Cada miércoles un cuento en El Estafador

viernes, 30 de enero de 2009

Biblioteca, la solución final

Mi madre tiene un multiprecio, antes llamado todoacien. Cuando vivía en su casa tenía que, me gustara más o menos (lo odiaba), arrimar el hombro en el negocio familiar. A veces me mandaba a hacer la compra a almacenes cutres a los que se llegaba por carreteras megacutres. Sin embargo, había uno de ellos que era de los más interesante porque entre los paquetoncios de papel higiénico y los blisters de librería, se podían encontrar cosas sorprendentes. Recuerdo una baraja porno que nunca me atreví a comprar, no por nada sino porque era francesa y para jugar al mus no nos venía bien. De vez en cuando aparecían cajas de preservativos tiradas por el suelo y llenas de polvo. Me preguntaba: ¿Quién será el loco que los comprará? Un día tuve que pararme y parpadear varias veces para confirmar que era cierto lo que estaba viendo. Era esto:


¡Novelitas pulp de La sombra y de Doc Savage! No me lo podía creer. Con disimulo colé un par en la compra, por suerte ni mi madre ni mi tía (socia del negocio) eran muy escrupulosas revisando las facturas. En posteriores visitas fui comprando más hasta que dejé de ir o no encontré más, no sé qué pasó antes.

Y así llegamos hasta ayer, cuando me puse delante de mis libros a ver cuál me leía. Todos los puntos los tenía la relectura de Los perros de la Morrigan, un libro de fantasía escrito por la irlandesa Pat O´Shea y que en su momento me encantó. Pero entonces vi "Asesinos en acción", una aventura de Doc Savage escrita por un tal Kenneth Robeson y tomé mi decisión. El título original, "The Quest Of The Spider" me hizo tener dudas sobre la traducción (mi inglés de COU me hace sospechar que Spider no quiere decir asesinos ni Quest acción) y algunas metáforas rimbombantes estuvieron a punto de hacerme desistir. Pero la historia parecía divertida. Anoche mismo lo empecé.

jueves, 29 de enero de 2009

Piropos de doble filo


Cuando María, una mujer del barrio en el que trabajo y con la que tengo muy buena relación, conoció a Juan me dijo: Feder, sinceramante tengo que decirte que nunca me imaginé que pudieras tener un hijo tan guapo. Me han llamado feo muchas veces pero nunca de esa forma tan disimulada.

Ayer, hablaba con Mercedes del blog y opinó que el mérito estaba en hacer un blog con una vida tan vacua. ¿Estás diciendo que mi vida es vacua? Yo no, lo dices tú mismo en tu blog. No, no, no, yo lo que digo es que las cosas que cuento en el blog son vacuas. ¿Me quieres hacer creer que las cosas interesantes que te pasan en la vida te las callas, Clark Kent? (Como luego os ponéis puntillosas, advertiré que Mercedes no mencionó la identidad secreta de Superman pero hubiera estado bien hacerlo, por eso lo pongo yo de mi orden.) Mercedes, viendo que empezaba mi transformación, le dijo a Juan: Juan, corre, ve dándole a la alarma de dragones.

Biblioteca

Hubo un tiempo muy muy lejano, en esta misma galaxia, en el que trabajaba a jornada completa, sin hijos ni hipoteca, y tenía dinero de sobra. Compraba muchos más libros de los que podía leer y los iba acumulando como una ordenada hormiguita.

Gracias a eso, ahora, cuando no sé que leer, puedo ir a mi biblioteca y rebuscar hasta dar con algún libro interesante y no leído. Voy a ver qué encuentro.

miércoles, 28 de enero de 2009

El día en que fui un vampiro


No sé si os he dicho que tengo miopía. Para ser preciso, una miopía de caballo. Así que cada dos años me toca revisión. Como sé de qué va la cosa, he tenido que organizar un lío tremendo, no solo por las horas que te puedes pasar en la sala de espera, tambien por las dichosas gotitas que te echan para dilatarte las pupilas y que te dejan hecho un búho para el resto del día. No voy a detallar el lío que he organizado, deberéis confiar en mí y creer que ha sido tremendo.

En la cita que me dieron en el centro de salud ponía que me verían a las 9.38. Que lo lees y piensas: coño, a las 9:38, esta gente controla el tiempo al dedillo. Pero no, se trata de una engañifa vil y miserable. A esos sitios hay que ir armado de paciendia y de buena lectura, algo del estilo de Los hermanos Karamazov, bien extenso.
Nada más llegar te llaman pero se trata de la engañifa número 2. Una enfermera te tapa un ojo y luego otro y te hace decir si la U se abre hacia arriba, hacia abajo o hacia los lados. Después te dicen que vuelvas a salir a la sala de espera y que le des razón de ser a su nombre esperando cinco minutos, engañifa número tres.

Allí sentado ves como se va consumiendo la lectura que tenías preparada para pasar el rato y como el resto de gente va entrando y saliendo. A la hora y media me he atrevido a, con voz tenue, indicarle a la enfermera que los cinco minutos que me había dicho que esperara ya habían pasado. Tienes que ser paciente, me ha dicho. Súplicas posteriores han conseguido que me dejaran para el último.

De la consulta he salido cuando ya no quedaba nadie, siempre me tocan a mí esos méritos incómodos, con un buen diagnóstico y una midriasis de campeonato (que se note que estuve seis años estudiando cosas médicas como un bruto). Con mis pupilas del tamaño de un agujero negro, me he acordado de un episodio de La Patrulla X en el que Donald Pierce, el líder de Los cosechadores, amenaza a Lobezo, crucificado en mitad de desierto australiano, con arrancarle los párpados y dejarlo allí al sol. Al final no lo hace y es que ya se sabe que los supervillanos mucho hablar pero a la hora de la verdad, nada de nada. Nenazas. En todo caso he dado gracias por tener mis párpados en su sitio y poder cerrarlos cuando he salido al sol.

He vagado por las calles como un vampiro repentino hasta que he conseguido coger un autobús que me llevara de vuelta a Espinardo. Por suerte, y a pesar de no ver un pimiento, he acertado y no me he metido en uno que fuera a Aljucer o Beniel.

Una vez en casa, he intentado recordar donde había metido el ataúd la última vez que lo usé. Pero como soy un desastre no lo he encontrado. Me he tenido que conformar con encerrarme en la salita bajando la persiana a tope y tapando las rendijas que dejaba la puerta con toallas para que no se colara ni un rayo de luz. Y en la reconfortante oscuridad me he quedado dormido.


