Cada miércoles un cuento en El Estafador

viernes, 31 de octubre de 2008

¿Lee Julián Hernández este blog?

En la columna que Julián Hernández (Siniestro Total) escribe los viernes en Público (todavía no lo han subido a su blog) habla del rumor del que me hice eco hace unos cuantos post: el insólito hecho de que varios contructores murcianos se estén lanzando desde lo alto de los edificios más altos. O el rumor corre como la pólvora o la respuesta al título de este post es sí.


¡Esa reina, esa reina, eh, eh!

De vez en cuando me gusta destilar un poco de rencor republicano y, la verdad, si no lo hago más no es por falta de oportunidades. Hoy voy a darme el gusto.

El lenguaje hace el pensamiento. Al revés, se puede conocer lo que cada cual piensa por cómo habla. Las realidades que no se quieren aceptar, las que se niegan, son pronunciadas mal. La palabra que las representa es despreciada y se reinventa, generalmente de forma malsonante. Por ejemplo, en mi barrio, el aborto no es una práctica bien vista. Por eso la gente suele decir amborto en vez de aborto. Si hacéis la prueba, es más difícil decirlo mal que decirlo bien. Si lo nombrado te interesa, te esfuerzas en decirlo bien, por complicada que te resulte la palabra. Mi abuela materna no conseguía recordar el nombre de Darío. Lo confundía con uno de sus medicamentos y lo llamaba siempre Adiro. Pero se resistió y al final, con lo malica que estaba y a pesar de la medicación, consiguió llamarle bien. ¿Y los críos? le preguntaba a mi madre. Ella empezaba a contarle como estaba tal o cual primo. No, no, la interrumpía ella, los otros críos, Juan y Darío.

Ayer o esta mañana, no me acuerdo, he escuchado unas declaraciones de Pilar Urbano que decía citar a la reina (con minúscula a posta). Según la periodista, dicha señora pensaba que los gais no sé qué y los gais no sé cuántos. En un país como este en el que nos reimos del que pronuncia bien una lengua extranjera, hay ciertas palabras que hemos consensuado pronunciar correctamente, más que nada porque es muy fácil hacerlo. La palabra gay se pronuncia por casi todo el mundo: guei. Es sencillo. Pero Urbano, citando a la reina, dijo gai no sé cuántas veces. Evidentemente las cosas que decía de los gays no eran muy agradables. (Creo que también ha dicho algunas frases sobre la religión y la eutanasia la mar de modernas.)

Se ha armado mucha polémica pero no sé por qué. La monarquía, y por extensión sus representantes, es una institución troglodita, o al menos medieval. ¿A quién le puede extrañar que sean retrógrados, casposos y cutres?


Para acabar, un deseo. ¿Me hará algún juez intrépido el favor de secuestrar mi blog por injurias (pequeñitas, ridículas) a la monarquía y catapultarme hasta la fama? Si alguien tiene el correo de Grande-Marlaska (el juez, no el grupo de pop marxista) que le haga llegar este post, porfa.

M


Los viernes por la mañana son complicados. Mercedes y yo trabajamos por la mañana (el resto de la semana yo trabajo por la tarde) y tenemos que ver qué hacer con Darío. Juan se queda en el cole. Cuando Darío era más pequeño, me lo llevaba a mi trabajo pero ahora que solo quiere andar y jugar no me lo puedo llevar. Bueno, sí me lo puedo llevar pero entonces lo que no puedo es trabajar. Hemos negociado un apaño familiar. Una semana se lo queda mi madre y a la siguiente vienen mis suegros de Albacete a cuidarlo. Hoy es un día de los segundos. Y mi suegra me ha dado dos alegrones.

El primero ha sido que ha planchado la ropa. Lo ha planchado todo ¡hasta la ropa interior de Juan, calcetines incluidos! Siempre te plancho las mismas camisas, me ha dicho. Me has descubierto, Maribel, he reconocido, es que las voy dejando ahí para ver si hay suerte y me las planchas. (No es verdad, es que tampoco tengo tantas).

Y si con la primera alegría no había suficiente, que sí, me ha dado otra mayor. Ha confundido una camisa mía con una de Mercedes. Le ha dicho que era muy bonita la camisa que se había comprado en Madrid. ¿Cuál? ha preguntado Mercedes. Pues la de cuadros blancos y negros. Si esa es de fede. ¿De fede? pero si es muy pequeña. Y es que, amigos y amigas, estoy empezando a usar la talla M.

PD: Mercedes no usa la M de hombre, ¿eh? Usa una talla menor, que conste.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Pensabais que no pero sí. Aquí llega: ¡EN EL DENTISTA (V)!

El martes fui al dentista para que El dueño del taladro (el de las siglas ridículas) me quitara los puntos que había dado a mi maltrecha encía para enterrar el tornillo de titanio pero a precio de oro. Como iba a ser rápido me llevé a Darío, el terror de las enfermeras y auxiliares (las vuelve locas). Pero la criatura, que está con el apego fatal, al verse rodeado de extraños en bata blanca se puso a llorar como loco para que lo tomara su padre. No llores, niño, que el que tendría que llorar sería yo, le dije. Pero mi argumento no le convenció.


El llanto de Darío tiene un curioso efecto dominó. Me empiezo a poner nervioso, sudo a chorros (como el protagonista de "Aterriza como puedas" cuando se pone a los mandos del avión para intentar aterrizarlo), me pongo más torpe de lo habitual y etcétera.


Quitarme los puntos fue un segundo y conseguí salir de la consulta sin pagar un euro. Respiré aliviado. Pero entonces tuve que meter el carricoche en el ascensor. Estos cacharros no están preparados para las dimensiones mastodónticas de los carricoches, tengo que decirlo. Para meterlo dentro tuve que hacer malabarismo y entre el sudor a chorros y mi torpeza incrementada, empecé a golpear el carricoche contra la puerta. Mi bolsa iba en un lateral y en ella mi chapita super chula con el mono de "Padre de familia", el que aterroriza a Chris Griffin. En ella se podía ver al mono con el dedo señalando con el índice amenazador y la boca encolmillada. También se podía leer la inscripción: There´s an evil monkey in my closet (Hay un mono diabólico en mi armario). En uno de los golpes, la chapa se soltó y en vez de caerse al suelo sin más se coló por el agujero del ascensor. Adiós a mi chapa favorita. Joder, hubiera preferido un nuevo empaste. Peste de dentista.



Al César lo que es del César (y a Rosa lo que es de Rosa)


Cuando os conté lo que me había pasado con Espejo de Tinta, metí en el saco de los malos a Rosa, la editora. Ha resultado que ella es una de las más perjudicadas por el tema y ahora se está portando como una campeona intentando echar una mano a los damnificados. Ya le he pedido perdón en privado por pensar mal de ella pero ahora quería hacerlo en público. También quiero darle las gracias por todo lo que está haciendo por nosotros.

La cosa está empezando a moverse y vamos a intentar reclamar conjuntamente. Ya os iré contanto.

martes, 28 de octubre de 2008

Leyendas urbanas: constructores al vacío



Hace unas semanas, un constructor se lanzó desde lo alto de un edificio en Murcia. Desconozco las causas del suicio, un amor imposible, deudas descomunales, crisis existencial, aburrimiento, no sé. Salió publicado en prensa lo que induce a pensar que se trata de un hecho real.

Un tiempo después, una de mis hermanas, la pequeña (que ya es universitaria), la niña de mis ojos, mi mimada, la más guapa del mundo, me dijo: ¿Sabes que se están tirando los constructores desde lo alto de la Torre Godoy por culpa de la crisis? Una amiga suya tiene un padre constructor y lo sabía de buena tinta.

Esta mañana, de vuelta a Espinardo en el tranvía de pin y pon que nos puso el Ayuntamiento antes de las últimas elecciones (sube y baja por una avenida que no tendrá más de dos o tres kilómetros) un tipo que iba sentado a mi lado me preguntó por la Torre Godoy. Es esa de ahí, le dije. Resulta que él había visto caer al primer constructor desde el otro edificio y también sabía que se estaban arrojando otros desde lo alto de ese rascacielos. Hasta me dio una cifra. No la he retenido pero haciendo memoria diría que ha dicho 17.

