De vez en cuando alguien me dice que tengo un acusado lado femenino. Lo he escuchado tantas veces que, sin llegar a entender lo que quiere decir y sin comprobar que realmente sea cierto, lo he asumido. Igual que asumo el increíble color miel de mis ojos o la carnosidad de mis labios voluptuosos (un amigo solía decir que el mejor beso que le habían dado nunca se lo había dado yo). Y tras estos momentos de autopublicidad sigue la narración.
Leo en varios periódicos (qué bien queda esto, quien no lea a menudo este blog dirá: Vaya una birria de ama de casa que se pasa las mañanas leyendo la prensa) que el tabaco daña más a los hombres que a las mujeres. Resulta que estas últimas fuman más "por recompensa positiva; es decir, por el placer de disfrutar el cigarrillo". Me alegra saberlo, ahora sé que, gracias a mi lado femenino, un cigar me perjudica la mitad que a un hombre vulgar.
(La de la foto es Patricia Highsmith)
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