PD: Esperando a que las pupilas me crecieran más allá de los límites humanos, he escuchado que la doctora le explicaba a un paciente que al hacernos mayores los ojos producen cada vez menos lágrimas. Ya decía yo que últimamente lloraba menos, si hasta puede escuchar la canción de Marco sin convertirme en una Magdalena.





PDII: Gracias a mi madre y a mis hermanas que una vez más han hecho más llevadera la crianza, y las visitas médicas.

PDIII: Gracias también a Mercedes, que me ha llevado al trabajo, evitando así que me estrellara en mitad de la autovía cegado por el sol. Algo que hubiera resultado muy molesto.

martes, 27 de enero de 2009

¡Salimos en Lo que España compra!


Pues eso, que la lista de la compra que hizo Mercedes y que perdí y encontré haciendo la compra con Darío ha sido publicada en Lo que España compra, un blog de lo más original.

Se puede ver aquí.

(He intentado dejar un comentario pero Blogger no estaba por la labor. Lo intentaré mañana.)

En el dentista VI o El hombre biónico II (¿The End?)

En el último mes y pico he salido a una visita semanal al dentista. La última fue ayer, con ORC El devastador. Cada vez me cae mejor. Sigue con el grado justo de melanina en la piel y sin un pelo fuera de su sitio, todos bien disciplinados a base de gomina. Un día me vio con una bolsa de Historietas y desde entonces hablamos de tebeos cada vez que voy. Resulta que fue lector de Marvel en aquellos primeros tiempos de Vértice y Bruguera. Pero hizo algo imperdonable: se deshizo de su colección de tebeos. Niños y niñas, nunca hagáis algo así. Buscad un sitio alejado de la humedad y de la luz del sol, proteged cada ejemplar con una bolsita de plástico, ordenadlos según el criterio que creáis conveniente y guardadlos para toda la vida (y si es posible, releedlos de vez en cuando, que al precio que tienen hay que sacarles bien el pringue).


La visita más emocionante de las últimas cinco fue la primera, con El dueño del taladro. En esa visita me diría si el tornillo de titanio-pero-a-precio-de-oro había fracasado o no en su misión de implantar en el hueso de mi mandíbula. Mi particular Operación triunfo molar me tenía en vilo. La noche antes soñé que me encontraba con ORC El devastados en uno de esos escenarios oníricos que no se pueden identificar. Me decía que habían cambiado la empresa que les hacía las muelas y que, sintiéndolo mucho, la mía iba a ser amarilla. ¡¡¡¿¿¿AMARILLA???!!! le grité indignadísimo. De eso nada, con lo que me ha costado yo quiero una muela blanca y bien blanca. Como era un sueño, defendía mis derechos a capa y espada. De haber sido el mundo de la vigilia me hubiera limitado a sonreír forzadamente y a aceptar resignado la muela que me ofrecían.

A lo que iba. En esa visita con El dueño del taladro, me senté en esos sillones ergonómicos de los dentistas, hechos para distraerte de los instrumentos de tortura que pueblan toda la consulta y rogué porque todo saliera bien. Si os acordáis, había decidido dejar de fumar porque eso incrementaba el riesgo de fracaso en el implante. Tengo que decir que lo conseguí. Como no se trataba de dejarlo del todo sino temporalmente, me fumé uno por semana, más o menos. Mi parte estaba hecha, ahora solo faltaba que las células óseas hubieran hecho bien su trabajo asegurando el tornillo al resto del hueso.

El dueño del taladro empezó a trastear en mi boca y yo me sentí como en una de esas películas en las que el protagonista se despierta después de un accidente y, deslumbrado por la luz de la lámpara de quirófano, distingue las confusas siluetas de las médicas y los enfermeros, todos con sus mascarillas tan sospechosas. Sin saber por qué, me acordé del Cirujano general de los tebeos de Martha Washington:


Estaba tan nervioso como antes del examen práctico de Locomotor, el oral de Cirugía, la vez que le pregunté a Mercedes si quería ir a al cine a ver "Poderosa Afrodita" conmigo o cuando defendimos el proyecto de Los Rosales delante de la concejala del ramo. Por fin llegó el veredicto: Está todo bien. Suspiré aliviado. Solo hay un problema. Vaya, ya decía yo. Mi encía es muy alta, lo que obligó a El dueño del taladro a poner una base de palanca muy alta, lo que a su vez implica que toda la fuerza que recibe la muela se traslada a la base del tornillo, lo que a su vez supone que el riesgo de que el tornillo se afloje con el tiempo aumenta. La dicha nunca es completa en la casa de las clases medias. Maldita física de palancas.

En las siguientes visitas me tomaron medidas de la muela, me rompieron la encía un par de veces, me colocaron un tornillito de cicatrización y alguna que otra cosa más. En la penúltima de ellas fue cuando me colocaron mi estupendísima muela de porcelana. Mi conversión en hombre biónico había acabado. Ya estoy un poco más cerca de parecerme a Robocop o al mismísimo Darth Vader.



lunes, 26 de enero de 2009

No puedo apartar mis ojos (de esos tremendos bigotes)


Ayer pensé en escribir un post titulado "Gesto de amor" en el que me limitaría a contar que había dejado que Mercedes pusiera el último disco de Raphael, ese en el que hace duetos. Se sobreentendería que el gesto de amor era aguantar tamaña tontería musical. Luego dudé si dejarme llevar y ponerme radical, que es algo que me encanta y que últimamente hago poco. De haberlo hecho habría dicho algo así como que los cantantes de derechas deberían atragantarse al cantar canciones con versos de Machado. Sí, sí, ya sé que Yosi, el cantante de Los Suaves, dijo lo de que las canciones son de aquellos que las cantan, pero, qué queréis que os diga, me molestó escuchar a Raphael cantanto lo de caminante no hay camino. Quizás porque con los años me vuelvo algo pusilánime y porque no me apetece molestar a nadie que lea este blog, algo que estroperaría mis planes de llegar al millón de visitas diarias, me hubiera decantado por no hacerlo. De todas formas, al final me dio pereza y como ya había subido lo del bestiario, me dije: bah, no lo hago, mejor me echo una partidita a Madagascar 2 con Juan.

