Cada miércoles un cuento en El Estafador

sábado, 11 de octubre de 2008

Hijos como ocas

Darío está malico. El jueves de madrugada lo notamos algo caliente pero no quisimos hacer caso. Cuando se despertó de la siesta de media mañana, seguía caliente y, lo más sospechoso, quería seguir acostado sin gritar como un loco para que lo pusiera a andar. Así que le puse el termómetro. No sé otros padres pero yo hablo con el termómetro. Mientras va marcando la temperatura le voy rogando en voz baja: no subas más, no subas más. A veces me hace caso y otras no, como en esta ocasión. 38,1ºC. Hala, a salir pitando al centro de salud. Era la primera vez que Darío tenía fiebre y se me puso el corazón en un puño. Para muchas cosas del pequeñín, como le llama Juan, parecemos padres primerizos.


La cosa no es grave. Anginas. Sus antipiréticos, sus lavados de fosas nasales y su antibiótico cada ocho horas. Ya, como si fuera tan fácil hacerlo como decirlo. Quien haya intentado darle un medicamento a un niño que no lo quiera tomar sabrá que se trata de una de las tareas más difíciles que se le pueden encomendar a un ser humano. Las primeras veces le engañábamos vilmente con el biberón. Mira, Darío, ¿quieres agua? Y cuando abría la boca en vez de la tetina le metíamos la jeringa con la pasta blancuzca mata bacterias. Pero esos trucos valen para, con suerte, un par de veces. Al final tienes que hacerlo a la fuerza. Lo de esta mañana me ha recordado a una de esas escenas finales de Mortadelo y Filemón en la que atan al Superintendente Vicente a un árbol, le meten un embudo por la boca y le hacen tragar todo tipo de cosas. (Nota para mí: ir esta mañana mismo a pillar un embudo en algún multiprecio).


He pasado un buen rato buscando una escena como la anterior en mi colección de tebeos de Mortadelo y Filemón. No he encontrado ninguna así que os pongo una secuencia con Bacterio que creo refleja a la perfección cómo se siente Darío cada vez que le damos su medicina:
asdasd




(Lo único bueno de que mis chiquillos, rabos de lagartija alimentados con pilas atómicas, se pongan malos es que se dejan abrazar sin retorcerse como locos para que los dejes seguir a lo suyo.)

1 comentario:

lapatachunga dijo...

Ese amor de padre incondicional que destilas en tus escritos te honra como, incluso siendo un padre pop