Mi chiquillo pequeño no me habla. Le he hecho lo peor que nadie le ha hecho hasta ahora: he intentado darle un biberón. Se ha revuelto, ha escupido la asquerosa (la he probado) leche artificial, ha llorado hasta ponerse rojo, ha pataleado... Al final me he rendido y he llamado a Mercedes al trabajo para que viniera a socorrernos.
Resulta que se le ha acabado la baja maternal. Las roñosas 16 semanas que dan pasan en un visto y no visto. Y claro, si no está mamá, papá tiene que tirar de biberones. Todo esto me reafirma en una de mis máximas: la vida es un asco cuando no un timo. A mí que me perdonen pero la liberación de la mujer tiene poco de liberación. Puede sonar muy bien eso de tener un trabajo propio, la autonomía, un sueldo independiente y todas esas cosas pero, de momento, lo que es indudable es que se ha conseguido unir lo peor de la condición secular del hombre con lo peor de la condición secular de las mujeres. Ahora hay que soportar la tiranía del jefe, la tontería de los compañeros, la rigidez de los horarios, el estrés laboral y etcétera con los platos sucios, la compra, la pediatra y las obligaciones y neuras maternas.
Entonces pasa, por ejemplo, lo siguiente. Es maravillosa la leche materna. ¡Madre: amamante a tu hijo, por lo menos, hasta los seis meses! El mensaje está claro. Pero se cumplen las 16 semanas y el niño no se puede ir al trabajo. Así que hay que darle biberón, a ser posible con leche materna. Pero el sacaleches es un rollo, hace daño, es poco efectivo y no hay ni un respiro en el trabajo para usarlo. Hay que recurrir a la leche artificial. Y, a cada paso, revolotea el miedo tan comentado por las matronas: lleva cuidado, porque el biberón es más cómodo que el pezón y como se acostumbre a la tetina ya no querrá teta. Y, a todo esto, que haya suerte y que con la ansiedad no se corte la leche. Venga a aculumar angustias.
Así que, mientras se llora por tener que separse por primera vez en cuatro meses del hijo, se encajan las nuevas complicaciones del curro al tiempo que se sufre porque el bebé no toma biberón y se siente la culpa de ser mala madre porque no le dará pecho al hijo hasta, por lo menos, los seis meses. No sé pero para mí que todo esto está mal planteado.
PD: El título son unos versos de una canción de los Surfin´Bichos, para saber más usar google, venga.
1 comentario:
Justo ando yo en esta fase, con bebé de 5 meses y un mes de regreso al curro. La primera conclusión a la que llegué el 3er día sentada en mi antigua mesa fué: que mal negociada la liberación de la mujer. La segunda: ojalá los humanos fuéramos caracoles para, como hermafroditas, jugarnos a los chinos el fabuloso y mitificado embarazo. Bueno, en realidad a los 3 meses de embarazo ya tenía yo estas renovadas inquietudes sobre la biología pero la vuelta al trabajo reafirmó lo acertada que había estado.
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