Cada miércoles un cuento en El Estafador

domingo, 14 de diciembre de 2008

El cumple de Darío


El viernes fue el cumpleaños de Darío. Ya no es un bebé, es un niño. Las estapas humanas van de menos a más. Somos cigoto apenas unas horas. Algo más nos dura la fase de blástula. Mórula lo somos durante unos días. De embrión aguantamos unas semanas. De feto ya unos pocos meses. De bebé todo un año. Y así hasta la vejez que puede durar varias décadas. Acaban de leer una reflexión vacua donde las haya por cortesía de su bloguero favorito (o no).

Le regalamos un correpasillos estupendo con una de esas musiquillas desquiciantes que suena cada vez que el niño lo mueve. Supuestamente para estimularle a andar. Eso no sé si lo consigue pero enfurecerme me enfurece un rato. Por desgracia, nada más ponerlo en el correpasillos, se soltó, se cayó para atrás y se dio un buen cabezazo contra el suelo. Desde entonces, mira al juguete con recelo y no se acerca a él si no es a la fuerza.

Celebramos el cumple en familia, como los famosos. Una merienda con café y tarta. Lo de la tarta es un suplicio para los golosos empeñados en guardar la línea. Entre la gente que falla a última hora y el empeño en encargar una tarta más grande de lo necesario para no quedarse corto, suele sobrar un montón. Abrir el frigorífico es aterrador. Cientos de deliciosas calorías susurran al oído: cómenos, cómenos.

Darío se lo pasó muy bien a pesar del marcaje al hombre al que lo sometió Juan, empeñado en abrir todos los regalos y ser más payaso que el protagonista de la fiesta. Sopló la vela como en los ensayos pero le faltó un poco de fuerza así que Juan aprovechó y la apagó con su hipogrito huracanado. Cuando le cantamos cumpleaños feliz nos miró desconcertado. No sabía si echarse a llorar o a reír. Al final optó por bailar moviendo sus bracitos compulsivamente.

Por cierto que cuando compré el correpasillos, aproveché y me hice con un montón de regalos más. Con los años me estoy haciendo previsor. Quién lo iba a decir. Después de pagarlos, me puse a envolverlos en la misma tienda y me acordé de algo que no tiene nada que ver con el tema del post. Mi madre tiene un multiprecio, antes llamado todo100. Como era el negocio familiar, tenía que echar una mano, me apeteciera más o menos. En Navidad sobre todo. Las clientas eran seres impertinentes hasta lo inimaginable. Les daba igual ver que estabas atendiendo a tres a la vez, se plantaban delante tuya y decían sin ningún sonrojo: Nene, dame un paquete de papel higiénico. Mi madre me tenía aleccionado y me impedía responder a mi antojo: Señora, ¿no vé que el papel higiéncio lo tiene ahí mismo?, haga el puto favor de cogerlo usted misma y déjeme atender a estar tres histéricas que no dejan de gritar a la vez. La tienda de mi madre da más servicios que El corte inglés. Los regalos se envuelven, por supuesto. Cómo me gustaba escuchar: Nene, envuélvemelo. De nuevo me tenía que comer mis palabras: Pero ¿qué se ha creído? esa mierda que ha comprado vale dos duros y ¿tiene la desfachatez de pedirme que se lo envuelva? En vez de eso, sonreía y envolvía el regalo. Si el paquete era cuadrado o rectangular la cosa me salía más o menos bien. Pero a veces me tenía que enfrentar a formas inesperadas: esferas, pirámides... Cuando le entregaba a la señora de turno el churro de papel de regalo solían decirme: Nene, esto lo has envuelto fatal. Y yo pensaba para mí: ---------------censurado, ya está bien de palabrotas---------------. Creo que en esa época se consolidó mi misantropía.

Pero, bueno, ese no es el tema. Darío ya tiene un año y está que se sale. Ya se lanza a dar pasos solo. Sabe hacer el tigre, la moto, la vaca y el perro. Sabe decir no con el dedo, morder y dar guantazos. Ya juega a esconderse y llama a su hermano por su nombre (más o menos). También dice papá sabiendo que dice papá.

8 comentarios:

owachy dijo...

Tu coemtario del principio no me parece tan vacuo como apuntas: esa reflexión, tan científica, es la que me lleva a mostrarme tan dubitativo respecto al aborto, pese a mi manifiesto progresismo.

En realidad te ha salido una reflexión de mucho calado.

elhombreamadecasa dijo...

Mucho calado, lo que se dice mucho calado yo no le veo, la verdad. Y respecto al aborto, creo que hay una forma fácil de acabar las conversaciones sobre el mismo: el derecho debe estar para quien necesite usarlo. Está claro que no es una imposición. A mí me gustaría una ley de plazos, dicho sea de paso.

Srta. Aristas dijo...

Aunque atrasado.. Felicidades para Darío.
Y.. solo decirte que te entiendo cuando hablas y salen improperios producidos por señoras, las llamaremos así. Un año se me ocurrió la brillante idea de trabajar en El Corte Inglés de empaquetadora... Al igual que el chapapote... Nunca mais.

owachy dijo...