¡17 constructores se han lanzado al vacío desde la Torre Godoy por culpa de la crisis y ni un solo comentario en los medios de comunicación! Debe ser que hay algún tipo de conspiración o ley del silencio para no informar de tan peculiar moda.

lunes, 27 de octubre de 2008

Los Rosales


Buscando por Internet se queda uno con la sensación de que en todas las ciudades de España hay un barrio que se llama Los Rosales. En Murcia también y es donde trabajo como educador social desde hace ya seis años. Lo conozco más o menos bien y algunas de las cosas que están pasando se veían venir desde hace mucho tiempo. El martes 14 de este mes, un chaval gitano apuñaló a un senegalés. Al día siguiente, unas 40 personas relacionadas con el apuñalado llegaron al barrio buscando al agresor. Y se armó una buena. El sábado pasado, un menor payo, acompañado de otros, apaleó a dos chicos marroquíes y les robó la bici. Al día siguiente, unos 100 hombres familiares y amigos de los chiquillos agredidos fueron a la casa de los agresores supongo que buscando una peculiar justicia. Podría contar mucho más sobre ambos incidentes pero, francamente, no me apetece. En primer lugar porque mucha de la información de la que dispongo forma parte de rumores y algunos muy endebles. Y en segundo lugar porque me siento muy involucrado afectivamente. Por el primer agresor, supuesto, siento mucho cariño y lo que ha pasado me tiene todavía conmocionado. Por el segundo llegué a tenerlo pero debo admitir que su comportamiento manifiestamente racista y violento me hizo perderlo. En más de una ocasión he tenido que ponerme entre él y algún niño marroquí al que estaba pegando (y alguna me llevé). Hace ya tiempo que vengo diciendo que tarde o temprano seremos portada de La Verdad (el diario más leído en Murcia) e incluso decía que sería gracias al segundo agresor. No sé si nos ha hecho salir en la portada de dicho diario pero ayer la noticia fue recogido por las noticias de la noche de Tele5. También debo advertir que las informaciones que aparecen en los medios no son nada precisas. Por ejemplo, al senegalés apuñalado llegaron a darlo por muerto, cuando no lo está. Tampoco fueron los senegaleses rompiendo coches y escaparates a su paso. Al segundo menor, la Agencia EFE y La Verdad lo calificaron de gitano siendo payo. Hoy en La SER se empeñaban una y otra vez en hablar del clan de los mudos y solo son los hijos de la Muda (incluso la madre no es muda, es sorda). En todo caso sirve para hacerse una idea de cómo está el patio.

Sobre el primer incidente:

http://www.laopiniondemurcia.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008101600_6_131018__Sucesos-Casi-centenar-personas-enfrentan-pelea-Rosales

http://www.laopiniondemurcia.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008101700_3_131181__Murcia-Presion-policial-para-impedir-nuevas-reyertas-Rosales

Vídeo de canal6:
http://videos.laverdad.es/informaciondecontenido.php?con=1050

(Los testimonios hay que relativizarlos. "Los negros" no venían de Almería ni de África, son vecinos del barrio, muchos de ellos. Hay un reportaje realizado por 7regióndemurcia que estaba bien, según mi criterio, pero no está disponible en la web)

Sobre el segundo incidente:

http://www.laverdad.es/murcia/20081026/local/murcia/nuevos-enfrentamientos-barrio-rosales-200810261939.html

http://www.laverdad.es/murcia/20081027/region/enfrentamiento-entre-familias-deriva-20081027.html

http://www.laverdad.es/murcia/20081028/murcia/duenos-calle-20081028.html

(Muchas de estas noticias van acompañadas de comentarios de los lectores. Las faltas de ortografía erizan la piel pero lo que piensan y escriben encoge el alma. Espero, como piden algunos comentarios, que se rastreen las IP y se les juzgue por su incitación a la violencia, al exterminio y a todo tipo de barbaridades. No sé cómo acabará todo.)

En Tele5:

http://www.mitele.telecinco.es/informativos/sociedad/50601.shtml


En Antena3:

http://www.antena3noticias.com/PortalA3N/noticia/sociedad/Vigilancia-policial-para-evitar-incidentes-barrio-Los-Rosales/3089651


Alcalde pirómano, irresponsable y no sé cuántas cosas más:

http://www.laopiniondemurcia.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008102900_2_133140__COMUNIDAD-Camara-pide-desalojar-personas-conflictivas-barrio-Rosales

Hay una página web: http://www.elpalmar.tv/ con un foro de la gente de la zona, por si os interesa.

PD: Al final sí ha salido el asunto en la portada de La Verdad.



sábado, 25 de octubre de 2008

La palabra justa


Después de pelear cuerpo a cuerpo con Darío para que se durmiera, después de ordenar media casa (ni la segunda ley de la termodinámica podría explicar la entropía que reina en mi hogar por doquier), después de barrer y fregar la misma mitad, después de preparar la comida para el pequeñín, después de fumarme un cigar y aumentar en un 1% el riesgo de fracaso en el implante molar (que conste en todo caso que he reducido mi ingesta a dos diarios y doy caladas suavecitas para que la vasocontricción que se produce al aspirar sea poca y no baje mucho el aporte de oxígeno al hueso de la encía), después de tender una lavadora de color y después de hacer cuarenta abdominales en mi lucha sin cuartel contra el michelín me dispongo a contar la enésima anécdota de mis hijos. ¿Es esto un claro ejemplo de explotación infantil? Podría ser. Lo que está claro es que si cobrara por este blog, ellos deberían embolsarse el 80 ó 90% de las ganancias.


Volvíamos en coche del cole. Cada vez que le pregunto a Juan cómo le ha ido en clase me responde (a) no te lo puedo decir, es un secreto o (b) no me acuerdo. El segundo tipo de respuesta me recuerda siempre a Bogart en Casablanca cuando le responde a su chica, después de que ella le preguntara dónde había estado la noche anterior, que no se acordaba porque hacía mucho tiempo. Ese día no me contó nada sobre el cole pero me aseguró que él lo sabía todo sobre los animales. Soy un anfibio, concluyó. ¿Un anfibio, por qué dices que eres un anfibio? Pues, fede, respondió, porque lo sé todo sobre los animales.








PD: Cada vez que friego el suelo me acuerdo de uno de los jefes que tuve en mi época de veterinario. Sus siglas eran el comienzo del abecedario (A.B.) y hablabla, si eso es posible, más que Juan. Entre mis funciones se encontraba la de fregar la clínica. Un sábado que tuve que ir por la cara para una operación, me manché de lejía los pantalones después de fregar. Se me puso tan mal humor que me dio dos mil pesetas para que me comprara unos nuevos. Eran otros tiempos. Él me enseñó que había que cambiar el agua de la fregona cada poco tiempo porque si no ibas limpiando con agua sucia. Lo que pasa es que era un poco exagerado y me hacía cambiar el agua cada cuatro metros cuadrados. Recuerdo también que teníamos un pique muy particular. Nos gustaba ver quién acertaba el peso de un perro a pulso. Lo tomaba yo y decía: este pesa unos 12 kilos. Lo tomaba él y decía: no, no, pesa 12,5. Luego lo comprobábamos en la báscula. Cuando acertaba él me lo restregaba el resto de la tarde. Cuando acertaba yo pasaba rápidamente a otra cuestión.


PDII: Mercedes y yo le estamos cogiendo gusto a la buena vida. Esta noche nos vamos de concierto one more time. Vamos a ver a Vetusta Morla, el grupo revelación de los últmos años según ella. Pocos grupos pueden presumir de tener unas letras que sean brillantes sin la música, se pueden leer y emocionan casi igual que cantadas. Y cómo editaron el disco. Una virguería. Las letras iban en transparencias y daban una pieza numerada de un puzzle que me dejó de lo más pillado. Gracias a su hermano Javi y a Leti, su novia, por hacerlo posible quedándose con nuestros retoños.



Diseño inteligente... y una porra.

Llevaría algo así como ocho horas ininterrumpidas escuchando a Juan hablar sin cesar con un timbre de voz que no necesitaría micrófono en un auditorio de mil personas y respondiendo a preguntas del tipo: Fede, ¿te preocupa que un oso gigante me arañe?, cuando me pregunté para mí mismo que por qué los niños no vendrían de fábrica con un botoncito de mute.

jueves, 23 de octubre de 2008

Personas humanas


He leído un artículo interesantísimo sobre Terence Trent D´Arby en lorito.net. Hablaba de su disco de debut y me ha hecho gracia porque en mi destartalado Opel Astra tenemos un destartalado radiocasette en el que solo podemos escuchar cintas, cuando funciona, y una de las que recupere de mi vieja colección era precisamente la que una amiga me grabó de "Introducing The Hardline According To Terence Trent DÁrby". Al final, en el formulario que hay que rellenar para dejar un comentario, te hacen una pregunta: ¿Eres humano?. Dan dos opciones: sí o no. De repente, he echado en falta una que es la que yo hubiera marcado: A mi pesar.

miércoles, 22 de octubre de 2008

El hombre biónico

Qué más quisiera yo que no daros la murga con mis visitas al dentista pero no me queda más remedio. He puesto un título atractivo para engañaros y que os pensárais que iba a hablar de otra cosas. Pero no, aquí van dos episodios más de mis desventuras dentarias.


En el dentista (III)

La semana pasada acudí a la consulta de ORC el Devastador (de dientes y bolsillos) para que me dijera si el hueso había cicatrizado bien y ya me podían hacer el implante. Hombre, ¿qué tal?, me saludó con su simpatía bronceada y engominada. Luego hizo chistes con mi nombre. Que si Federico Jiménez Losantos (¿se escribe así?), que si Federico Trillo... Arghh, qué rabia, prefería cuando en el colegio me llamaban Federico García Lorca sin ton ni son.


