La historia que sigue sucedió, o no, hay algunas lagunas al respecto, en Donosti. ¿O fue en Bilbao? Padre Click y Madre Click lo niegan pero diversos testigos presenciales afirman que todo sucedió tal y como ahora se va a relatar.
Para celebrar el reencuentro, Familia Click decidió darse una vuelta por la Cornisa Cantábrica, un plan pendiente desde hacía varios años. El primer día lo dedicaron a Cabárceno y Santander. Al segundo, entraron en Euskadi, rumbo a Bilbao.
No se perdieron mucho y aparcaron en zona verde. En agosto, además, no se paga por la tarde (en Bilbao). Padre Click todavía no era consciente pero había sido víctima del llamado Sortilegio Txakoli. Se trata de un sortilegio muy sencillo que consiste en el impulso irrefrenable de pedir un txakoli en cuanto se ve una barra o se pasa cerca de un bar.
Quiso pedir un café con leche para desayunar y pidió un Txakoli. Quiso pedir un pacharán después de comer pero pidió el enésimo Txakoli. Solo pudo resistir el Sortilegio Txakoli cuando fueron a cenar a un restaurante de comida rápida. Allí pidió un Happy Meal cuando debía haber pedido un Diver King. La muchacha de la caja registradora no se lo tuvo en cuenta (según ella misma).
Después del casco viejo de Bilbao, tocaba la parte vieja de Donosti. Había mucha gente y como Padre Click y Madre Click son muy precavidos, escribieron con bolígrafo su número de teléfono en los bracitos de Hijo Mayor e Hijo Menor Click. Eso les daba un aire de presos de algún campo de concentración pero reducía los riesgos si se perdían.
Al cabo de tres o cuatro txakolís, los hijos estaban hartos de ir de bar en bar. Javier Clemente entró en el mismo bar en el que ellos estaban tomando unos pinchos. Recordaron viejos malos tiempos. Empezaron a ver doble.
Los niños la liaron parda en la entrada de una tienda. Yo voy a fingir que no los conozco, dijo Padre Click. Madre Click se subió al carro. El de la tienda, se encaró con Padre Click por el comportamiento de los niños pero Padre Click se desentendió de todo y dijo que era la primera vez que veía a esos descendientes de Caín. El hombre de la tienda vio el teléfono en el brazo de Hijo Mayor Click y decidió llamar. Padre Click, orgulloso de cómo había resuelto el problema, volvió al txakoli. Entonces sonó su teléfono y tuvo que vivir una escena muy comprometedora.
4 comentarios:
Pequeño detalle, no?? el del teléfono jeje
En mi juventud,ayudaba en el negocio familiar,conocí a ese tipo de padres como el Padre y Madre Click... solo decirte que con el tiempo,el Karma lo pone todo en su sitio.Feliz veraneo
Bueno, si veo a la familia click en Donosti me la llevo de txakolis. (Aunque aviso que son bastante cabezones... los txakolís no los click ¿eh?)
Es por cosas como esta por las que se pierde la custodia de los niños. Luego vendrá el llanto y el crujir de dientes.
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