Cada miércoles un cuento en El Estafador

martes, 8 de abril de 2008

¿Pero dónde?

Llevo unos días preguntándome dónde se quedan todos los sentimientos que no acaban de estallar. ¿Cual será la alfombra debajo de la que se guarda la angustia, la tristeza, la desesperanza, el ataque de nervios contenido-a-última-hora?. En esas estaba cuando escuché el último disco de Travolta y la canción "Dime qué es":




Se queda aquí, dicen. Parece que ellos sí saben dónde van a parar todas esas cosas.

lunes, 7 de abril de 2008

Londres

Me he comprado, a saber por qué, una guía de Londres. Bueno, para ser exactos, he comprado El País y la guía iba de regalo. Y me he comprado la guía de Londres como el que compra una guía de viajes a Plutón o a la Tierra Media.


Tenía un amigo que todos los meses se hacía con varias revistas de coches. Un día le pregunté que por qué le gustaba leer aquellas revistas llenas de coches que nunca se compraría. Es como las revistas de tías, me dijo, te gusta mirarlas aunque sepas que nunca estarás con ningua de ellas. Me da a mí que las guías de viaje tienen mucho de eso.

domingo, 6 de abril de 2008

Si tengo que cambiar, que sea para mal

Mi chiquillo pequeño no me habla. Le he hecho lo peor que nadie le ha hecho hasta ahora: he intentado darle un biberón. Se ha revuelto, ha escupido la asquerosa (la he probado) leche artificial, ha llorado hasta ponerse rojo, ha pataleado... Al final me he rendido y he llamado a Mercedes al trabajo para que viniera a socorrernos.

Resulta que se le ha acabado la baja maternal. Las roñosas 16 semanas que dan pasan en un visto y no visto. Y claro, si no está mamá, papá tiene que tirar de biberones. Todo esto me reafirma en una de mis máximas: la vida es un asco cuando no un timo. A mí que me perdonen pero la liberación de la mujer tiene poco de liberación. Puede sonar muy bien eso de tener un trabajo propio, la autonomía, un sueldo independiente y todas esas cosas pero, de momento, lo que es indudable es que se ha conseguido unir lo peor de la condición secular del hombre con lo peor de la condición secular de las mujeres. Ahora hay que soportar la tiranía del jefe, la tontería de los compañeros, la rigidez de los horarios, el estrés laboral y etcétera con los platos sucios, la compra, la pediatra y las obligaciones y neuras maternas.

Entonces pasa, por ejemplo, lo siguiente. Es maravillosa la leche materna. ¡Madre: amamante a tu hijo, por lo menos, hasta los seis meses! El mensaje está claro. Pero se cumplen las 16 semanas y el niño no se puede ir al trabajo. Así que hay que darle biberón, a ser posible con leche materna. Pero el sacaleches es un rollo, hace daño, es poco efectivo y no hay ni un respiro en el trabajo para usarlo. Hay que recurrir a la leche artificial. Y, a cada paso, revolotea el miedo tan comentado por las matronas: lleva cuidado, porque el biberón es más cómodo que el pezón y como se acostumbre a la tetina ya no querrá teta. Y, a todo esto, que haya suerte y que con la ansiedad no se corte la leche. Venga a aculumar angustias.

Así que, mientras se llora por tener que separse por primera vez en cuatro meses del hijo, se encajan las nuevas complicaciones del curro al tiempo que se sufre porque el bebé no toma biberón y se siente la culpa de ser mala madre porque no le dará pecho al hijo hasta, por lo menos, los seis meses. No sé pero para mí que todo esto está mal planteado.






PD: El título son unos versos de una canción de los Surfin´Bichos, para saber más usar google, venga.

Domingo

Son las diez y pico de la noche pero igual podrían ser las tantas de la madrugada, para el caso es lo mismo: estoy muerto en vida. El cuerpo no me pido acostarme, más bien que lo deje caer en cualquier rincón. Los días son verdaderas carreras de obstáculos lo que convierte a cada semana en una gimkana casi intolerable.

De fondo suena el In Rainbows, de los Radiohead. Lo pongo porque me lo acabo de comprar y porque me gusta. Lo malo es que me produce cierta congoja. Hace un par de noches, me lo puse de fondo sin prestarle mucha atención. Al rato empecé a sentirme mal, como agobiado y triste. ¿Qué me pasa? me pregunté, si estoy bien a qué viene ahora esta angustia. Y era la música de fondo. Supongo que para eso escuchamos música: para que nos provoque cosas, aunque sean poco aconsejables.

De verdad que me dejaría caer en el sofá a ver cualquier cosa que echaran en la tele. Pero aquí sigo, con mi famosa fuerza de voluntad, tirando de mí y atendiendo este blog ahora porque no he encontrado otro momento en toda la semana. Voy a intentar lo siguiente: escribir varios posts de golpe y dejarlos como borrador y subirlos poco a poco a lo largo de los siguientes días y conseguir que parezca que escribo casi a diario. Pero no sé si me llegarán las fuerzas. Tengo la cabeza embotada y mis pensamientos tienen circulación lenta con paradas.

Tres párrafos y no he dicho nada, parezco un político o un tertuliano.

Podría seguir así un buen rato pero no lo haré. Estoy intentando contar algo con cierta sustancia pero no se me ocurre nada... Creo que narrar mi moderada satisfacción por haber hecho las tres cosas pensadas para hoy: poner una lámpara nueva de Ikea en el estudio, asegurar el espejo del baño antes de que se nos venga encima o cambiar el revistero de la salita al susodicho baño, no merece la pena. Podría contar algo de la comida familiar, hemos tenido un momento herencia entre lo lóbrego y lo surrealista, eso estaría bien. Pero me da algo de reparo. A ver qué cuento entonces...Vale, recurriré a mi chiquillo mayor que para estos casos es muy socorrido. Estaba durmiéndolo cuando de repente me dice: papá me pasa una cosa y tengo miedo. ¿De qué? le pregunto. De una película que no he visto de un monstruo que se come a un niño que está por la calle. La echan en el cine, sigue. Y acaba preguntando: ¿nos la podemos bajar de internet?