Cada miércoles un cuento en El Estafador

martes, 19 de febrero de 2013

Cabezas huecas

(Título alternativo: Lo que tiene uno que escribir para poder subir una ilustración guapante.)

La Dominación también sueña, también acaricia sus utopías, oscuras y miserables, distopías desde nuestro punto de vista. La Dominación sabe que está rodeada de peligros, personas que quieren ser libres, amarse sin condicionantes, dar rienda suelta a sus subjetividades, jugar hasta perder el aliento. La Dominación se ve obligada a tener en marcha toda clase de sistemas de sumisión: medios de comunicación, educación, publicidad, militares, catedráticos, policías, parlamentarios... En palabras de Balzac: Todo poder es una conspiración permanente. Por no hablar de la terrible inquietud de que algún día algo falle y se vea liquidada. Ah, la Dominación, tan cansada y asustada pero triunfante, al fin y al cabo.

La Dominación aspira a convertirnos en borregos, marionetas productoras y consumidoras, ciudadanos obedientes con una papeleta de voto entre los dedos. La aspiración de la que hablamos ha sido reproducida hasta el aburrimiento en películas, tebeos, libros. Hasta en los dibujos animados de éxito popular. Para la Dominación, la persona ideal es como el pez de una de las películas de Bob Esponja, con un cubo embutido en la cabeza, dispuesto a obedecer todas las órdenes que le lleguen, en este caso de Plancton, el malo de turno. Personas con un cubo de cebo en lugar de cabeza, restos podridos de animales marinos en lugar de cerebro. La metáfora es tan atractiva que era imposible eludirla. La ficción no hace, con estas historias, más que usar dos de los significados del verbo "conjurar". La quinta acepción que el DRAE otorga a esta palabra es: Rogar encarecidamente, pedir con instancia y con alguna fórmula de autoridad una cosa. La sexta es: Impedir, evitar, alejar un daño o peligro. De esta manera, podemos ver a los trabajadores de la ficción como sádicos o quintacolumnistas de la Dominación o como magos que pronuncian sortilegios para evitar el desastre.

La Dominación, sin embargo, es efectiva. Sin descartar los servicios prestados por escritores, guionistas y artistas de todo pelaje, está consiguiendo, gracias a la tecnología, que su sueño sea más real que nunca. Lo que en tiempos fue denunciado como Pensamiento Único aspiraba, en realidad, a ser Pensamiento Cero. Nada por aquí, nada por allá. Mentes en blanco. Pizarras en las que escribir el destino que nos tiene preparado. La Dominación quiere mantener la situación atada y bien atada y qué mejor forma de conseguirlo que inducirnos a que seamos nosotras mismas las que hagamos esa labor. Así, somos las primeras en censurarnos, en no pensar tal cosa porque es muy arriesgada, en no hacer tal otra porque estaría mal vista, en pretender hacer la revolución vía internet. Somos nuestra propia policía para regocijo de la Dominación. Hay que reconocerle que sabe lo que se hace.

Hay una idea sobre la tecnología que Félix Rodrigo Mora enuncia de la siguiente manera: a mayor perfección del objeto técnico mayor degradación del sujeto que de él se sirve. No se trata de demonizar la tecnología porque según el razonamiento de Rodrigo Mora, la bondad o maldad de los ingenios depende del uso político que se haga de ellos, de su intencionalidad. Y según el adagio samurai, no es el arma sino el guerrero que la empuña. Sea como sea, la esencia de muchas expresiones concretas de la tecnología consiste en que el sujeto, al tiempo que se cosifica, debe transferir al objeto tecnológico buena parte de sus habilidades. Y eso nos lleva al meollo de esta entrada.

Las nuevas tecnologías, al igual que los dibujos animados o la Aritmética, también ofrece metáforas para continuar con el tema uno o dos párrafos más. La nube, sin ir más lejos. Dentro de poco, los discos duros de nuestros ordenadores estarán vacíos porque toda la información se depositará en grandes servidores, quedará flotando en la nube, es un decir, para que podamos acceder a ella cuando nos plazca. Lo mismo que pasará con las fotos o archivos de texto, sucede ya con las ideas, las opiniones e, incluso, los sentimientos. La Dominación elabora lo que debemos pensar, sentir, hacer y lo coloca en una nube que flota sobre nuestras cabezas huecas. De tal forma que cuando queremos saber qué opinar sobre este o aquel tema, escuchamos una tertulia radiofónica o leemos un periódico. Y cuando queremos saber cómo ser felices, vemos anuncios en la tele, para acertar con la bebida que nos hará especiales o la prenda de ropa que nos hará sobresalir de la masa. Dicho de otra manera:

"El Diablo de los Mares",  Artiz.


martes, 12 de febrero de 2013

Moda secreta



Esta mañana he estado como público en un juicio. El juicio se ha suspendido y la palabra público no es muy acertada. Éramos varias decenas de personas que estábamos allí para apoyar a dos compañeros y dos compañeras denunciadas por la policía nacional. Entended que de las cuestiones legales no diga nada: (1) no me entero mucho y (2) puedo meter la pata y decir algo inconveniente para los compañeros. Pero hay algo que debe ser señalado con urgencia. Esto es:

Entre los policías secretas y los antidisturbios de paisano se lleva el color camel.

