Siempre he tenido una dificultad insalvable para distinguir los verbos tirar y empujar. Cada vez que llego a una puerta que indica que para abrirla hay que hacer una cosa u otra, me quedo paralizado, mirando el cartel como un tonto, el sudor frío corriendo por mi espalda, intentando recordar qué era empujar y qué tirar. Ni que decir tiene que siempre opto por la opción equivocada.
Pero si hay unas puertas que me den verdadero terror, esas son las... ¡puertas giratorias!
Pero si hay unas puertas que me den verdadero terror, esas son las... ¡puertas giratorias!

Las jornadas estuvieron bien. El café y la comida muy ricos aunque algo escasos. Y los baños... bueno los baños eran lo más. Con deciros que de lo modernos y diseñados que eran me costó distinguir entre los orinales y los lavabos. A punto de cometer una barbaridad.
(Para salir tuve que sobornar a un botones para que me dejara pasar por una de las puertas de servicio, que era de las normales)
(Para salir tuve que sobornar a un botones para que me dejara pasar por una de las puertas de servicio, que era de las normales)
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