En un comentario reciente, Irka preguntaba si había novedades sobre el Comando Chuche. He hablado con mis informantes y tengo noticias frescas (más o menos).
El Comando Chuche ha apostado por el diálogo. Su brazo azucarado ha declarado lo que algunos activistas ingeniosos llaman una “Dieta indefinida”. A ellos les hace mucha gracia. De momento, las acciones directas han quedado suspendidas y se le ha otorgado pleno protagonismo al brazo político de la organización. Se consiguió un acuerdo con el equipo directivo de uno de los coles por el que se repartirían monas con chocolate para celabrar el día de la paz. Pero los centros educativos (de Murcia) habían tomado medidas contra los recortes de Valcárcel, entre ellas, dejar de hacer las actividades complemenatrias y extraescolares. Así que no hubo día de la paz, ni monas ni chocolate.
Después, algunos coles abandonaron las reivindicaciones. Y los negociadores del Comando Chuche volvieron a la carga (dialogante). La habitual comida-compartir de convivencia que se hacía al final de la Semana Cultural de uno de los coles se ha podido celebrar con gran éxito de crítica y público. El plato estrella ha sido (un año más) la tortilla de patatas. (Servidor hizo una quiche de atún, anchoas y alcaparras y un cuscús con tomate, aguacate y aceitunas negras.)
jueves, 31 de marzo de 2011
El Comando Chuche apuesta por el diálogo
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miércoles, 30 de marzo de 2011
Las estaciones, El ladrón de gallinas, etcétera
La semana pasada estuve en el cole de mis gremlins contando cuentos. Lo hice en el primer ciclo de Primaria y en Infantil. Es el tercer año que lo hago. El primer año el cuentacuentos fue solo con los de Infantil y preparé un cuento largo en el que les hacía responder preguntas, saltar, hacer palmas y no sé cuántas cosas más. Pero poco a poco he ido quitando artificios y me he ido centrando en la historia. Este año fueron seis cuentos sin nada que les distrajera de la historia.
Hace unas semanas me encontré con una amiga que es experta y profesional de contar cuentos. Le reconocí que me llamaba la atención ver cómo los que iban a contar cuentos a la biblioteca de mi pueblo, lo hacían vestidos de formas peculiares, con capas, con túnicas de colores... Me explicó que hay dos tendencias en esto de contar cuentos en público. Una, la que me llamaba la atención, tiene que ver con el hecho de que muchos de los que lo hacen son actores/actrices y les gusta caracterizarse y adornar el cuento. La otra tendencia se centra en la historia, en la narración, y elude todo lo que distraiga de ella.
Leyendo "Una cuestión personal" de Kenzaburo Oé me enteré, en una nota a pie de página, de que esta segunda tendencia (en la que me incluyo) se parece al Rakugo. Copio: Se trata de un género teatral en el que un recitador de cuentos profesional cuenta historias cómicas siempre con un giro gracioso al final. La representación es puramente verbal; salvo cambios de voz, expresiones de la cara y gestos de la mano moderados con abanico, etc., permaneciendo sentado en el mismo lugar del escenario. Debo hacerme ya mismo con un abanico.
Uno de los cuentos que les conté a los peques lo hice apoyándome en "Las estaciones", de Iela Marí (publicado por Kalandraka).
El libro son ilustraciones que van "contando" el paso de las estaciones en un bosque. Los personajes son una ardilla, un árbol y una familia de pájaros. En mi cuento, la ardilla hacía planes para irse con los pájaros cuando llegara el invierno siguiente. Se pasaba toda la primavera y el verano escuchando las historias de viajes de los pájaros y soñando con una vida de aventurera. Pero luego llegaba el frío y le entraba la pereza. Preparaba su nido para invernar y postergaba sus planes hasta el año siguiente. Cuánto hay de autobiográfico en el personaje de la ardilla, me preguntó el público. Pues, si exceptuamos los meses que se pasa durmiendo en invierno, que ya me gustaría a mí, todo lo demás.
Con los de Primaria jugué también a que se inventaran un cuento. Con los de primero lo hice sin apoyo alguno. Yo planteé un inicio y ellos siguieron. Hay que ir dándoles empujoncitos y apañando la historia con lo que van diciendo pero, cuando sale bien, es muy gratificante. Con los de segundo usé "El ladrón de gallinas" de Béatrice Rodriguez (publicado por Los libros del zorro rojo, me encantan).
Como el de "Las estacioens", la historia se cuenta solo con ilustraciones. Y eso da pie a que la historia cambie de una vez para otra. Yo fui mostrando las ilustraciones y pedí a los niños y niñas que dijeran lo que iba pasando. Algunas de ellas:
Por la noche, les dije a Caín y Abel que había contado muchos cuentos por la mañana y que me perdonaran el de antes de dormir. No hubo clemencia.
Hace unas semanas me encontré con una amiga que es experta y profesional de contar cuentos. Le reconocí que me llamaba la atención ver cómo los que iban a contar cuentos a la biblioteca de mi pueblo, lo hacían vestidos de formas peculiares, con capas, con túnicas de colores... Me explicó que hay dos tendencias en esto de contar cuentos en público. Una, la que me llamaba la atención, tiene que ver con el hecho de que muchos de los que lo hacen son actores/actrices y les gusta caracterizarse y adornar el cuento. La otra tendencia se centra en la historia, en la narración, y elude todo lo que distraiga de ella.
Leyendo "Una cuestión personal" de Kenzaburo Oé me enteré, en una nota a pie de página, de que esta segunda tendencia (en la que me incluyo) se parece al Rakugo. Copio: Se trata de un género teatral en el que un recitador de cuentos profesional cuenta historias cómicas siempre con un giro gracioso al final. La representación es puramente verbal; salvo cambios de voz, expresiones de la cara y gestos de la mano moderados con abanico, etc., permaneciendo sentado en el mismo lugar del escenario. Debo hacerme ya mismo con un abanico.
Uno de los cuentos que les conté a los peques lo hice apoyándome en "Las estaciones", de Iela Marí (publicado por Kalandraka).
