Cada miércoles un cuento en El Estafador

martes, 17 de febrero de 2009

Cuestión de acentos


El jueves de la semana pasada me llamó mi hermana pequeña para que le ayudara con unas dudas de Lengua que tenía. Que nadie se confunda porque pequeña y Lengua suenen a colegio o instituto porque mi hermana pequeña es ya una universitaria hecha y derecha. Ella sigue pensando que su hermano mayor lo sabe todo y podrá ayudarle con sus dudas por los tiempos de los tiempos... y yo no sé cómo decirle que no soy tan útil. De momento capeo el temporal y voy saliendo del paso como puedo. Esta última vez me lo hizo pasar fatal. Las dudas eran verdaderamente peliagudas. Por ejemplo, resulta que no se puede escribir "iba y venía de la cantina sin cesar" porque son verbos que rigen preposiciones distintas. Hay que escribir "iba a la cantina y venía de la cantina sin cesar". A veces las normas de la RAE se las traen.

A mí me gusta que la ortografía sea así, enrevesada, absurda, caprichosa. Me gusta precisamente por eso, por la belleza fatal que encierran los adjetivos anteriores. Pero la sesión de dudas de mi hermana me dejó acobardado e incapaz de escribir nada con seguridad. ¿Cuántas faltas habré cometido en este par de párrafos? Precisamente a eso voy.

Mi hermana me hizo recurrir a toda clase de libros de consulta: que si el diccionario de la RAE, que si el María Moliner, que si la Ortografía también de la Rae, que si el Panhispánico de dudas, que si el Manual de estilo de Arturo Ramoneda... Repasé hasta aquel artículo de Rockdelux que ya mencioné en el que el director avisaba en su columna mensual (¿de?) que la revista aceptaba por fin las nuevas normas de acentuación de la Academia. Esas nuevas normas suprimían la tilde diacrítica de los pronombres demostrativos y de la palabra "solo". Bien. Yo expliqué lo anterior en un post y seguí escribiendo creyéndome en la ola de la modernidad. Pero me pasé de listo y me cargué de un plumazo todas las tildes diacríticas que pillé. Habréis visto que me he olvidado de acentuar cómo, cuándo, quiénes... Me he hinchado a cometer errores ortográficos sin darme cuenta, a mis años. Me siento avergonzado y una fuerza interior me anima a pedir disculpas. No volverá a repetirse. Y si así fuese, que caiga sobre mí toda la fuerza justiciera del espíritu inflexible de Lázaro Carreter.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Dios. Qué tenebroso es Lázaro Carreter. La de hechos ilícitos que debe haber cometido detrás de esa puerta.