El disco de Raphael es, básicamente, una castaña. La canción que canta con Alejandro Sanz estuvo a punto de convertirme en Napoleón y gritar, con la mano guardada en el pecho, aquello de que la música es el menos desagradable de los sonidos. En vez de eso me limité a vomitar. Salvaría alguna canción como la de "Mi gran noche", más que nada porque me recuerda a cuando visitaba a mi hermana en Madrid y ella y sus despampanantes amigas de la facultad de periodismo liaban al portero de la Moroco para que nos dejara pasar gratis y bailábamos all night long. También salvaría la versión de "Can´t Take My Eyes Off Of You", un pedazo de canción que soporta cualquier versión que se le haga. La busqué en youtube, un vicio delicioso, y me encontré con un vídeo impagable de los Boys Town Gang que os voy a poner. Atención a los subyugantes bigotes de los bailarines y a esos chalecos, mataría por uno así. Todavía me quedo perplejo al pensar en las horas y horas y horas que tuvieron que dedicarle a la coreografía, especialmente brillante en el estribillo. Que lo disfrutéis.

domingo, 25 de enero de 2009

Bestiario del hombre ama de casa: El dragón






Según la "Enciclopedia de las cosas que nunca existieron" (un título inexacto al contrario que los exhaustivos y contrastados datos que guarda en su interior) los dragones son monstruos aéreos del orden de los reptiles, se clasifican como serpientes y se dividen en cinco familias y numerosos géneros y subespecies.


Entre esas cinco familias está la formada por los dragones mediterráneos o levantinos (Draconis cappadocieae). Una de las características de estos dragones, que lo emparejarían directamente con el hombre ama de casa (además de su ubicación geográfica), es el hecho de que no duerman nunca. Siendo rigurosos, habría que matizar: no es que el hombre ama de casa no duerma nunca, pero lo hace poco y mal, al menos según su punto de vista.


Por su parte, la película "El vuelo de los dragones" cuenta como, al separarse el reino de la magia y el de la ciencia, los dragones optaron por quedarse en el primero, desapareciendo de nuestro mundo. Sin embargo, todavía es posible advertir manifestaciones draconianas en la Tierra. Sin ir más lejos en el hogar del hombre ama de casa.


Una de ellas la encontramos en su hijo Juan, especialmente cuando está acatarrado. En dichas ocasiones, su aliento al despetar es propia de un Draconis albionensis o Escupefuegos.


El hombre ama de casa también ruge y escupe fuego de vez en cuando. El domingo pasado se empeñó en colocar un toallero en el cuarto de baño. Sabía que la cosa podía salir mal porque los azulejos habían sido puestos con el culo de los albañiles y al intentar taladrarlos podían partirse. Y eso fue lo que pasó. Cuando vino a darse cuenta, el hombre ama de casa había dejado el cuarto de baño peor que si hubiera sido bombardeado. Entonces su familia hizo sonar las sirenas de alarma de dragones y se puso a cubierto de sus rugidos, sus improperios y las llamaradas que se escapaban de su boca.

sábado, 24 de enero de 2009

Este es un trabajo para...


Era una mañana de viernes inesperadamente cálida, solo en Murcia puede hacer treinta grados en pleno mes de enero, cuando sonó el teléfono. Me sobró la mitad de un segundo para confirmar que al otro lado no hablaba una pelirroja con muchos problemas y pocos escrúpulos. Otra vez sería.

-¿Alfredo?

Alfredo era un compañero con el que siempre me confundían. A saber por qué. Se trataba de un tipo grande, rubio, bonachón y demasiado parlanchín. Poco que ver conmigo.

-No. Soy Fede.
-Fede, tú también me sirves.
-Antonio, deberías saber que no me gusta ser segundo plano.

Ignoró mi comentario y siguió a lo suyo. También deberías saber que no me gusta que me ignoren, debería haberle dicho. Pero por esa vez lo dejé pasar.

-Anoche entraron en mi garaje y me robaron las bicicletas. Y he pensado que como tú conoces a los críos del barrio que son... bueno, que hacen esas cosas, podrías tirar un cable por ahí y ver si te enteras de algo.

Había que reconocerle una cosa a Antonio: sabía a quién acudir cuando tenía problemas.

-¿Cómo eran las bicicletas?
-Pues eran dos, de montaña. Una BH y una Progress. Valen dos mil euros cada una.
-Veré lo que puedo hacer. Si me entero de algo te llamó.

Le conté la llamada a Ana mientras me liaba un cigarrillo. Los dos nos miramos pensando en los mismos chiquillos. ¿Demasiados años trabajando en el mismo barrio?

-Voy a darme una vuelta a ver si consigo algo -dije.

Salí a la Plaza Madroños y me dirigí a casa de los sospechosos habituales. El calor me molestaba pero el jersey de punto quedaba muy bien con la camisa. Aguanté como pude las temperaturas veraniegas. La suerte me sonrió y me encontré con A. antes de llegar a su casa.

-A. ¿qué pasa? Cuánto tiempo sin verte -Lo habían tenido alejado del barrio desde que más de cien marroquíes fueron a su casa con intención de lincharle a él y a su hermano-. Oye, necesito un favor. Resulta que a un amigo le han robado las dos bicis...
-Yo no sé nada.
-Seguro. A ver si te enteras de algo y me lo dices, ¿vale?
-Vale.

Su respuesta era tan sospechosa como la rueba de bicicleta que llevaba en la mano. Podría asomarme a su patio interior y ver si tenían allí las bicis pero después de haberle preguntado no me quería arriesgar. Así que me dirigí a la casa de las hermanas Vedrunas y les pedí que me dejaran mirar por sus ventanas que, precisamente, daban hacia el patio de A. No vimos nada.

Continué mi paseo entretendiéndome en discernir si los tipos con los que me cruzaba eran yonquis verdaderos o simples secretas. Llegué a la conclusión de que eran todo a la vez. Apuré el cigarrillo y lo apagué apretándolo contra una baldosa con la suela de mis Adidas Gazelle. Entonces me encontré con M.

Le expliqué lo que pasaba y no me dejó acabar:

-Yo sé quién ha sido. Si me das 20 euros te las traigo.
-Hecho. Tráelas y te pago.

Volví al despacho y llamé a Antonio.

-Parece que ha habido suerte -le dije-. De todas formas, no te alegres demasiado que todavía no las tengo.

Pasaba el tiempo y pronto me tendría que ir a recoger a Juan del colegio. Empecé a ponerme nervioso. Alfredo y Ana vigilaban detrás de las persianas por si veían aparecer a alguien con dos bicicletas. Decidí volver a las calles.

Nada más salir vi a A. cruzar la plaza montado en una bicicleta que respondía a la descripción que me había dado Antonio. Lo sabía, me dije para mis adentros, estos críos no aprenderán nunca. M. me estaba esperando.

