Cada miércoles un cuento en El Estafador

martes, 4 de mayo de 2010

En el SOS


No sé por qué pero me da una pereza terrible escribir este post. Desde hace años, tengo una máxima: si algo se complica mucho, no lo hagas. No es gandulería, es sentido común y se basa en años de acumular conocimiento empírico. A pesar de eso, voy a contravenir mi propia regla y escribir este post. No sé, quizás es que voy a escribir algo inconveniente o simplemente voy a soltar un rollazo que no le interesa a nadie.

El SOS 4.8 se llama así porque es un festival que promueve la sostenibilidad y dura 48 horas (ininterrumpidas). El punto entre el 4 y el 8 es una concesión al mundo digital que está bien. Y lo de la sostenibilidad... bueno, el festival se sostiene sobre una cantidad de luz y sonido que consumirá mucha energía y mogollón de vasos de plástico. A mí me parece bien que hayan festivales y no quiero ir de ecologista recalcitrante pero no mola que se mezclen churras con merinas. ¿Quieres hacer un festival sostenible? Chachi. Entonces que los conciertos sean cuando haya luz natural y que sean unplugged. Y sirve las bebidas en vasos de cristal que luego limpiarás con lavavajillas clase A++. Poner mensajitos enrollados en las pantallas gigantes y repartir folletos impresos en papel reciclado no es suficiente.

Hubo otra cosa rara en el SOS. Había voluntarios. Sí, voluntarios. Mientras unos pocos hacían su agosto, otros trabajaban gratis y sin que nadie les obligara. Ver para creer.

Dicho todo lo anterior, debo añadir que nos lo pasamos fenomenal y que el SOS está chulo. Una vez más, mil gracias a mi madre y mis hermanas, que lo hicieron posible.

El viernes llegamos a tiempo para el concierto de los Sunday Drivers. La primera canción que Juan tarareó y que pidió que pusiéramos una y otra vez fue "On my mind" (el vídeo lleva publicidad, qué se le va a hacer):



Si esto fuera Barrio Sésamo diría que ahora vamos a hablar de lejos y cerca. Esto es ver un concierto de lejos:



Y esto es ver un concierto de cerca:


Ver un concierto de lejos es como no verlo. Sabes que hay alguien tocando pero igual es que han puesto un disco grabado en directo. Así vimos, o no, a Franz Ferdinand y Los Planetas.

Ver un concierto de cerca es mucho mejor, dónde va a parar. Además, en las primeras filas la gente no está entrando y saliendo (una manía que nunca entenderé) ni está parloteando a gritos con el vecino.

Hubo un par de momentos bizarros. Joe crepúsculo versionando "Al alba" con su tecno descacharrado y los de un puesto de nachos asegurando que eran de las Alpujarras con un acento de Texas que ni Aznar en sus buenos tiempos.

En los puestos, había uno de discos. Ante estos casos, me comporto con lo que yo llamo una actitud de superhéroe: sé que es una trampa pero voy. Fui el viernes y volví el sábado con más dinero todavía. Así que estamos a cuatro de mayo y ya casi no me queda dinero para el resto del mes.

El sábado nos gustó más que el viernes. Intercalamos conciertos con lecturas de poesía y disfrutamos como locos de Lidia Damunt (su guitarra acabó pidiendo clememcia) y We are standard (con esas dos baterías, imposible no ponerse a bailar de forma enloquecida).

El descubrimiento del festival fueron The Magic Numbers. No los conocíamos y nos dejaron encantados. Dice Ángel Carmona que son el grupo de pop más abrazable del panorama internacional. Además me reafirman en mi convicción de que la paridad es buena:




Y ahora un momento frívolo que advierto desde ya que puede herir algunas sensibilidades. El viernes Mercedes y yo fuimos declarados la pareja más elegante del festival. Cierto es que todos los que nos lo decían y los que nos pedían echarnos fotos (no exagero) estaban borrachos pero igual de cierto es que son los niños y los borrachos los que dicen la verdad. Mi corbatín a juego con la camisa hizo estragos. Por no hablar del vestidito de dos piezas de Mercedes. Para estas cosas es clave elegir una marca de confianza. Fred Perry, por ejemplo, está desaconsejada en este tipo de eventos. Te gastas ochenta euracos en un polo con un laurel a la altura del pezón izquierdo para descubrir abochornado que lo lleva todo quisque. Algo parecido ha pasado con las zapatillas New Balance. Hace cosa de un par de años eran casi imposible de conseguir. Si llevabas unas, eras el rey, todos te miraban. Ahora están en todos los pies festivaleros. Ah, cómo desengrasa todo esto.

Acabo con una pregunta que formuló Mercedes y que lleva varios días en el aire: ¿Qué pasará cuando coincidamos con nuestros hijos en los conciertos?

PD: Se me olvidaba una cosa. Pasé algún que otro rato malo pero controlé mi pánico a las multitudes.

5 comentarios:

Mamá (contra) corriente dijo...

Y yo que no he estado en más concierto que en uno de Bustamante hace ya muchos años xDD

owachy dijo...

Yo ya coincido con mi hija en muchos conciertos, Hermano, y sólo te adelanto que... ¡te lo pasas genial!

Mª Antonia dijo...

Para mí,que tú sabes por qué ,no he estado nunca en un concierto ha sido muy formativo este post. Gracias. Mercedes puede hacerse esa pregunta.¡Dichosa ella!

elhombreamadecasa dijo...

Mamá (contra) corriente, yo no he visto a Bustamante en directo.

Owachy, creo que Mercedes se refería a lo de ir cada uno por su lado y verlos... ¿cómo decirlo? Algo perjudicados.

MªAntonia, nunca es tarde si la dicha es buena. Este ha sido mi primer festival multitudinario y me lo he pasado mucho mejor de lo que pensaba.

Ainoja dijo...

Mi post sobre el SOS por si apetece leer:
http://amorradaalabombona.blogspot.com/2010/05/sos-48-de-festival-los-30.html

Una que estuvo en el camping y no vió nada de día...