Ayer fuimos a ver Annie, el musical. Y no tuvimos que ir hasta la Gran Vía de Madrid, porque, qué cosas, de vez en cuando se hacen espectáculos chulos en Murcia. En Murcia región porque el musical se realiza en Alcantarilla, un municipio cercano, de curioso nombre y que últimamente sale mucho por aquí.
El lugar de la representación era el Centro Cultural Infanta Elena. Sus responsables tienen poca cintura y ningún reflejo. ¿Es que no saben que las infantas están caducas, demodés, out? Si ya ni siquiera van a la apertura solemne de la legislatura. Sobre este tema, andaba yo muy feliz pensando que Urdangarín estaba haciendo más por la Tercera República que Público y sus camisetas, aunque viendo tanta reverencia y tanto aplauso al Rey en el Congreso, no sé, la cosa sigue teniendo mala pinta (republicana).
Antes de salir, tuvimos uno de esos momentos familiares tan entrañables y dulces. Juan se empeñó en no ir y dijo que si lo llevábamos, sería a la fuerza y que se pasaría toda la representación mirando hacia atrás. Darío hizo lo propio y no paraba de repetir que quería que llegáramos tarde y nos lo perdiéramos. Dichosa adolescencia prematura. No nos queda ná por pasar.
Darío estuvo a punto de ver cumplido su deseo porque aparcar en Alcantarilla resultó misión casi imposible. Más de quince minutos que estuvimos dando vueltas y vueltas. Al final dejamos el coche a tomar por saco, básicamente.
Creo que si digo que éramos la única familia sin hijas y de las pocas sin familiares entre la compañía no me equivoco mucho. Y, lo digo ya, el musical merecía la pena, no había que ser primo de uno o tía de la otra. Fue un espectáculo brillante y divertido. De categoría. La gente no paraba de repetir cuánto habían trabajado y eso pero a mí lo que me gustó fue el resultado.
Me chifló Carmen Martínez, la actriz que interpretaba a Miss Hannigan, con el rollo borrachuza y algo pendona de la versión cinematográfica de John Houston. Las niñas, claro, también estuvieron muy bien. Especialmente Molly, la más pequeña.
Las adaptaciones de las letras, el asunto más peliagudo, me gustaron muy mucho. Respetaban bastante el sentido original y tenían momentos brillantes, como cuando Miss Hannigan le pide a dios que le mande DDT para fumigar a las huérfanas. Y como cuando hablo de Annie se me enciende la vena enciclopédica, va un rollo papatero. Hay una canción ("We´d like to Thank You Herbert Hoover") que cantan un grupo de vagabundos. Explican que antes las cosas les iban muy bien y que ahora andan robando carbón para poder calentarse. Era 1933 y todavía se notaban los efectos de la Gran Depresión. En la versión de ayer no le daban las gracias a Hoover pero sí al Presidente, sin nombres y apellidos. Pensar en Zapatero era inevitable. Hoover, trigésimo primer presidente de los USA, llegó a decir que la crisis sería pasajera y que la recuperación estaba a la vuelta de la esquina. ¿Qué demonios pasa? ¿Hemos estado siempre en crisis o qué?
Salimos del centro cultural de nombre caído en desgracia canturreando sin parar y más contentos que unas castañuelas. Nuestra más sincera felicitación a toda la gente que ha trabajado y actuado en Annie, incluida la orquesta, por supuesto.
PD: Todavía quedan algunas representaciones.
2 comentarios:
Que bien!!! Me alegro de que al final lo pasaran tan bien los niños, pese a la resistencia...
esas luchas de adolescencia adelantada me suenan mucho, y eso que el mio sólo tiene 2 años y medio...como tu dices...no nos queda na.
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