-Hay problemas.
-¿Qué problemas?
-Piden 20 por cada una.
-Eso no es un problema.
-Y además... no se fían de que les pagues.
-¿Cómo que no se fían? Pero si soy yo. ¿Cuándo no he sido de fiar? Será mejor que me las traigas pronto, me tengo que ir a recoger a mi chiquillo del cole.

Entonces A. volvió a cruzar la plaza y M. lo hizo venir.

-Dale la bici al Feder.

Como A. se resistió, M. buscó argumentos de peso:

-Como no se la des ya, te reviento.

A., resignado y con una repentina cara de no haber roto un plato en su vida, se bajó de la bici y se la dio a M.

-No me des nada ahora, vamos a tu despacho -me susurró.

Allí nos fuimos y cerramos el trato sin que A. viera la entrega de dinero. Me dijo que la otra la tenía en su casa y que me la traía enseguida. Cumplió su palabra y yo la mía. Cuarenta euros por dos bicis que valían miles era un buen negocio. Ambos lo celebramos con un apretón de manos. Llamé a Antonio y le conté el final feliz.

Después de comentar la jugada con Alfredo y Ana miré el reloj.

-Llego tarde. Me voy.

Me dirigí al coche intentando aclarar si el fin del mundo se debería a una glaciación o a unas temperaturas infernales. El sudor que empezaba a cubrir mi frente hizo que me inclinara por la segunda opción.

Subí al coche y bajé todas las ventanillas. The Belles empezaron a cantar Come Back To Me. Arranqué y salí de allí con la satisfacción del trabajo bien hecho. Otra vez.


jueves, 22 de enero de 2009

Matemáticas pasmosas


Ella: ¿Vas a ir mañana al Mercadona?. Yo: Sí, tengo que comprar las truchas. ¿Truchas? ¿Otra vez? ¿Cómo que otra vez? No quedan yogures. No puede ser, si compré un montón el lunes. Pues no quedan.

Entonces hicimos cuentas. Dos niños. Dos yogures al día cada uno. Siete días a la semana. Total: ¡28 yogures a la semana! Empieza a ser urgente comprar un frigorífico más grande.

Cuando nos repusimos del pasmo continuamos la conversación. Yo: ¿Por qué has cambiado de tema con lo de las truchas? ¿Qué querías decir con "otra vez". Ella: No quería decir nada. Ya, seguro, me da mucho rabia que me tomes por tonto. No te tomo por tonto. Pues dime entonces qué querías decir con "otra vez". Que hiciste truchas hace poco. Pero esta vez las voy a hacer a la segoviana. Precisamente. No me lo puedo creer, me paso el día en la cocina, ¿y así me lo agradeces? No digo nada, solo que estaría bien que hicieras otras cosas. ¡¿Otras cosas?! Tengo un recetario de lo más extenso y variado. Bueno, vale, no quiero discutir. ¿No quieres discutir? pero si has empezado tú. De verdad, déjalo, me encantan las truchas a la segoviana. Seguro, pues que sepas que a las tuyas no les pienso echar jamón, hala.

miércoles, 21 de enero de 2009

Yo también

Todo el mundo habla de Obama y yo no iba a ser menos.

Como el tema está demasiado trillado y es posible que estéis hasta los pelos del mismo, voy a hacer lo siguiente para que os animéis a leer: empezaré con una frase efectista que ayuda mucho a captar la atención, seguiré con un aparente cambio de tema que gracias al ¿adónde querrá llevarme este? suele dar buen resultado, después expondré la idea central con un final feliz como es de esperar y acabaré con una postadata en la que contaré una anécdota personal. Ah, y no pienso decir en todo el texto lo del yes, we can... uy, vaya, ya lo he dicho... bueno solo diré dos veces el yes, we can (esta gracieta naïf también está pensada para congraciarme con quien lea esto y animarle a seguir). Empiezo.

(Frase efectista) El primer presidente negro de la historia de Estados Unidos de América no es negro.

(Aparente cambio de tema) En el barrio en el que trabajo hay una norma no escrita bastante machista: si alguien nace de padre gitano y madre paya es más gitano que payo; si alguien nace de padre payo y madre gitana es más paya que gitana. El padre es el que decide la marca de los hijos.

(Idea principal) Esa misma regla parece haberse aplicado a Obama, como su padre es negro, él es negro, aunque su madre sea blanca (en la foto con su hijo). En este caso es posible que más que machismo, la reducción se deba a cuestión de efecto y de simplicidad. Pero eso es igual de malo porque ni una razón ni otra son excusas para alterara la realidad. Obama es mulato. Y estaría bien que para una vez que el diccionario de la RAE permite ser precisos sin machismos ni simplificaciones lo usáramos.


(Final feliz) El hecho de que Obama sea mulato no le resta nada de valor al calificativo de histórica de su elección. Es más, yo creo que la hace más interesante. Mola más que sea mulato que negro porque eso quiere decir que viene de la mezcla, de la diversidad, que es más interesante que la pureza de cualquier tipo. La esperanza que promete su presidencia es mayor pensando que es mulato. Fuegos artificiales. Confetis. Fanfarrias.

Postadata (con anécdota personal): Ayer estaba trabajando cuando me llamó Mercedes por teléfono. Estaba indignada. Estoy viendo lo de Obama, ¡y hay un pastor evangélico o no sé qué que lleva media hora hablando! ¡¿A cuento de qué!? Es de lo más primitivo, me dijo, me están poniendo de los nervios. Estoy harta de los curas, están por todas partes. Son unos paletos, qué le vamos a hacer, intenté consolarla. Y ahora cariño, apaga la tele y cuelga el teléfono, anda, que estoy trabajando.

¡Maldición!

Esta mañana, al abrir el correo me he puesto muy contento: ¡diez comentarios al blog! Vaya, todo un récord. Pero al verlos la alegría se ha convertido en rabia porque siete de los diez eran comentarios con publicidad. Grrrrr. He pasado un buen rato borrándolos y maldiciendo a la publicidad. Como si no tuvieramos bastante con las llamadas telefónicas a la hora de comer y cenar, los folletos en el buzón, los anuncios de la tele, las cuñas de la radio, el spam...