El libro son ilustraciones que van "contando" el paso de las estaciones en un bosque. Los personajes son una ardilla, un árbol y una familia de pájaros. En mi cuento, la ardilla hacía planes para irse con los pájaros cuando llegara el invierno siguiente. Se pasaba toda la primavera y el verano escuchando las historias de viajes de los pájaros y soñando con una vida de aventurera. Pero luego llegaba el frío y le entraba la pereza. Preparaba su nido para invernar y postergaba sus planes hasta el año siguiente. Cuánto hay de autobiográfico en el personaje de la ardilla, me preguntó el público. Pues, si exceptuamos los meses que se pasa durmiendo en invierno, que ya me gustaría a mí, todo lo demás.
Con los de Primaria jugué también a que se inventaran un cuento. Con los de primero lo hice sin apoyo alguno. Yo planteé un inicio y ellos siguieron. Hay que ir dándoles empujoncitos y apañando la historia con lo que van diciendo pero, cuando sale bien, es muy gratificante. Con los de segundo usé "El ladrón de gallinas" de Béatrice Rodriguez (publicado por Los libros del zorro rojo, me encantan).
Como el de "Las estacioens", la historia se cuenta solo con ilustraciones. Y eso da pie a que la historia cambie de una vez para otra. Yo fui mostrando las ilustraciones y pedí a los niños y niñas que dijeran lo que iba pasando. Algunas de ellas:
Por la noche, les dije a Caín y Abel que había contado muchos cuentos por la mañana y que me perdonaran el de antes de dormir. No hubo clemencia.
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martes, 29 de marzo de 2011
Maribel y Elvis
Hoy es el cumpleaños de mi suegra. Su cantante favorito es Elvis Presley, así que sirva la canción que sigue como muestra de cariño y respeto:
PD: ¿Conocéis las leyendas que giran alrededor del hermano gemelo de Elvis? El parto en el que nació el rey del rock fue gemelar. Primero nació Jesse Garon y luego Elvis Aron (o Aaron, no está claro). Hasta aquí hay consenso. Jesse nació muerto y fue enterrado en una tumba sin lápida... o no. Los Presley tienen cierta reticencia a morirse. Algunas fuentes afirman que Jesse fue dado en adopción a cambio de dinero. Cuando Elvis estaba haciendo el servicio militar en Alemania sufrió un grave accidente y quedó en coma. Pero Los USA necesitaban a alguien como Elvis, así que la CIA buscó a su hermano gemelo y le obligó a sustituirle. Eso explicaría ciertos cambios en el Elvis pre-mili y el Elvis post-mili. Todo esto será mentira pero es divertido.
PDII: Y sí, The Clash
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lunes, 28 de marzo de 2011
Adivinanza
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domingo, 27 de marzo de 2011
Un sueño de fin de semana
(Perdonad que escriba en un tono gris flojo difícil de leer pero es que la enfermedad va saltando de garganta en garganta, ha llegado a la mía y no puedo hablar muy alto.)
Anoche tuve un sueño. Estaba yo en un sitio indeterminado y se me acercaba un señor. Según le diera la luz, vestía de forma elegante o de forma descuidada pero su expresión feliz y radiante no cambiaba. Cuando llegaba a mi lado, extendía los brazos y me daba un paquetito envuelto de forma primorosa. Es para tí, me decía. Con cierta desconfianza, le preguntaba qué era. Y él me respondía que se trataban de las 48 horas de un fin de semana, nuevas y lustrosas, todas para mí y que las podía usar como me diera la gana. Los ojos se me cuajaban de lágrimas por la emoción, abría el paquete con mucho cuidado para no estropear el papel brillante y, entonces... me desperté.
Para no desverlarme con la angustia provocaba por la carencia de tiempo propio, me he puesto a darle vueltas a la siguiente incógnita: ¿Si el antibiótico es cada doce horas y se lo hemos dado a las once de la noche pero a las dos han sido las tres, se lo tenemos que volver a dar a las once de la mañana o a las doce que son las once o a las diez que son las once o a las...?
PD: Me parece que por aquí se pasan de vez en cuando alguna que otra pediatra que podrá corregir desde la razón lo que estoy a punto de decir como un desahogo: Odio los antitusígenos y los mucolíticos con su efecto minúsculo por no decir invisible.
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sábado, 26 de marzo de 2011
Enfermedades y sentimiento de culpa
(El título es algo tremendista pero ya veréis cómo, al final, la sangre no llega al río)
Cuando alguno de los hijos se pone malo, el buscador de culpas se pone a funcionar a lo loco:
-Seguro que ha pasado la noche destapado y no me di cuenta.
-¿Por qué me empeñé en que se tomara ese vaso de leche a la fuerza si no le apetecía?
-Dejé que viera la tele demasiadas horas.
-No le puse un jersey lo suficientemente caluroso cuando se fue de paseo.
-Le puse un jersey demasiado caluroso cuando se fue de paseo porque estuvo corriendo y sudó mucho.
-¿Se mojaría en la fuente y yo no me di cuenta?
-En realidad sí hacía frío y tenía que haber puesto más fuerte el calefactor cuando lo duché.
-Y un infinito e incordiante etcétera.
De vez en cuando, entre la lista de culpas, una va a parar fuera y eso alivia un poco. Es algo así: Claro, el primo del nieto del vecino que lleva todos los días al compañero de clase al colegio está con un virus que dicen que hay por ahí y se lo ha pegado.
Un rollo.
PD: ¿Alguna vez se os ha caído al suelo, y roto, algún jarabe pediátrico? Nos pasó ayer. Ya he fregado el suelo de la cocina tres veces (la última con saña) y sigue estando pegajoso.
PDII: Nuevos efectos secundarios de ese alucinógeno anfetamínico vendido con receta llamado Dalsy. Cuando se toma un sábado a las siete de la mañana, el niño se cree que está en el Polo Norte y le dan ganas de hacer bailes de chicas esquimales. Estos bailes son algo como lo que se puede ver en el video que sigue pero vestidos como los de la foto de arriba:
(La foto la he sacado de aquí) |
Cuando alguno de los hijos se pone malo, el buscador de culpas se pone a funcionar a lo loco:
-Seguro que ha pasado la noche destapado y no me di cuenta.
-¿Por qué me empeñé en que se tomara ese vaso de leche a la fuerza si no le apetecía?
-Dejé que viera la tele demasiadas horas.
-No le puse un jersey lo suficientemente caluroso cuando se fue de paseo.
-Le puse un jersey demasiado caluroso cuando se fue de paseo porque estuvo corriendo y sudó mucho.
-¿Se mojaría en la fuente y yo no me di cuenta?