Hombre hermano, sí que tiene calado, por la concatenación de ideas.
Estoy a favor de los derechos: matrimonio homosexual, religión, eutanasia (activa y pasiva)... Pero no me molan tanto cuando afectan a un tercero de una manera tan directa: cercenándole la posibilidad de existir.
Admitir que el aborto sólo incumbe a la madre es como asumir otros derechos del pasado: el de un marido a pegar a su mujer, o el de un profesor a castigar físicamente a un alumno. Efectivamente, tales derechos no me obligan a mí a pegar a mi pareja, pero siguen siendo una salvajada.
El aborto no es ninguna broma, y estamos asistiendo impasibles a su banalización. Es propio de una sociedad que se degrgada éticamente.

elhombreamadecasa dijo...

No creo que se pueda comparar un embrión a una mujer o un niño en edad escolar. Sería como, en el sentido contrario, afirmar que cualquier método anticonceptivo cercena la posibilidad de existir a un nuevo ser.

A mí tampoco me parece que el aborto sea una cuestión "banalizable". Por motivos profesionales he tenido relación con situaciones relacionadas con el mismo. En todas ellas me he limitado a informar y acompañar, cuando me lo han pedido. Nunca le he dicho a nadie lo que tenía que hacer al respecto. Y, aunque las cifras sean las que sean, no creo que eso implique que se esté banalizando. No acabo de ver la relación.

La mujer embarazada es la principal protagonista ante el aborto, pero no debería ser la única. Deberíamos, de una vez por todas, romper la relación exlusiva mujer-hijos. Los hijos son responsabilidad de quien decide tenerlos (o los tiene sin decidirlo). Sean un hombre y una mujer, dos mujeres, un hombre soltero, etcétera. Es indignante que se haga a la madre responsable exclusiva de la crianza (cosa que refuerzan las ayudas públicas a la maternidad y las acciones de conciliación de la vida laboral y familiar siempre dirigidas a la mujer, y en defensa del empleo, dicho sea de paso). A mí no me va el rollo de que los hijos sean criados por la comunidad, ni siquiera por las abuelas. Creo que es cosa de los padres y/o madres. Y si hay dos que participen los dos, mitad y mitad. También al decidir acerca del aborto (aunque aquí quizás a un 40/60 a favor de la embarazada).

owachy dijo...

Hermano Fede, discutir contigo (estemos o no en sintonía) siempre es un placer por tu altura intelectual y por transigencia.
Lamentablemente coincidimos en parte. No lo hago con los dos primeros párrafos y sí con el último.
Los sistemas anticonceptivos precisamente impiden la fecundación, por lo que de momento proyecto de vida nada (un óvulo y un espermatozoide, por sí solos, no hacen nada). Ejemplo sacado de contexto: un hombre dispara a otro, pero resulta que el segundo llevaba un chaleco antibalas; pasamos de un homicidio a una tentativa, con notables diferencias penales.
Nos hemos concedido 12 semanas, las que determinan el paso de la fase embrionaria al feto. Sinceramente, a partir de la octava semana a mi aquello ya se me asemeja mucho a un ser humano, pero en fin...
Respecto a la banalización (seguro que tú, por tu relación directa con los más desfavorecidos y con las entidades que los ayudan, tendrás acceso a mucha más información) lamentablemente decirte que las cifras sí guardan una relación directa con la misma. Si se tomase más en serio el asunto otra sería la situación. Una deficiente educación sexual, una desinformación creciente y la generalizada idea entre las adolescentes que eso de abortar tampoco es tan malo hacen un cóctel de difícil digestión. Un tercio de las mujeres que abortaron en 2007 lo habían hecho anteriormente al menos una vez más. Terrible. Sólo el 5% de los abortos tiene que ver con causas dramáticas (malformaciones, violaciones (0,1%), riesgo grave para la salud de la madre...).
Respecto al último párrafo, lo suscribo al 100%, incluyendo la crítica a la sociedad en su conjunto y la relación 40/60 padre/madre a la hora de abortar (ya existe una asociación que reclama tal derecho, ante la indefensión en la que se encuentran determinados padres).
Un abrazo.

elhombreamadecasa dijo...

La comparación entre anticoncepción y aborto no vale, y así lo decía.

Estoy de acuerdo en que falta eduación sexual. Un par de veces hemos traído preservativos al barrio para repartirlos gratis a quien los quisiera. Nadie los ha querido. A los machotes les gusta hacerlo a pelo.

También se banaliza muy a menudo la crianza. Tener hijos es lo más difícil del mundo con diferencia. Pero mucha gente no lo ve así. Posiblemente ni dedican un segundo a valorar si es el momento de traer criaturas al mundo. (Este tipo de comentarios es posible que estén muy influenciados por mi trabajo.)

Y lo que ya no puedo soportar es la intromisión de la fe, la que sea, en este tipo de cuestiones públicas. Que se queden es sus templos y sermoneen a los suyos. Y que nos dejen al resto convivir con leyes laicas y modernas.

owachy dijo...

A los ateos como tú y yo nos trae al pairo lo que digan los curas...

Como dice la canción de Víctor Manuel: "Déjame en paz, que no me quiero salvar, y que me dejes peor que mal".

Jejeje, qué bueno ;)