He cambiado la configuración de los comentarios y he puesto lo de la palabra esa que hay que escribir antes de subirlo.

martes, 20 de enero de 2009

S


La misteriosa S del título bien podría ser de shopping, una actividad muy mod que últimamente es mi perdición. Yo, que era el ser más ahorrador sobre la faz de la Tierra, más que mi madre, ¡más que mi abuela!, más que nadie, me he vuelto un manirroto y no se me puede dejar solo en ningún centro comercial. Pero esa no era la cuestión.

Decía que la misteriosa S del título bien podría ser de shopping... una actividad que engancha como una droga dura, de lo más gratificante. Fijaos cómo estaré que ya me he gastado parte del dinero de febrero y le he tenido que pedir a Mercedes que a partir del mes que viene gestione ella mis gastos. Vaya, hoy no me centro. Vuelvo al tema.

Pero no, la misteriosa S del título no es de shopping y sí de small. Small como la rebeca rosa chulísima que me he comprado esta mañana. Es que casi toda la ropa que tengo es de tonos oscuros y me iba haciendo falta algo de color. Me queda bien aunque debería reconocer que quizás me he precipitado con la S. Pero hay que ser valiente. Además en esto de (a) perder peso y (b) mantener la línea (todavía estoy en la fase a) hay que quemar las naves. Es conveniente deshacerse de la ropa grande y la nueva comprarla pequeña. Así no habrá vuelta atrás, más que nada porque cualquiera engorda y vuelve a gastarse un dineral en ropa.

Y ahora me voy a comer que he hecho una olla gitana para chuparse lo dedos. Olla gitana que comeré con moderación, claro está.

lunes, 19 de enero de 2009

Ayer me comí a Bambi para cenar



Casi era la hora de la cena cuando vi a Juan cargando sobre sus hombros a Bambi, atado por una cuerda a la altura de sus cuatro pezuñitas. Rápido, Juan, grité, Bambi ha caído en una trampa, ¡tenemos que salvarlo! Que no, papá, me dijo calmadamente, es que Bambi está muerto. ¿Bambi ha muerto? No me lo podía creer. Mis fantasmas infantiles empezaron a apelotonarse pidiendo paso para salir en estampida y los ojos se me cuajaron de lágrimas. Si no hubo suficiente con la muerte de su madre, ahora esto.

Nos lo vamos a comer, dijo Juan. ¡¿A COMER?! Claro, papá, no ves que está muerto. Ah, sí, parece lógico; en ese caso yo quiero la paletilla. Siéntate, que en un momento está listo, concluyó Juan.

Y, efectivamente, en un momento sacó la bandeja del horno y me sirvió mi paletilla de cervatillo lechal. Exquisita, por cierto. Se deshacía en la boca.

Juan ha visto el filón y está preparando la versión Happy meal del plato, con su fruta y su Danonino y su todo:



domingo, 18 de enero de 2009

Bestiario del hombre ama de casa: La gacela de Thompson



Obviemos el espinoso debate acerca de si llevar cuernos es una ventaja o no. ¿Ya? Bien. Una vez hecho esto, se puede afirmar sin temor a meterse en camisa de once varas que la gacela es un animal vanguardia de la igualdad entre sexos: tanto el macho como la hembra tienen cuernos.

De entre todas las gacelas, la de más renombre es la Gacela de Thompson, que si bien sí es gacela, no es de Thompson, propiamente dicho. Este era un tipo pretencioso que pasaba por África y dijo: Vaya una gacela más graciosa, voy a ponerle mi nombre y así quedaré inmortalizado en los tratados de zoología. Las ansias de protagonismo de algunos no conocen límites.

Pero lo que más interesa de la gacela de Thompson es el hecho de que sea herbívora. Como animal herbívoro debe estar siempre alerta. No hay momento para relajarse, nunca se sabe cuando una leona te va a saltar sobre el lomo. Está bebiedo el agua fresquita que sale de su pozo favorito y está mirando de reojo por su viene un leopardo. Está cortejando a una gacela joven de buen ver y con el rabillo del ojo vigila que no venga ningún tigre. Está echándose la siesta después de hincharse de pasto fresco y tiene las orejas bien tiesas por si se escucha el acercarse sigiloso de una pantera.

Al hombre ama de casa le sucede algo similar. Pese a ser omnívoro tiene comportamiento de herbívoro. Ni un segundo puede bajar la guardia. Siempre al pie del cañón porque nunca se sabe cuando va a surgir un llanto amenazador y habrá que salir corriendo. No importa que esté en el baño descomiendo, en un concierto bailando, en el estudio viendo videos en youtube o escribiendo una entrada al blog, con su moza intentando recordar como era eso del amor, viendo un capítulo de "Mujeres desesperadas"... No importa porque en cualquier momento un fiero cachorro de humano puede atacar por la espalda dando al traste con ese momento inusual de tranquilidad.

viernes, 16 de enero de 2009

Tráfico

Menos mal que cuando nos compramos el Altea, Mercedes se negó en redondo a que incluyéramos entre los extras los misiles tierra-tierra, el lanzallamas o el rayo de la muerte, que si no...



jueves, 15 de enero de 2009

El acabose

Si os cuento lo que nos ha pasado a Juan y a mí no os lo creéis, yo todavía estoy perplejo.

Como ya escribí, los Reyes Magos le trajeron el avión de los clics. Anoche quisimos jugar con él. Ya lo teníamos todo listo cuando el piloto se ha negado a volar. Según el reglamento de vuelo de Playmobil, nos ha dicho, no se puede despegar después de las 21 horas porque a esa hora los niños tienen que estar ya en la cama, y son las 21:03. Nosotros tan contentos porque dábamos por hecho que el caos de Iberia no nos tocaba y nos encontramos con ese desplante inesperado.

Hemos intentado mostrarnos dialogantes y negociar con él. Pero, tío, le hemos dicho, no ves que entre los pasajeros hay familias con niños y bebés, no los puedes dejar toda la noche tirados en el aeropuerto. He dicho que no vuelo y no vuelo. El pájaro nos estaba haciendo una huelga de celo encubierta. Con que esas tenemos, ¿eh?, me he puesto firme. Pues, hala, a la puta calle.

Papá, puta no se dice. ¡Mamá! papá ha dicho puta y puta no se dice... Cuando Juan ha dejado de repetir puta aprovechando mi descuido, he cumplido mi amenaza. Hemos sustituido el avión por el dragón volador y se ha realizado el vuelo previsto. Algo incómodos, pero los pasajeros han salido en hora.

Al piloto le vamos ahora a aplicar el reglamento de la habitación de Juan según el cual el juguete que se niegue a jugar será desterrado al altillo del armario durante una semana, y allá se las vea con las pelusas gigantes que habitan en las partes altas de las casas.