-En realidad sí hacía frío y tenía que haber puesto más fuerte el calefactor cuando lo duché.
-Y un infinito e incordiante etcétera.
De vez en cuando, entre la lista de culpas, una va a parar fuera y eso alivia un poco. Es algo así: Claro, el primo del nieto del vecino que lleva todos los días al compañero de clase al colegio está con un virus que dicen que hay por ahí y se lo ha pegado.
Un rollo.
PD: ¿Alguna vez se os ha caído al suelo, y roto, algún jarabe pediátrico? Nos pasó ayer. Ya he fregado el suelo de la cocina tres veces (la última con saña) y sigue estando pegajoso.
PDII: Nuevos efectos secundarios de ese alucinógeno anfetamínico vendido con receta llamado Dalsy. Cuando se toma un sábado a las siete de la mañana, el niño se cree que está en el Polo Norte y le dan ganas de hacer bailes de chicas esquimales. Estos bailes son algo como lo que se puede ver en el video que sigue pero vestidos como los de la foto de arriba:
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viernes, 25 de marzo de 2011
Darío pregunta
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Juan y Darío preguntan
jueves, 24 de marzo de 2011
Sobre bolsas (otra vez)
Voy a hablar de un tema que ya salió en el blog pero es que Mercadona va a empezar a cobrar las bolsas desde el 4 de abril y eso merece una entrada. Ahí voy.
En la factura de papel que recibo cada mes de Orange, me piden, casi ruegan, que por el bien del medio ambiente me dé de alta en la efactura. Esto es, que me dejen de mandar la factura en papel y que la manden por correo electrónico. Sin embargo, no les duelen prendas en enviarme cada poco tiempo toda clase de folletos publicitarios a cuatro tintas, papel del bueno, envoltorio de plástico... Por eso no me doy de alta en la efactura. Si me dijeran: queremos sacarte todo el dinero que podamos y ahorrarnos también todo lo que podamos porque lo que importa son los beneficios, así que permítenos que no te mandemos más la factura por carta y que nos ahorremos unos centimillos, lo haría. Pero me molesta que me engañen en general y con el medio ambiente y las buenas causas en particular.
Es un poco como el tema del reciclaje en Murcia. Ecologistas en Acción los pillaron echando a un mismo montón todo lo que la gente separaba en sus casas. CQC hizo un reportaje (primera parte y segunda parte) y los (ir)responsables contraatacaron con una campaña publicitaria en la que se convirtió el reciclado (una cuestión material y objetivo) en un cuestión de fe, el lema era: Yo creo, si creo.
Y ahora Mercadona dice que cobrará las bolsas de plástico por el bien del medio ambiente. El plástico es un asco y de lo peor que hay. No se discute. Pero, digo yo, ¿por qué no dan bolsas de papel en vez de seguir vendiendo las de plástico? Porque el plástico, aunque se cobre, sigue siendo plástico. Es mejor llamar a las cosas por su nombre. Lo mejor que podrían hacer es no decir nada o decir que es una iniciativa dirigida a reducir costes y aumentar beneficios.
Y ahora una coplilla de Los Enemigos sobre el tema:
En la factura de papel que recibo cada mes de Orange, me piden, casi ruegan, que por el bien del medio ambiente me dé de alta en la efactura. Esto es, que me dejen de mandar la factura en papel y que la manden por correo electrónico. Sin embargo, no les duelen prendas en enviarme cada poco tiempo toda clase de folletos publicitarios a cuatro tintas, papel del bueno, envoltorio de plástico... Por eso no me doy de alta en la efactura. Si me dijeran: queremos sacarte todo el dinero que podamos y ahorrarnos también todo lo que podamos porque lo que importa son los beneficios, así que permítenos que no te mandemos más la factura por carta y que nos ahorremos unos centimillos, lo haría. Pero me molesta que me engañen en general y con el medio ambiente y las buenas causas en particular.
Es un poco como el tema del reciclaje en Murcia. Ecologistas en Acción los pillaron echando a un mismo montón todo lo que la gente separaba en sus casas. CQC hizo un reportaje (primera parte y segunda parte) y los (ir)responsables contraatacaron con una campaña publicitaria en la que se convirtió el reciclado (una cuestión material y objetivo) en un cuestión de fe, el lema era: Yo creo, si creo.
Y ahora Mercadona dice que cobrará las bolsas de plástico por el bien del medio ambiente. El plástico es un asco y de lo peor que hay. No se discute. Pero, digo yo, ¿por qué no dan bolsas de papel en vez de seguir vendiendo las de plástico? Porque el plástico, aunque se cobre, sigue siendo plástico. Es mejor llamar a las cosas por su nombre. Lo mejor que podrían hacer es no decir nada o decir que es una iniciativa dirigida a reducir costes y aumentar beneficios.
Y ahora una coplilla de Los Enemigos sobre el tema:
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martes, 22 de marzo de 2011
Viendo a Fernando Alfaro en Albacete
En la época preinternet, prenapster y hasta precd, nos pasábamos cintas de casette con discos grabados. Como al final siempre sobraba un trozo, aprovechábamos para incluir canciones sueltas. Un amigo me dio una cinta de estas. En la cara A había, creo, un disco de Los Enemigos. Al final, entre "Te doy una canción" de Silvio Rodríguez y "Killing an Arab" de The Cure, estaba "Gente abollada" de los Surfin Bichos:
Dios mío, me dije, ¿qué es esa barbaridad?. Algo tenía la canción que me dejó enganchado. Creo que por entonces todos nos sentíamos más o menos abollados y eso produjo un efecto de identificación inmediato con el tema y, por extensión, con el grupo. El vínculo quedó sellado de por vida por una potente empatía, algo así como "yo también sufro así".
Las cintas de Surfin´ sonaban sin parar en el casette de casa y en el del coche. Y después, cuando se separaron, los CDs de Chucho. Y después el de Fernando Alfaro y los Alienistas. Y si tocaban en Madrid, a Madrid. Y si lo hacían en Albacete, a Albacete. Y si en el Lemon pop, pues mejor, que me pillaba cerca. Creo que ya he contado alguna que otra evz que soy muy mitómano y el músico albaceteño es uno de mis mitos. Además, es de los que resiste.
Este sábado actuaba en Albacete presentando su último disco, que es una discazo. Y allí que fuimos Mercedes y yo. Suegros mediante, claro está, que los niños no tienen edad para ir de conciertos.
