domingo, 5 de octubre de 2008
Entretiempo
Pudiera parecer que no pero el entretiempo es terrible. Es el momento de las dudas, de la zozobra, de la indecisión. Cuando hace calor es fácil: manga corta. Cuando hace frío también es fácil: abrigos por doquier. Pero cuando por la mañana hace frío otoñal, al mediodía un calor de agosto y por la tarde refresca que da gusto, uno no sabe qué ponerle a los hijos.
Con Darío hay solución: allá donde vaya con él me voy cargado de mudas (manga corta, manga larga, chaqueta fina, chaqueta gruesa, pantalón fino, pantalón algo más cálido...). Con Juan la cosa es más complicada, sobre todo en el cole. Las maestras ni quitan ni ponen ropa, así que cada mañana me devano los sesos para ver qué le pongo y conseguir que no pase frío en el cole o no recogerlo a las dos empapado en sudor como un pollico (¿sudarán tanto los pollos?). A la entrada del cole se pueden ver niños vestidos con todas las combinaciones posibles: desde atuendos veraniegos hasta atuendos de pleno invierno. Las madres (permitidme que me incluya en esa categoría, al fin y al cabo es la mayoritaria en ese ambiente) miramos a las criaturas de las demás de reojo para ver si el nuestro lleva más ropa o menos que ellos. Yo soy de los inseguros y si veo que la mayoría va de manga corta le quito la chaqueta y viceversa. Lo que peor llevo son los consejos: lo llevas muy abrigado, hace demasiado frío para que tu chiquillo vaya en manga corta... Las abuelas, en ese sentido, se empeñan en ir de sobradas y siempre son de la opinión de que sobrevestimos a nuestros hijos.
En todo caso, el resultado siempre es el mismo: llega el entretiempo y los chiquillos se constipan. Esta noche, sin ir más lejos, nuestra casa ha sido una sinfonía caótica de toses infantiles. Y así no hay quién duerma. A cada tos un respingo, qué sinvivir.
Y después vienen los contagios. Los adultos estamos tan distanciados de los niños que sus virus nos atacan con especial saña. En mi opinión es una especie de castigo cósmico por el procedimiento de domesticación al que sometemos a los hijos. Mercedes ya va tosiendo y a mí me quedan dos telediarios para enfermar. Ya os lo confirmaré.
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elhombreamadecasa
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