El piloto negándose a volar (atención a la cara de vergüenza ajena de la asistenta de vuelo).


El dragón volador instantes después de tomar tierra con los pasajeros algo apelotonados.




miércoles, 14 de enero de 2009

Incomunicación


(La seño de Juan les deja llevarse cada día algún juquete, libro o lo que quieran. Luego lo presenta en la asamblea de primera hora de la mañana.)

Juan ¿qué vas a llevarte esta mañana al cole? Me quiero llevar el dromedario. (Aunque parezca increíble en casa no tenemos ningún dromedario... de momento.) ¿El dromedario? ¿Qué dromedario? Pues el que me trajeron los Reyes. Los Reyes no te trajeron ningún dromedario. Sí que me trajeron uno. Pues yo no me di cuenta. Que sí, papá, el dromedario de las palabras... el que me llevé ayer al cole.

Y así, antes de irnos hemos buscado la palabra dromedario en el diccionario que los Reyes le trajeron a Juan y que hoy se ha llevado al cole.

martes, 13 de enero de 2009

Mercedes se desmelena

Claro, tú te vas por ahí a correr y te relajas, pero yo, ¿qué tengo yo? Estoy harta. Pues, ya verás, ahora me pienso ir todos los sábados al cine. Uuuh, le respondí a Mercedes haciéndome el chulo, mira cómo tiemblo.

Esa conversación la tuvimos en Navidad. Llegó el sábado pasado y Mercedes debía cumplir su amenaza. Ante el momento de la verdad, la vi flaquear. Y yo, que soy un buen esposo (sin papeles y en pecado, pero esposo al fin y al cabo), la animé a que se fuera, incluso le sugería una película, como un general Sternwood venido a menos.

Al final se fue y se lo pasó muy bien. Ha decidido que sí, que lo va a hacer todas las semanas. Bien por ella.

Los hombres de la casa nos quedamos solos y yo les dije: Vámonos a Historietas a que me pille mi dosis mensual de tebeos. Estábamos listos y a punto de subir al coche cuando empezó a llover. Tocó retirada y nos metimos cabizbajos en casa. Juan dijo, literal: Qué mala suerte que esté lloviendo, papá, yo que me quería comprar un disco de Paul Weller. ¡Bien! Mi manipulación mental está surtiendo efecto. Si insisto, dentro de poco los hermanos Montalbán serán como los hermanos Davies o los hermanos Kubert. Los últimos dibujan tal que así, primero Andy y luego Adam:



(Yo soy más de Adam.)
Y hablando de los hermanos Davies, ahí va eso:








lunes, 12 de enero de 2009

Donde las dan, las toman



Por lo visto, comer no es una actividad autosuficiente y hay que hacer otra cosa mientras se come. Me acuerdo que con Juan teníamos una caja de galletas maría Fontaneda llena de juguetes que le íbamos dando poco a poco. Hay que ver lo rápido que se cansa la atención de un niño. A Darío le ha dado por el menaje de hogar y exige jugar mientras come con el cucharon de madera, el colador, los tenedores infantiles de la tienda sueca...

Ahora se ha empeñado en darme de comer al mismo tiempo que le doy yo a él. Su capricho nos pone a los dos perdidos de puré. Bueno, no pasa nada, cualquier cosa con tal de que coman. Basta con ponerle a él un babero más grande de lo normal y a mí embutirme en un traje de buzo, muy apropiado para estos casos (las manchas no agarran en el neopreno).

Me cago, con perdón, en las técnicas de venta


El día ha empezado regular. La radio se ha encendido a su hora pero muy flojita. Solo hemos reaccionado cuando Juan Ramón Lucas ha dicho eso de son las ocho, las siete en Canarias. Parecíamos Hugh Grant en "Cuatro bodas y un funeral": Las ocho, joder, joder, joder... Hacía siglos que no salía de casa sin ducharme.

Como era lunes, nos hemos ido Darío y yo a hacer la compra de la semana. Al pequeñín le encanta ir a Mercadona. Va subido en el carro, toqueteándolo todo, y, lo que más le gusta, le da a los botonces del ascensor para subir del párking a la tienda y viceversa.

En Mercadona compro según la técnica del recorrido fijo: entro por un pasillo y salgo por otro, siempre los mismos, y voy comprando según voy viendo. No os creáis que me dejo llevar, al contrario, soy muy comedido. Compro sin lista, improvisando. Pero hoy llevaba una lista muy larga que me había hecho Mercedes y no tengo costumbre de comprar con lista. (Por cierto que he perdido la lista y al encontrarla tirada en mitad del pasillo de la carne he pensado que podría subirla a Lo que España compra, pero claro, era una lista mía perdida y encontrada por mí y creo que no son las reglas del blog).

No encontraba nada de lo que buscaba y tenía que volver atrás una y otra vez. Pensaba que era cosa de la lista y de mi proverbial torpeza. No paraba de dar vueltas y de lanzarme autoreproches: Qué zafio estás esta mañana, no te enteras de nada, pero miras que eres torpe... Entonces he escuchado a un hombre que decía entredientes: Qué manía de cambiar las cosas de sitio, [palabrota]. Claro, así que era eso. Yo no estaba más necio de lo que ya suelo estar, es que habían cambiado los productos de sitio para hacernos ver cosas nuevas y que las compremos. No saben nada estos de los comercios. Listillos.

He salido tan mareado de Mercadona que he sentado a Darío en la silla del coche de Juan. Tendríais que haber visto su cara de emoción. Uau, por fin me siento en la silla de los mayores. Por suerte, me he dado cuenta y lo he devuelto a su sitio. Es que yo para la seguridad en coche soy muy estricto.

domingo, 11 de enero de 2009

Bestiario del hombre ama de casa: El oso


El oso es un animal inteligente donde los haya. Después de pasarse la primavera y el verano comiendo como un oso, de ahí su nombre, cuando llega el otoño y se intuyen los rigores del invierno, se refugia en su cueva. Allí se pasa meses durmiendo a placer. Cuando llega de nuevo la primavera, está descansado como una rosa y esbelto como una sílfide.

