Una entrañable escena familiar...
Es verano. Entre el calor y la sensación de vacaciones (verdadera para Juan, redundante para Darío e imaginaria para mí) las mañanas pasan lentas y perezosas. Los hijos se levantan tarde y después de ver un rato Clan, nos sentamos en la mesa de la cocina. Desayunan. Juan se pone a hacer fichas del libro de vacaciones, Darío dibuja y yo practico un poco con Bernadette.
.. que acaba como el rosario de la aurora.
¿Qué canción tocas? me pregunta Darío. Es el "I Shall Be Released" de Dylan, le digo. Pero no me sale bien, el Dm está muy lejos del C. Entonces Darío matiza: No, papá, ¿qué canción intentas tocar? Humillado, repito mi respuesta, haciendo énfasis en la distancia kilométrica que mis dedos deben recorrer entre los dos acordes.
Al rato, Juan me pide que deje de tocar. Es que, aclara, si sigues tocando creo que voy a vomitar.
En mi opinión, la sinceridad es una virtud sobrevalorada.
4 comentarios:
O eso, o Juan tiene el estómago muy delicado.
Totalmente deacuerdo, la sinceridad cruel y raspa mucho... donde este la amabilidad y la sonrisa que se quite lo demás... Tu no te rindas... ya se arrepentirán de sus pensamientos en voz alta....
Ja,ja, ja. Cómo decía Don Quijote "Sancho, sancho, que no nos lleve la confianza al menosprecio"
Papalobo, las dos cosas.
Pilar, estoy deseando que me pidan alguna canción para vengarme. Todo llegará.
Mamareciente, qué buena cita. Así son los hijos, al menos los míos, sin ningún respeto por la edad ni la autoridad.
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