Cada miércoles un cuento en El Estafador

miércoles, 4 de febrero de 2009

El talibán de la puerta cerrada


En la mente entrópica de Darío empiezan a aparecer borrones de orden. Todavía no alinea a todos sus juguetes una y otra vez pero le ha dado por cerrar las puertas. Según él, todas deben estar cerradas y bien cerradas. Esto que, en principio no debería causar muchos problemas, sí los causa.

Hay que tener en cuenta que a esa edad todo se hace usando el máximo de fuerza posible, que en un niño de unos 12 kilos no es nada desdeñable. Si te pilla una puerta cerrada por Darío a fuerza total ves las estrellas. Así, algo tan coloquial y aparentemente sencillo como cambiar la bolsa de la basura se convierte en una aventura de alto riesgo.

Te acercas silencioso al fregadero, compruebas que Darío está jugando distraído en la otra punta de la casa, abres la puerta con sigilo, quitas la bolsa llena y cuando te das la vuelta para coger la bolsa nueva, zas, allí está Darío salido de la nada cerrando la puerta contra tu mano distraída. Hace un daño...

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