Estaba allí sentado con mi boca abierta de par en par y me suelta tan pancho: Vaya, no te dije en la visita anterior que tienes aquí un caries. Pues no, no me lo dijiste. ¿Es que no te miras los dientes? Yo no, para eso vengo aquí. Pues, hala, otro empaste y a seguir pagando. Estoy pensando seriamente en pedirle su número de cuenta y domiciliarle mi nómina directamente.

Me hizo abrir mucho la boca y yo con eso tengo un problema y es que me dan ganas de vomitar. Mientras contenía las arcadas repasaba mentalmente la consulta para ver si encontraba un lugar adecuado para vomitar. Solo encontré el pequeño desagüe en el que te hacen escupir después de enjuagarte. No había más remedio que concentrarse y aguantar. Hubo suerte, por poco.


En el dentista (IV)

Ayer me implantaron el tornillo de titanio, mucho más caro, pero que mucho más caro, que los tornillos de ferretería. No fue ORC sino su colega, un dentista cuyas siglas son más bien ridículas y no dan pie a ponerle un nombre aterrador. Quizás podría apodarle El dueño del taladro, que fue lo que usó para hacerme el agujero en la encía. Bendita anestesia.

Cuando me estaba cosiendo la encía para dejar bien tapadito el tornillo, me acordé de mis años de veterinario y sentí una punzada de nostalgia. Dar puntos era lo que mejor se me daba, dejaba las heridas de los perros hechas un primor.

Lo mejor de todo es que resulta que si uno fuma el riesgo de que fracasé el implante es mayor. Ay, qué malo es el tabaco. Me dio unas explicaciones muy detalladas del por qué que me sonaron a justificaciones exageradas. A los médicos debería darles por investigar la maldad del trabajo y su correlación con todas las enfermedades que padecemos. A todos nos iría mejor.

En mi interior ya hay una pieza metálica. Ya no soy un hombre cien por cien natural. Estoy a un paso de convertirme en Cyborg, el de Los jóvenes titanes:





Flecos de Madrid


Ya dije que se me olvidaban cosas del superviaje a Madrid. De todas ellas voy a recuperar dos.

Para el concierto de Paul me puse mi camiseta con la Union Jack (bandera de Gran Bretaña). Es bastante cantosa y me la pongo solo en ocasiones señaladas, y qué ocasión más señalada que un concierto del modfather. Al salir de la Riviera, hacía frío y me abroché la cazadora, de tal forma que apenas se veían los colores rojos y blancos de la camiseta. Desde detrás de la ventana de un bar, un tipo empezó a hacerme señas. Me asomé por si lo conocía y escuhé que me decía: No pasa nada, otra vez ganaremos. Pero qué dice este tío, me pregunté. Después caí en la cuenta, el atlético había vuelto a perder contra el Madrid y van tropecientas mil veces. Decidí desabrocharme la cazadora, a pesar del frío, no fuera a ser que me cruzara con algunos brutos ultrasur y me la liaran.

Aparte de dar el premio al electrodoméstico del año y tener un ranking de las frases que más manía nos dan (no es lo mismo libertad que libertinaje, los derechos de uno acaban donde empiezan los de otro, etcétera), Mercedes y yo puntuamos los viajes que hacemos. A este le dimos un 9,5.

lunes, 20 de octubre de 2008

Pedazo fin de semana

En mi sexto año de Veterinaria (eran cinco, pero yo la hice en seis... y era de los listos) cursé Patología Médica y de la Nutrición, la asignatura más difícil del espacio exterior e interior. Y no se me ocurrió otra cosa que elaborar un seminario sobre el Diagnóstico clínico de la tos. Como es habitual en mí, llegué con un plan tan fantástico e innovador como imposible. La maestra me puso los pies en el suelo (como odio que me hagan eso) y me orientó hacia un enfoque más científico y práctico. Cuando empecé con la redacción me dijo: Los puntos, Montalbán, ahora todos los artículos científicos se escriben con puntos, es más didáctico, más moderno. Aquellas palabras calaron hondo en mí y por eso ahora cada vez que os descuidáis os suelto un post escrito en puntos.

1. Las caras de las madres y padres que pueblan el patio del cole a las dos de la tarde son propias de un funeral. Vaya, otra vez fin de semana, dice una. Sí, cómo pasan las semanas, responde otra. Los fines de semana con hijos son verdaderos tours de force difíciles de llevar. Entonces llegué yo con una sonrisilla maliciosa en la boca y dije que me iba a Madrid. A todas les pareció muy bien pero no mostraron mucho entusiasmo. Entonces solté la bomba: Sin hijos. ¡¿SIN HIJOS?! gritaron varias de ellas al unísono. Sí, sin hijos, confirmé. Alguna tuve que contener el desmayo.

2. El viaje en tren fue tan tranquilo como imaginé. Lo malo es que para los billetes comprados por Internet reservan los peores asientos: los que van en sentido contrario a la marcha y con pasajeros delante. Para mover un pie había que llevar a cabo todo un despliegue diplomático. Temí marearme pero hubo suerte. Cometí un error: me leí "La carretera" de Cormac McCarthy. Pero qué mal rollo da la novela dichosa. Por cierto, hay una cosa que no entiendo: Si al comprar los billetes lo hace uno todo, hasta imprimir los billetes con su propio papel y tinta, ¿por qué cobran gastos de comisión?

3. Cuando la gente de provincias como nosotros vuelve de Madrid suele presumir de haber visto a tal o cual famoso (y era mucho más pequeño de lo que pensaba, añaden siempre). Mercedes y yo vamos directamente a sus casas, nos dejan sus camas, nos invitan a comer en restaurantes elegantes y hasta nos preparan una caldereta con bogavante para chuparse los dedos (no había comido antes bogavante, así que no tengo muy claro como van las bes y las uves). Gracias, sistel. Gracias, cuñao.

4. Hay que rebelarse contra el destino. Recordaréis mi episodio con la maldición Levi´s. Pues bien, la cosa no iba a quedar así. El día antes del viaje me fui a un outlet y me compré unos Levi´s muy apañados (de los outlets hablaremos otro día). Y siguieron las rebeldías. Para nuestro fin de semana loco en Madrid teníamos planeado gastar a lo loco lo que hubiera ganado en el ensayo. El plan se había fastidiado pero después de ver una parca Merc que te cagas decidí recuperarlo. Nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos de compras como posesos. Mercedes se compró un abrigo que solo tardamos en encontrar cinco horas. Habéis leído bien: cinco horas. Durante todo ese tiempo, 300 minutos, yo me comporté como un campeón: le daba consejos, le mostraba abrigos, la animaba a entrar a la tienda número mil en lo que iba de día... Las compras las acabamos con un golpe de suerte sin igual. Me compré la parca Merc a 140 auros y conforme salimos de la tienda entramos a otra en la que costaba, la misma, 62. Corriendo a devolverla y comprar la barata. Conclusión: rebelarse contra el destino acaba trayendo buena suerte.

5. Del concierto qué os voy a contar. Powerpop a tope. No sé por qué se dice disfrutar como un enano pero yo disfruté como uno, o dos. Qué bien tocó, qué energía, qué entrega, qué elegancia y qué puntualidad. El concierto estaba programado para las 21.30 y justo a esa hora empezó. Se tiró al rollo y, sin complejos, tocó canciones de The Jam y The Style Council. Al final le arrancamos tres bises y acabó con "All You Need Is Love" por todo lo alto.


6. Se discute mucho sobre si el pop y el rock deben cantarse en inglés y no en castellano porque es su idioma original. Bueno, no sé. Lo que tengo claro es que para los bises rige el castellano y no el inglés. Es mucho mejor gritar otraaaa, otraaaaa que another one, another one.

7. ¿Y dormir por la noche sin tener que despertarte porque Darío está convencido de que si no se toma ya el biberón morirá de hambre o para comprobar si Juan se ha destapado? Eso sí que es increíble. Y con el colchón viscoelástico de mi hermana ya ni os cuento.

8. El domingo fue más relajado pero tuvimos tiempo para alguna compra más y unos vermuses en un bar de viejunos de derechas de lo más agradable. Después vino el Bogavante y las carreras para no perder el tren. ¿Tuvo algo que ver el subconsciente en este hecho tan inusual: yo llegando tarde a un tren? ¿Quizás no quería volver?


Seguro que me dejo cosas interesantísimas por contar pero es que es tardísimo (cuánto superlativo junto), se me cierran los ojos y no voy a tener oportunidad de escribir en varios días, me temo. Acabaré con una reflexión final. Cuando el maestro Mutenroshi (para mí siempre será el Geni Tortuga, fui de los que vió Bola de Drac en Canal9) aceptó entrenar a Son Goku y Krilín, les hizo ir a todas partes con un caparazón de tortuga y ellos no entendían por qué. Al cabo de las semanas les dijo que se los podían quitar y les pidió que saltaran. Dieron un salto increíble de decenas de metros. Pues así nos sentimos Mercedes y yo en el viaje a Madrid, livianos como el aire, liberados de un peso y capaces de dar saltos kilométricos.