PD: Es posible que haya quien piense que algo así no justifica un post. No soy de esa opinión pero como querer contentar a todo el mundo es un defecto, diré algo más. Empezaré por dos cuestiones más de moda:

1. Las chaquetas color camel no se las han quitado ni cuando ha sido evidente que la calefacción estaba en marcha. Supongo que es la degeneración profesional: ellos se ponen lo que les toque ese día y ya no se lo quitan, pase lo que pase. Qué disciplinados son. Carne de orden.

2. ¿Un secreta que va de civil, se puede decir, en sentido estricto, que va de paisano? Visto lo visto, junto al camel de las chaquetas se llevan los vaqueros poligoneros de inditex.

Y ahora otro tema. Hay un pensamiento poco elaborado que da por hecho cosas como que un inmigrante no puede ser racista o que allá donde una mujer esté (política, empresas...) las cosas mejorarán. La prueba de que esto último no parece muy acertado la tenemos en el hecho de que una de las denunciantas iba peinada con una larga cola. Que una cuestión son las cuotas y su intento de introducir elementos de reparto equilibrado del poder y otra es que haya cosas sin arreglo, como la policía en sí misma.

La última. A los medios de comunicación les da mucha marcha últimamente decir que los parados no son simples números y poner rosto a la crisis. Ejercicios respetables si no fuera por el morbo que le ponen al asunto y los anuncios de coches de gran cilindrada que ponen después del enésimo testimonio dramático. Mientras que se intenta humanizar algunas estadísticas, más o menos bien, algunas cosas no pueden serlo de ninguna manera. Los compañeros acusados han sido llamados por su nombre y apellidos. Los policías acusadores con un número. Es a lo máximo que pueden aspirar mientras vistan uniforme y cumplan órdenes.

jueves, 7 de febrero de 2013

Curtis Garland

Recupero el fragmento de un post que escribí hace tiempo. Sirva como homenaje al gran Curtis Garland:

La noche de América agonizante. Varias veces he dicho ya en este blog que idolatro a Juan Gallardo, a.k.a. Curtis Garland, a.k.a. mil nombres más, todos anglosajones. Empecé a sentir admiración tras leer su biografía, publicada por Morsa, y ver ese listado final en el que se citaban solo algunas de sus ¡2000 novelas! Después lo conocí en Barcelona y quedé más admirado. Después leí "La noche de América agonizante" y me puse a sus pies. Después encontré dos libros suyos en una ferie del libro viejo y de ocasión y disfruté leyéndolos como disfruto de los tebeos y de esos libros dedicados al alto objetivo de entretener.



"La noche de América agonizante" es un libro de ciencia ficción y espionaje en el que hay cosas que podrían haber escrito Stan Lee, Alan Moore, Grant Morrison, Frank Miller, Bryan Talbot... Máquinas del tiempo, tiranos continentales, espías honrados, amigos fieles, cochesvoladores, armas increíbles... Hay una idea que me gusta mucho y que sugiere que toda la ficción está almacenada en una caverna, como la de Platón, y el escritor se limita a traerla de vez en cuando al mundo de los libros. Gallardo sabe manejarse en esa oscura caverna sin necesidad de luz ni mapas, la conoce como la palma de su mano.

Los autores de bolsilibros, esos libritos que inundaban los quioscos y se vendían como churros, debían escribir una novela a la semana. Eso, paradójicamente, les hacía libres de la obligación de escribir la mejor novela en cada novela. Se dejaban llevar por las urgencias y la imaginación volaba libre y certera. 

Sobre todo esto, Javier Pérez Andújar escribe en el prólogo a "Yo, Curtis Garland": Una de las diferencias más maravillosas que hay entre la literatura y la subliteratura, es que esta útlima sí que se compra para ser leída. Una novela de quiosco no se compra para quedar bien un día de Reyes, o para adornar una estantería o por dejarse influir por un prestigio publicitario, se compra con el modesto propósito de leerla y pasar el rato.