Las dos o tres personas que seguían la novela por entregas "El enésimo fin del mundo" se habrán dado cuenta de que el blog desapareció. No es que lo abandonara es que me tomé la novela más en serio y me puse a trabajar en ella de forma continuada. Pero me cuesta mucho conseguir un ritmo decente de trabajo. Para ver si me concentro, voy a distanciarme del blog. Lo que no quiere decir que lo abandone, ni mucho menos. He preparado unos cuantos minipost que iré subiendo a diario de aquí a las vacaciones de Semana Santa (para entinces debería tener terminada la novela). Ahí va el primero:
En cierta ocasión, un niño se tragó un chicle. Sabía que eso no era bueno porque había oído a los adultos decirle que no lo hiciera. Fue corriendo hasta donde estaba su madre y le preguntó qué le podía pasar si se tragaba un chicle. La madre, para evitar que el niño lo hiciera, decidió asustarle: Que te mueres, hijo, que te mueres. Así que, el niño, sin decirle nada a nadie, se fue a su cama y se tumbó a dejarse morir...
Sí, ese niño era yo y la información de mi madre resultó ser inexacta, al menos en lo que se refiere al tiempo en el que el chicle tragadp tarda en hacer efecto.
1 comentario:
Gracias por no abandonarnos del todo,con lo del chicle,a mi me paso lo mismo,es lo que tiene ser hija de una mama catastrofista.
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