Ya he escrito alguna vez que me encantan los prefijos. Pero
hay que saberlos elegir porque los prefijos dicen mucho de quienes los emplean.
Así pues, no es lo mismo la antipoesía que
la postpoesía.
La primera revela una actitud envidiable y urgente: hay que estar en contra.
Porque estar en contra quiere decir muchas cosas: reconocer lo que hay y
valorarlo en su justa medida, sentir (aunque sea insatisfacción), desear algo
distinto... Parra rules (¿cuánto
de mal queda poner una expresión inglesa al hablar de un premio
Cervantes?). Por su parte, la postpoesía dice poco, y suficiente, de sus
autores: anhelan estar más allá, ser más guays, verse por encima de lo
existente. Así les acabará yendo.
Los postpoetas se creen novedosos y únicos. Los antipoetas
no se preocupan por esas tonterías. Dice Nicanor Parra (ver foto) sobre el
término que creyó inventar: «Bauticé los Poemas y Antipoemas posteriormente.
Había comenzado a escribirlo en 1938, pero sólo di con el título en 1949 o
1950, en Inglaterra. Andaba rebuscando por una librería cuando me fijé en A-poèmes,
libro del poeta francés Henri Pichette. ¡De modo que la calificación de
"antipoema" se había empleado en el siglo XIX —aunque probablemente
los griegos ya la usaran! En cualquier caso, el término me vino a
posteriori; o sea, yo no escribí la obra de acuerdo con una teoría
completamente articulada desde el principio» (cita tomada de wikipedia).
Lo dicho: Parra rules.
PD: Mercedes va camino de la sede de un banco, sita en una urbanización de lujo, para ocuparla y animar a su director a que negocie, en vez de desahuciar. ¿Cómo no voy a quererla?
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