Entre el público estaban otros ilustres albaceteños como Joaquín Pascual, que también me encanta. De hecho tengo todos sus discos, literal. El concierto fue una maravilla. Estamos enloquecidos con el nuevo disco. Mercedes se lo va a comprar en CD y yo en vinilo.
Hablo mucho de música pero siempre lo hago muy por encima y con este rollo "vivencial" del blog. Hace ya tiempo que me apetecía escribir algo más en serio. He hecho un intento con este concierto. Si alguien quiere, puede leerlo aquí.
Fernando Alfaro ha sido siempre uno de esos músicos venerado por unos pocos y desconocidos por la mayoría. A los snobs como yo nos gusta que esto sea así. Mantenemos a escondidas nuestros gustos selectos y solo los compartimos con entendidos como nosotros. Nos moriríamos si nuestros adorados artistas salieron en los 40 principales. Además, nos va el rollo del autor maldito. Pero seamos serios. El malditismo del artista, su sufrimiento convertido en obra maestra, sus desamores y consuelos encriptados en versos sobrecogedores y etcétera podrán ser muy románticos y atractivos para el espectador pero ya va siendo hora de que algunos genios reciban el reconocimiento que se merecen. A los snobs que nos den y que los músicos de verdad puedan vivir, y bien, de su música.
Y ahora una canción con la que siempre lloramos:
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lunes, 21 de marzo de 2011
Día del padre... o no.
Cosas como el día del padre hacen palpitar mi vena de estudiante ruso nihilista del siglo XIX. Que me dan igual, vamos. Eso no impide que llegara a las lágrimas cuando Darío me dio su regalo. Juan, por su parte, no ha hecho nada al respecto en clase. Creo que estuvieron hablando sobre "el día de la familia" en lugar del día del padre. No tengo mucha más información sobre este asunto.
Hasta hace dos años, todo el cole hacía el regalo del día del padre y el del día de la madre. Hace dos cursos, se decidió no hacerlo. La razón era que había muchas tareas que llevar a cabo y ese regalo distraía de lo importante. También se argumentó que había muchos niños con padres ausentes y les podría resultar complicado enfrentarse al regalo. A mí, nihilista, la decisión me dejó sin frío ni calor pero hubo quien se lo tomó muy mal. Además, dieron por hecho que los argumentos dados eran excusas y que lo que de verdad pasaba era que las seños no querían trabajar. Esto es curioso. Es como cuando uno va al médico para después poner en cuestión lo que te ha dicho y hacer lo que te recomienda el vecino o tu madre. El profesional, el que tiene los conocimientos y está realizando el trabajo, no sabe lo que dice pero yo, sepa más o sepa menos, sí.
No tengo criterio fijo sobre si hay que hacer o no regalo en el día del padre pero sí algunas opiniones.
Respecto al argumento de que se pierde el tiempo con este tipo de actividades, diría que discrepo un poco. Está bien conectar la familia y el colegio y si se hace con regalos, mejor que mejor. Además, la autoestima de los niños crece cuando son ellos los que regalan.
El segundo argumento es el que me parece más importante. Diría que un buen principio pedagógico consiste en conocer la situación de los niños con los que se trabaja y actuar en función del contexto. Si hacer el regalo puede suponer un mal rato para un niño que acaba de perder a su padre o a su madre, pues no se hace. No creo que pase nada. Por otra parte, los niños tienen capacidad de asumir distintas situaciones. A lo mejor hace ya dos años que falta el padre de casa y como es un tema más o menos superado puede hacer el mismo regalo que el resto de la clase pero dárselo a la madre. También podría ser que hubieran dos madres. Pues un día el regalo para una y otro día el regalo para otra.
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viernes, 18 de marzo de 2011
Juan pregunta
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Juan y Darío preguntan
jueves, 17 de marzo de 2011
Solidaridad con Japón en Murcia (energía nuclear, ni civil ni militar)
La noche del 17 de marzo se realizaron concentraciones en solidaridad con Japón y en contra de la energía nuclear. Van un par de fotos de la de Murcia. Están hechas con el móvil y poca luz pero creo que la calidad es lo de menos, en este caso:
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miércoles, 16 de marzo de 2011
La sed de los ciegos
A veces sé de lo que quiero hablar pero no doy con la forma de hacerlo.
Llevo desde el terremoto queriendo hablar de Japón pero me está costando mucho. Este tipo de blogs tienen un marcado caracter subjetivo y egocéntrico del que no reniego pero que me parecen muy inconvenientes para plantear una situación como la actual en Japón. ¿Qué relevancia pueden tener mis intensos vínculos ficticios con ese país frente a la desgracia? Ninguna. Y a pesar de ello debo explicar que hablo de vínculos ficticios porque mi pasión por Japón se debe a varios de sus escritores y autores de manga. Hace poco acabé la última novela de Murakami y ahora estoy leyendo "Adolf" de Osamu Tezuka (el dibujante que hizo que los ojos de los personajes de manga fueran tan grandes). Nunca he estado en Japón pero he perdido la cuenta de las veces que he querido pasear por Shibuya o perderme en alguno de esos increíbles paisajes nevados. Pero, repito, todo esto es irrelevante.
Pensé en plantear la entrada como una doble reseña sobre dos libros acerca del ataque atómico que sufrió Hiroshima. El título, la sed de los ciegos, es de la frase con la que se abre el prólogo que Elias Canetti ecribió para "Diario de Hiroshima" del Doctor Hachiya. La frase completa es: Rostros que se deshacen en Hiroshima, la sed de los ciegos. No se me ocurre mejor representación para la angustia. Iba a hablar de ese libro y de otro escrito por un periodista estadounidense, John Hersey, titulado escuetamente "Hiroshima". Son dos libros sobrecogedores. Pero, después de releer algunos pasajes, me he dado cuenta de que entrar en detalles resulatría escabroso y fuera de lugar.
Sin embargo, voy a usar algunas frases de los libros comentados para acabar. Son frases que hablan del silencio.
