Nota: éste es el texto que se me borró hundiéndome en la miseria durante unos minutos (menos mal que Juan me consoló) y al que me refería en el post anterior.
1. No sé si se escribe cajón de sastre o cajón desastre. Me gusta más la segunda opción.
2. Tengo una paradójica sensación de vacaciones. Ya no hay colegio, mi chiquillo mayor está pletórico y algo en mi interior ha empatizado con él. Pero esa sensación no se corresponde con la realidad. Las vacaciones siempre son para los otros.
3. La mañana pintaba bien. Darío se ha despertado a las siete pero he conseguido dormirlo otra vez a las nueve. Todos dormían menos yo. Era mi momento. Hacía siglos que no tenía una oportunidad como esa. Así que me he cogido mi tebeo de "La cosa del pantano" y me he tumbado en el sofá de la salita a leer. Por la ventana entraba un fresco mañanero de los más agradable. La historia era muy buena y los dibujos no le andaban a la zaga. Todo era perfecto hasta que ha llegado una vecina ruidosa como pocas. Aparca el coge y, para que todos sepamos que ha llegado, incluso los que no lo queremos saber, empieza a pitar. Después se baja y empieza a hablar a gritos, aunque su interlocutor esté al lado. Y, claro, Juan se ha despertado. Mi momento idílico ha durado veinte minutos, ni uno más ni uno menos.
3. Leí hace poco que ya no se acentúan los pronombres ese, este, aquel... Por eso no he acentuado "una oportunidad como esa" en el párrafo anterior. Faltas no me faltan pero es por despiste no por ignorancia, que conste. Bueno, tampoco quiero pecar de pedante. Venga, vale, ignorancia tampoco me falta. Dichosa falta de autoestima, siempre entrometiéndose en todo.
4. Acabo de bajarme la canción "Fiera inquieta" del emule. Para quien no lo sepa, era la canción de cabecera de la telenovela "Pasión de gavilanes". Sí, habéis leído bien. Yo, lector asiduo de la modernísima Rockdelux, me he bajado una cumbia de culebrón. La explicación es la que sigue. En el barrio en el que trabajo vamos a celebrar la llegada del verano y de las vacaciones con una feria de juegos y ésta... uy, perdón... y esta (cuesta acostumbrarse a una norma nueva) es una de las canciones que interpretarán las niñas del taller de baile. Por cierto, que mientras que escribo, están con los ensayos finales y la monitora no tiene nada que envidiarle a la maestra de "Fama" (la serie de televisión no el reality).
5. Estábamos invitados a un cumpleaños el domingo y no vamos a ir. Un hexantema viral ha corrido como la pólvora en el cole de Juan. Los niños han ido pasándose los granicos rojos de unos a otros. Compartir es vivir. No es nada grave pero tampoco es plan de ir a un cumpleaños con un niño cargado de virus infecciosos. Podríamos decir que es una alergia alimentaria pero a los cuatro o cinco días, cuando el resto de niños de la fiesta se tiñeran de rojo, vendrían a buscarnos a casa con antorchas y horcas.
6. Una cosa que odio: comprar un disco y que no vengan las letras. Joder, para eso me lo bajo. Hay que cuidar el producto y ofrecer algo que no se pueda conseguir gratis. Pues bien, ayer me compré dos (el de "Manos de topo" y el de "Elodio y los seres queridos") y ninguno de los dos tenía las letras. Muchachos: curraos más el tema, por favor.
7. De pequeñito me fascinaba especialmente el habitual estudiante nihilista que vivía miserablemente en la habitación de una pensión de las novelas de Dostoyevski. Era como sentir que la verdad se iluminaba ante mí. Nada tiene sentido. Todo es absurdo. Mi fuero interno, el que todavía se esconde detrás de las obligaciones y fachadas sociales es profundamente nihilista, tal vez absurdo. Por eso me han gustado tanto los siguientes versos de "Manos de topo": si no te gustan las cometas / recuerda cuando te crecieron las tetas. Soberbio.
8. Ayer, para celebrar las notazas de Juan, le hicimos un regalo. Ya lo teníamos visto: una caja de clics (no sé si se siguen lamando así) con un rudo cazador, un vehículo anfibio, una jaula, una palmera prehistótica, un velociraptor y un montón de pequeñísimos accesorios. Entrar a la tienda de juguetes con Juan es difícil porque conforme ve cosas se va acelerando, empieza a tocarlo todo, a cambiar de idea, a pedir esto y aquello, a hablar con el resto de clientes contándoles sus cambios de opinión y las razones por las que prefiere una cosa a otra. Me costó un buen rato tranquilizarlo y hacerle recordar que habíamos venido a por los dinosaurios de los clics. De camino al pasillo de Playmobil, hemos pasado por la sección de los muñequitos de Star Wars. Entonces he sido yo el que ha perdido el Norte y me he puesto a tocarlo todo y ha sido Juan el que me ha tenido que recordar que íbamos a lo que íbamos.
9. Mi madre no entiende que le compremos juguetes buenos y caros a los críos. Al menos estos deben ser rotos por los niños no como los juguetes malos, que ya se rompen ellos solos. Unos de mis favoritos son los clics por caros que sean. Solo (que creoq ue tampoco se acentía ya) les pondría una pega: las piezas deberían ir con un localizador GPS para no perderlas. Al día siguiente de comprarlo ya faltaban varias de ellas. Mi teoría es que no se pierden sino que se teletransportan a la desconocida Dimensión de las piececitas perdidas.
10. Conversación real (que se me caiga el pulgar derecho si miento). Detrás de mí había tres chicas tomando el sol en la piscina. Hablaban de estética, depilaciones y esas cosas. Una dijo: lo que más duele es depilarse los pelos del culo, después haces caca y no veas cómo duele. Y al rato insistió: pues me han dicho que hay un sitio que te hacen la despigmentación del ano. ¿Y eso cuando lo enseñas? preguntó otra. Ahí, por suerte, Juan me arrastró al agua y dejé de escuchar.
11. Mercedes dedicó parte del domingo a estudiar las oposiciones que tiene el domingo que viene. Si alguien es capaz de sacar unas oposiciones habiendo estudiado solo una tarde es Mercedes. In her we trust.
12. El último punto del post original balbuceaba sobre la paradoja de la libertad que se produce durante los fines de semana. Como no estoy de humor para repetirlo, haré un resumen. Eres libre y eso te hace pensar que serás feliz, pero entonces ante ti se abre la obligación inesperada de elegir ante varias opciones y eso te angustia y etcétera.
13. Me gustan los textos fragmentarios y como a medias... será porque mi cabeza es un poco así.