Cada miércoles un cuento en El Estafador

jueves, 20 de noviembre de 2008

Problemas (y situaciones) inesperados (y /as)


Ayer me acordé de un empeño peculiar que mi madre exhibió durante años. ¿Te has puesto calzoncillos limpios? Mira que luego tienes un accidente y te tienen que llevar al hospital y no quiero que te vean con los calzoncillos sucios. El que suciera o no un accidente lo dejaba en manos del azar, el orgullo familiar era cosa suya. Yo la tomaba por loca y pensaba que era cosa de madres. Y de hecho es cosa de madres y de esa conciencia colectiva que todas ellas tienen. Una mujer normal y corriente da a luz y en su interior se produce una tremenda transformación: deja de saber programar el vídeo, empieza a decir a todo que no, te limpia la comisura de los labios con sus dedos mojados en saliva y no desaprovecha la ocasión de decir fases célebres del tipo: ¿Te has creído que esto es un hotel al que se viene solo a comer y dormir?.

Ayer no sufrí un accidente ni tuve que ir al hospital pero viví una de esas situaciones inesperadas en las que haces un poco el ridículo por no haber contado con una visita al centro de salud.

Ya conté que desde que corro tengo toda una serie de problemas físicos. Al principio me dolía la cabeza y me picaba toda la piel. Luego me fui acostumbrando al esfuerzo y las molestias se redujeron a los tobillos. Ahora el que me duele siempre es el derecho. Se puede deber a varios esguinces mal curados. Al común de los mortales, tal es mi caso, los esguinces nunca se les curan bien. Hay que ser un deportista de elite para que eso suceda. Consulté el asunto con un primo fisioterapeuta que tengo y me dio una serie de recomendaciones. Tengo que hacer un calentamiento especial, que incluye unos estiramientos que parecen un elegante paso de ballet, y aplicarme frío en el tobillo después de correr. Aplicarse frío en el tobillo no es tan fácil como se creen los fisioterapeutas. Mercedes me dio la solución: Ponte una bolsa de guisantes congelados. Como no tenía guisantes, probé con una bolsa de habas finas Hacendado. Pero muy finas no eran. Así que lo intenté con una bolsa de habas baby y la cosa resultó.

Cuando ya tenía medio controlado lo del tobillo, surgió un nuevo problema. Los pezones se me irritaban entre el sudor y el roce con la camiseta de running. Se me ponían fatal y tuve que buscar una solución casera. Ahora, antes de correr, me pongo en cada pezón un trozo de un esparadrapo especial que no duele mucho al quitarlo. Con ellos puestos tengo un aspecto ridículo pero me evitan el escozor. Ande yo caliente...

El domingo, el último día que corrí, se me olvidó quitármelos. Bah, ¿quién me va a ver? Mercedes, pero ella ya está curada de espanto, aunque se ríe de mí cada vez que me ve de esa guisa. Con lo que no contaba era con la recomendación de la pediatra de los chiquillos de que deberíamos vacunarnos todos de la gripe.

Ayer fuimos los tres hombres de la casa a vacunarnos. El primero fue Darío. Lloró todo lo que se esperaba de él. Luego me tocó a mí que debía demostrar ser el mayor y no verter ni una sola lágrima. Como me tenían que pinchar en el brazo me quité la camiseta de manga larga a medias. Y allí estaba yo, ofreciendo mi brazo a la enfermera, con mis dos hijos llorando como descosidos y con los pezones tapados con dos trozos de esparadrapo. Todo un papelón. Si ya lo decía mi madre.

6 comentarios:

Irimia dijo...

Para lo del frío en los tobillos yo usaba unos enfriadores de esos de botellas que tienen gel por dentro, mano de santo...

Si lo que te duele es más la parte delantera de la tibia, eso se llama periastitis tibial, toda una putada, influye mucho la forma de correr, se puede minimizar apoyando más el talón que la punta a la hora de correr, pero vamos, que si no hay mucha prisa, lo mejor es no correr...

owachy dijo...

Hermano Fede, qué bien me lo he pasado leyendo este post. El final es sencillamente genial. La verdad (creo que ya lo he comentado anteriormente) hace falta mucha inteligencia y mucha confianza en uno mismo para reirse así de lo propio (a mí me sobra de la primera, pero me falta mucho de la segunda).
Como bien sabes llevo corriendo toda mi vida, de modo que aparte de tener un corazón de acero esta afición no me ha traído mas que desgracias: tengo las articulaciones hechas polvo (algún día hablaré de ello en mi Blog), la cintura destrozada, los pies llenos de durezas... Pero no puedo dejarlo, correr es casi como una droga.
Depués de muchos médicos (algunos muy caros) te doy una serie de recomendaciones:
- Antes de empezar es más importante un calentamiento suave que estirar.
- Lo del esparadrapo es lo mejor, pero para evitar situaciones hilarantes una buena vaselina puede ser suficiente.
- Como bien apunta Irimia lo mejor es que te compres una bolsa de gel (las venden en Decathlon o en Natura), porque lo de los guisantes congelados está bien pero puede provocarte una quemadura de muy señor mío.
- Realiza ejecicios sencillos para las piernas los días alternos en los que no corras (con 5 minutos notarás mucha mejoría).
- Compra un buen calzado,adecuado a tu pisada (pronadora, neutra o supinadora).
- No corras más de 40 minutos, hazlo a un ritmo suave y progresivo (de menos a más).
- Al terminar, MUY IMPORTANTE, ahora sí, estira lentamente, suavemente y un buen ratito (es cuando se enfrían cuando los músculos se joden).

En fin, me pasaría media mañana anotado cosas, pero no es el aso. Espero haberte ayudado, ya que tú me has arrancado una buen carcajada esta mañana. ;)

elhombreamadecasa dijo...

Vaya, yo pensaba que todos los males de correr se curaban con el tiempo y veo que no. Lo que me sigue llemando la atención es lo adictivo que es. Yo empecé a correr porque estaba harto de mi barriga y quería verla desaparecer pero ahora estoy deseando sacar un rato para reventarme los tobillos. ¿Qué será?

Os haré caso en los consejos... aunque le había tomado cariño a mi bolsa de habas baby.

owachy dijo...

Será esa sensación de libertad... y bueno, siendo racionales, que correr ayuda a generar un montón de endorfinas, y esa droga que nuestro cuerpo segrega es tanto o más potente que la heroína (aunque sin sus nocivos efectos).

Hermano, si le sigues teniendo cariño a la bolsa de congelados (que tienen su punto) hay una solución para no privarte de tan grata compañía: envuelve la bolsita en un paño o toalla fina para evitar quemarte la piel (parezco el libro gordo de Petete).

Y otra cosa, MIL GRACIAS POR ENLAZARME!! ;)

Presidente de Narcolepticos de Sevilla dijo...

Dios mío, muy Grande lo que te ha pasado... A mí me sucedió lo mismo pero con una chica.....más vergüenza imposible.

Bueno, ya era hora de escribirte algo :)

elhombreamadecasa dijo...

Desde luego, Presidente, lo tuyo es peor... casi insuperable.