Postdata romántico: Hacía años que Mercedes y yo no ejercíamos de novios. Estuvimos tan tontos y enamorados que el sábado, antes del concierto, hasta le hice las planchas en el pelo. Eso es amor.

jueves, 16 de octubre de 2008

Increíble

Si os cuento lo que voy a hacer este fin de semana no os lo creéis. Bueno, a lo mejor sí, el que está que no da crédito soy yo mismo. Que me voy a Madrid. ¡Y SIN HIJOS! Nos vamos Mercedes y yo al conciento de Paul Weller (y yo sin un polo Fred Perry que ponerme), el padrino del mod, el líder de los Jam y The Style Council. Estamos en una nube. Y lo mejor de todo van a ser las cuatro horas en el tren sin nada que hacer ni nadie a quien vigilar ni cuidar. Gracias mamá, gracias hermanitas.

Pongo un vídeo del Weller para ir abriendo boca, al menos la mía:


miércoles, 15 de octubre de 2008

Vocalizar


En casa pronunciamos las eses después de las vocales pero nos encontramos en territorio hostil para este tipo de cuestiones. En Murcia esas eses suelen obviarse, alargando en su lugar la vocal anterior y dándole un peculiar acento. Por ejemplo, es muy habitual que el tendero, después de pedirle algo, te diga: Más cosicas, nena; que en transcripción literal quedaría como algo así: Ma´cosica´, nena. Ni que decir tiene que luchamos denonadamente para que nuestros hijos no hablen así, especialmente Mercedes que es manchega y esa entonación le hace hervir la sangre (aunque luego le haga mucha gracia si Juan dice muchismo o dogcientos).


El otro día (lo´otro´día´, en murciano) Juan llegó a casa diciendo que en su cole hay una seño nueva de Madrid que dice ho´tia´. Nos mostramos algo incrédulos, así que nos explicó que como nosotros no estábamos en el cole, ni lo veíamos ni lo oíamos, así que no nos quedaba más remedio que creerlo. Este tipo de palabras son de lo más atractivas y le dio por repetirla sin parar. Teníamos dos opciones: (a) empeñarnos en que no la dijera más (queremos darles a nuestros hijos una educación laica) o (b) corregirle la pronunciación. Este fue el resultado final: Juan, se dice hostias, no ho´tia´; venga, repite conmigo: hostias.

martes, 14 de octubre de 2008

Vibrador

He escuchado en la radio que han inventado un vibrador que se conecta al Ipod y vibra (de ahí el nombre) al ritmo de la música que se esté escuchando. ¿Quién dijo envidia de pene?

lunes, 13 de octubre de 2008

La mosca ya no está detrás de la oreja


Hace unos días escribí un post titulado “La mosca detrás de la oreja” en el que contaba las sospechas sobre cierto asunto. Las sospechas se han convertido en evidencias y, como prometí en otro post, me dispongo a contarlo. Me he tomado unos días para que la tristeza, la rabia y el rencor reposaran. No me entendáis mal, no pretendía que se apaciguaran sino que se refinaran y que no me saliera un texto lleno de insultos. Me vais a permitir que no vaya directo al grano y que me lo tome con calma. Quizás el post salga algo largo, así que quien quiera puede leerlo en diagonal buscando la resolución del tema (que está al final, lógicamente).

Mi primera novela todavía no la he terminado. La empecé hace un montón de años y se quedó a medio. Cuando intenté retomarla no me gustaba y la cambié de arriba abajo. Algún día la acabaré. Toma notas de vez en cuando. El primer título que tuvo fue “Historia de una bomba” pero lo cambiaré por “Los días perdidos”. Será una historia de amor en tiempos apocalípticos e intercalaré historias basadas en Hiroshima y la bomba atómica (que nadie aproveche esto para copiarse).

Una de las razones por las que la dejé a medio fue que empecé a escribir un cuento que empezó a crecer y a crecer hasta convertirse en mi primera novela publicada: “El ataúd paciente”, Gakoa, 2004 (gracias Peio). Leí un cuento de Kipling, “La puerta de los cien pesares” en el que se contaba la historia de un fumadero de opio. Su dueño tenía en el local el ataúd en el que sería enterrado y la idea me pareció muy sugerente. Lo que iba para un cuento de 10 páginas acabó en novela de 316. La historia transcurre en un pueblecito al lado del mar llamado Costatriste. No hay contexto temporal ni espacial, podría suceder en cualquier lugar y cualquier momento, más o menos. Es una novela de aventuras y desamores llena de referencias a Melville, Conrad, Kipling, Stevenson y compañía. Los personajes son muy interesantes y me trabajé mucho que fueran poliédricos: los buenos tienen algo de maldad y los malos algo de bondad. Al ser una novela de aventuras juega mucho con las claves del género pero creo que es original. Además es todos los públicos: igual puede leerla un chaval de quince años que una señora de setenta. Qué voy a decir yo que soy quien la escribió.










Cuando se empieza a escribir uno cree que publicar es el colmo de la felicidad. Pero conseguida una cosa, se aspira a la siguiente. Después de publicar, se quiere vender, al fin y al cabo uno escribe para que le lean. Incluso sigo aspirando a vivir de esto. Como quería demostrarme que no era un escritor fugaz, escribí una segunda novela. Ya estaba Juan con nosotros y escribirla fue un verdadero esfuerzo. Pero era una historia que quería contar y mereció la pena. Se trata de una novela negra, inspirada discretamente en cosas que veo en mi trabajo y con una galería de personajes con vocación de seguir saliendo en otras novelas. El personaje central es un tipo amoral que hace cosas malas, a pesar de ser el héroe. Me impuse despojarlo de cualquier coartada, así que no tuvo una infancia terrible ni mata sólo a quien se lo merece. En la novela vertí muchas de las cosas que me preocupan y me pasan. Cada personaje tiene algo de mí y es algo premeditado. El tema que aborda es muy duro y no lo he visto tratado en ninguna novela. Y hasta aquí puedo leer que todavía aspiro a que se publique.

Como no sabía qué hacer con ella decidí pedir ayuda a mi hermana y a su novio, que forman parte del star system de la radiodifusión española. Pensé que tratándose con tantos famosos y gente importante podrían conseguir algo. Por error, mi cuñado se la dio a leer a una editorial, “Espejo de tinta”, que solo publica ensayo. En concreto la leyó María, la mujer del jefe (la denomino así porque hasta donde sé no ocupaba ningún cargo en la editorial). María quedó fascinada por la novela. Muy fascinada, tanto, que quiso encargarme un ensayo. Me pidieron que les mandara varios temas para ver si alguno les interesaba. Y así surgió lo de escribir un ensayo sobre el amor romántico.

Antes de ir a Madrid a reunirme con ellos, le eché un vistazo al fondo editorial de “Espejo de tinta”. Tuve que contener el vómito: Amedo, Rafael Vera, Carmen Alcalde (o como se llamara la que presentaba lo del Tomate en Tele5)… Ni muerto publico con ellos, grité a solas en mi estudio. Luego vi que también habían publicado a Forges, Rosa Montero o Vicente Romero y me fui calmando. No estaba en situación de ser exquisito y había que aprovechar cualquier oportunidad para publicar. En sucesivas ocasiones tendré que hacerle más caso a mis escrúpulos y a las primeras decisiones.

Mi idea original era escribir un libro no muy largo titulado “Panfleto contra el amor romántico” y así lo expliqué en la comida que tuvimos para tratar el asunto. El jefe, un tal Germán, es de esas personas que creen saberlo todo, especialmente lo que el público quiere comprar. Así que nada de panfleto y nada de contra. Me explicaron que la gente quiere cosas fáciles y bonitas, así que debía ser un ensayo optimista y felizote. Germán, ya al final, se acomodó en la silla y dijo: Te trataremos bien. Por lo que se ve no tenía problemas para mentir.

Me volví a Murcia con una extraña sensación. Aquello parecía raro desde el principio. No me cabía en la cabeza que quisieran encargarme un ensayo solo porque a la mujer del jefe le hubiera encantado mi novela. No le des más vueltas, me dijo mi hermana, buscan gente que escriba bien como tú.

Empecé a trabajar en el ensayo poco después de saber que estábamos embarazados de Darío. La tarea fue complicada como pocas. Madrugaba más que las gallinas para sacar tiempo para documentarme y escribir. Desatendí muchas obligaciones y estuve al borde de un ataque de nervios durante meses. Desperdicié mis vacaciones en el dichoso ensayo y rozamos el divorcio. Pero conseguí terminar en el plazo pactado: 31 de agosto.






