Llevaría algo así como ocho horas ininterrumpidas escuchando a Juan hablar sin cesar con un timbre de voz que no necesitaría micrófono en un auditorio de mil personas y respondiendo a preguntas del tipo: Fede, ¿te preocupa que un oso gigante me arañe?, cuando me pregunté para mí mismo que por qué los niños no vendrían de fábrica con un botoncito de mute.
No hay comentarios:
Publicar un comentario