El oso es un animal inteligente donde los haya. Después de pasarse la primavera y el verano comiendo como un oso, de ahí su nombre, cuando llega el otoño y se intuyen los rigores del invierno, se refugia en su cueva. Allí se pasa meses durmiendo a placer. Cuando llega de nuevo la primavera, está descansado como una rosa y esbelto como una sílfide.
El hombre ama de casa piensa con envidia en el oso ahora que es invierno en su ciudad y tiene que pasarse el fin de semana encerrado en casa escuchando a sus crías gruñirle para que les de más pan o gritarle para que se pase él la pantalla de los lagartos del videojuego. Los osos sí que saben cómo montárselo y no el hombre ama de casa.
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