El hombre ama de casa piensa con envidia en el oso ahora que es invierno en su ciudad y tiene que pasarse el fin de semana encerrado en casa escuchando a sus crías gruñirle para que les de más pan o gritarle para que se pase él la pantalla de los lagartos del videojuego. Los osos sí que saben cómo montárselo y no el hombre ama de casa.

sábado, 10 de enero de 2009

Dos postdatas a la entrada de los Reyes Magos


Postdata primera. Si os fijáis bien en mi montoncito de regalos, veréis una cajita envuelta en papel verde manzana. Dentro había dos entradas para el concierto que Sr. Chinarro dio en Murcia el 8 de enero, jueves, que ya hay que tener mala idea para dar un concierto en jueves. Era en la sala Stereo y como salgo menos de lo que debería, la confundí con la sala Audio.

La sala Audio es una sala de conciertos modernos e indies que está al lado del Auditorio de Murcia, que a su vez está rodeada de un descampado muy apropiado para cometer toda clase de fechorías. Allí nos plantamos Mercedes y yo a la hora acordada y vestidos como dos pinceles. ¿Seguro que es aquí?, preguntó Mercedes, no se ve a nadie. Que sí, dije seguro de mi mismo, que aquí vine yo hace un año al concierto de La casa azul. Dimos vueltas y más vueltas y todas las puertas que veíamos estaban cerradas. No se veía un alma. Nos van a robar los órganos. Algo tuvo que pasar en el viaje de estudios que Mercedes hizo a Tailandia porque desde entonces su máximo temor es que le roben los órganos. Mantengamos la calma, propuse, deja de pensar en tus organos y llama a mi hermana para que busque la sala por Internet. Laura, la susodicha, no tuvo que mirar nada en la red, sabía de sobra donde estaba la sala Stereo, ella sale como es debido. ¿Para qué lo queréis saber? Oh, por nada, mentí, simple curiosidad. La batería del móvil vino en mi auxilio y se apagó.

El retraso habitual en este tipo de actos y el músico telonero evitaron que mi error nos hiciera llegar tarde. Una vez dentro comprobé que iría hecho un pincel pero había cometido un error fatal: vestirme con un jersey de punto chulísimo y baratísimo que me acababa de comprar en las rebajas de Pull & Bear. Todo el mundo iba con el mismo jersey. Maldición.

El concierto fue muy bueno a pesar de la manía que tenían los dos guitarristas de afinar el instrumento después de cada canción. Nunca vi a nadie tan puntilloso.

Me encanta Sr. Chinarro. El tipo es un poeta como la copa de un pino. Tiene una canción dedicada a los tímidos, algo frívola y cachonda, en la que se permite usar unos versos como estos: "y celebremos nuestra unión / dispersa como la de las olas". Si yo tuviera una idea así (unión dispersa como la de las olas) la reservaría para un poema épico o catastrófico. Pero el tío va sobrado y hace lo que quiere. Escribe versos espectaculares a puñados, mirad si no este: "pudo ser un amor del montón / pero todo el montón era mío". Y, ahora, si os apetece lo podéis escuchar y ver:



Hay una entrevista con Joaquín Reyes la mar de interesante, pinchar aquí. Y yo escribí un cuento pop con una de sus canciones, pinchar aquí.


Postdata segunda. En la casa de mi madre, los Reyes le trajeron a Juan el juego de Madagascar 2. No he visto nada igual: no hay quien lo arranque de la videoconsola. Por favor, qué enganchado está. La verdad es que el juego es muy divertido. Es algo difícil para él (en la caja lo recomiendan para mayores de siete años) así que me tengo que sentar a su lado para ir pasándole las pruebas que se le atragantan. Y yo encantado de la vida, porque el videojuego tiene el nivel de dificultad justa para mí. Me encanta. No sé si cuando termine esto, son más de las doce de la noche, iré a echar unas partiditas.

Breve presentación de un ombligo


Hola. Soy un periodista paleto de Madrid, la capital del reino. Soy tan, tan, pero que tan paleto que considero Madrid el centro del universo y si nieva en mi calle pienso que es algo tan importante que abro los informativos con eso.

jueves, 8 de enero de 2009

Los Reyes, mejor, gracias




A pesar de nuestro republicanismo furibundo y combativo, celebramos los Reyes Magos por todo lo alto. Y Juan ni os cuento. El ritual lo hacemos por entero: agua y hierba para los camellos (recién recogida del descampado que hay enfrente de casa), un trozo de roscón para los Reyes, zapatos lustrosos para que sepan donde dejar los regalos (también en la casa de mi madre donde los Reyes son un despendole)...

Tuvimos mucha suerte y nos dejaron todo lo que pedimos. Eso suele tomarse como señal de que uno se ha portado bien, pero no sé, creo que es una falacia inventada por los padres y tener a los hijos asustados. Odio cuando escucho a alguien decir: Nene, portate bien o si no los Reyes no te traerán nada. Lo peor de todo es la tentación de recurrir a ese vil argumento, por suerte he sido fuerte y no lo he dicho.

Después de abrir los regalos, descubrí una cosa fenomenal: los camellos habían dejado huellas en casa. Las huellas iban desde la puerta a la salita, donde estaban el agua y la hierba. Se lo dije corriendo a Juan, quien, después de saltar de emoción llegó a una conclusión de lo más sorprendente. Según él, las huellas las habían dibujado los Reyes con tiza. Pero ¿por qué iban a hacer tal cosa? Todavía no me lo explico. Tomé fotografías para dejar testimonio gráfico del fenómeno:



A Juan le trajeron el avión de Playmobil. Mirá, mamá, dijo mientras lo montábamos, por fin un clic negro. Es verdad, tiene un montón de clic y ninguno era negro. Lo triste es que el clic negro no era el piloto, ni un pasajero sino un mozo de carga, el que lleva los equipajes. Prefiero no sacar ninguna conclusión.

A mí me trajeron varios tebeos de Bone, algunos discos (en vinilo) y unas desert boots, también llamadas safaris, también llamadas pero-si-eso-son-las-pisa-mierda-de-toda-la-vida-deserts-boots-deserts-boots-pero-mira-que-te-has-vuelto-imbécil-con-tanta-tontería-mod.

Bone es uno de los mejores tebeos que he leído en los últimos años. Tiene de todo: dragones, princesas, amor, aventuras, misterio, unos malos espectaculares (las mostrorratas), un dibujo encantador... Por si fuera poco, Fone Bone, el protagonista, está obsesionado con Moby Dick, ¡igual que yo! Además se puede leer con niños. A Juan le encanta. Totalmente recomendable.



