Cada miércoles un cuento en El Estafador

viernes, 29 de junio de 2012

Manifiesto por la inmovilidad

Exijamos nuestro derecho a quedarnos quietos. A no hacer nada. A no leer. A no escuchar los informativos ni participar en las tertulias del bar. A no ir al bar. Quedémonos en casa, con la persiana a medio bajar, abanicándonos con un un folio arrugado una y otra vez sobre sí mismo. Miremos el techo con detenimiento y descubramos lejanas galaxias escondidas entre el gotelé. Podríamos entretenernos observando nuestras manos y nuestros pies. ¿Cuándo dejamos de maravillarnos de la existencia de nuestros dedos? No veamos la televisión. Renunciemos al Espectáculo. Desertemos de todo aquello en lo que nos hayan alistado sin nuestro permiso. Ni trabajo, ni colas en el paro, ni nada de nada. El trabajo no nos hará libres por mucho que lo dijeran las nazis en sus campos de concentración. No volvamos a comprar nada. Ni en grandes superficies ni en pequeños comercios. Empleemos la dosis necesaria de esfuerzo, ni un poco más, en escupir sobre el dinero. Reclamemos la posibilidad de no votar, de no creernos ninguna promesa más, de no celebrar los goles de la selección, de obviar las rebajas. Resistamos inmóviles. Paseemos, sin prisas, eso sí, por nuestra ciudad haciendo planes de destrucción: a la mierda ese edificio, un cráter en lugar de ese falso parque de cemento, El Corte Inglés en llamas. Eludamos las soluciones de compromiso, ignoremos a los hipócritas. Guardemos un inquietante silencio. Confundámonos con las sombras. Hagamos que no estamos, que se lo crean. Pidamos a los falsos líderes que se callen o que actúen de una vez. No queremos seguir como bobalicones a aquellos artistas del Espectáculo que van de progres y solo quieren ganarse a la audiencia, su público. Pueden así ganar mucho dinero que luego invertirán capitalistamente en ganar más dinero. Insistamos: que actúen o que se callen. Apaguemos el ordenador, rechacemos las solicitudes de amistad de facebook, unfollow total a twitter. Vomitemos las hostias consagradas que nos hayan dado, apostatemos, soñemos con el infierno, tan calentito. Digamos no a los buenos modales, al saludo rutinario, al coche, a la gasolina, a la operación salida, a los viajes organizados, a la velocidad, a la clase turista y al business class, a las visitas guiadas, a las ambiciones, al currículum, a la cuenta corriente o de ahorro, a la VISA, a la Mastercard y a la Euro6000, a los pedagogos, psicólogos, maestros, políticos y demás sementales de sistema (ahí, todo el día dale que te pego, fertilizándonos con sus ideas contrarrevolucionarias dictadas por la Dominación). Desoigamos los anuncios de colonias y de compresas, los cantos de sirenas de la socialdemocracia, la música de mierda de las radiofórmulas, los apocalípticos avisos de las cajetillas de tabaco. Que se joda la Tasa Tobin, las recogidas de firmas por internet (yo ya he firmado para que el mundo sea feliz, ¡solo falta que firmes tú!), las recogidas de firmas presenciales, las manifestaciones onanistas y las campañas de sensibilización. Recordemos nuestro derecho a no justificar a la policía jamás de los jamases, bajo ninguna circunstancia. Que los platos sucios se amontonen en el fregadero, que los cristales sucios se limpien con la siguiente lluvia o se ensucien más, no nos importa, que las camas se queden sin hacer, que el polvo se aposente a su gusto sobre las estanterías. Nunca más contestaremos al teléfono ni responderemos a los SMS. Nos comunicaremos con la mirada y con los gestos que no requieran mucho esfuerzo. Al fin y al cabo, todo lo que nos queríamos decir ya nos lo hemos dicho.

2 comentarios:

La esposa de su hijo dijo...

Tú fin de semana va a ser estupendo, porque estando como estás solo puedes mejorar.
Buen día.

Anónimo dijo...

No es odio, es otra cosa y no lo pillo.