Cada miércoles un cuento en El Estafador

domingo, 24 de mayo de 2009

Bestiario del hombre ama de casa: El tiburón



Y llegó el día en que Macoma, Dios del agua y de la sal, Dios del cansancio y el sudor y Dios de todo lo demás que existe y que no existe, se hartó de las burlas de los tiburones.

Macoma, único Dios en aquellos lejanos tiempos, no paraba ni un segundo. Muchos eran sus poderes y muchas sus obligaciones. Cada segundo tenía que resolver un problema nuevo, a cada instante se estropeaban cosas que había que arreglar, continuamente le llegaban quejas de aquí y de allá de asuntos que iban mal. Corría sin cesar, con la lengua fuera y la cabeza aturullada, escuchando las risas que los tiburones se daban a su costa. Odiaba ver a esos peces gandules, acomodados en sus lechos de coral, disfrutando de sus batidos de sangre fresca y de sus tapas de pescadito frito, mientras él se moría por una buena siesta. Entonces cayó en la cuenta de que ninguna ley obligaba a que existiera un Dios único y decidió compartir sus poderes.

Se os ve muy agusto, les dijo a los tiburones. Hoy me he levantado generoso, continuó, y he decidido cederos algunos de mis atributos. Desde este mismo momento os declaro dioses del movimiento y la dinámica. Un rayo brillantísimo surgió de su mano derecha y fue a estrellarse contra los sorprendidos tiburones. Y ahora, sentenció Macoma, Dios de la palabrota y del insulto, a reiros de vuestra puta madre, cabrones.

Desde aquel día, los tiburones fueron víctimas del gran poder que les otorgó Macoma y, siendo Dioses del movimineto y la dinámica, no pudieron estarse quietos ni un segundo. Aquellos que dejaban de nadar, se iban al fondo del mar y morían irremediablemente.

A veces, confesó en cierto ocasión elhombreamadecasa, pienso que mi mujer es un prodigio de la naturaleza y en vez de dar a luz a dos niños, parió a dos tiburones.


Próxima entrega: El gato II

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