-¿Lo tenéis todo?
-Solo falta el libro de Peluche Diabólico -dijo Juan.
-¿Por qué le seguís llamando así?
-Porque es su nombre -respondió Darío.
-Pues va a hacer falta buscarle un nuevo nombre.
-Él te llama a ti Calvo -dijo Juan.
-¡Yo no estoy calvo!
-En la coronilla no tienes pelo -puntualizó Darío.
-Ni por delante -añadió Juan.
-Es por vuestra culpa, no paráis de darme problemas.
-Creo que entiendo lo de los nombres. Sería como yo, que a veces me llamo Juan y otras veces Niño Catódico. Y Darío, que a veces es Niño Fónico.
-¡Es Niño Sónico!
-¡Niño Fónico! ¡Niño Fón -Juan no pudo seguir chinchando a su hermano porque Darío había anulado el sonido de su voz.
-Darío, déjalo. Y, tú, Juan, devuelve a Chuck Norris a la tele. Qué manía tienes con materializar a Chuck Norris. Será que no hay personajes en la tele... ¡Parad!Ya sabéis que Mercedes no quiere que uséis vuestros poderes en casa.
-Vaaale -aceptó Darío y devolvió la voz de su hermano a la normalidad.
-¡Niño Fónico! ¡Niño Fónico!
-¡Juan! -gritó Fede-. Lo que no entiendo es cómo me sigue quedando pelo. Entonces, ¿qué pasa con el libro de Peluche Diabólico?
-Dice que todavía no lo ha leído -informó Darío- y que lo devolverá más tarde.
Fede fue a la habitación de los niños a ver qué pasaba con Peluche Diabólico. El oso estaba tumbado en una de las camas, con un libro muy cerca y leía, despacio, en voz alta. Mercedes le estaba enseñando a leer. Formaba parte del proceso de reeducación al que había sometido a su antiguo Némesis. Estaba convencida de que podía transformarlo de feroz enemigo a imprescindible aliado. Fede no lo tenía claro. Le dijo a Peluche Diabólico que se iban a la biblioteca a devolver los libros y a sacar unos nuevos y le invitó a acompañarlos. Peluche Diabólico dijo que prefería quedarse leyendo. Cuando Fede salió de la habitación, escuchó al oso leer en voz alta:
-So... pla... ré y sopla... ré y tu cas... a de... de... rrrrri... ba... ré.
-Nos vamos a la biblio -informó a Mercedes-.Peluche Diabólico está leyendo "Los tres cerditos".
-Lo sé. ¿A que es una monería?
-Dice que no lo quiere devolver y el plazo se acaba hoy.
-Bueno, por dos o tres días de sanción no va a pasar nada.
-Es que lo saqué con mi carné.
-¿No te ibas?
-Sí, claro. Nos vamos ya. Solo una cosa más. Creo que deberíamos controlar lo que lee.
-¿Y eso por qué, Torquemada?
-Está claro. Hace apenas unos días, quería matarnos. Esos cuentos infantiles son muy violentos. ¿Y si empatiza con el Lobo y decide que lo mejor es devorarnos?
-Eres un histérico. A Peluche Diabólico solo le pasaba que estaba falto de cariño.
-No es el único.
-¿Quieres decirme algo?
-No, cielo mío. Nos vamos.
-Tardad todo lo que podáis en volver.
Fede dejó a Mercedes. Suspiró y se echó mano a la cabeza. Fijo que acababa de perder varias docenas de pelos en apenas unos minutos.
De camino a la biblioteca, hicieron planes.
-¿Qué os vais a sacar?
-Yo quiero una peli de Pippi -dijo Darío.
-Pero si las tienes todas -recordó Fede.
-¡QUIERO UNA PELI DE PIPPI!
-Está bien, está bien, pero no hagas que el sonido retumbe en mi cabeza. Es de lo más desagradable. ¿Y tú, Juan?
-No lo sé. ¿Hay tebeos de Tintín?
-Está la colección entera.
-Pues un tebeo de Tintín.
En seguida llegaron a la biblioteca. La tenían a poco más de cien metros de casa. Eran unos privilegiados. Entraron al centro cultural, subieron al primer piso y, entonces, se encontraron con el horror:
Continuará...
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