Mientras tanto fui viendo la desidia de los responsables de “Espejo de tinta”. El teléfono ni lo usaban y las pocas veces que se comunicaban conmigo era por correo electrónico. La llamada en la que Germán me explicó que al ser un escritor novel no me darían adelanto la pagué yo. Su forma de tratar bien a alguien es muy sui géneris. En realidad esa gente comerciaba con libros igual que podría haberlo hecho con barras de pan o seguros de vida.

Avanzaba septiembre y no tenía noticias de ellos. Así que llamé a Rosa, la editora. Tuvimos una conversación algo desagradable. Que si había escrito el ensayo para mis cuatro amigos intelectuales (pero si yo no tengo de eso, señora), que si no sabía citar, que si no se podía pasar de la página 10… Después me mandó un correo ilustrándome lo que decía. Me volví a tragar mi orgullo e hice algunos cambios. No toqué gran cosa y la nueva versión le pareció estupenda.

Decidieron publicarlo para el día de los enamorados. Una cursilada pero como de lo que se trataba era de vender, no pareció mala idea. Debo decir que tuve mi semana de gloria. Me entrevistaron en Onda Cero, la SER, M80 y Radio Nacional. Los periódicos murcianos me hicieron mucho caso: doble página en La Verdad y en El Faro y media página en La Opinión. Mandaron fotógrafos a casa que me hicieron una sesión de fotos como si yo fuera alguien importante. ¡Si hasta fui libro de la semana en la revista VALE! Verdadera cumbre pop: la foto del ensayo salía debajo de Pete Doherty y a la derecha de Eva Longoria. Con semejante compañía ¿quién quiere una reseña en Babelia?





Debo decir que quedé muy satisfecho del resultado. Al final no hice lo que querían, una especie de manual de autoayuda de cómo amar bien en diez lecciones. Escribí un libro a mi gusto mitad divertido mitad riguroso. En la entrevista en M80 me calificaron de escritor cultopop y me encantó la etiqueta. En el ensayo cito por igual a Surfin´Bichos, Sr. Chinarro, La bola de cristal, Matrix, E.T., Barthes, Ortega y Gasset o Rougemont.

Hay una vecina que no conozco mucho con la que me cruzo todas las mañanas. Desde hace unos meses nos saludamos. Un día su hija se me quedó mirando y le dijo algo a la madre. Ella se me acercó y me preguntó: ¿Eres escritor? En ese momento no supe qué responder y ella me aclaró: Es que te hemos visto en el periódico. Este podría ser uno de los momentos más felices de mi vida, sin duda.

Después de esa semana de locura volvió la indiferencia por parte de la editorial. Todos mis intentos por saber cómo iban las ventas quedaron en nada. Lo más que obtuvo fue un escueto flojas por parte de Germán. Ahora en octubre me tenían que pagar y pasó lo que relaté en el post que citaba al principio. No respondían a los correos, el teléfono fijo de la editorial comunicaba siempre, los móviles de Rosa y Germán estaban apagados día y noche… Le pedí a mi hermana que intentara averiguar algo y hace unos días me confirmó mis sospechas. Germán está en búsqueda y captura y en paradero desconocido. No sé muy bien si han quebrado o el tipo se ha fugado con el dinero. Lo que sí sé es que no he visto ni un duro por mi trabajo y esfuerzo ni sé cómo han ido las ventas. Desde luego me engañó bien engañado cuando me dijo que me trataría bien.

También sé que pueden contar en lo sucesivo con todo mi desprecio.

He consultado con una abogada y considera que tal y como están las cosas no me saldría rentable ir a juicio. La cantidad que me adeudan no es muy grande y me iba a gastar un pastón en abogados y procuradores. Un triste final.

Esta es la historia. Os iba a contar lo que pensaba hacer con ese dinero pero no sé si merece la pena. Bastante largo ha quedado ya el post. Es una pena ver cómo los sueños se marchitan. Aunque parezca que sí, no es una frase pesimista. Es el reflejo del momento que estoy pasando. La primera novela agoniza guardada en algún sucio almacén, con el ensayo me han timado y el proyecto de Cuentos Pop se fue al garete. Con la ilusión que me hacía. Los iba a publicar con una editorial pequeñita de Barcelona e iban a estar ilustrados y todos. Al parecer los socios de la editorial se pelearon y mis cuentos pagaron el pato. Cuesta mantener la ilusión por escribir con este historial a cuestas. En mis pasajeros ataques de artista frustrado juro dejar la literatura y no volver a escribir ni una palabra más, pero todos sabemos que es mentira. Seguiré haciéndolo. La prueba de ello es el blog, que no me diréis que no lo cuido. Pero ahora mismo no sé hacia dónde tirar. Creo que esperaré a que Darío vaya al cole. Con las mañanas libres podré revisar mi segunda novela terminada y ver la forma de que me la publiquen. Entretanto seguiré por aquí.

Gracias por vuestra atención, de verdad.

De tienditas

Uno de los juegos favoritos de Juan es el de las tienditas. Monta un tenderete con su mesa y su silla Mamut y su madre o yo le vamos comprando cosas. Mercedes le regaló un blister con dinero de juguete y con esos billetes y monedas falsas jugamos a comprar y vender. Los que fabricaron ese dinero falso fueron muy cuidadosos y le pusieron un letrero bien grande que pone play money. Menos mal, de lo contrario me iba yo con mi billetito de dos por cuatro centímetros y se la pegaba al de cualquier comercio. Va un ejemplo:




Esta mañana estábamos jugando. Odio la cosa esta de los juegos educativos. A mí me gusta que los hijos jueguen y se aprenden algo en el proceso pues que lo aprendan y si no pues no. Pero la seño nos ha dicho que aprovechemos cada ocasión que se nos presente para hacerles contar y que repasen los números. En esas estábamos cuando he visto a Mercedes enseñándole a Juan que 3 es 2 más 1. Vaya, he dicho, no sabía que viviera con el Conde Draco.




(Después yo me he hecho pasar por un dibujante de cómic que necesitaba comprar en la tiendita de Juan un rotulador negro. Sin venir a cuento le he soltado todo un rollo sobre el proceso de dibujo de un tebeo, que si primero se hace a lápiz, luego se entinta, luego se colorea, que si algunos autores como Salvador Larroca colorean los lápices directamente... Vaya, ha contraatacaso Mercedes, no sabía que viviera con un gilipollas. Pero lo ha dicho con cariño, se lo he notado en el tono de voz.)

domingo, 12 de octubre de 2008

Planchando


Antes de empezar me gustaría dedicar unas palabras de agradecimiento. Dedico este post a mis hijos, sin cuya desinteresada colaboración hubiera sido imposible escribirlo. Es que se han dormido en el coche, de vuelta del cumpleaños de un amiguito de Juan, y nos hemos evitado tener que dormirlos. Nosotros dormimos a nuestros hijos de forma artesanal. Y hasta aquí las palabras que quería decir antes de empezar. Ahora empiezo.

Hoy es un día especial, uno de esos días que se dan uno de entre un millón y no volverá a repetirse hasta dentro de tropecientosmil años: ¡¡el cesto de la ropa para planchar está vacío!!

Cuando conocí a Mercedes, planchaba (ella) todo lo que pasaba por sus manos: toallas, sábanas, ropa interior... Juraría que hasta planchaba los trapos del polvo. Yo la convencí para que planchara sólo la ropa exterior, la que se muestra en público, vamos. ¿Para qué plancharse las bragas o las sábanas? Mi suegra y mi madre afirman que no hay nada como acostarse en unas sábanas recién planchadas. Quizás tengan razón pero no estamos para desperdiciar ni un esfuerzo.

Si yo no la hubiera convencido de que dejara de planchar a troche y moche, lo hubieran hecho Juan y Darío. Con ellos en casa es casi imposible sacar tiempo para desarrugar la ropa. Planchar ha pasado a ser una de esas tareas periféricas y marginales. Tanto es así que en las últimas semanas he hecho un descubrimiento trascendental: si te pones una camiseta sin planchar, ella sola se va estirando y al cabo de poco menos de una hora nadie podría decir si está planchada o no.

Esta mañana hemos tenido que convocar consejo familiar urgente, la situación a la que habíamos llegado no podía ser obviada ni un segundo más. La ropa acumulada en el cesto de ropa para planchar amenazaba con reventar el armario y empezar una reacción en cadena de consecuencias imprevisibles. Las opciones que manejábamos eran dos: quemarla o plancharla. Yo era defensor de la primera opción pero Mercedes ha apuntado dos inconvenientes incontestables: (1) no tenemos dinero para restituir la ropa quemada y (2) corríamos el riesgo de que el incendio se propagase al resto de la casa y eso no tendría ninguna gracia. Así que hemos optado por la segunda opción. Mercedes se ha ido con los chiquillos a alguno de los parques pestosos de Espinardo (no es que tengamos mal gusto, es que todos son pestosos) y yo me he quedado planchando. Mejor así, estaba en uno de mis momentos Mr. Hyde y cuando estoy así es preferible dejarme a solas. En la foto se me puede ver en acción:




En realidad planchar es una de mis tareas domésticas favoritas. Me pongo mi musiquita o unos videoclips y, hala, a darle a la plancha. Un camarada bloguero y marvelita afirma que aprovecha el tiempo de darle el biberón a su hija para ver pelis antiguas de Star Treck (eso es una hija y un tesoro, yo con el bibe de Darío sólo atino a hacer el chorra para distraerlo y que se lo tome) y yo aprovecho la plancha para ver videos de mis artistas favoritos. Hace un tiempo planchaba con un DVD que me compré de Pulp. Jo, de mayor quiero ser tan delgado y payasete como Jarvis Cocker. Hoy lo he hecho con el DVD "Pop Art" de mis adorados Pet Shop Boys. Había tanta ropa por planchar que poco me ha faltado para verme los casi 40 vídeoclips. Dios, escuché tanto las canciones del "Please" y del "Actually" que soy capaz de cantarlas todas fonéticamente. Y hasta de una de ellas, "Heart", me sé la letra: "Every time I see you / something happens to me / like a chain reaction / between you and me..."



