Cada miércoles un cuento en El Estafador

jueves, 11 de diciembre de 2008

Los Rosales, de nuevo


Esta noche, mi barrio vuelve a irse a dormir con el corazón en un puño. Ya conté cómo estaba la situación en otro post. Desde entonces pocas cosas han cambiado. Si acaso hay más policía, de paisano y de uniforme. Algunos no quieren aprender que ciertas situaciones no se solucionan a base de policía. Eso en una verdad como un puño, el mismo que atenaza a Los Rosales, lo quieran aceptar o no los responsables políticos.

No sé cuántos antidisturbios lo estarán patrullando ni cuántas mentes alteradas estarás haciendo planes violentos, pero seguro que son un montón. El domingo, después de ver de refilón por la tele los altercados de Almería dije por esta boquita proverbial mía: Esto no puede ser, Almería nos toma la delantera, tendremos que montar una nueva pelea en Los Rosales para volver a estar en el candelabro. Evidentemente no lo dije en serio pero desgracia que invoco desgracia que sucede.

El lunes, unos chavalillos marroquíes le robaron el monedero con tres euros a un viejete español. Al día siguiente, el nieto del viejete se dedicó a tirar petardos a la casa de una familia marroquí, aparentemente relacionado con los ladronzuelos. Uno de los petardos cayó en la cama en la que estaba un bebé de cinco meses y le hizo una pequeña herida cerca del ojo. La familia salió a la calle enfadada y en un visto y no visto ya estaban españoles y marroquíes liados a palos, literalmente.

Hoy, al hijo del viejecete y padre del niño que tiró el petardo, cuatro encapuchados le han dado una paliza y lo han mandado al hospital. Esta tarde la tensión se podía mascar. De hoy no pasa, feder, me ha dicho un vecino del barrio, esta noche bajan los cabezas rapadas. Mientras, la policía subía y bajaba por la calle sin saber qué hacer.

Yo me he ido a la reunión quincenal de entidades que estamos trabajando en el barrio. En ello estábamos cuando ha llegado el cura. Atención a lo que sigue que es la bomba: lo mandaba el jefe de los antidisturbios para que bajáramos a la calle Plátanos a calmar y disolver a la gente. Tal como suena. Una vez lo hubiéramos hecho, ellos se dedicarían a parar gente y pedirle los papeles. Con un par. Sí señor, eso son antidisturbios y lo demás son tonterías. Evidentemente les hemos dicho que se encargaran ellos de disolver a la gente, que para eso cobran.

En fin, suma y sigue. Tengo la terrible sensación de que todo el barrio está deseando estallar y hasta que eso no pase la cosa no parará. Espero equivocarme. De verdad que lo espero.

No hay comentarios: