Wilson, un presentador de televisión que después de un concierto de los Sex Pistols tiene una iluminación y funda la discográfica Factory Records. En esa discográfica publicaron grupos como Joy Division, New Order o los Happy Mondays. Qué buena es la canción "Love Will Tear Us Appart" de los Joy Division y qué forma de bailar la de Ian Curtis. Un botón de muestra, la canción es "Shadowplay" y supongo que el que los presenta es el mismísimo Tony Wilson:





El final de la historia es algo desconsolador. Todo se va al garete. Un sueño que se queda en el camino o como dice un amigo mío: Otra mata que no ha echao. Debo reconocer que sufro una atracción enfermiza por las batallas perdidas, quizás por eso me encabezono en ser educador social, militar en causas perdidas y escribir. Me encanta invertir horas de esfuerzo y quintales de ilusión en trabajos baldíos.

La película me recordó una historia de Roberto Bolaño. Voy a tener que contarla de memoria porque le dejé el libro a mi primo Emilio. Bueno, en realidad más que dejárselo me lo intentó robar. Lo tengo castigado a no dejarle nada más hasta que no me devuelva el DK2 de Frank Miller, un cómic denostado por casi todos pero que a mó, fan fatal de Miller, me gustó. Se lo dejé hace años y, después de negar que lo tenía para no reconocer que lo había perdido, lo encontró pero, por alguna razón, se niega a devolvérmelo. Como le dije que no le dejaba el libro de Bolaño intentó quitármelo sin que me enterara. Pero años trabajando en Los Rosales han desarrollado en mí una habilidad especial para saber cuándo me la quieren pegar. Lo pillé llevándoselo y opté por prestárselo, posiblemente de forma indefinida.



En la historia del escritor chileno (en la foto de abajo) se cuenta el empeño especial de un zapatero rico y famoso. El hombre, que de tener una zapatería pequeña pasó a calzar a la jet set europea, decidió construir la Colina de los héroes. Iba a ser un cementerio colosal en el que serían enterrados todas aquellas personas que hubieran tenido una vida heroica. Su sueño le supuso abandonar su empresa de calzado, tuvo que trasladarse a vivir a los pies de la colina y dilapidó toda su fortuna. Al final, como con Factory Records, la cosa se truncó y quedó en un simple recuerdo. Muchos años después, alguien visitó la Colina de los héroes y la única tumba habitada que encontró fue la del zapatero. Todo un héroe.


Admiro profundamente a la gente que se entrega a un sueño, más si cabe si fracasan.