Cada miércoles un cuento en El Estafador

miércoles, 4 de febrero de 2009

Imprudencia


Ser imprudente no va con mi carácter. Más bien tiendo a ser sosegado y reflexivo. Valoro hasta el más mínimo detalle las consecuencias de mis actos (de mis palabras y mis pensamientos no). Pero a veces pierdo el control.

Apenas dos días después de rebelar al mundo mi superpoder de marearme en cualquier momento y situación, llegó el momento de ir a cortarme el pelo. Como Darío se portó muy bien en la peluquería decidí montarlo en una de esas atracciones de un euro que salen como setas en todos los rincones del centro comercial. De todas las que había, elegí un pequeño carrusel de tres caballitos. Como no se sostenía solo en el caballito, tuve que dar vueltas al ritmo del carrusel sujetándolo. A la tercera vuelta caí al suelo fulminado por el mareo.

Mientras las asistencias sanitarias del centro comercial me atendían, Darío me miró como diciendo: Qué habré hecho yo para merecer un padre así.

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