Cada miércoles un cuento en El Estafador

lunes, 15 de abril de 2013

Apuntes contra el Estado (III). Especial: Líderes.



El concepto de líder merece su propia cuota de atención. Quizás llegue el día en que una comitiva de alienígenas se presente en la Tierra y le pida al primer humano con el que se encuentren que los lleve ante su líder. Y este humano dirá: ¿Líder? No, no tenemos de eso. Pero hasta que ese momento llegue, quedan mucho líderes que destronar. Al líder se le encuentra en todas partes: en el hogar (aquí los pantalones los llevo yo), en la pandilla del colegio, en la banda de música, en el trabajo, en el movimiento social, en la CEOE, en los sindicatos, en los partidos, en las religiones (patético hasta la nausea todo el espectáculo que ha rodeado la elección del nuevo Papa)... Su omnipresencia ayuda a pensar en lo natural que resulta su existencia, lo espontáneamente que un grupo de personas necesitan organizarse alrededor de un líder. Algunos reparos:

*  El líder exige delegación. Todo aquello que se coloca en él, lo sacamos de nosotros. Le otorgamos parte de nuestra humanidad. Él piensa por nosotros, decide por nosotros, nos señala el camino, se esfuerza por nosotros... Así, no pensamos, asumimos decisiones en las que no hemos participado, andamos caminos que no están en nuestros mapas (reales o imaginarios), nos dejamos llevar por la molicie (según la acepción 1 del DRAE)... Nuestra humanidad se va difuminando. El líder, que quizás crea que las leyes que regulan los vasos comunicantes es universal, no se convierte en más humano. Simplemente se carga de falsa vanidad y de cualidades insustanciales.

* Al depositar parte de nuestra humanidad en el líder, esperamos de él lo que deberíamos esperar de nosotras mismas. Cada día que pasamos en manos de un líder es un día perdido en el camino hacia la emancipación. El cuerpo y la mente, la conciencia y la esperanza, la rabia y la técnica... todo depende de cuánto y cómo se practique. Y hemos dejado de hacerlo para que el líder lo haga en nuestro nombre. Nuestra presencia se apaga ante él. Tendremos que recuperar todo lo que le dimos al líder cuando llegue el momento

* El líder no será más humano que los liderados pero sí será portador de un poder mayor. Las relaciones con él serán siempre desiguales, en cierto sentido inhumanas. Ese desequilibrio de poder pudrirá, a mayor o menor velocidad, toda presencia de libertad. Por tanto, cualquier persona que aspire a ser libre debe rechazar el liderazgo, se encuentre en posición de líder o de liderado (mi libertad solo será completa junto a la libertad de los demás).

* Hay un vínculo constante y recíproco entre la relación del individuo consigo mismo y su relación con los otros. Así se vea a sí mismo, así tratará a los demás. Así trate a los demás, y se deje tratar por ellos, se tratará a sí mismo. Por lo tanto, alguien que se deje guiar por otros, que asuma una posición de sumisión, más o menos grave, más o menos consentida, se está infravalorando.

La existencia de líderes es estratégicamente útil a la dominación. Es cierto que lleva años empeñada en ejercer un control total y minucioso pero hasta el más glotón de los glotones tiene su plato favorito. El líder se significa, se destaca del resto y se coloca una diana en el pecho. Señalado, será más fácil que la dominación se ocupe de él. Y tiene tantas formas de hacerlo: desacreditación, criminalización, soborno, desaparición, asesinato...

* La existencia de líderes es estratégicamente inútil para los dominados. La fuerza de la comunidad (que deja de serlo en cuanto delega permanentemente en una persona), la fuerza de cientos, miles, queda a expensas de la de uno. Si el líder no lo hace, no se hace. Si el líder no lo piensa, no se piensa. Si el líder no lo ve bien, no se ve. Si el líder desaparece, la fuerza de tantos de desvanece como una cerilla consumida. Puede resultar extraño pero la frase hecha nos es de utilidad: Todos necesarios, nadie imprescindible.

