Juan odia la telepatía. La odia porque la considera una forma de comunicación inferior y despreciable. Donde esté la comunicación oral que se quite el poder de la mente. Hablar, hablar, hablar, hablar... así hasta el infinito (y más allá).
Los lunes y los miércoles quedan en un parque de Espinardo varias madres del cole. Juan vuelve cuando yo ya estoy en casa, rojo como un tomate y con el pelo chorreando de sudor. Voy corriendo a recibirle y le digo: No hables, no me cuentes nada, que te voy a leer la mente. Entonces pongo mi mano derecha bien abierta sobre su cabeza (mi telepatía es muy rudimentaria y necesita todavía del contacto físico). Lo veo, lo veo, gritó sobreactuando, has estado en el parque con R. y con M. Entonces Juan se enfada mucho, me insulta terriblemente y se aleja calle arriba amenazando con irse de casa. La última vez me gritó: No me hagas eso... que si no no te lo puedo contar yo.
2 comentarios:
Entiendo al chiquillo perfectísimamente, yo crecí odiando la tan repetida frase en mi cabeza "esta cría no se calla ni debajo del agua". La odio aún. Os odio gente que decís esa frase. Quede dicho.
Hubiera preferido mil veces el truco de la telepatía XD
Vaya. Ahora me siento fatal. Me comprometo a no volver a decir lo de debajo del agua. Pero, es que, hace falta tanta energía para escuchar a un niño durante horas y horas... Los adultos somos débiles y, de vez en cuando, decimos cosas inconvenientes.
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