Cada miércoles un cuento en El Estafador

sábado, 3 de diciembre de 2011

Saturday Morning

Llueve a ratos en Espinardo. Salgo a la puerta. A lo lejos ha salido el sol e ilumina entre las nubes las montañas de la Sierra de El Valle y Carrascoy que, por un momento parecen, no sé, Cuzco o Los Alpes. Unas palomas coloreadas de forma llamativa revolotean alrededor de unas líneas de alta tensión. Se posan, de vez en cuando, en los cables. Cuando era pequeño, imaginaba que la corriente eléctrica entraba por una pata, recorría todo el cuerpo y salía por la otra pata como si tal cosa. No sé por qué pero pienso en dispararles. Una escopeta con mira telescópica. Una paloma de alas amarillas y pecho fucsia rodeada por una diana, como en las películas... más o menos. Disparo justo cuando están posadas en los cables, cerca de la torre, arriesgándome a provocar un cortocircuito en toda la ciudad. A veces, nuestros pensamientos son extraños. Perdón por el plural mayestático. Tal vez quiera comprobar cuánto hay de cierto en la mala fama de los palomistas. Cuidado con ellos, si les tocas a una de sus palomas, te pueden despellejar. Esos animales valen miles de euros y sus dueños no conocen los escrúpulos. En Terra Natura, a pocos cientos de metros de casa, un ciervo levanta orgulloso, eso lo digo yo, su ornamenta. Qué cosas. Empieza a sonar esa música de jardín japonés, con carpas, nenúfares y puentecitos, con la que nos torturan desde el hilo musical del zoo. Un jabalí hoza la tierra. No va a encontrar trufas. Fijo. Alrededor, la niebla o las nubes bajas. En el salón, Juan ensaya un villancico aporreando las cuerdas como si se apellidara Ramone. A veces, con la realidad es suficiente.


Y para justificar el título:


3 comentarios:

Laura dijo...

No te disculpes, tienes mucha razón, yo a veces tengo pensamientos bastante extraños... a veces algo macabros... mejor no contar nada por si alguien llama a los loqueros ;)
Buen finde.

Laura.

Anónimo dijo...

Hablando de lo peligrosos que son los palomistas, a mí me amenazaron con atropellarme cualquier día si no les dejaba pasar a mi huerto a coger una paloma que estaba en un pino y con matarme a los perros. No sé si lo hubieran hecho, pero ya me parece ser bastante desgraciao amenazar así.

elhombreamadecasa dijo...

Laura, demasiado tarde para mí, ya lo he contado casi todo.

Anónima, diría que tenemos la misma fuente, fíjate que pensaba en un suceso idéntico al que me has contado cuando escribí lo de los palomistas.