Cuando el doctor Hachiya, después de la explosión, camina desde su casa al hospital en el que trabaja, escribe: Había algo común a toda la gente con la que me crucé: el más absoluto silencio. Por su parte, Hersey escribe: Casi nadie en Hiroshima recuerda haber oído nada cuando cayó la bomba. Pero un pescador que estaba en su sampán, muy cerca de Tsuzu en el mar Interior, vio el resplandor y oyó una explosión tremenda. Estaba a treinta y dos kilómetros de Hiroshima, pero el estruendo fue mayor que cuando los B-29 atacaron Iwakuni, a no más de ocho kilómetros de allí.
Imagino el silencio alrededor de la central de Fukushima. Silencio espectante y aterrado. Ojalá no suceda nada más.
Llevo desde el terremoto queriendo hablar de Japón pero me está costando mucho. Este tipo de blogs tienen un marcado caracter subjetivo y egocéntrico del que no reniego pero que me parecen muy inconvenientes para plantear una situación como la actual en Japón. ¿Qué relevancia pueden tener mis intensos vínculos ficticios con ese país frente a la desgracia? Ninguna. Y a pesar de ello debo explicar que hablo de vínculos ficticios porque mi pasión por Japón se debe a varios de sus escritores y autores de manga. Hace poco acabé la última novela de Murakami y ahora estoy leyendo "Adolf" de Osamu Tezuka (el dibujante que hizo que los ojos de los personajes de manga fueran tan grandes). Nunca he estado en Japón pero he perdido la cuenta de las veces que he querido pasear por Shibuya o perderme en alguno de esos increíbles paisajes nevados. Pero, repito, todo esto es irrelevante.
("53 estaciones del Tokaido: Nevada nocturna en Kambara" de Utagawa Hiroshige, visto aquí.) |
Sin embargo, voy a usar algunas frases de los libros comentados para acabar. Son frases que hablan del silencio.
Cuando el doctor Hachiya, después de la explosión, camina desde su casa al hospital en el que trabaja, escribe: Había algo común a toda la gente con la que me crucé: el más absoluto silencio. Por su parte, Hersey escribe: Casi nadie en Hiroshima recuerda haber oído nada cuando cayó la bomba. Pero un pescador que estaba en su sampán, muy cerca de Tsuzu en el mar Interior, vio el resplandor y oyó una explosión tremenda. Estaba a treinta y dos kilómetros de Hiroshima, pero el estruendo fue mayor que cuando los B-29 atacaron Iwakuni, a no más de ocho kilómetros de allí.
Imagino el silencio alrededor de la central de Fukushima. Silencio espectante y aterrado. Ojalá no suceda nada más.
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martes, 15 de marzo de 2011
Unas palabras acerca del amor
El 16 de julio de 1926, el periódico El Sol publicó un extenso artículo que terminaba así: «Si a esta altura resumimos los atributos que del amor se nos han revelado, diremos que es un acto centrífugo del alma que va hacia el objeto en flujo constante y lo envuelve en cálida corroboración, uniéndonos a él y afirmando ejecutivamente su ser». De esta manera, Ortega y Gasset resumía un puñado de ideas acerca de las características del amor.
La frase citada (que aparece en el libro Estudios sobre el amor) era el corolario a un texto de varias páginas en el que se escribían cosas muy interesantes.
Al contrario que en el deseo, donde el centro de gravitación es uno mismo y esperamos que el objeto deseado se nos acerque, en el amor somos nosotros los que nos movemos hacia el objeto, gravitamos hacia lo amado atraídos por fuerzas poderosas. El amor es movimiento y el primero que se produce, el que lo desencadena todo, es de carácter centrípeto, es decir, surge desde el objeto que será amado y atrae al que amará. Es esa estimulación, ese tilín que nos llama la atención, ese algo misterioso que hace que veamos a la amada cada vez que cerramos los ojos. Entonces, y una vez haya aparecido el amor, éste se dirigirá hacia el objeto amado en un movimiento centrífugo. El movimiento al que se refiere el filósofo español no es el movimiento que busca el achuchón, que también, sino el movimiento del alma que sale en busca del amado.
El proceso de amar no se interrumpe mientras dura, no se ama a chispazos. Se ama de forma continuada como una fuente que no dejara de manar, apunta Ortega. Por si fuera poco, el amor, además, tiene temperatura. El amor es un sentimiento cálido, aunque sus grados centígrados puedan ir cambiando hasta llegar a arder o congelarse.
Amar una cosa es estar empeñado en que exista, no poder vivir en un mundo en el que no esté el ser amado. Es evidente que Ortega supo explicar brillantemente varias de las características del amor poniendo palabras precisas a lo que todos experimentamos en algún momento u otro. Al fin y al cabo, ésa es la labor del filósofo.
La frase citada (que aparece en el libro Estudios sobre el amor) era el corolario a un texto de varias páginas en el que se escribían cosas muy interesantes.
Al contrario que en el deseo, donde el centro de gravitación es uno mismo y esperamos que el objeto deseado se nos acerque, en el amor somos nosotros los que nos movemos hacia el objeto, gravitamos hacia lo amado atraídos por fuerzas poderosas. El amor es movimiento y el primero que se produce, el que lo desencadena todo, es de carácter centrípeto, es decir, surge desde el objeto que será amado y atrae al que amará. Es esa estimulación, ese tilín que nos llama la atención, ese algo misterioso que hace que veamos a la amada cada vez que cerramos los ojos. Entonces, y una vez haya aparecido el amor, éste se dirigirá hacia el objeto amado en un movimiento centrífugo. El movimiento al que se refiere el filósofo español no es el movimiento que busca el achuchón, que también, sino el movimiento del alma que sale en busca del amado.
El proceso de amar no se interrumpe mientras dura, no se ama a chispazos. Se ama de forma continuada como una fuente que no dejara de manar, apunta Ortega. Por si fuera poco, el amor, además, tiene temperatura. El amor es un sentimiento cálido, aunque sus grados centígrados puedan ir cambiando hasta llegar a arder o congelarse.
Amar una cosa es estar empeñado en que exista, no poder vivir en un mundo en el que no esté el ser amado. Es evidente que Ortega supo explicar brillantemente varias de las características del amor poniendo palabras precisas a lo que todos experimentamos en algún momento u otro. Al fin y al cabo, ésa es la labor del filósofo.