Pues eso era todo. Acabo con una reflexión metereológica: la gota fría ha sido literalmente eso, una gota fría, triste y solitaria, que debe haber caído alguno de estos días sin que nadie se diera cuenta. Y como se mantiene el caloruzo, sostengo mi reivindicación de la República Climática Independiente de Murcia. Se aceptan adhesiones en los comentarios. No amontonarse, por favor.

Os dejo con un vídeo divertidísimo del disco homónimo de Jarvis Cocker, la canción se llama "Don´t Let Him Waste Your Time":

sábado, 11 de octubre de 2008

Hijos como ocas

Darío está malico. El jueves de madrugada lo notamos algo caliente pero no quisimos hacer caso. Cuando se despertó de la siesta de media mañana, seguía caliente y, lo más sospechoso, quería seguir acostado sin gritar como un loco para que lo pusiera a andar. Así que le puse el termómetro. No sé otros padres pero yo hablo con el termómetro. Mientras va marcando la temperatura le voy rogando en voz baja: no subas más, no subas más. A veces me hace caso y otras no, como en esta ocasión. 38,1ºC. Hala, a salir pitando al centro de salud. Era la primera vez que Darío tenía fiebre y se me puso el corazón en un puño. Para muchas cosas del pequeñín, como le llama Juan, parecemos padres primerizos.


La cosa no es grave. Anginas. Sus antipiréticos, sus lavados de fosas nasales y su antibiótico cada ocho horas. Ya, como si fuera tan fácil hacerlo como decirlo. Quien haya intentado darle un medicamento a un niño que no lo quiera tomar sabrá que se trata de una de las tareas más difíciles que se le pueden encomendar a un ser humano. Las primeras veces le engañábamos vilmente con el biberón. Mira, Darío, ¿quieres agua? Y cuando abría la boca en vez de la tetina le metíamos la jeringa con la pasta blancuzca mata bacterias. Pero esos trucos valen para, con suerte, un par de veces. Al final tienes que hacerlo a la fuerza. Lo de esta mañana me ha recordado a una de esas escenas finales de Mortadelo y Filemón en la que atan al Superintendente Vicente a un árbol, le meten un embudo por la boca y le hacen tragar todo tipo de cosas. (Nota para mí: ir esta mañana mismo a pillar un embudo en algún multiprecio).


He pasado un buen rato buscando una escena como la anterior en mi colección de tebeos de Mortadelo y Filemón. No he encontrado ninguna así que os pongo una secuencia con Bacterio que creo refleja a la perfección cómo se siente Darío cada vez que le damos su medicina:
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(Lo único bueno de que mis chiquillos, rabos de lagartija alimentados con pilas atómicas, se pongan malos es que se dejan abrazar sin retorcerse como locos para que los dejes seguir a lo suyo.)

jueves, 9 de octubre de 2008

Cajón desastre 3.0


Llueve. Las previsiones anuncian gota fría. Me encanta que llueva. Darío y Juan duermen, yo lo haré dentro de poco, y en mi equipo de música suena Nick Drake con esa melancolía sonora que tan bien se lleva con el repiqueteo de las gotas de lluvia. Tengo varias cosas tontas que contar. Empiezo.

1. Han venido mis suegros a comer. Está bien porque se traen la comida y me ahorro cocinar. Incluso, alguna vez mi suegra se ha tirado al rollo y ha planchado. Hoy no ha sonado la flauta. Eso me recuerda un anuncio que me da mucha rabia. Es de unos cursos de inglés y un tipo dice algo así como: 400.000 veces le he dicho a mi suegra que los calzoncillos se planchan sin raya. Joder, huevón, ¿es que tu suegra te plancha los calzoncillos de forma habitual? Anda y plánchatelos tú. (Sé que hay una pequeña contradicción en este párrafo pero contradecirse es humano.)

2. Con mis suegros vino mi cuñada que es abogada. Se va a informar para decirme qué hacer con mi problema, ése que estoy contando poco a poco para poder sacar algo de provecho a esta desgracia. Lo malo es que no sé dónde he metido el contrato que ellos, miserables, han incumplido. Soy algo desordenado. No pierdo nada pero no sé dónde lo guardo.

3. Mi suegro lleva siempre el coche como los chorros del oro. Nosotros no. Sería fácil echarle la culpa a los chiquillos pero no lo haré. Lo dejamos en la calle, al lado de un descampado así que es inevitable que esté lleno de tierra y polvo, por dentro y por fuera. Hoy me ha acompañado a recoger a Juan al cole y no ha podido evitar pasar el dedo por el salpicadero como en aquel anuncio de no sé qué producto para limpiar el polvo. Es muy discreto, así que no ha dicho nada mientras buscaba cómo quitarse el quintal de polvo que había recogido con el dedo.

4. Cuando llueve, llevar a Juan al cole es toda una aventura. Meter a los chiquillos en el coche no es difícil, lo bueno de vivir en el culo del mundo, también llamado Espinardo, es que puedes dejar el coche en la puerta de casa (como ya he dicho antes). Lo complicado es bajar de él y llegar al cole sin calarnos. Lo dicho, toda una aventura.

5. En alguna ocasión he comentado en este blog esa cuña de radio (hoy la cosa va de anuncios) que dice con voz de alarma ¿son las ocho y todavía no has ido al baño? Darío parece haberla interiorizado pero él se espera a las nueve menos cuarto, justo cuando lo tengo todo listo para salir corriendo rumbo al cole.

6. Vuelvo a cruzar los dedos. Si hay suerte, mañana iremos al concierto de Cooper. No pongo link ni nada que ya lo puse en el post anterior.

7. De vez en cuando me dan pequeños ataques de ego y pongo mi nombre en google a ver qué pasa. Ayer me llevé una grata sorpresa. En un blog alguien se acordaba del programa de Radio3 “Especia melange”, transcribía algunos trozos de uno de los programas, incluyendo un cuento mío.

8. Me encanta el buzón de voz de Siglo21 (programa de Radio3).

9. La maestra de Juan es fenomenal. Les deja que se lleven un juguete a clase y con ellos monta una asamblea. Las criaturas hablan de lo que se han llevado, de sus colores, las formas, para qué sirve y cosas así. Juan suele llevarse muchos libros y su seño, de vez en cuando, alaba mi buen gusto al comprar libros infantiles. Yo me hincho como un pavo real.

10. Escucho en la radio que en Murcia se ha advertido a los alumnos que no cursen Educación para la ciudadanía que suspenderán el curso. La misma Murcia de Valcárcel y Cámara, la que acaba de censurar a Leo Bassi y hace unos años censuró a Fermín Muguruza y Manu Chao, la del Agua para todos (en algunas pegatas equivocadas pone "Agua para golf-os"), la que está empeñana en encementar todo el litoral... Por fin algo de lo que no avergonzarme. No doy crédito.

Centro de salud


Hacía meses que no iba al médico ni para mí ni para los chiquillos. Hace justo dos semanas fui para un asunto mío. Desde entonces he ido tres veces más (lo que hace cuatro en quince días y porque me he saltado la revisión que me tocaba hoy). Estos hechoscorroboran algo que hace tiempo sabía. Algo que podría calificar de Ley, no teoría, ni hipótesis, no, Ley, porque se cumple siempre. Una ley cósmica (universal)que se enunciaría de la siguiente manera: Cuando después de una larga temporada sin ir al centro de salud, se va un día por la razón que sea, uno se verá obligado a volver repetidas veces en las semanas siguientes.

Más

He subido nuevos artefactos literarios y un cuento pop. Para leerlos, ya sabéis, solo tenéis que hacer clic en los links chulísimos que hay a vuestra derecha.

Lagunas / Sócrates



Hace unos días hablaba con mi amigo Gabriel, el mismo con el que fui al conciento de Lori Meyers. La semana que viene empieza el Rivers Sounds, actúa Cooper, no sé quién es pero vamos a ir. ¿No sabes quién es?, me preguntó asombrado, es el cantante de Los flechazos. Y yo que pensaba que sabía mucho de música. La cosa tiene más delito si se tiene en cuenta que Los flechazos fueron durante mucho tiempo el grupo favorito de Mercedes.


