Comunicación
No me puede decir: gracias, papá, por alimentarme tan diligentemente, pero ya estoy saciado, no me cabe ni un gramo más. O: esos mini danoninos carísimos que me compras con sabor a albaricoque no son de mi agrado. No. Cuando Darío no quiere más o algo no le gusta me lo escupe a la cara. Literalmente. Menos mal que tengo gafas, de lo contrario no ganaría para colirios.
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