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lunes, 14 de marzo de 2011
Ninguneado
Ayer, Darío estaba jugando a contar vocales. Calamar tienes tres as (es que si decimos que tiene 3 "aes" se lía porque en "aes" hay "a" y hay "e"), Tele tiene dos es y así. Venga, Darío, dijo alguien, ¿cuántas "es" tiene el nombre de mamá? Darío pensó un rato, silabeó en voz alta, mer, ce, des, y dijo que tres. Muy bien. Bravo. Y ahora, ¿cuántas "es" tiene el nombre de tu padre? Darío volvió a pensar y dijo que ninguna. ¿Ninguna? Piénsalo mejor. ¿Cómo se llama tu padre? Se llama papá y en papá no hay ninguna e. Vale, pues ¿cuántas "as" tiene papá? Darío volvió a pensar y a decir que ninguna. ¿Cómo que ninguna? ¿Seguro? Claro, respondió, mira: fe-de ¿ves? no hay ninguna "a".
(Lo acepto, he hecho un uso desordenado de las comillas, pero, ay, es que es lunes por la mañana y no me apetece ser riguroso en el uso de los signos de puntuación o como se llamen.)
PD: Y ahora la información de servicio público: las migas tremendas y la tarta de queso espectacular.
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viernes, 11 de marzo de 2011
Juan pregunta
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Juan y Darío preguntan
miércoles, 9 de marzo de 2011
Cosas de comida
Ya he dicho que mañana llega a casa una delegación familiar procedente de Gijón. A Mercedes no se le ha ocurrido otra cosa que prepararles una tarta de queso. Yo, las cosas como son, no me atrevería en la vida a hacerle una tarta de queso a alguien que viene de Gijón, con las que hacen allí. Pero Mercedes es así. Lo diré en argot: los tiene cuadrados. Los ovarios, entiéndase. Lo peor de todo es que he pasado toda la mañana a solas con la tarta y no sabéis lo que me ha costado no comérmela entera, así, en plan bruto.
Uno de los niños ha estado malo de la barriguita. Solo podíamos darle de comer unas cosas que yo mismo me las tiraría a la cara. Él lloraba pidiendo comida decente y nosotros se la negábamos. Ahora estoy en plan gracioso, pero qué difícil se hace.
Para esos mismos invitados del primer párrafo, voy a hacer migas el viernes. He ido a la panadería a comprar el pan para dejar que se vaya secando. Se me ha ocurrido que la de la panadería controlaría más que yo y le he preguntado si un pan redondo de kilo daría para hacer migas para cinco comensales. Depende de lo que coman, me ha dicho. Nada como una respuesta que solucione tus dudas.
Mis hijos dicen kibi en lugar de kiwi para hacerme rabiar. Y no solo eso. El otro día íbamos en el coche y de repente empezaron a gritar: ¡Papá, papá, cuidado que has pisado un kibi! ¡Papá ha atropellado un kibi!¡El kibi ha muerto! Lo que tengo que aguantar.
PD: El cuadro de arriba es de un pintor llamado Sánchez Cotán. Yo no lo conocía pero habla de él J (el de Los Planetas) en la entrevista que le ahce Kiko Veneno el el Rockdelux de este mes.
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martes, 8 de marzo de 2011
Tres recuerdos de infancia
1. El primero me va a servir para hacer mención al día de la mujer (trabajadora). Es que es de mi madre.
Cuando era pequeño, mi madre era mi madre, quiero decir, era la persona que me llevaba y me recogía del colegio, la que me acompañaba al médico y se peleaba conmigo para que me tomara el jarabe, la que me mandaba a la cama... En fin, lo típico. Todas esas cosas eran familiares, hogareñas, desprovistas de el más mínimo glamour.
Una tarde vino una tía mía de visita a casa. Mi madre y ella se tomaron un té. Yo estaba por ahí, supongo que dando el follón. Vi cómo mi madre sacaba la bolsita del té y con un preciso movimiento la escurría usando la cuchara. Nunca había visto hacer algo así y mi madre, la misma que siempre andaba con el delantal puesto (como yo ahora, por cierto), me pareció la persona más elegante del mundo.
2. Por entonces, comíamos en una mesa que estaba muy cerca de un ventanal que daba al patio (exterior) de la comunidad de vecinos. En concreto daba a la portería.
Un día, estaba intentando comerme una carne que se me hacía bola y no conseguía tragar. No se me ocurrió otra cosa que ir masticando los trozos para, después, tirarlos sucesivamente por la ventana. Sabía que al entrar o salir del edificio, mis padres verían los trozos de comida escupida y sabrían que había sido yo pero las amenazas por no comerme la comida ese día estaban siendo especialmente espeluznantes. Había que correr el riesgo.
Por la tarde, cuando salimos al patio a jugar, cerré los ojos y me preparé para la regañia. Pero no pasó nada. Los trozos no estaban. Pensé que había sido un milagro, que dios era justo y se preocupaba por sus criaturas. Lo que pasé en realidad fue que el vecino del primero tenía echado su toldo y allí se quedaron los trozos masticados de ternera.
3. Estaba malísimo pero era una de esas enfermedades sin fiebre. Qué rabia, me decía, unas decimillas más de temperatura y me libraría de ir al cole. Por fortuna, siempre he sido muy ingenioso y no ha habido problema al que no le encontrara una solución. Existosa o no era lo de menos. Cogí el termómemtro que me acababan de poner en la axila y, aprovechando que nadie miraba, lo acerqué a una bombilla. Y subió más allá de la señal de 37º. De hecho, subió hasta el infinito y más allá porque se rompió y el mercurio se desaparramó por toda la cama.
No recuerdo qué paso después pero estoy seguro de que estuvimos un buen rato jugando con las bolicas de mercurio, que sería muy tóxico pero molaba un montón. La ignorancia da la felicidad.
Cuando era pequeño, mi madre era mi madre, quiero decir, era la persona que me llevaba y me recogía del colegio, la que me acompañaba al médico y se peleaba conmigo para que me tomara el jarabe, la que me mandaba a la cama... En fin, lo típico. Todas esas cosas eran familiares, hogareñas, desprovistas de el más mínimo glamour.
Una tarde vino una tía mía de visita a casa. Mi madre y ella se tomaron un té. Yo estaba por ahí, supongo que dando el follón. Vi cómo mi madre sacaba la bolsita del té y con un preciso movimiento la escurría usando la cuchara. Nunca había visto hacer algo así y mi madre, la misma que siempre andaba con el delantal puesto (como yo ahora, por cierto), me pareció la persona más elegante del mundo.
