Cada miércoles un cuento en El Estafador

lunes, 20 de octubre de 2008

Pedazo fin de semana

En mi sexto año de Veterinaria (eran cinco, pero yo la hice en seis... y era de los listos) cursé Patología Médica y de la Nutrición, la asignatura más difícil del espacio exterior e interior. Y no se me ocurrió otra cosa que elaborar un seminario sobre el Diagnóstico clínico de la tos. Como es habitual en mí, llegué con un plan tan fantástico e innovador como imposible. La maestra me puso los pies en el suelo (como odio que me hagan eso) y me orientó hacia un enfoque más científico y práctico. Cuando empecé con la redacción me dijo: Los puntos, Montalbán, ahora todos los artículos científicos se escriben con puntos, es más didáctico, más moderno. Aquellas palabras calaron hondo en mí y por eso ahora cada vez que os descuidáis os suelto un post escrito en puntos.

1. Las caras de las madres y padres que pueblan el patio del cole a las dos de la tarde son propias de un funeral. Vaya, otra vez fin de semana, dice una. Sí, cómo pasan las semanas, responde otra. Los fines de semana con hijos son verdaderos tours de force difíciles de llevar. Entonces llegué yo con una sonrisilla maliciosa en la boca y dije que me iba a Madrid. A todas les pareció muy bien pero no mostraron mucho entusiasmo. Entonces solté la bomba: Sin hijos. ¡¿SIN HIJOS?! gritaron varias de ellas al unísono. Sí, sin hijos, confirmé. Alguna tuve que contener el desmayo.

2. El viaje en tren fue tan tranquilo como imaginé. Lo malo es que para los billetes comprados por Internet reservan los peores asientos: los que van en sentido contrario a la marcha y con pasajeros delante. Para mover un pie había que llevar a cabo todo un despliegue diplomático. Temí marearme pero hubo suerte. Cometí un error: me leí "La carretera" de Cormac McCarthy. Pero qué mal rollo da la novela dichosa. Por cierto, hay una cosa que no entiendo: Si al comprar los billetes lo hace uno todo, hasta imprimir los billetes con su propio papel y tinta, ¿por qué cobran gastos de comisión?

3. Cuando la gente de provincias como nosotros vuelve de Madrid suele presumir de haber visto a tal o cual famoso (y era mucho más pequeño de lo que pensaba, añaden siempre). Mercedes y yo vamos directamente a sus casas, nos dejan sus camas, nos invitan a comer en restaurantes elegantes y hasta nos preparan una caldereta con bogavante para chuparse los dedos (no había comido antes bogavante, así que no tengo muy claro como van las bes y las uves). Gracias, sistel. Gracias, cuñao.

4. Hay que rebelarse contra el destino. Recordaréis mi episodio con la maldición Levi´s. Pues bien, la cosa no iba a quedar así. El día antes del viaje me fui a un outlet y me compré unos Levi´s muy apañados (de los outlets hablaremos otro día). Y siguieron las rebeldías. Para nuestro fin de semana loco en Madrid teníamos planeado gastar a lo loco lo que hubiera ganado en el ensayo. El plan se había fastidiado pero después de ver una parca Merc que te cagas decidí recuperarlo. Nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos de compras como posesos. Mercedes se compró un abrigo que solo tardamos en encontrar cinco horas. Habéis leído bien: cinco horas. Durante todo ese tiempo, 300 minutos, yo me comporté como un campeón: le daba consejos, le mostraba abrigos, la animaba a entrar a la tienda número mil en lo que iba de día... Las compras las acabamos con un golpe de suerte sin igual. Me compré la parca Merc a 140 auros y conforme salimos de la tienda entramos a otra en la que costaba, la misma, 62. Corriendo a devolverla y comprar la barata. Conclusión: rebelarse contra el destino acaba trayendo buena suerte.

5. Del concierto qué os voy a contar. Powerpop a tope. No sé por qué se dice disfrutar como un enano pero yo disfruté como uno, o dos. Qué bien tocó, qué energía, qué entrega, qué elegancia y qué puntualidad. El concierto estaba programado para las 21.30 y justo a esa hora empezó. Se tiró al rollo y, sin complejos, tocó canciones de The Jam y The Style Council. Al final le arrancamos tres bises y acabó con "All You Need Is Love" por todo lo alto.


6. Se discute mucho sobre si el pop y el rock deben cantarse en inglés y no en castellano porque es su idioma original. Bueno, no sé. Lo que tengo claro es que para los bises rige el castellano y no el inglés. Es mucho mejor gritar otraaaa, otraaaaa que another one, another one.

7. ¿Y dormir por la noche sin tener que despertarte porque Darío está convencido de que si no se toma ya el biberón morirá de hambre o para comprobar si Juan se ha destapado? Eso sí que es increíble. Y con el colchón viscoelástico de mi hermana ya ni os cuento.

8. El domingo fue más relajado pero tuvimos tiempo para alguna compra más y unos vermuses en un bar de viejunos de derechas de lo más agradable. Después vino el Bogavante y las carreras para no perder el tren. ¿Tuvo algo que ver el subconsciente en este hecho tan inusual: yo llegando tarde a un tren? ¿Quizás no quería volver?


Seguro que me dejo cosas interesantísimas por contar pero es que es tardísimo (cuánto superlativo junto), se me cierran los ojos y no voy a tener oportunidad de escribir en varios días, me temo. Acabaré con una reflexión final. Cuando el maestro Mutenroshi (para mí siempre será el Geni Tortuga, fui de los que vió Bola de Drac en Canal9) aceptó entrenar a Son Goku y Krilín, les hizo ir a todas partes con un caparazón de tortuga y ellos no entendían por qué. Al cabo de las semanas les dijo que se los podían quitar y les pidió que saltaran. Dieron un salto increíble de decenas de metros. Pues así nos sentimos Mercedes y yo en el viaje a Madrid, livianos como el aire, liberados de un peso y capaces de dar saltos kilométricos.


Postdata romántico: Hacía años que Mercedes y yo no ejercíamos de novios. Estuvimos tan tontos y enamorados que el sábado, antes del concierto, hasta le hice las planchas en el pelo. Eso es amor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabes como me alegro de vuestro finde en Madrid, TENIAIS MUUUCHA NECESIDAD.Pero os voy a contar algo que nos pasó a las que nos quedamos por aquí. Iba yo el domingo con mi chico cruzando el puente Manterola que está junto al malecón cuando de repente ví a un amigo mio,con camisilla verde...que me miró y abrió sus ojos y su boca con sorpresa, vino corriendo hacia mi, yo me agaché y pedazo de abrazo. Detrás venían dos mujeres, una joven y otra más de mi edad con otro amigo mío más pequeño todavía (hacía que no lo veía y está precioso), las dos mujeres tenían cara y cuerpo de agotamiento y dijo la joven: "este fin de semana he decidido que no voy a tener hijos". Me dijo mi amigo, el mayor, que venía de un sitio en el podía tocar a los peces. Cuando me despedí, le dije me había alegrado mucho de verlo, a lo que él contesto: yo tambien, y yo me fui tan contenta...
Venga, ya os he dado el parte ¡que ciudad taaaan pequeña!

elhombreamadecasa dijo...

Murcia es un pañuelo... y lo dejo ahí.

Es que mi hermana la de en medio fue la que más cargo se hizo de los chiquillos y ese tipo de cosas pasan facturas. No sé, al paso que vamos se van a quedar sin primos.