La fábula de la cigarra y la hormiga es bastante conocida. En el calor del verano, la hormiga no deja de trabajar acumulando comida para el invierno mientras que la cigarra canta feliz de árbol en árbol. La ociosa cigarra se burla de la sudorosa hormiga. Deja de trabajar y diviértete, tontuciaca, que la vida son dos días. La hormiga le intenta explicar lo importante que es ser previsora pero como la cigarra no le hace caso, desiste. Al final, llega el invierno. La cigarra descubre horrorizada que todo se cubre de nieve y no hay nada que comer (¿qué comerán las cigarras?) mientras que la hormiga se refugia en las cálidas galerías del hormiguero y se pone como el quico de semillas y otras exquisitas viandas. La simpática y alocada cigarra no tenía razón. La antipática y seria hormiga sí tenía razón. No hay que divertirse, hay que trabajar, ahorrar, acumular, ser previsores. ¿Hay alguien que no odie las moralejas?
El hombre ama de casa odia casi todo. Odia las moralejas, odia las cigarras y odia las hormigas. El odio a las cigarras es más antiguo, de cuando veraneaba en el campo y el estruendo de los bichos le llegaba desde todos los almendros de la finca. El odio a las hormigas es más actual porque hasta en pleno invierno, contraviniendo la fábula, las hormigas invaden su cocina si se despista y deja una simple miga sin recoger (lo que ha pasado con el jamón de jabugo que le regalaron en Navidad, prefiere olvidarlo). El odio a las moralejas es atemporal.
El hombre ama de casa quisiera ser cigarra y es hormiga. Le gustaría ir de fiesta en fiesta, dejándose llevar por la música, cuando ni tiene edad ni fuerzas para ello. Da un poco de pena el hombre ama de casa, la verdad.
Los lunes por la mañana acude puntual al supermercado de su barrio. Tan puntual que tiene que esperar algunos minutos para que abran. Recorre sus pasillos como una hacendosa hormiguita. Yogures, que las hormiguitas baby se los comen que da gusto. Refrescos sin cafeína ni calorías. Arroz, que recuerda que se ha acabado. El champú que le ha encargado la hormiga reina. Como la fuerza del hombre ama de casa no es la de una hormiga, se ayuda de un carro de la compra para arrastrar todo lo que acumula.
Quizás es a la altura de los congelados o tal vez entre las botellas de agua destilada y perfumada para la plancha, cuando el hombre ama de casa se acuerda de la guitarra que venden a buen precio en la tienda de instrumentos que hay enfrente del supermercado. Se lamenta de no saber tocar la guitarra. Y se lamenta de otro montón de cosas más hasta que una lágrima impar e invisible brota de su ojo izquierdo.
9 comentarios:
Lo más curioso es que las cigarras envidian a las hormigas. Claro, porque nunca han llevado vida de hormiga. Sólo la conocen de oidas, de verla en el cine, de rozarse con ellas en momentos puntuales,...
Coño! Pues cómprate la guitarra y ve tocándola. Nada aleja más de la juventud que el no aprender cosas nuevas...
Nunca es tarde para aprender a ser un rascacuerdas...
Si necesitas consejo dímelo, algo entiendo de eso (de guitarras, no de consejos)
ah... aunque seas un "mod" (se me olvidó añadir)
Irimia, tengo mis momentos de mod elitista en los que odio el rock sinfónico, a los punkies, a los rockers, a los hippies y a todo bicho viviente e inerte. Pero creo que se debe más a mi condición de misántropo que a la de mod.
Por cierto, 69 euros por una guitarra, una funda, un juego de cuerdas y un afinador ¿está bien? (ya sé que esta pregunta rige otra: depende ¿cómo de buena es la guitarra? pero no tengo ni idea de cómo de buena es).
Anónimo, tus palabras han sido para mí como una epifanía en esta mañana neblinosa de lunes de principios de mes y dinero fresco. Cuando Mercedes ponga el grito en el cielo le diré que ha sido cosa tuya. ¿Me dejarías un número de teléfono para que te llame y te entiendas con ella?
Pues en tu pregunta está la respuesta... una guitarra de 69 euros es tan buena como una guitarra de 69 euros... hablando en plata... no creo que merezca la pena.
Irimia, justo a tiempo. Me estaba ajustando el corbatín para ir a la tienda de música cuando he leído tu comentario. Ya sospechaba yo que ese cartel manuscrito en el escaparate diciendo que era un ofertón parecía un engañabobos. Mejor ahorro un poco y me compro una Rickenbacker.
Y ahora digamos que de verdad quiero empezar con la guitarra, ¿qué me compro? ¿alguna marca buena para principiantes? ¿española o eléctrica? ¿los afinadores dan resultado? ¿cuánto cobras por pregunta?
Jajjaa, genial este post. Me encanta tu forma de escribir, tan lúcida y a la vez tan irónica y simpática... Estoy enganchadísimo a tu blog :-)
Alberto, muchas gracias por tus palabras. Acabo de llegar de pasar un buen rato en tus dos blogs y me lo he pasado muy bien. Yo, que soy lector de tebeos desde hace más de veinte años, siento mucha mucha envidia hacia los que dibujáis tan bien. He vinculado el de Zodiaco.
(Al final me compré la guitarra pero no consigo sacar tiempo para tocar. Por no hablar de mi fatal falta de ritmo.)
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