2. Por entonces, comíamos en una mesa que estaba muy cerca de un ventanal que daba al patio (exterior) de la comunidad de vecinos. En concreto daba a la portería.
Un día, estaba intentando comerme una carne que se me hacía bola y no conseguía tragar. No se me ocurrió otra cosa que ir masticando los trozos para, después, tirarlos sucesivamente por la ventana. Sabía que al entrar o salir del edificio, mis padres verían los trozos de comida escupida y sabrían que había sido yo pero las amenazas por no comerme la comida ese día estaban siendo especialmente espeluznantes. Había que correr el riesgo.
Por la tarde, cuando salimos al patio a jugar, cerré los ojos y me preparé para la regañia. Pero no pasó nada. Los trozos no estaban. Pensé que había sido un milagro, que dios era justo y se preocupaba por sus criaturas. Lo que pasé en realidad fue que el vecino del primero tenía echado su toldo y allí se quedaron los trozos masticados de ternera.
3. Estaba malísimo pero era una de esas enfermedades sin fiebre. Qué rabia, me decía, unas decimillas más de temperatura y me libraría de ir al cole. Por fortuna, siempre he sido muy ingenioso y no ha habido problema al que no le encontrara una solución. Existosa o no era lo de menos. Cogí el termómemtro que me acababan de poner en la axila y, aprovechando que nadie miraba, lo acerqué a una bombilla. Y subió más allá de la señal de 37º. De hecho, subió hasta el infinito y más allá porque se rompió y el mercurio se desaparramó por toda la cama.
No recuerdo qué paso después pero estoy seguro de que estuvimos un buen rato jugando con las bolicas de mercurio, que sería muy tóxico pero molaba un montón. La ignorancia da la felicidad.
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lunes, 7 de marzo de 2011
Bocazas
Creo que ya he hablado varias veces sobre mi tendencia a decir cosas inconvenientes en el momento inconveniente y delante de gente inconveniente. Tengo el tema más o menos controlado fuera de cosa, no así dentro. Sin ir más lejos, hace un par de semanas les dije a los gremlins que el 10 de marzo llegaría una delegación familiar directamente desde Gijón, nuestra ciudad favorita. No debería habérselo dicho tan pronto, no por nada, sino porque todos los días cuando se levantan preguntan si ya es día diez y se enfadan mucho porque no lo sea. Se enfadan conmigo, faltaría más.
Hoy he vuelto a meter la pata. Hace ya tiempo que no escribo en el ordenador de sobremesa. Por dos razones. (1) A veces me dejaba el documento en el que estaba trabajando abierto y cuando los niños se ponían a jugar o ver vídeos en youtube, les molestaba y lo cerraban sin ningún cuidado. Nunca sucedió nada grave pero algún que otro susto gordo sí me llevé. (2) Bubeo mucho en internet. Bubear es un verbo que hasta donde yo sé es propio de La Mancha y quiere decir ir y venir de aquí para allá perdiendo el tiempo. Si estoy con un ordenador conectado a la red hago lo de la viñeta de abajo y no trabajo nada:
Así que me pasé a trabajar en el netbook. Me viene bien porque se ajusta mucho a la escritura de guerrillas que debo practicar. Que tengo que vigilar cómo se cuece el arroz, me pongo en la mesa de la cocina a escribir. Que me piden que vea la tele con ellos, me llevo el portátil a la salita. Que no me tengo en pie, me acuesto con él y reviso lo último que he escrito. (A lo mejor hay alguien al que este párrafo le haya parecido romántico o algo así... pues no lo es. Molaría más poder escribir con orden y concierto pero hay lo que hay.)
Hasta hoy los niños no le habían hecho mucho caso al netbook, más que nada porque no lo tengo conectado a internet, que es lo que les gusta a ellos. Pero este mediodía he pillado a Darío aporreando las teclas del ordenadorcito con la novela abierta de par en par. Casi me da un patatús. Y, agobiado, he tenido una salida que es para hacérmelo mirar. Cuidado, he dicho, no lo toquéis que ese ordenador se come las manos de los niños. Para rematar la jugada, lo he cerrado haciendo una onomatopeya de comer. Ñam, ñam. Para qué quiero más. No creo que haga falta que os diga que ahora están todo el tiempo toqueteando el netbook a ver si es verdad que muerde.
Y ahora una canción de tener la boca cerrada:
PD: La viñeta es de Mauro Entrialgo.
Hoy he vuelto a meter la pata. Hace ya tiempo que no escribo en el ordenador de sobremesa. Por dos razones. (1) A veces me dejaba el documento en el que estaba trabajando abierto y cuando los niños se ponían a jugar o ver vídeos en youtube, les molestaba y lo cerraban sin ningún cuidado. Nunca sucedió nada grave pero algún que otro susto gordo sí me llevé. (2) Bubeo mucho en internet. Bubear es un verbo que hasta donde yo sé es propio de La Mancha y quiere decir ir y venir de aquí para allá perdiendo el tiempo. Si estoy con un ordenador conectado a la red hago lo de la viñeta de abajo y no trabajo nada:
Así que me pasé a trabajar en el netbook. Me viene bien porque se ajusta mucho a la escritura de guerrillas que debo practicar. Que tengo que vigilar cómo se cuece el arroz, me pongo en la mesa de la cocina a escribir. Que me piden que vea la tele con ellos, me llevo el portátil a la salita. Que no me tengo en pie, me acuesto con él y reviso lo último que he escrito. (A lo mejor hay alguien al que este párrafo le haya parecido romántico o algo así... pues no lo es. Molaría más poder escribir con orden y concierto pero hay lo que hay.)
Hasta hoy los niños no le habían hecho mucho caso al netbook, más que nada porque no lo tengo conectado a internet, que es lo que les gusta a ellos. Pero este mediodía he pillado a Darío aporreando las teclas del ordenadorcito con la novela abierta de par en par. Casi me da un patatús. Y, agobiado, he tenido una salida que es para hacérmelo mirar. Cuidado, he dicho, no lo toquéis que ese ordenador se come las manos de los niños. Para rematar la jugada, lo he cerrado haciendo una onomatopeya de comer. Ñam, ñam. Para qué quiero más. No creo que haga falta que os diga que ahora están todo el tiempo toqueteando el netbook a ver si es verdad que muerde.
Y ahora una canción de tener la boca cerrada:
PD: La viñeta es de Mauro Entrialgo.
