Cada miércoles un cuento en El Estafador

lunes, 2 de febrero de 2009

¡Amazing!

De haber sido salpicado por un engrudo radiactivo después de salvar a un viejete de ser atropellado por una camión, de haber vivido mi más tierna infancia en un refugio secreto con una gravedad mucho mayor que la habitual, de haber sido conejillo de indias con el suero del supersoldado, de conocer una palabra como Shazam! o Kimota que me transformara, de proceder de un planeta lejano destruido hace años poseería, con toda probabilidad, alguno de los dos siguiente superpoderes (o los dos).

a) Ser capaz de marearme en cualquier momento y situación.

b) Ser capaz de calcular de forma inconsciente y ajustada el precio de la compra en Mercadona.

El primer superpoder lo poseo sin lugar a dudas. Soy capaz de marearme hasta cuando conduzco yo. Recuerdo uno de esos viajes de juventud con mochilas, dinero justo, jabón escaso y mapas poco de fiar. Un amigo se puso malísimo la tarde en la que se juega la final del Mundial entre Brasil e Italia. Después de mil llamadas conseguimos que una ambulancia viniera por nosotros. A mitad de camino tuvo que parar porque yo estaba con los mareos de la muerte. Justo a tiempo, un segundo más tarde y hubiera vomitado dentro de la ambulancia. Lamentable. Este superpoder parece que es de naturaleza mutante porque Juan lo ha heredado.


El segundo superpoder parece confirmarse. Otras veces he atinado bastante al calcular de cabeza y sin querer lo que me iba a costar la compra. Esto es: sé que tengo cincuenta o sesenta euros en el bolsillo, voy comprando sin hacer cuentas y al final me ajusto bastante bien a lo que tengo. Pero lo de hoy ha sido fantástico. Llevaba 72 euros justos en el bolsillo y ¿sabéis cuánto me ha costado la compra? ¡¡¡72 EUROS JUSTOS!!! Alucinante.

Postdata: Lo anterior me recuerda a mi abuelo Antonio. Durante un tiempo le dio por hacernos una compra al mes, más o menos. Me llamaba para que lo acompañara y me encargaba que fuera sumando lo que echábamos al carro. Por supuesto sumaba con papel y lápiz, nada de calculadoras, que atrofian la mente. A mí eso de que nos hiciera la compra me incomodaba. Un día me hizo echar al carro una lata de atún de esas grandotas. Al llegar a casa, mi madre me vio con cara de perro y me preguntó qué me pasaba. Le dije que estaba muy enfadado por lo de la lata de atún. ¿Es que acaso somos pobres? (pensaba que esas latas, no sé por qué, las compraban los pobres) ¿Pero qué dices? me dijo mi madre, si esas latas son muy caras y solo las compran los que tienen mucho dinero. Ah, respondí sorprendido.

2 comentarios:

Bilbotín dijo...

Esas latas de atún (que no son para ricos), junto con los tres kilos de Cola-Cao es lo mejor que han inventado para ahorrar. Yo, que era el "amo de casa" de un piso compartido, se lo inculqué a mis compañeros. Bote de cristal al vacío con 1 kg de atún por 3.95€ (Hacendado), mientras que 6 latitas ya te cuestan 3€ y pico. Y el Cola-Cao, de 11€/kg pasa a 4€/kg si compras la caja grande. Además, juguete para Juan y Darío!!

elhombreamadecasa dijo...

Entonces era cierto. Las latas de atún grandes eran para ahorrar. Siempre he sabido que mi madre se inventaba cosas para consolarme.

Por cierto, interesantes cuentas las que haces, las tendré en cuenta.