Entre los discos había un capricho: la reedición de todos los EPs de Los Salvajes. Os dejo un video:




Voy a acabar con las últimas dudas que estas Navidades me han planteado: Si los Reyes vienen el día 6, ¿qué ansia de comprar de todo le da a la gente el mismo día 5? Mira que son acaparadores. Tengo otra: ¿Cómo pueden los Reyes comerse y beberse todo lo que les dejan sin reventar? Verdaderamente deben ser magos.

lunes, 5 de enero de 2009

Cuentos

Por aclamación popular (¿quién dijo hipérbole?) subo dos cuentos pop nuevos. Ya sabéis: haced clic en el link de al lado. (El lenguaje de los blog abusa de la cacofonía: subí un post a mi blog, haced clic en el link...)

Compresas


Ya salí una vez en defensa de los poetas (se ve que está en cursiva ¿no?) del PP. Pero esta vez tengo que criticarlos. Alguno de ellos ha pasado la consigna de que esta cosa de la financiación autonómica huele a sardana. ¿Pero qué tontería es esta? Hasta las licencias poéticas deben ajustarse a ciertos límites. Si querían decir que está hecha para contentar a los catalanes (esos seres diabólicos) tendrían que haber dicho que suena a sardanas. O si querían insistir en lo del olor haber dicho que huele a butifarra. Incluso, aprovechando las fechas, que huele a aquello que mejor produce el caganer. Al final la consigna les ha quedado como un cutre remedo del anuncio aquel. ¿A qué huelen las cosas que no huelen?

viernes, 2 de enero de 2009

Premios ELECTRO 08


Una de las cosas que hacemos Mercedes y yo es, al acabar el año, conceder unos premios a nuestros electrodomésticos favoritos. Este año los galardonados han sido:

PREMIO REVELACIÓN 2008: LAVAVAJILLAS. Reconozco que era algo escéptico con este electrodoméstico, no sé por qué, la verdad. No diré que ha cambiado mi vida de ama de casa pero la ha mejorado notablemente. La de Mercedes también, así que ha sido el claro ganador.

PREMIO AL ELECTRODOMÉSTICO DEL AÑO: LAVADORA. Año tras año, la lavadora era injustamente olvidada en nuestra concesión de galardones. Claro, como siempre había estado allí no veíamos en ella nada de especial. Pero hemos decidido acabar con esta injusticia. Cualquiera que haya tenido que lavar a mano alguna temporada estará de acuerdo con la elección.

PREMIO IN MEMORIAM: BATIDORA. Hemos perdido la cuenta de las papillas de frutas y los purés que hemos hecho con ella. Nos ha acompañado tantos años... Fue una verdadera tragedia verla morir en acto de servicio. Ese olor a quemado mientras preparaba la comida de Darío no presagiaba nada bueno.

Melodrama

Juan tiene una vena dramática que, como diría mi abuela, no sé de dónde la ha sacado. Le estaba poniendo un suéter de cuello vuelto y al metérselo por la cabeza he tenido que hacer fuerza. Se ha puesto a llorar escandalosamente. Anda, Juan, no llores que no ha sido para tanto. Es que, ha gimoteado señalándose la cabeza, casi me arrancas de donde pienso.

jueves, 1 de enero de 2009

Apuntes navideños (II)

Tardé seis años en ser presentado a mis suegros. Seis años ya de novio de Mercedes, se sobreentiende. Las razones que se me ocurren para este despropósito son tres:

a) Algo misterioso relacionado con la insondable identidad manchega.
b) Mercedes se avergonzaba de mí (ídem para la forma verbal de presente de indicativo).
c) Mercedes no daba un duro/tres céntimos por nuestra relación, así que para qué molestarse.

Me inclino por la opción a), más que nada porque es la más peliculera y la que me deja mejor parado. Aunque, bien pensado, y haciendo memoria, la b)... Mejor sigo con el post.

Esa primera visita fue en Nochevieja, una fecha que en la casa de Mercedes se celebra por todo lo alto. Desde entonces, todos los 31 de diciembre los pasamos en Albacete.

Son muchas las tradiciones con las que adornan la fiesta: KissFM a todo trapo, la calefacción y la chimenea caldeando la casa hasta el sofoco, un menú cinco tenedores... Una de las más peculiares, no sé de nadie más que lo haga, es que los regalos son esa noche. Pero es extraño, porque para esa fecha, Papá Noel ya está de vacaciones y los Reyes Magos todavía no han iniciado el viaje. ¿Quién se encarga de ellos, entonces? Llevo años preguntando discretamente e informándome en secreto para desvelar el misterio y todo apunta a que ¡compran ellos mismos los regalos! Del todo punto increíble.

Lo mejor de los regalos es que nos suele
caer una paletilla de jabugo para chuparse los dedos. Solo le pondría una pega: nos cuesta un montón hacerle sitio en la encimera de la cocina.

En Nochevieja mi suegra es el máximo exponente del
melting pot estadounidense (¿Habéis visto que palabrejas más chulas uso? Que se note que pasé años estudiando la interculturalidad.). Junta en ella misma todas las tradiciones mundiales de despedir el año invocando la buena suerte. Así, tira un vaso de agua por la puerta, come lentejas, barre los rincones, pronuncia asertos debajo de la mesa, se come las uvas... En mi opinión, y con mis humildes conocimientos de magia, me atrevería a afirmar que varios sortilegios a la vez tienen el mismo que varios antivirus en un ordenador: se molestan y anulan entre ellos. Quizás el año que viene me arme de valor y se lo diga.

Juan lleva con gastroenteritis desde el lunes, el pobre. Como el mismo dijo el martes por la noche: Papi, ha sido un día espantoso. Su madre le preparó, en vez de las uvas, doce trocitos de zanahoria hervida. No conseguimos explicarle bien en qué consistía lo de las campanadas y los cuartos y en cuanto empezaron a sonar, se puso a comer como un loco. Al terminar, gritó: ¡He ganado, he ganado! ¡He terminado antes que nadie!

Después pudimos comprobar que a Darío no le van nada las bolsas de cotillón. No le gustó lo más mínimo ver a tantos adultos perder la poca dignidad que les quedaba vistiéndose con sombreros estrafalarios, collares hawaianos y narizotas de pega. Le dio tanta pena que a punto estuvo de romper a llorar.

Bueno y ya para terminar, nada mejor que empezar el año cargados de sensaciones con una canción muy emocionante. The Last Shadow Puppets (¿cómo diantres se traducirá eso?) cantan "Standing Next To Me". Feliz 2009.




(Esta mañana, después de dejar a Darío durmiendo su siesta de media mañana, me he ido a correr. Ya sé uno de los motivos por los que necesito tanto hacerlo. Porque correr es como huir.)