Cada miércoles un cuento en El Estafador

miércoles, 12 de mayo de 2010

Década prodigiosa

El lunes de esta semana, mi señora madre cumplió una de esas cifras redondas que se celebran por todo lo alto. Mis hermanas organizaron una fiesta de las de no olvidar. Se lo curraron un montón. Bien por ellas. Por supuesto fue una fiesta sorpresa y funcionó. Menuda cara puso cuando lo descubríó.

Entre la gente que se reunió, hacía años que muchos no se veían, y el momento presentación de fotos antiguas parecíamos los de "Amanece que no es poco" haciendo flashback.

A mí me encargaron dos cosas: unas palabras (escritas) para abrir el libro de recordatorios que le hicieron (rollo primera comunión) y la selección musical.

Como yo soy muy del cuento de la lechera, pensé que las masas me sacarían a hombros celebrando mi buen gusto al elegir las canciones y comenzaría así una meteórica carrera que me llevaría a ser declarado el DJ del año 2010 por la revista Rockdelux. Pero al final pasaron de mis CDs y pusieron una lista de Spotify que nadie escuchó porque estaban más interesados en contarse cosas después de tanto tiempo sin hacerlo. En todo caso, quien quiera escuchar algunas de las canciones que elegí puede hacerlo aquí.

Respecto a lo que escribí, creo interesante recuperar un par de cosas.

La primera es una idea que tomé de Georg-Christoph Lichtenberg (otro de los que sale en la antología de humor negro que me estoy leyendo). Su frase es esta: Pero el hombre, que vive en tres lugares, en el pasado, en el presente y en el futuro, puede ser desdichado cuando uno de los tres no vale nada. Me pareció una frase que daba mucho de sí. Por ejemplo, se puede decir que el peso del pasado y del futuro puede ir cambiando según se cumplan años pero lo importante es que el peso del presente sea siempre el óptimo. Lo mismo se puede decir usando metáforas geométricas. El pasado, el presente y el futuro deben, para que todo marche bien, sumar siempre 180º, como los ángulos de un triángulo.

La otra cosa que quiero decir sí la voy a transcribir en parte: El amor de madre es prodigioso. Porque es generoso e infinito sin que eso suponga esperar nada a cambio. Bueno, se espera pero si no se recibe no pasa nada, tal vez un pequeño desconsuelo. El único amor generoso e infinito. Ninguno más es así. Un amor sin balanzas en las que medirse, sin espejos en los que reflejarse, sin modelos de referencia, sin mucho ni poco. Un amor para toda la vida, hagan lo que hagan los hijos. A veces es fácil ser madre. Otras es difícil...

PD: Mis hijos y yo hicimos un duelo a muerte de corbatines. Debo decir que, a pesar de todos mis esfuerzos, perdí. La culpa la tuvo el cinturón blanco, que me lo dejé en casa. Como llevaba otro un poco feo, me tuve que poner los faldones del polo por fuera y de todos es sabido que a Darío y a Juan les quedan los faldones por fuera mucho mejor que a mí.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡qué guapos iban tus hijos! Vale..., tú también.

Mª Antonia dijo...

Tu corbata me impresionó y eso de que la llevarais los tres fue una gran idea. Tus hermanas son geniales.
Fue unaidea muy bonita la de sorprender a tu madre de esa manera. Ella se merece eso y más, no sólo por ser madre, sino por ser como es.

lapatachunga dijo...

Las 2 ideas sobre lo que escribiste me han parecido muy enriquecedoras y bellas. Buen discurso

Ainoja dijo...

Un apunte:
La versión "Dile" de Luis Aguilé, le da mil vueltas al "Tell him" de The Exciters... ¡Dónde va a parar!

elhombreamadecasa dijo...

Anónima, bien por esa aclaración final.

Mª Antonia, sí a todo.

Patachunga, la segunda idea daría mucho de si, entre otras cosas porque tiene un reverso tenebroso... pero, bueno, no era momento de oscuridades. (No me refiero a ningún caso en particular sino al amor de madre/padre que quizás no sea tan generoso como nos gustaría, siempre esperamos cosas de nuestros hijos, les condicionamos, les presionamos...)

Ainoja, bueeeeeeno, no sé yo, habría que discutirlo.