Más ignoracia: llevo unos días que blog que leo o periódico que hojeo habla de la muerte de David Foster Wallace. ¿Quién? Por lo visto el tipo era un escritor de lo más famoso y hay gente que dice haber sentido su muerte de forma especialmente dolorosa. Y yo que pensaba que sabía mucho de Literatura. (Ahora me he dado cuenta de que estuve a punto de leerlo. En la biblioteca tuve en las manos su "Hablemos de langostas" que me llamó la atención por las extensas notas a pie de página, a mí me pirran las notas a pie de página, pero al final no lo saqué.)


De pintura ya ni hablemos. Cada vez que puedo me compro algún libro de la Taschen y cuando voy a la biblioteca de mi pueblo con Juan le echo un vistazo a un libro con las 1000 pinturas que hay que ver antes de morir (cuando voy con Darío ni lo intento porque debo llevarlo hasta los libros para que los chupe y mordisquee un poco, sin que lo vean las bibliotecarias, como si fuera un Firmin humano). Sé algo de los prerrafaelistas y recuerdo el nombre de Lempicka. Me encanta Bacon, Lichtenstein y Turner pero es tanto lo que no sé que me apabulla el desconocimiento.


En todo caso, podría afirmar sin miedo a equivocarme mucho, que en lo tocante al cómic mainstream, sí tengo un conocimiento considerable. En concreto del Universo Marvel. Algo es algo.




Postdata escrita unas horas después: Que no pare la ignorancia, ni idea de quién es Le Clézio, el nuevo Nobel de Literatura.



miércoles, 8 de octubre de 2008

Dos escenas incomprensibles


Una. Volviendo esta mañana del cole, he tenido que sortear con cuidado a una mujer que se había metido de más en la carretera. Hablaba a gritos con otra mujer que estaba en la acera de enfrente, bajo la marquesina del autobús. Estaban lo suficientemente lejos para no oírse con claridad y se notaba que gritaban repitiendo las mismas cosas una y otra vez. Y estaban lo suficientemente cerca para, dando unos pocos pasos, hablarse sin necesidad de chillar y entenderse a la perfección. ¿Por qué han preferido el grito y la incomunicación a la cercanía y el entendimiento? No sacaré ninguna conclusión de esta escena incomprensible.

Dos. Metro de Madrid, 2002. Esperamos que llegue nuestro tren y nos vamos al fondo del andén porque es donde menos gente hay. En el último banco, pegado a la pared del final, hay una chica sentada. No recuerdo si estaba leyendo o con la mirada perdida en un punto desconocido. Creo que lo segundo. Llegó el tren. Cada cual subimos a un vagón como buenamente pudimos. La chica del banco miró al metro durante una décima de segundo con una mezcla de desdén e indiferencia, después volvió a perder la mirada en un punto desconocido. No hizo ningún gesto para levantarse. El metro se puso en marcha y la oscuridad del túnel borró la incomprensible imagen de aquella chica sentada en un rincón del anden sin intención de ir a ninguna parte.

martes, 7 de octubre de 2008

Max mix cultural


Llevo muchos años en contacto de una u otra forma con la cosa de la interculturalidad. Y todavía me sigue sorprendiendo gratamente. Como un recuerdo lleva a otro y el post de "Gran hermano" me ha hecho recordar Bolivia, diré que allí era muy habitual ver a una mamita con su agenda y su móvil. Una mamita es una mujer aymara vestida con la ropa tradicional (ropa tradicional que, todo sea dicho, fue impuesta por Carlos III y por eso los tapices guatemaltecos o bolivianos se parecen tanto a los manchegos).

Hoy, se ha apuntado una chica nueva a uno de los grupos de jóvenes con los que trabajo. Bueno, de jóvenas, porque son todas chicas. La muchacha en cuestión llevaba un pañuelo cubriéndole el pelo. Un pañuelo negro a juego con el resto de su vestimenta, rigurosamente ska. Solo le faltaba tener a The Specials en el mp3. Bueno, a lo mejor lo llevaba, no se lo he preguntado.



Postadata I: Mi Max Mix favorito fue el 3. Ah, aquel verano del 86.

Postdata II: Mis peores sospechas se han confirmado (leer el post "Con la mosca detrás de la oreja"). Proximamente os contaré los detalles, mientras tanto no compréis ningún libro publicado por la editorial Espejo de tinta, hacedme caso.

Gran hermano


Durante un tiempo, allá por el año 2000, Mercedes y yo vivimos una temporada en una casa parroquial en El Alto, Bolivia. En una de las paredes del patio se podía leer una frase de Guillermo Rovirosa: "Nosotros no proclamamos la revolución, nosotros somos la revolución".

A José Luis, el cura, le daba igual nuestra situación, pero la hermana Luisa nos dijo una noche que ella desaprobaba que viviéramos en tal sitio sin estar casados. Lo dijo en buen tono y nadie se ofendió. La hermana Luisa era, es, una mujer fuerte, luchadora, dulce y admirable. Tambien italiana, lo que le daba un acento muy interesante y una fuerza especial a sus insultos. Una tarde, subiendo de La Paz, pillamos un atasco increíble a la entrada de El Alto. Un coche le hizo la pirula. Ella bajó la ventanilla del pick up que conducía y empezó a soltar de todo por su boca. El conductor discolo huyó aterrado del lugar y un par de policías acudieron raudos a abrirnos paso.



(calle a la que daba una de las puerta laterales de la casa parroquial)


Un fin de semana nos invitó a pasar una noche en una casa que su comunidad tenía a la orilla del Lago Titicaca. Al pasar por los peajes-controles, le daban al encargado una estampita de alguna virgen y un puñado de galletas caseras y asunto resuelto. Nos llevó todo el viaje escuchando a José Luis Perales. Era megafan del del Cuenca, algún defecto tenía que tener.

Me acuerdo que a la mañana siguiente, paseando por el pueblo fantasma (Luisa afirmaba que allí vivía gente pero no vimos a nadie), Mercedes y yo nos peleamos. Eh, no todas las parejas pueden presumir de haberse peleado en varios continentes.


(paseando por el lago Titicaca, de izquierda a derecha: Luisa, Ana y Mercedes)


Bien, debo decir que todo lo anterior no venía muy a cuento de lo que iba a contar pero es que me apetecía recordar a la hermana Luisa. Ahora viene lo que quería contar.

Un sábado, Mercedes y yo decidimos tirar la casa por la ventana y nos bajamos a comer a La Paz. Caminamos sin rumbo hasta que vimos un hotel donde se ofrecía un menú interesante y no muy caro. A mitad de la comida, un tipo se nos acercó para preguntarnos por no sé quién. No somos nosotros, le dijimos. Disculpen, disculpen, repitió varias veces el pájaro. Cuando nos levantamos para pagar, descubrimos que el bolso había volado. Era el típico truco de que alguien llame tu atención para que otro te birle el bolso. Resultó que todo el mundo lo había visto pero nadie nos había dicho nada. Después solo dijeron una y otra vez: han sido peruanos, han sido peruanos. La xenofobia es universal.

Tuvimos que regresar corriendo a la casa parroquial y llamar para anular la tarjeta de crédito. Nos pasaron con la central de Visa en Miami (dónde si no) y la telefonista le hizo a Mercedes toda clase de preguntas para confirmar su identidad, ¡incluido el nombre de su abuela paterna! De verdad, le preguntaron el nombre de su abuela y lo más espeluznante era que ellos ya lo sabían. Joder, sabían cosas de Mercedes que yo mismo desconocía. Aquel no fue un buen día.

Recientemente, el lunes de la semana pasada, fui con Ceferino (el padre de un compañero de cole de Juan) a abrir una cuenta en La Caixa. La Comunidad Autónoma de la Región de Murcia y su Consejería de Educación, en un exceso de generosidad sin igual, otorgan 100 euros por aula y curso para que la maestra compre material. Con eso no hay ni para pipas y las familias tenemos que aportar una cantidad por criatura al cabo del curso para poder funcionar. Dos personas abren la cuenta y allí se va depositando el dinero.

El de la caja estaba copiando nuestros datos y me preguntó mi dirección. Calle tal y cual, dije yo pero él no me dejó terminar. Número 12, apuntó. ¿Teléfono? 968 empecé y de nuevo me interrumpió para demostrar que en su pantalla ya aparecía mi número de teléfono. Pero, ¿cómo la sabes si yo no he tenido nunca cuenta en La Caixa? El tipo se limitó a esbozar una sonrisa de lo más sospechosa.

(Al marcharme me pareció verle un pinganillo como los que usaban los agentes de Matrix. Supongo que serían imaginaciones mías.)

lunes, 6 de octubre de 2008

Pegamento


¿Alguna vez habéis conseguido utilizar uno de esos pegamentos superfuertes sin que se os queden pegados los dedos? Yo no.

