Hasta hace poco, me molestaban los partes meteorológicos y pensaba que estabais todos locos cuando escuchaba que eran los programas de más audiencia de la tele y la radio. Y ahora, yo también los escucho con atención. Otra cosa más, y van cinco millones, que me ha cambiado la crianza. Cuando era hombre sin hijos me daba igual el tiempo que fuera a hacer y hasta me gustaba que lloviera. Ahora, con dos hijos a cargo, estoy siempre pendiente del tiempo porque si llueve todo se hace más difícil.

Desde que me fijo en los partes meteorológicos (justo en este momento truena) he podido descubrir con cierta sorpresa analfabeta que aciertan. Los hombres del tiempo son como visionarios que saben adivinar el futuro. En algún sitio (creo que en el Luther Arkwright de Bryan Talbot) leí que la magia era ciencia por comprender. Si alguien de hace un par de siglos viera cómo se hacen las predicciones del tiempo, pensaría que es cosa de magia. Mi padre tiene un cacharrete (que palabra tan graciosa: cacharrete) que te dice el tiempo que va a hacer dentro de 24 horas. Y siempre acierta. Toda una bola de cristal.
De momento no ha nevado. Sí está granizando bastante y es un incordio. Por un lado me preocupo porque se me estropee mi flamante Seat Altea y por otro me preocupo por preocuparme por el coche. Es un jodido bucle del que no saldré hasta que escampe.
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