Cada miércoles un cuento en El Estafador

martes, 4 de marzo de 2008

De boda

Menos mal que los amigos se casan de vez en cuando, si no no nos veríamos nunca. Hubo un tiempo en que no podíamos vivir los unos sin los otros. Nos fugábamos clase tras clase poniendo en riesgo nuestro futuro con tal de echar una partidita más al mus o al dominó. Salíamos jueves, viernes y sábado, tronara o nevara. Nos íbamos de acampada y compartíamos una tienda de tres entre cinco o seis. En fin, que estábamos juntos a todas horas. Ahora nos vemos de uvas a peras y generalmente en acontecimientos de este tipo.

La boda de hoy ha sido, como debe ser, una boda con todos los elementos propios del rito. Como le dijo mi suegra a mi cuñada en cierta ocasión: si te casas, te casas como debe ser y te pones peineta. Por eso yo me he puesto corbata. Como no sabía hacer el nudo, esta mañana, nada más levantarme he entrado a Internet y he puesto en Google: "cómo hacer nudo de corbata" y me he impreso un diagrama que explicaba cómo hacerlo. Casi media hora después y tras todo mi repertorio de maldiciones e insultos he conseguido hacer un nudo medio pasable. Lo mejor de todo es que, como yo, otros dos amigos han hecho lo mismo. Yo he optado por el nudo simple, últimamente me ha dado por pensar que lo mínimo es elegante, ellos han optado por el nudo doble y todos hemos mirado con deseo el nudo windsor, pero cualquiera se metía en ese fregado.




A los novios se les olvidó el pequeño detalle de incluir un mapa en la invitación que explicara cómo llegar al restaurante. Después de la misa, el hermano del novio nos ha explicado con una seguridad pasmosa cómo llegar. Pero por mucho que se empeñe en la segunda rotonda no había ningún cartel que pusiera Hospital. Menos mal que soy muy tonto y el hecho de que todos nos hayamos perdido me ha consolado.

Por suerte para mí, mi señora esposa está lactante y no puede tomar alcohol, lo que quiere decir que yo sí. No me he puesto borracho del todo, pero sí lo suficiente como para ir abrazando a los amigos y desvelando alguna que otra intimidad. Y aunque esté mal que yo lo diga, debo decir que con corbata y puro en mano tengo un aire de lo más interesante.

Lo bueno de ir con hijos a este tipo de eventos es que puedes echarles la culpa de las manchas. Yo siempre me mancho, poco o mucho pero me mancho, y hoy, como no, he culpado a Juan. Espero que sepa perdonarme y que salte la mancha de la corbata, que encima no es mía.

En un momento dado, ya en el supuesto baile, han puesto un par de canciones de Los Suaves. Hemos hecho el amago de bailar como burros. Pero ya no somos lo que fuimos. Hace años hubiéramos destrozado el local, pero ahora tenemos a pequeñas criaturas correteando entre nuestros pies y no podemos bailar como energúmenos. Tampoco nos sale, la verdad.

Ya de vuelta, Darío estaba inquieto. Pasábamos rotonda tras rotonda en un ejercicio infernal de orientación y el pequeñín se mostraba inquieto. No había dónde parar para darle de mamar o tranquilizarlo. Así que me he dicho: la música amansa a las fieras y me he puesto a cantar, cómo no, a La casa azul. Gracias a ese punto feliz de desinhibición que da el alcholol he cantado mejor que nunca y los dos pequeños se han dormido. Repertorio: Como un fan y la canción que próximamente arrasará en Eurovisión: La revolución sexual. Hasta Mercedes me ha hecho los coros en un momento musical Disney sin igual. De vez en cuando somos tan felices... sólo nos falta el perro para ser una familia perfecta.

Y básicamente eso ha sido todo. Ahora lo que me pregunto es lo siguiente: ¿A quién le interesa todo esto? ¿A mí? ¿A mis improbables lectores? ¿A mi única lectora fiel? Bueno, qué más da. Yo lo escribo y me siento bien.

Por cierto que hacía mucho que no escribía medio borracho. En Murcia circula la leyenda de un amigo que llega borracho a casa y se lee un libro. El resto nos acostamos a dormir la mona. Yo hoy he escrito un post en mi blog. Decididamente corren tiempos extraños.

(El dibujo es de la página http://www.nudo-de-corbata.com/)

No hay comentarios: