Esta mañana he puesto unas pechugas en leche, huevo batido y perejil picado. Cuando acabe de escribir esto, las empanaré y freiré. A la carne así preparada, mi abuea (materna) le llamaba bisteles. Y a Darío le llamaba Adiro, como una de las pastillas que se tomaba. Una vecina de la calle todavía le llama así.
Sacar una puertas de su sitio es más o menos fácil. Volver a ponerlas no tanto.Especialmente si las bisagras tienen más de medio siglo y cada una mira para un sitio. Ayer por la tarde pasamos momentos de verdadera zozobra. Pero conseguimos triunfar y tres puertas recién pintadas de blanco (gracias a Mercedes) lucen en nuestra casa.
El otro día tuve que bajar una escalera mecánica que estaba parada. Casi me caigo varias veces. Qué sensación tan extraña.
Me he acordado de esta canción:
1 comentario:
La buena música,nunca necesita justificación,la rutina hogareña tampoco,disfrutad de la ola de calor.
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