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viernes, 4 de marzo de 2011
Darío sin piedad (2 de 2)
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jueves, 3 de marzo de 2011
Complicaciones inesperadas
Hace una semana o así, sacamos el libro de Pippi Calzaslargas de la Biblioteca Regional. Se me ocurrió que sería divertido leer un capítulo cada noche. Y sí, está siendo divertido pero no de la forma que supuse.
Resulta que la serie de televisión está basada en los capítulos de la novela. Pero no los reproduce fielmente. Se parecen pero hay ligeros cambios. Darío, el pequeño ultranerd de Pippi, tiene como versión original e inviolable la serie de televisión por lo que cada cambio, por minúsculo que sea, supone un verdadero revuelo. Saltos en la cama, almohadas volando, espumarajos por la boca, cuellos que giran 360º... una barbaridad, en resumen.
Ya la tuvimos en el primer capítulo. La cosa empezó a tensarse cuando el Señor Nelson apareció con sombrero, algo que no sucede en el primer capítulo de la serie. Después, el padre de Pippi se presenta como Rey de los Caníbales cuando en la tele es Rey de los Correlotas. No os cuento lo que pasó cuando Pippi dice que en el Congo Belga todos mentían cuando, ya se sabe, Pippi no ha estado nunca en ese país. Evidentemente cuando vi que en el libro ponía: "En sus piernas, largas y delgadas, llevaba un par de medias no menos largas, una negra y otra de color marrón" me acobardé y alteré el texto original de Astrid Lindgren. Leí en voz alta: "En sus piernas, largas y delgadas, llevaba un par de medias no menos largas, una naranja y otra de color verde".
El martes por la noche la paz familiar estuvo a punto de ser destruida por completo porque en una conversación, Pippi acaba una frase diciendo: "por ejemplo". ¿En qué capítulo dice eso Pippi, a ver? En ninguno.
Solo me faltaba que viera la foto de arriba y tuviera que explicársela (la que está al lado de Pippi.. quiero decir, de la niña que hace de Pippi, es Astrid Lindgren).
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martes, 1 de marzo de 2011
Murcia revuelta
Voy a citar a Patricio Hernández, presidente del Foro Ciudadano de la Región de Murcia: Hay un filosofo francés de izquierdas, Alain Badiou, que elaboró el concepto de "acontecimiento". Según él, existen hechos y situaciones inesperadas que por su singularidad alcanzan a tener la fuerza de subvertir la hegemonía o sistema de creencias, desvelando de forma súbita e impredecible lo que estaba invisibilizado, pues todo orden o estructura es más precario de lo que parece y encierra dentro de sí virtualidades negadas que pueden irrumpir abriendo posibilidades alternativas, y con ellas una ampliación del horizonte de lo posible. Yo creo que lo que está ocuriendo en Murcia estas semanas es un verdadero acontecimiento en el sentido de Badiou. (El artículo entero está aquí.)
En mi opinión no le falta razón. Desde que el día del sorteo de Navidad de 2010, Valcárcel, presidente de la Comunidad Autónoma, anunciara una ley de recortes de los servicios públicos para ahorrar gastos, la movilización ciudadana no ha parado. Y, francamente, nadie esperaba que una región como esta, adocenada a más no poder, reaccionara así. Es inevitable sentir cierto orgullo al pensar que hoy, 3 de marzo, se está celebrando la novena (¡novena!) manifestación contra esos recortes.
Lo verdaderamente importante de esta movilización es que empezó siendo de funcionarios luchando por sus derechos y está ampliándose poco a poco a buena parte de la ciudadanía. Yo puedo ser funcionario o parado pero eso no quita para que pelee por unos servicios públicos en condiciones. Además, muchas personas empezábamos a estar muy hartas del gobierno asfixiante del PP.
Poco a poco se van mezclando las causas y los colectivos. Importantísimo, y revolucionario pues ataca una de las (malas) raíces del sistema, es la plataforma de afectados por las hipotecas, por ejemplo. Este fin de semana, otro ejemplo, los trabajadores públicos hicieron una acampada en una de las plazas principales de Murcia y el sábado se aprovechó para hacer una concentración en solidaridad con los pueblos árabes que piden democracia.
Estuvimos por allí y vimos a un amigo de los que se está dejando la piel en todo esto. Lo vi a lo lejos y el pendiente de aro que suele llevar se me antojó más grande de lo normal, más poderoso. Me acordé que se cuenta que lo de llevar pendiente no era una cosa a tomarse a la ligera entre los marineros antiguos. Era un derecho que se ganaba después de cruzar el Cabo de Hornos o el de Buena Esperanza. Se ganaba también el derecho de permanecer delante de un rey sin descubrirse y el poder de mear contra el viento. Es cierto eso que se dice de que todos somos necesarios y nadie es imprescindible. Pero todos estos movimientos le deben mucho a un puñado de personas que le echan horas y horas al cabo del día y que ponen toda su energía, inteligencia y pasión en conseguir un mundo, o una región, mejor. Personas que, está claro, se ganan el derecho a llevar pendiente. Escribo todo esto, la verdad, porque la imagen de mi amigo me causó mucha admiración.
Después de la lectura del manifiesto por las democracias en el Norte de África, estuvimos hablando. Le pregunté que hasta dónde iba a llegar toda la movilización. Está claro que hasta las elecciones de mayo. Allí se volverá a decidir todo.
Y el panorama no es muy alentador. Hay quien habla de Valcárcel como de un golpista. Un buen golpe a los servicios públicos sí le ha dado pero no podemos negar la triste evidencia de que ese tipo lleva tropecientos años en el poder porque se le vota. Yo no lo entiendo, pero le votan.
Pero el acontecimiento del que hablaba al principio se ha producido y es difícil prever hasta dónde llegarán sus consecuencias.
Y para finalizar, un poco de humor. Desternillante este montaje que se ha hecho con la película "El hundimiento":
"Todos los consejeros que no tengan el Graduado Escolar que se salgan".
PD: En la manifestación del 25 de enero (la séptima) me encontré con otro amigo de los de pendiente. Se había dejado barba. Al día siguiente le llamé por teléfono y le dije que porque me pillaba mayor, emparejado, con hijos y heterosexual que si no le pedía rollo. Me comprometí a contar aquí lo guapo que iba pero no había tenido oportunidad. Dicho queda.
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