*  La crítica al líder debe diferenciarse del aprovechamiento de las habilidades de cada cual. De nuevo la frase hecha: A cada cual según sus posibilidades. Ahora bien, no debemos llevar esto hasta los aniquiladores territorios de la especialización. Los cables que los corte fulanito que hizo un curso de electricidad pero que alguien más vaya aprendiendo no vaya a ser que algún día fulanito no pueda ir.

*  El drama del líder consiste en que ni siendo bueno puede ser bueno.


miércoles, 3 de abril de 2013

Bando policial

Algunas comparaciones pueden resultar odiosas cuando no ofensivas. Si la que sigue lo es, lo será en contra de mi intención. 

La plataforma que pide el soterramiento de las vías del tren a su paso por Murcia lleva años luchando. Aunque desde el anuncio de la llegada del AVE, la pelea se ha endurecido. Todos los martes cortan las vías. La imagen del barrio partido en dos por el engendro de la alta velocidad los anima y los moviliza. Basta con ponerse un segundo en su situación para entenderlos. 

Ayer volvieron a las vías y eso que era el día de LA fiesta de Murcia. O precisamente por ello. Para los que no lo sepan, ayer se celebró en Murcia el Bando de la Huerta, que consiste en salir a la calle, comer, emborracharse y cosas así. Algunos datos: 85 toneladas de basura recogidas, unas 550.000 personas por la ciudad, 97 atendidos por intoxicación etílica. Que no se entienda esto como una crítica a la fiesta. ¿Quién no se ha vestido alguna vez de huertano y ha terminado piripi perdido y con las esparteñas empapadas de los orines que recorren las calles? El caso es que era el día perfecto para que la dominación actuara, en este caso en forma de dualidad fascista delegado del gobierno - policía nacional.




Tres personas de la plataforma fueron detenidas. Y ya se sabe que la policía no detiene amablemente. La policía pega y la muñeca rota de una de las detenidas lo demuestra. Otro de los detenidos contó cómo le pegaron dentro de la furgona. El tercero ha dicho hoy en la radio que casi se desmaya por la presión de la llave con la que lo inmovilizaron. Claro que luego están los pobres policías lesionados. Pobres tipos, tantas horas de gimnasio, tanto entrenamiento demente y tanto equipo de protección para que luego unos vecinos sin su preparación ni experiencia les dejen heridos y fuera de combate. ¿Qué será de ellos el día en que el pueblo se organice? Esta mañana, el SUP, ese sindicato repugnante, se quejaba de las órdenes de sus superiores al tiempo que lamentaba las heridas de sus compañeros. Pero no es este el tema, al menos en este post.




Los llamamientos a acudir a comisaría vía facebook y SMS funcionaron y un puñado considerable de gente nos reunimos en las puertas de la comisaría en las que supuestamente estaban detenidos. Y supuestamente lo escribo porque durante mucho tiempo no hubo forma de saber dónde estaban, si en esa comisaría, si en la de la calle Ceballos, si en el hospital. Durante algunas horas no pudimos saber dónde estaban, es decir, estuvieron desaparecidos. Imaginad que son vuestra novia, vuestro hijo, vuestro marido.

Media una inmensa distancia entre lo que se acaba de relatar y los casos de las desapariciones permanentes tan queridos por las dictaduras. Pero lo que subyace en ambos casos es lo mismo: el Estado se cree dueño y señor de nuestros cuerpos, de nuestras vidas, de la angustia del detenido y de la del familiar que no sabe dónde está. Y lo demuestra sustrayendo a la persona de la realidad, encerrándola en el limbo de lo desconocido. Nadie sabe, nadie responde. La angustia queda suspendida en el tiempo y se hace eterna, tal y como el Estado se imagina su poder.


El Estado se limita a modular su forma de actuar, viste un ropaje u otro según se haga pasar por dictadura a secas o por dictadura parlamentaria pero no deja de ser lo que es. No olvidemos que nuestra democracia ya sabe lo que es torturar, asesinar e intentar que los cuerpos desaparezcan en cal viva.