Postdata: este asunto me inspiró una vez un cuento que a su vez, si mal no recuerdo, estaba basado en un hecho real. Lo podéis encontrar en:
http://revista.mugak.eu/articulos/show/312

domingo, 5 de octubre de 2008

La quiniela

De fondo, mientras cenaba, sonaba "Carrusel deportivo". Mercedes lo odia, por cierto. Uno de los locutores ha dado de forma muy ordenada los resultados de 2º B y yo, no sé por qué, me he acordado de este gag de Martes y 13:





(Es maravillosa esta biblioteca electrónica de Alejandría que es la red. Pides un deseo y se te concede.)

Entretiempo


Pudiera parecer que no pero el entretiempo es terrible. Es el momento de las dudas, de la zozobra, de la indecisión. Cuando hace calor es fácil: manga corta. Cuando hace frío también es fácil: abrigos por doquier. Pero cuando por la mañana hace frío otoñal, al mediodía un calor de agosto y por la tarde refresca que da gusto, uno no sabe qué ponerle a los hijos.

Con Darío hay solución: allá donde vaya con él me voy cargado de mudas (manga corta, manga larga, chaqueta fina, chaqueta gruesa, pantalón fino, pantalón algo más cálido...). Con Juan la cosa es más complicada, sobre todo en el cole. Las maestras ni quitan ni ponen ropa, así que cada mañana me devano los sesos para ver qué le pongo y conseguir que no pase frío en el cole o no recogerlo a las dos empapado en sudor como un pollico (¿sudarán tanto los pollos?). A la entrada del cole se pueden ver niños vestidos con todas las combinaciones posibles: desde atuendos veraniegos hasta atuendos de pleno invierno. Las madres (permitidme que me incluya en esa categoría, al fin y al cabo es la mayoritaria en ese ambiente) miramos a las criaturas de las demás de reojo para ver si el nuestro lleva más ropa o menos que ellos. Yo soy de los inseguros y si veo que la mayoría va de manga corta le quito la chaqueta y viceversa. Lo que peor llevo son los consejos: lo llevas muy abrigado, hace demasiado frío para que tu chiquillo vaya en manga corta... Las abuelas, en ese sentido, se empeñan en ir de sobradas y siempre son de la opinión de que sobrevestimos a nuestros hijos.

En todo caso, el resultado siempre es el mismo: llega el entretiempo y los chiquillos se constipan. Esta noche, sin ir más lejos, nuestra casa ha sido una sinfonía caótica de toses infantiles. Y así no hay quién duerma. A cada tos un respingo, qué sinvivir.

Y después vienen los contagios. Los adultos estamos tan distanciados de los niños que sus virus nos atacan con especial saña. En mi opinión es una especie de castigo cósmico por el procedimiento de domesticación al que sometemos a los hijos. Mercedes ya va tosiendo y a mí me quedan dos telediarios para enfermar. Ya os lo confirmaré.

viernes, 3 de octubre de 2008

La mosca detrás de la oreja


El abogado que no tengo me recomienda que no diga nada de este asunto, que sea prudente y que no meta la pata. Cállate, me dice, mantén la boca cerrada. Pero una de las últimas canciones de Niños mutantes parece dedicada a mí. La canción dice: "Te favorece tanto estar callada", en mi caso callado. Sé que me he metido en más de un problema por hablar pasándome de listo. Por ejemplo, a una de las parejas más sólidas y duraderas que conozco les auguré que no durarían más de dos meses. También soy mucho de lanzarme a decir: venga, va, ya lo hago yo. Y luego voy siempre con la lengua fuera arrepintiéndome de ser tan vocazas. Pero no puedo evitarlo. Me pasa lo mismo con el picante, sé que no me sienta muy bien pero si hay tengo que comer. En todo caso intentaré ser un bocazas prudente, valga el oximoron (¡toma palabra!).

Hace unos meses hice un trabajo para una empresa a la que llamaremos N. Acordamos que cobraría ese trabajo en octubre. Lo suyo hubiera sido que al acercarse la fecha me hubieran llamado, me hubieran pedido el número de cuenta y me hubieran pagado. Pero algo me hacía sospechar que no sería así. Al poco de volver de vacaciones, le mandé un correo al jefe de N. sin mostrar mucha ansiedad en cobrar preguntándole cómo iba el asunto. No me contestó. Qué raro, pensé, siempre me respondía a los correos. A la semana mandé otro correo de esos que piden confirmación de lectura y un símbolo de admiración bien rojo. Tampoco hubo respuesta. Escribí a otra de las... no puedo decir su cargo que si no desvelo el asunto... bueno escribí a otra persona de N. y tampoco me respondió. Hubo un tercer mensaje al jefe sin respuesta. Bien, pensé, habrá que pasar al teléfono. Y ahí fue cuando empezó a cundir el pánico. El fijo comunica siempre, pero con un ruido extraño, como de teléfono arrancado o teléfono fantasma. Con los móviles tres cuartos de lo mismo. Ninguno está operativo, a ninguna hora.

No paro de darle vueltas y no se me ocurren más que explicaciones desastrosas. Lo que más me fastidia es que algo así es tan propio que me pase a mí. Espero que dentro de unos días pueda reírme de todos estos temores porque lo contrario sería muy mala señal.

Postdata escrita un día después: Como era sábado, Darío se ha despertado antes que nosotros. Lo hemos echado a la cama y hemos estado un rato ganduleando. A nosotros nos gusta mucho el colecho a pesar de que algún predicador descerebrado diga que tal cosa provoca serias lesiones mentales en los niños. Todo mentira. El caso es que entre bostezo y bostezo hemos estado hablando Mercedes y yo (cosa rara en estos tiempos que corren) y a mí se me ha ocurrido decir lo seguiente: pues parece que Darío no ha salido tan vomitón como Juan. Bien, pues un rato después le he dado el biberón. Conforme le daba el último chupetón a los estupendos 210 mililitros que le había preparado los ha vomitado cual sifón a presión. Lo dicho: para qué hablaré.

Cuatro recomendaciones


Creo que no he recomendado ningún blog en todo este tiempo. Imperdonable. Voy a arreglarlo recomendando tres.

El primero es el de mi hermano y amigo ELF: www.owachy.blogspot.com Él me inició en Dostoievski, Kafka y otros escritores felices por el estilo. Si escribo en buena parte es por él. Tiene alguna que otra novela publicada y un día de estos triunfará en la Literatura.

El segundo es uno que, bubeando por la red, descubrí que tenía este blog (el mío) entre sus recomendados. Me dio un alegrón que pa qué. Se llama "A 20 cms del suelo" y es de un fan de Bruce Springsteen y de la novela "Alta fidelidad". Tiene otro blog de lo más curioso, se llama "Lo que España compra" y en él recoge listas de la compra encontradas por ahí. Puede parecer una tontería pero de verdad que es interesante.

El tercero... bueno, el cuarto, al final han sido cuatro no tres, es un blog de lo más divertido. Se llama www.lorzagirl.blogspot.com y tiene algunos post desternillantes. Además, tiene un o una cobaya llamada Arale-Chan, ese gran personaje de Toriyama. Hace unos juegos con los tamaños de las letras que me muero de ganas de copiar. Solo le pondría una pega: hay una foto de la autora y lorzas, lorzas lo que se dice lorzas no tiene muchas.

Pues nada, haciendo red.

jueves, 2 de octubre de 2008

Obligaciones

Hoy iba a escribir mi post más original y divertido, un post tan bueno tan bueno que podría cambiar el curso de la Historia. Pero no puedo y os voy a decir por qué. Porque tengo que ordenar la casa, que está hecha una cochiquera, tengo que hacer de comer, hoy bacalao al ajoarriero, tengo que bañar a Darío, tengo que llevarlo a la pediatra, lleva constipado más de una semana y desde hace un par de días ha empezado con una tos feísima, tengo que darle de comer en algún parque haciendo tiempo a que salga el hermano del cole, tengo que recoger a Juan, tengo que pelearme con Juan para que coma, tengo que pelearme con Juan para que se lave los dientes, tengo que darle el parte de la mañana a Mercedes, traspasarle el testigo e irme a trabajar, tengo que trabajar, tengo que llegar muerto a casa, tengo que ver como van las cenas de los hijos, tengo que darle el biberón a Darío o la cena a Juan, tengo que dormir a alguno de los dos, tengo que tomarme mi pastilla de los nervios y tengo que caer derrengado en la cama. ¿Comprendéis ahora por qué no puedo escribir el que iba a ser mi post más divertido y original? Es lo malo de que un ama de casa intente escribir un blog.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Comunicación

No me puede decir: gracias, papá, por alimentarme tan diligentemente, pero ya estoy saciado, no me cabe ni un gramo más. O: esos mini danoninos carísimos que me compras con sabor a albaricoque no son de mi agrado. No. Cuando Darío no quiere más o algo no le gusta me lo escupe a la cara. Literalmente. Menos mal que tengo gafas, de lo contrario no ganaría para colirios.